miércoles, 28 de octubre de 2009

Hugo Mujica | propuesta de Fernando

Sin sombras ni huella

Hay que caminar descalzo,
huir desnudo
como un fugitivo sin meta
.........................para no estar nunca perdido


hundirse como una brasa
en la nieve,


o caer
como cae la lluvia para ser lluvia,
caer sin más huella
.........................que esa misma caída.

hundirse, caer
o volar como vuela de desnudez el viento
huyendo del espejo
.........................que nos atrapa en cada llegada.


HUGO MUJICA


Estaba estos días pensando sobre la condición de exilio que nos caracteriza a los humanos, y había elegido un maravilloso poema de Lope, “Irse y quedarse” que mi mala memoria no recordaba que ya había sido propuesto por Bea hace un año (gracias Bea). Este otro de Hugo Mujica vuelve sobre la misma naturaleza etérea, de paso, que caracteriza la vida, no tanto por la idea barroca de lo fugaz de la existencia sino por la conciencia contemporánea de lo fugitivo de la existencia, del abandono de lo estable, de la pérdida y la búsqueda sin fines, de la evitación de los espejos que atrapan una imagen que ya no es nuestra desde el momento en que es mirada. Hugo Mujica tiene un punto de misticismo que le acerca a Rilke y que es evocado en este poema que subraya el lugar intermedio entre el ángel y el animal en el que nos sitúa la vida. No siempre me apasiona, pero tiene algo que me resulta cercano y certero.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Joan Margarit | propuesta de Gonzalo

PAISATGE DE LA CONCA
(Solivella, Blancafort)


Són dos pobles colgats entre les vinyes.
Entre ells no es veuen: són els cementiris
que, dalt dels seus turons, es miren des de lluny.

El teu dolor i el meu s'oculten
com ho fan aquests pobles.
I la filla que no veurem mai més
és la qui ens mira des dels nostres ulls.

Costa entendre la vida, no la mort.
En la mort no s'amaga cap enigma.

.....................***

PAISAJE DE LA CONCA
(Solivella, Blancafort)

Ocultos por viñedos, los dos pueblos
no se alcanzan a ver el uno al otro.
Sus cementerios son los que se miran
desde sus dos colinas, a lo lejos.

Como estos pueblos, tu dolor y el mío
se ocultan. Y la hija
que ya no volveremos a ver nunca
es quien nos mira desde nuestros ojos.

Cuesta entender la vida, no la muerte.
La muerte nunca encierra enigma alguno.


Joan Margarit
Cálculo de estructuras



Comentario:

Hola a todos. Siempre he tenido ganas de compartir a Joan Margarit con vosotros, pero hace un año, en septiembre del 2008, lo hizo Fernando con el poema Venecia, así que he esperado un tiempo para darme el gusto. Y el gusto es, aun con sencilla y contundente hondura poética, amargo donde los haya. Cuando me hastío de la filosofía acudo a la poesía en busca de verdades rotundas como relámpagos. Desde que conozco este poema me han estremecido los dos versos finales, claros e incontestables. Uno los lee y parece saber eso desde siempre... pero es mentira, no lo sabemos, no podemos saber una verdad tan sencilla. Nuestra vida, nuestra rutina semanal, indica que nada sabemos del vivir(nos) y del morir(nos). Esos versos, ¡qué falsos suenan en mi boca! Hay que haber vivido mucho, muchas muertes tienen que sufrirse, para poder escribir verdades como estas.

Me gusta mucho en este poema la sencillez de la imagen y su riqueza. Es muy fácil, con unos versos finales como estos, parecer trágico o impostado. Pero en el poema de Margarit todo resulta fácil y evidente por la delicadeza y pocas palabras con que nos ofrece la imagen de los pueblos en relación con su experiencia. Una experiencia de impotencia (la hija que ya no volveremos a ver nunca) ante la ausencia de enigma de la muerte. Al final, el que permanece vivo, vivo con una ausencia, es el que nunca entenderá nada de lo que le pasa, el que oculta su dolor y, en fin, el que más que mirar se siente mirado por la hija perdida. ¿Se puede decir más con menos palabras?

miércoles, 14 de octubre de 2009

Emily Dickinson | propuesta de Josep

.
THERE'S a certain Slant of light,
Winter Afternoons -
That oppresses, like Heft
of Cathedral Tunes -

Heavenly Hurt, it gives us -
We can find no scar,
But internal difference,
Where the Meanings, are -

None may teach it - Any -
'Tis the Seal Despair -
An imperial affliction
Sent us of the Air -

When it comes, the Landscape listens -
Shadows -hold their breath -
When it goes, 'tis like the Distance
On the look of Death

***

CIERTAS inclinaciones de la luz
en las tardes de invierno
nos abruman lo mismo
que la música en una catedral.

Herida de lo alto,
no deja cicatriz.
Lo alterado está dentro,
donde mora el sentido.

Nadie puede explicarla.
Es sello de la angustia.
Soberana aflicción
que nos llega del aire.

