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Ellos miran un punto, un cerco o un alud,
algo que ha sucedido, un algo que se ensancha,
les llama, les succiona, se adentran en el cerco
y suceden en él al tiempo que les miro,
ellos suceden dentro del punto que se ensancha
me cerca, me succiona, y es otra la mirada
que nos observa a todos y escribe lo que usted
acaba de mirar.
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No existe el infinito:
el infinito es la sorpresa de los límites.
Alguien constata su impotencia
y luego la prolonga más allá de la imagen, en la idea,
y nace el infinito.
El infinito es el dolor
de la razón que asalta nuestro cuerpo.
No existe el infinito, pero sí el instante:
Abierto, atemporal, intenso, dilatado, sólido;
en él un gesto se hace eterno.
Un gesto es un trayecto y una encrucijada,
un estuario, un delta de cuerpos que confluyen,
más que trayecto un punto, un estallido,
un gesto no es inicio ni término de nada,
no hay voluntad en el gesto, sino impacto;
un gesto no se hace: acontece.
Y cuando algo acontece no hay escapatoria:
toda mirada tiene lugar en el destello,
toda voz es un signo, toda palabra forma
parte del mismo texto.
Matar a Platón, Chantal Maillard
Comentario:
Hola a todos. Como no podía ser de otra manera, a medida que se acercaba el día de hacer la propuesta muchos textos diferentes se iban acumulando en mi cabeza y las dudas empezaban a florecer. Poco a poco la cosa se iba decantando hacia Chantal Maillard. El día uno, al incorporarme de nuevo a la marcha del instituto me hizo gracia la simetría perversa de estar leyendo el libro
Matar a Platón mientras mis alumnos se examinaban de un texto de Platón que hablaba, precisamente, de la excelencia del conocimiento de las ideas, y mientras, seguramente, fantaseaban también con el deseo imposible de que alguien le hubiera matado antes de empezar a escribir. Habla el libro de Maillard de la imposibilidad de reducir un acontecimiento a una idea, de la forma en que los acontecimientos se entrelazan como parte de un mismo tejido que no se deja transformar en concepto. Como ella misma dice en otro momento del libro “Un poema puede sugerir el instante. Y en ese instante está el universo entero, en superficie, el universo en extensión, como una enorme trama”. El libro está motivado por el hecho de presenciar la autora un atropello que, a partir de ese momento, crece como acontecimiento en aquellos que lo presencian y va extendiéndose de forma inevitable por el entramado de las experiencias futuras. Me fascina la idea del gesto como encrucijada y de la fatalidad asociada a todo ello; del instante que intentamos domesticar y convertimos en infinito, en idea, por el dolor y la impotencia de los gestos que nos acontecen y de los que no podemos huir. En todo esto andaba cuando la noticia de la muerte repentina y fulminante de un amigo vino a golpearlo todo y a transformar lo que desde entonces viene pasando y a convertir lo que sólo era meditación en experiencia doliente. Irreductible a la idea por más que uno necesite del consuelo. Y a partir de ahí la experiencia del alud que se ensancha, que succiona, que crece y dentro del cual todo sucede. Disculpad el tono. Un abrazo a todos.