“YO soy lo efímero –díjose- me cubriré con el poema para ocultarlo”.
Invernó así por los siglos y no lo despertaron ni las indiscretas trompetas convocando a desacreditadas resurrecciones. (E.A Westphalen, Belleza de una espada clavada en la lengua)
ESFUERZO titánico, en consecuencia vagamente grotesco, por ampliar y superar lo caduco y perecedero nombrándolo reflejos, granos o partículas de eternidad. (E.A Westphalen, Belleza de una espada clavada en la lengua)
SE arremolinaron de repente las palabras para formar un bloque compacto e indisoluble al cual no quedaba sino someterse. (E.A Westphalen, Belleza de una espada clavada en la lengua)
Va a agarrar un martillo para golpear el silencio -para pulverizar el silencio- para multiplicar el silencio (E.A Westphalen, Belleza de una espada clavada en la lengua)
Envidio mucho a quienes decís en Pan de Humo que tenéis seleccionados vuestros poemas meses antes de que os toque colgarlos en el blog… A mí con la poesía me pasa como con la música, no la busco, ella me encuentra, depende del día, de mi estado de ánimo o del azar de mis ojos al pasar por las estanterías de la biblioteca… Anoche ese azar me llevó a coger un libro de Rumi que hacía años que no miraba y al hojearlo encontré los dos poemas que os pongo aquí ¿Por qué alguien del siglo XIII, persa, escribió algo que sigue llegándome? ¿No es un poco como la mujer de Bob Dylan ésta que trae de vuelta? ¿Hasta dónde llega la poesía? ¿Algo tan simple como el aleteo de unas pestañas puede escapársele? Y mientras me preguntaba esto me acordé de Westphalen y de su “teoría de la poesía”, a Westphalen lo visito mucho, porque me asombra siempre su lucidez y su punto gamberro… Quizá debería dedicarle este pandehumo sólo a él, pero al leer los poemas que os recojo, no los mejores, me pareció que hablaba de Rumi… Igual sólo fue un desvarío de esos que uno tiene antes de dormirse…
Este poema cierra el poemario Proximidad del silencio, Hiperión, Madrid, 1981. Prólogo de Juan Miguel Company. En ese texto, llamado "Del amor y sus ficciones" pp. 11-19, se da forma rotunda, cabal, casi inapelable, a los desgarros "que produjo en el sujeto poético el hundimiento del viejo edificio romántico" ¿ Y ahora, en qué edificio vivimos o, por mejor decir, sobrevivimos? .
My love she speaks like silence, without ideals or violence, she doesn't have to say she's faithful, yet she's true, like ice, like fire. People carry roses, and make promises by the hours, my love she laughs like the flowers, Valentines can't buy her.
In the dime stores and bus stations, people talk of situations, read books, repeat quotations, draw conclusions on the wall. Some speak of the future, my love she speaks softly, she knows there's no success like failure and that failure's no success at all.
The cloak and dagger dangles, madams light the candles. In ceremonies of the horsemen, even the pawn must hold a grudge. Statues made of match sticks, crumble into one another, my love winks, she does not bother, she knows too much to argue or to judge.
The bridge at midnight trembles, the country doctor rambles, bankers' nieces seek perfection, expecting all the gifts that wise men bring. The wind howls like a hammer, the night blows cold and rainy, my love she's like some raven at my window with a broken wing.
Amor bajo cero / sin barreras
Mi amor habla como el silencio sin ideales ni violencia, ella no necesita decir que es fiel ya que es sincera como hielo, como fuego. La gente lleva rosas y hace promesas en cada momento, mi amor ríe como las flores, los Valentines no pueden comprarla.
En los mercadillos y paradas de autobús la gente habla de anécdotas, lee libros, repite citas escribe conclusiones en la pared. Algunos hablan del futuro, mi amor habla quedamente, ella sabe que no hay éxito como el fracaso y que el fracaso no es ningún éxito.
