miércoles, 24 de junio de 2009

Horacio Ferrer (con música de Astor Piazzola) | propuesta de Diana

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Las tardecitas de Buenos Aires tienen este qué sé yo, ¿viste? Salís de tu casa, por Arenales. Lo de siempre: en la calle y en vos... Cuando, de repente, de detrás de un árbol, me aparezco yo. Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizonte en el viaje a Venus: medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos medias suelas clavadas en los pies, y una banderita de taxi libre levantada en cada mano. ¡Te reís!.... Pero sólo vos me ves: porque los maniquíes me guiñan; los semáforos me dan tres luces celeste, y las naranjas del frutero de la esquina me tiran azahares. ¡Vení!, que así, medio bailando y medio volando, me saco el melón para saludarte, te regalo una banderita, y te digo....

Ya sé que estoy piantato, piantato, piantao...
No ves que va la luna rodando por Callao;
que un corso de astronautas y niños, con un vals,
me baila alrededor...¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!

Ya sé que estoy piantato, piantato, piantao...
Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
y a vos te vi tan triste... ¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí!...
el loco berretín que tengo para vos:

¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Cuando anochezca en tu porteña soledad,
por la ribera de tu sábana vendré
con un poema y un trombón
a desvelarte el corazón.

¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Como un acróbata demente saltaré,
sobre el abismo de tu escote hasta sentir
que enloquecí tu corazón de libertad...
¡Ya vas a ver!

Salgamos a volar, querida mía;
subite a mi ilusión super-sport,
y vamos a correr por las cornisas
¡con una golondrina en el motor!

De Vieytes nos aplauden: "¡Viva! ¡Viva!",
los locos que inventaron el Amor;
y un ángel y una niña
nos dan un valsecito bailador.

Nos sale a saludar la gente linda...
Y loco, pero tuyo, ¡qué sé yo!:
provoco campanarios con la risa,
y al fin, te miro, y canto a medio voz:

Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Trepate a esta ternura de locos que hay en mí,
ponete esta peluca de alondras, ¡y volá!
¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!

Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Abrite a los amores que vamos a intentar
la mágica locura total de revivir....
¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-larará!

¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
Loca ella y loco yo
¡Locos! ¡Locos! ¡Locos!
¡Loca ella y loco yo!

.........Comentario
Gracias a "Pan de humo" me estoy dando de cuenta hasta que punto la poesía forma parte de mi. En general la poesía cantada, será porque de todas las artes la música es la que más profundamente me conmueve, aquella sin la cual no puedo vivir. La música me acompaña, sin exagerar, en cada momento de mi vida, y en muchos casos va acompañada de letra, poesías que quedan dando vueltas en mi cabeza constantemente. Por esto y como soy porteña hasta los tuétanos, dudé entre varios íconos de la música/poesía local, y para esta ocasión me incliné por este poema de Horacio Ferrer (aunque es uruguayo - bah! rioplatense-), al cual Astor Piazzola le puso música. Les recomiendo que escuchen la versión original (es de hecho con la voz de Amelita Baltar en esta versión que esta canción da vueltas en mi cabeza...), con música de Piazzola y cantada por Amelita Baltar (en esas épocas eran pareja), está en http://www.youtube.com/watch?v=XLVJxxq0ncU aunque no miren la edición que alguien le encajó, es medio fea (para mi gusto, claro). Si quieren verla a ella cantando (aunque esta versión me gusta menos y es sin Piazzola), véanla en http://www.youtube.com/watch?v=TPL6qAKXDXY y si quieren escuchar a una versión masculina, no dejen de escuchar la versión del "Polaco" Goyeneche en http://www.youtube.com/watch?v=0DBmUoy6Q2c (Escuchando por enésima vez las versiones me doy cuenta de que la versión que a mi me gusta está bastante cambiada -de género, canta una mujer, y tiene las adaptaciones necesarias. Será por eso que es la que más me gusta?- En cualquier caso, los hombres pueden escuchar al Polaco, y las mujeres a Amelita...)
En "Pan de humo" hubo mucho poemas de amor y de desamor. Este también es un poema de amor, pero en él el amor no es algo desgraciado, torturado, no se habla de miedos, ni de añoranzas, ni de la muerte, ni de la degradación del cuerpo, ni de las cosas que podrían haber sido, sino que es una invitación a vivir. Está ligado a un momento inolvidable de mi vida (demasiado íntimo para la web), como creo que pasa muchas veces con la música que tiene ese poder de transportarnos instantáneamente a otro momento y lugar, a través de las emociones.
Es un poema que le canta a la libertad, a las ganas de vivir, al futuro, a amar la locura, a dejar de lado las convenciones, lo que se espera de uno. Y tiene un toque surrealista que me encanta (no sé mucho de clasificaciones académicas, no sé si técnicamente hablando es surrealista, pero eso de "la luna rodando por Callao" ("Callao" es una avenida céntrica de Buenos Aires), o lo de "ponete una peluca de alondras y volá" me hace acordar a cuadros de Dalí....)
Ah! para los que no sepan lunfardo, "piantao" quiere decir "loco", como habrán imaginado.
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miércoles, 17 de junio de 2009

Alfonso Carreño | propuesta de Meteco

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Recreado en tu centro, inteligencia,
yo te siento latirme, rodearme
abiertas ya tus alas
sobre este campo frío que es el hombre.
Recreado en tu centro
siento la piedra, canto
y apoyado en lo triste voy descubriendo la vida.
........