Cuando se acerca, hasta el paisaje atiende,
y las sombras contienen el aliento.
Cuando se marcha, es como la distancia
en un rostro de muerte.

Comentario

Me cuesta entrar en la poesía en anglosajona, pero Emily Dickinson es una puerta que siempre he encontrado abierta. Ha crecido mi disfrute de sus versos durante los últimos meses, en los que La soledad sonora (edición de sus poesías completas en la editorial Pre-textos, a cargo de Lorenzo Oliván), me ha acompañado a través de los paisajes nocturnos del invierno inglés. Disfruto, en primer lugar, de su ritmo; tan contenido, como su melancolía; tan intenso, como su afán por discernir y hermanarse con lo que siente; y, en segundo lugar, de la sutileza de su experiencia.
El poema parte de un encuentro con el paisaje 'a certain Slant of light' (¡cuántas experiencias de la luz tardía recogidas en esta modesta expresión! En Nueva Inglaterra -donde vivía Emily Dickinson- también atardece temprano cuando se queda el invierno -'Winter afternoons'-) que despierta en ella una experiencia opresiva de lo Otro que es el Otro, cuya expresión es, paradójicamente, un medio igualmente ligero: la música. Esa ligereza agudiza la herida, mas logra que no quede marca, de manera que lo Otro no pueda ser acusado. Los dos últimos versos de la tercera estrofa parecen resumir el estado del alma: “An imperial affliction/sent us of the Air'. Imperial, tanto por la forma de la aflicción como por su origen (lo Otro es el Otro, por quien se erigen catedrales); ligero, por el modo en que se genera, a pesar de su gravedad, la aflicción: a través del aire, como antes surgía de la luz y se extendía con la música. El alma regresa, en la última estrofa, al paisaje. En él se siente escuchada; encuentra un perspectiva compartida desde la que mirar a lo Otro como un enemigo compartido. Sienten pavor ante él; su presencia hace que la respiración se contenga. El poema no es propiamente una descripción de este proceso, sino el ejercicio mediante el que mismo se lleva a cabo y cuya lectura en algún grado reproduce. El poema consigue transformar 'a certain Slant of light', que al principio le oprime como expresión del Otro, en un paisaje tan asustado como ella misma, pero con quien escucha.
.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Wislawa Szymborska | propuesta de María Jesús

La realidad exige

La realidad exige
que lo digamos bien claro:
la vida sigue su curso.
Sucede así en Cannas y en Borodinó,
en los llanos de Kosovo y en Guernica.

Hay una gasolinera
en una pequeña plaza de Jericó,
hay bancos recién pintados
cerca de Bila Hora.
Las cartas van y vienen
entre Pearl Harbor y Hastings,
pasa un camión de muebles
bajo la mirada del león de Queronea
y solo un frente atmosférico amenaza
los florecientes jardines cercanos a Verdún.

Hay tanto de Todo
que lo que hay de Nada queda muy bien cubierto.
De los yates de Accio
llega la música
y en la cubierta, al sol, bailan las parejas.

Pasan siempre tantas cosas
que seguro tienen que pasar en todas partes.
Donde hay piedra sobre piedra
hay un carro de helados
cercado por los niños.

Donde estaba Hiroshima
de nuevo está Hiroshima
y se siguen produciendo
objetos de uso cotidiano.

No le faltan encantos a este hermoso mundo
ni tampoco amaneceres
para los que merece la pena despertar.

En los campos de Macejowice
la hierba es verde,
y en la hierba, como pasa en la hierba,
la escarcha, transparente.

Quizá no haya un lugar que no haya sido un campo de batalla,
los aún recordados,
los hoy ya olvidados,
bosques de cedros y bosques de abedules,
nieves y arenas, pantanos irisados
y barrancos de negro fracaso
donde en caso de urgencia
satisfacemos ahora nuestras necesidades.

Qué moraleja sale de todo esto: parece que ninguna.
Lo que de verdad sale es la sangre que seca rápida
y siempre algunos ríos, algunas nubes.

En esos desfiladeros trágicos
el viento se lleva los sombreros,
y es inevitable:
la imagen nos da risa.

Wislawa Szymborska

De Fin y principio, 1993
Versión de Abel Murcia



Me atrae mucho el arte de Wislawa Szymborska por la forma en que combina en sus composiciones la sencillez y la amplitud de temas. Este poema que os propongo tiene, a mi entender, la virtud de producir ecos inquietantes con la sola enumeración de unos cuantos nombres propios; exige de nuestra complicidad para que, ayudados por la Historia, valoremos nuestras fatigas sobre este achatado planeta.
Me produce vértigo saber lo que se esconde detrás de esos nombres: desde Jericó hasta Kosovo, desde el Batallón Sagrado de Queronea hasta Hiroshima, desde Cannas a Verdún. Y junto a estos nombres tan potentes en nuestra memoria, el eufemismo que oculta lo escatológico a modo de conclusión.
Y es sorprendente que la vida siga su curso, a pesar de sus pesares, a pesar de los nuestros.