La capa y la espada se mecen, las damas encienden las velas. En las ceremonias de los jinetes hasta el peón abriga un rencor. Estatuas hechas de cerillas se desploman unas contra otras, mi amor pestañea, no se inmuta, sabe demasiado para discutir o juzgar.
El puente tiembla a medianoche, el médico rural pasea, las sobrinas de los banqueros buscan la perfección esperando todos los regalos que los hombres sabios pueden traer. El viento aúlla como un martillo, la noche sopla fría y lluviosa, mi amor es como un cuervo con un ala rota en mi ventana.
Comentario:
Tenía muchas ganas de compartir esta canción con ustedes, y me dije que ya que Pan de humo había explorado en varias oportunidades relaciones posibles entre poesía y plástica, incluso en expresiones tan radicales como las de Julia Otxoa, podíamos ahora aprovechar esta oportunidad para explorar relaciones posibles entre poesía y música. Al fin y al cabo imagino que en todas las culturas del mundo la poesía nació siempre ligada a la música, y aunque en la nuestra ambas hayan encontrado caminos por separado hace tanto tiempo, todavía nos siguen importando las características musicales de un poema, como sonido, ritmo, métrica, etc., incluso cuando leemos para nosotros mismos y en silencio. Escribir una letra de canción no es lo mismo que escribir un poema, eso lo sabe cualquiera que se aventure en alguna de las dos empresas, y hablar de un poema que nació unido a una música es complicado: me cuesta distinguir hasta qué punto las sensaciones que despierta en mí este poema están provocadas por las palabras o por la música. Por desgracia la traducción castellana que encontré es fiel al contenido, por lo que entiendo, pero carece totalmente de gracia y encanto, es decir que en este caso pido especialmente a los que no saben inglés que traten de escuchar la canción para darse cuenta de cómo suena el original.
Curiosamente, cuando trato de expresar lo que me dice este poema me salen imágenes plásticas: como si Dylan hubiera intentado pintar un retrato con la peculiar técnica de pintar un paisaje y poner a su retratada en un ángulo pequeño y difuminado. Siento que este recurso es sumamente apropiado para el carácter de la retratada, pues me la imagino una persona zen, de una paz interior y una serenidad de alma notables. El mundo que la rodea (aquí es donde siento que me influye más la música que las palabras) me lo represento con una mezcla de imágenes de Estados Unidos inconexa y probablemente muy esteroeotipada, ya que nunca estuve ahí: un mundo donde convive la barbarie del Lejano Oeste con la desolación de la Gran Depresión y la grandeza lúgubre de Poe (inexorablemente el cuervo del final me lleva a Poe); un mundo oscuro y de estrechez mental, de rencores pueblerinos, donde la gente habla sin fundamento, los hombres buscan el poder, y las mujeres al hombre que las rescate. En este paisaje ella se destaca sin hacer nada: una mujer que habla como el silencio, "sin ideales ni violencia", que "ríe como las flores", que es leal como la naturaleza, que reconoce que éxito y fracaso son ambos ilusorios, que no se inquieta ante las calamidades, que no puede ser comprada con regalos, que es lo bastante sabia como para no argumentar ni juzgar, y que puede despertar la misma ternura que un ave lastimada en nuestra ventana… aunque el poema no dice nada al respecto, mi conocimiento del mundo me hace pensar que esta mujer zen me cae muy bien a mí, obviamente a Dylan también, ya que él la creó, pero para muchos de sus congéneres debe de resultar incómoda.
La versión que está en mis oídos desde mi infancia no es la de Dylan sino la de Joan Baez, que tiene una voz y una forma de cantar enormemente diferentes a las de Dylan, pero no encontré su versión como para subirla, y ésta es muy potente, siempre es potente el propio autor diciendo sus poemas; es hermosa, se escucha bien, y es muy cercana a cuando la canción fue escrita, por lo tanto siento que tiene el espíritu de la época. Supongo que Dylan no necesita ni una palabra de presentación, ¿verdad?