Este islote curtido, este cuerpo,
esta carne precisa, que me salva
de tanta mar amarga

...........(Extractos de Huésped en la materia)

..........Comentario

Cuando llegué a la filosofía lo hice con unas preguntas concretas en la cabeza (ignoraba lo que era la filosofía académica y su imposibilidad de responder a nada). La única condición que impuse a las respuestas era que tenían que venir del monismo, de la materia, mi anterior mundo religioso era una pura escombrera. Quince años después ya tengo las respuestas que buscaba, incluso con el sentimiento de certeza, si sigo con la filosofía es por otras cosas: nuevas curiosidades que me han ido surgiendo, entretenimiento personal, intento de mejorarme, por la belleza de determinados argumentos, la estética de ciertas reflexiones, el placer que proporciona aclarar nebulosas…pero aquello inicial quedó satisfecho.

En el último congreso en el que participé activamente, se homenajeaba a Alfonso Carreño, poeta que desconocía. Estaba su hijo y algunos de sus amigos en vida, se repartieron algunos poemas y asistí a dos ponencias sobre él. Los poemas que cito son de un libro que se llama Huésped en la materia, libro prácticamente imposible de hallar, así que no puedo titular los poemas ni situarlos en el conjunto del libro, sólo tengo fragmentos en hojas que se repartieron. Quizás A. Carreño sea dualista-realista (yo me definiría como dualista-ficción), no he leído suficiente de él, pero una de las cosas que he comprobado durante estos años es, que aún siendo yo monista, la escritura dualista describe bien la experiencia del “yo”, mejor que la monista. Vale, reduzcamos todo a la nada, a la materia, da igual, sea lo que sea el “yo”, en su materialidad, en su finitud, tiene cualidades que hacen que podamos hablar de esa región de materia, del yo, de forma dualista con pleno sentido. Que se destruye la máquina y se destruye el fantasma, bien, pero mientras la máquina funcionaba había un fantasma, o la máquina funcionaba como si cualitativamente hubiera en ella un fantasma.

Heine, después de leer a Hegel, hablaba del “panteísmo sensualista”, situado en el medio de la conciencia faústica. Si materia y espíritu eran lo mismo, tanto daba rendir culto al espíritu como a la materia. Me parece que los extractos que tengo de A.C giran sobre ese punto, sobre la necesidad de seguir pensando y actuando de forma dual, de recibir las alegrías del cuerpo y habitar la aridez del espíritu, aunque éste muera. Quizás, el espíritu sea la única cosa de la que se ha dicho, que por morir, no existe.
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miércoles, 10 de junio de 2009

Martín Prieto | propuesta de Marina


El resto

Por las hendijas de la persiana
entra la luz del amanecer para destacar
en la penumbra sensible, sobre la mesa,
el par de tazas que usamos anoche
y quedaron sin lavar.
Echo, en una, un chorro de café
y no sé nada, no pienso nada, sigo dormido,
hasta que apoyo la boca
en el borde de la porcelana
y reconozco ahí un resto de saliva
seco ya y todavía perfumado
que concentra, sobre mi cabeza,
toda la presión del universo.



Martín Prieto es argentino, como yo, y tiene más o menos mi edad (4 años más que yo, a esta altura del partido cuatro años no son nada). Además fue (o es, no tengo noticias actualizadas) colaborador permanente desde sus inicios y durante muchos años de Diario de Poesía, una publicación de crítica y divulgación literaria dedicada a poesía que yo leí, devoré, y coleccioné durante muchos años, y de la cual una de las cosas que más me gustaban era "La columna de Martín Prieto". Lo conocí en persona en la presentación de su libro La música antes (que se abre con este poema), me acerqué para que me firme su libro y a cambio darle uno mío, lo cual abrió un pequeño intercambio de cartas y elogios (que él dió por terminado semanas después con un "Acá se acaba todo"). Es obvio que mi relación con su obra no es la misma que la que tengo con la mayoría de los autores, ya que habitualmente a los autores no los conozco en persona ni comparto con ellos tantos datos vivenciales. Con Martín me siento cercana (por eso me sale llamarlo por su nombre y no por su apellido) tanto en vivencias como en escritura: me parece entender por qué escribe como escribe. Muchas veces siento con sus poemas que parece que ahí no pasa nada, pero justo en el marco, en el borde, en lo que apenas es dicho o sólo es sugerido, hay algo que a mí me emociona.

Con este poema en particular me pasa que en una columna de Diario de Poesía (la del número 20 de la Primavera de 1991) describía su gestación y evolución. Era un texto en el que narraba el encuentro con una mujer, y luego cómo nació el poema y cómo lo fue modificando. Era un texto muy bello; estuve tratando de recuperarlo para compartirlo con ustedes pero de momento no lo encontré. Quiere decir que tengo recuerdos de este poema que no vienen sólo del poema y que lo completan, y por eso dudé si elegir éste u otro, pero ganó éste. De él me gusta que la luz guíe el comienzo del poema, una luz que me emociona y que también siento "cinematográfica", como si guiara nuestra mirada hacia donde el poeta/director quiere; me gusta el choque entre la percepción adormilada del comienzo del día, el típico (al menos en mi caso) momento del día en que seguiríamos en la cama pero nos levantamos como autómatas para ir a trabajar, el choque digo entre esa infrapercepción y de golpe la percepción de algo mínimo pero tan enorme que nos transforma.


Por esas cosas del cerebro, que asocia aunque uno no se lo pida, y una vez establecida una conexión es difícil que no vuelva a recaer, la cuestión de la saliva "seca ya y todavía perfumada" me hace pensar en esta canción de Jorge Mautner que canta Caetano Veloso, que les dejo de yapa:



Na minha boca eu sinto
a saliva que já secou
de tanto esperar aquele beijo
ai aquele beijo que nunca chegou.
Você é uma loucura em minha vida
você é uma navalha pra os meus olhos
Você é o estandarte da agonía
que tem a lua e o sol do meio-día.

(Si alguien quiere la letra completa, se la envío, es un poema super hermoso también, pero no tengo traducción castellana como para proponerlo en Pan de Humo).

miércoles, 3 de junio de 2009

José Agustín Goytisolo | propuesta de Bea

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En este mismo instante...

En este mismo instante
hay un hombre que sufre,
un hombre torturado
tan sólo por amar
la libertad. Ignoro
dónde vive, qué lengua
habla, de qué color
tiene la piel, cómo
se llama, pero
en este mismo instante,
cuando tus ojos leen
mi pequeño poema,
ese hombre existe, grita,
se puede oír su llanto
de animal acosado,
mientras muerde sus labios
para no denunciar
a los amigos. ¿Oyes?
Un hombre solo
grita maniatado, existe
en algún sitio. ¿He dicho solo?
¿No sientes, como yo,
el dolor de su cuerpo
repetido en el tuyo?
¿No te mana la sangre
bajo los golpes ciegos?
Nadie está solo. Ahora,
en este mismo instante,
también a ti y a mí
nos tienen maniatados.


Esa flor instantánea

Miedo a perderse ambos,
vivir el uno sin el otro:
miedo a estar alejados
en el viento de la niebla,
en los pasos del día,
en la luz del relámpago,
en cualquier parte. Miedo
que les hace abrazarse,
unirse en este aire
que ahora juntos respiran.
Y se buscan y se buscan
esa flor instantánea
que cuando se consigue
se deshace en un soplo
y hay que ir a encontrar otras
en el jardín umbrío.
Miedo; bendito miedo
que propicia el deseo
la agonía y el rapto,
de los que mueren juntos
y resucitan luego.

.............Comentario
Me he permitido poneros dos poemas porque forman parte de un deseo de “leer más a Goytisolo” que tengo estos días, de descubrirlo o re-descubrirlo después de una experiencia que me ha llevado a añorarlo. En la universidad en la que trabajo está la Cátedra José Agustín Goytisolo, una de mis compañeras, Carme Riera, la creó y se ocupa cada dos años de organizar algún congreso dedicado a leer al poeta. Este año acudí por primera vez y mi percepción de lo que era un congreso cambió radicalmente (los aborrezco, al menos en filología son una pasarela de egos sin mucho sentido), de repente me sentí entre amigos, que amaban la poesía y que hablaban de ella con una profundidad y al tiempo una sencillez que me admiraba. Así que pensé que si un poeta era capaz de convocar a aquel tipo de gente a su alrededor debía merecer la pena. Ese mismo día me compré un par de sus libros y en los pocos ratos que tengo últimamente me dedico a leerlo. Me he encontrado con una voz de extraordinaria sensibilidad y tremenda sencillez, con otro “visionario de lo mínimo”, por mi afición a este concepto he escogido estos dos poemas de “instante”.