Para terminar, una anécdota personal: cuando yo tenía más o menos 14 años, mi tío Heriberto me regaló un libro finito de tapas negras con canciones de Dylan traducidas al castellano. No era una edición bilingüe, sólo estaba la versión castellana de cada letra. En casa teníamos el disco doble de Joan Baez interpretando canciones de Bob Dylan, que trae unos dibujos a tinta preciosos, (que creo que eran de ella misma) pero no tiene las letras de las canciones. Yo quería saber cómo era esta letra en inglés, así que con un diccionario de inglés, el disco y el libro de mi tío, emprendí la curiosa tarea de re-traducir el texto del castellano al inglés. Por supuesto, no lo conseguí. A veces es extraño recordar cómo era la vida antes de internet, ¿no?
Quoi, toujours? Entre moi sans cesse et le bonheur!
G. de Nerval
Tal vez esta noche no es noche,
debe ser un sol horrendo, o
lo otro, o cualquier cosa…
¡Qué sé yo! ¡Faltan palabras,
Falta candor, falta poesía
Cuando la sangre llora y llora!
¡Pudiera ser tan feliz esta noche!
si sólo me fuera dado palpar
las sombras, oír pasos,
decir “buenas noches” a cualquiera
que pasease a su perro,
miraría la luna, dijera su
extraña lactescencia, tropezaría
con piedras al azar, como se hace.
Pero hay algo que rompe la piel,
una ciega furia
que corre por mis venas.
¡Quiero salir! Cancerbero del alma:
¡Deja, déjame traspasar tu sonrisa!
¡Pudiera ser tan feliz esta noche!
Aún quedan ensueños rezagados.
¡Y tantos libros! ¡Y tantas luces!
¡Y mis pocos años! ¿Por qué no?
La muerte está lejana. No me mira.
¡Tanta vida Señor!
¿Para qué tanta vida?
---------------Alejandra Pizarnik
Comentario
Cada vez que se acerca el momento de hacer una propuesta para el blog mi indecisión se multiplica hasta lo impensable. Esta vez no podía ser de otra manera, sin embargo, en medio de mi indecisión, las dos últimas propuestas aportaron el argumento necesario para desequilibrar la balanza. Fue Borges quien ofreció la solución, en el cuento “El espejo y la máscara”.
Debo a Vila-Matas, entre otras muchas cosas, el descubrimiento de Alejandra Pizarnik (el artículo en cuestión se puede encontrar en: http://www.sololiteratura.com/piz/pizreslapoeta.htm). Siempre me ha resultado seductora la fuerza creativa del tormento y atractivos los escritores que se entregaban sin ambages a la exploración de sus abismos. Alejandra Pizarnik es un ejemplo excelente de esa exploración desgarrada, de la seducción por lo oscuro y lo irreparable. La segunda dificultad, inevitable, es escoger un poema, ajustarse a las condiciones del blog. Habría seleccionado algún texto de los Textos de Sombra o Extracción de la piedra de la locura, pero creo que este poema se ajusta mejor al criterio.
El poema pertenece a La última inocencia publicado en 1956, cuando contaba 20 años. Me resultan especialmente turbadores el anhelo y a la vez la incapacidad declarada para gozar de las cosas que se supone deberían proporcionarnos el placer o la felicidad: la noche que ni noche es y que debe ser un sol horrendo; la imposibilidad del contacto más banal, incluso de decir buenas noches a cualquiera que se cruzara con ella; el esfuerzo de tropezar al azar con las piedras, como les sucede a los demás sin proponérselo… en definitiva la desdicha más absoluta y un radical desencuentro con la realidad que es la de los demás. Podría llegar a ser feliz, todos los argumentos que habitualmente se asocian a la esperanza están a su alcance: quedan sueños rezagados, libros pendientes, la juventud, las luces, la lejanía de la muerte, toda esa vida… En otro poema dice “esta lúgubre manía de vivir/ esta recóndita humorada de vivir/ te arrastra alejandra, no lo niegues”. Pero “la sangre llora y llora” y la furia que rompe la piel anula la posibilidad del sentido. Y la terrible pregunta final ¿para qué tanta vida?. La vida, finalmente, deviene insostenible y la realidad se convierte en ciénaga. En otro poema escribe: “Una mirada desde la alcantarilla/ puede ser una visión del mundo”. En definitiva el deseo, como dice en los Textos de Sombra, de un lugar más o menos propicio para vivir, donde poder cantar y llorar tranquila, pero la imposibilidad de encontrar descanso ni siquiera en las palabras que acaban hablando sólo de ausencia y dolor.
En la fábula borgiana de la que os hablaba antes cuenta Borges que el Alto Rey, vencedor de la batalla de Clontarf, le encargó a un poeta la tarea de escribir el poema que reflejara la proeza de la victoria. Hasta tres veces en tres años sucesivos se reunieron el poeta y el Rey para escuchar el poema en cuestión. Tres objetos regaló el Rey al poeta, uno en cada encuentro: un espejo de plata, una máscara de oro y un puñal. El poeta se suicidó al salir de palacio después del tercer encuentro y el Rey abandonó su reino para vivir en los caminos y expiar así su culpa por haber contemplado la belleza en las palabras del tercer poema, una belleza que siempre resulta aterradora y que sólo puede suponer o la locura o la muerte (o ambas en el caso de Alejandra Pizarnik). Los espejos los puso Borges, las máscaras Pessoa y espero haberos ofrecido un buen puñal… o una buena dosis de seconal.
Ha só uma janella fechada, e todo o mundo lá fora;
e un sonho do que se poderia ver se a janella se abrisse,
que nunca é o que se vê quando se abre a janella.
(Poesías completas de Alberto Caeiro)
No basta abrir la ventana
para ver los campos y el río.
No es suficiente no ser ciego
para ver los árboles y las flores.
También es necesario no tener ninguna filosofía:
con filosofía no hay árboles: sólo hay ideas.
Hay sólo cada uno de nosotros, como un sótano.
Hay sólo una ventana cerrada, y todo el mundo afuera:
y un sueño de lo que se podría ver si la ventana se abriese,
que nunca es lo que se ve cuando se abre la ventana.
(Traductor: Ángel Campos Pámpano)
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Comentario
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“Hacia el oeste está mi corazón” cantaba un poeta rayano y hacia el oeste está ahora el hogar de Pessoa, al poniente de aquel otro extremo al que Cavafis supo insuflar nueva savia a la poesía de su lengua, como el portugués lo hace en la suya. Cavafis y Pessoa, dos extremos que se tocan por el tiempo y por la voluntad creadora, pero que se alejan en el modo de textualizar su escritura (poemas definitivos, “canónicos”, en Cavafis; textos dubitativos, en Pessoa) y en la manera de interpretar su existencia (en uno, añoranza del pasado que termina y tedio y desasosiego, en otro).
Aunque mi pasión está en el “Libro del desasosiego”, he de someterme a la temática de este blog, algo sumamente complicado porque Pessoa encripta su poesía en el laberinto de una heteronimia ”plural”, tan plural como la vida misma del poeta: con cada heterónimo, como en un puzle, va completando su personalidad dispersa.
Con el deseo de facilitar la significación poética de la propuesta, he elegido un poema del “Maestro”, el heterónimo Caiero, que enlaza bien con el poema de Cavafis: antirretórica, llaneza y simplicidad en el lenguaje como remedio mágico para recuperar su “virginidad perdida”, candor en el sentimiento, fe telúrica en el hombre “primitivo”. La estética, pues, sobra y hay que limpiar la poesía de sus afeites.
En cuanto a la traducción, Campos, respeta el tono y la falta de ritmo del texto pessoano.