miércoles, 24 de febrero de 2010

Jorge Manrique / Propuesta de Toni

I

Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se va la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
da dolor:
cómo, a nuestro parecer,
cualquiere tiempo passado
fue mejor.

II

Pues si vemos lo presente
cómo en un punto s’es ido
e acabado,
si juzgamos sabiamente
daremos lo non venido
por passado.
Non se engañe nadi, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio,
pues todo ha de passar
por tal manera.

Comentario.

He dudado mucho al proponer a Jorge Manrique, lo venía pensando de hace tiempo. A todos nos suenan esos versos desde la adolescencia, aunque en mi caso, a diferencia de la mayoría de mis compañeros de clase, nunca me los aprendí de memoria. Dudaba por poner algo que no iba a aportar nada nuevo, pero luego pensé que si a mí me aporta algo nuevo cada vez que lo leo a otros debería pasarle lo mismo. Muy pocas veces he visto un inicio, una apertura de cualquier empeño humano, como la de las Coplas a la muerte de su padre. Leo el primer verso y tengo que seguir, como arrastrado, hasta que me canso o me abrumo. Todos los años tengo una cita con ellas por cosas de la profesión, y no hay ninguno que no descubra algo nuevo en ellas. Este año me he detenido en ese alma “dormida”, en esa advertencia a las almas engolfadas en la vida. Pero también, cada año me seduce mucho más el personaje, la vida y muerte de Jorge Manrique y su siglo. Espero que la ausencia de novedad en esta propuesta no arruine el momento que dediquéis a esta lectura. Un saludo.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Gabriel Ferrater / Propuesta de Vicente

Amistad del brazo

El metro iba muy lleno. Me agarraba
al lado de la puerta, de un barrote
niquelado. Tenía el brazo tenso
y toleraba aquella persistencia
de un peso tibio sobre el antebrazo.
Había poca gente cuando al fin me volví.
Era muy joven. Fea y pobre, descarnada
como una enjuta cabra mogrebina,
obstinada la frente, ojos cerrados,
abalanzada por toda carencia,
un brazo aún sin dueño, libre y promiscuo,
y no veía que alguien se movía
y se aislaba ante ella. Yo, también
muy joven, demasiado, aún no sabía
reconocerme, más que en la elección
en aceptar. Así, abandoné el brazo,
como si ya no fuera mío, hasta
la estación, cuando se rompió de pronto
la última cuerda del violoncello.

Gabriel Ferrater

Comentario

Este poema forma parte de la edición
bilingüe de Mujeres y días (Seix Barral, 1979)
que recoge una amplia muestra del poemario
Les dones i els dies (1960-1966)publicado en
catalán en 1968 (Seix Barral). Tres poetas actúan
como traductores del libro: Pere Gimferrer, José
Agustín Goytisolo y José Mª Valverde. El
poema Amistad del abrazo lo vuelca a la
versión castellana Pere Gimferrer. Divagar
sobre su versión, su perversión, su traducción
o su traición...creo que supondría aquí
no un gasto sino un dispendio. Sin embargo,
sus versos me acercan a esa experiencia
cotidiana que desabrocha la raíz misma de lo
cotidiano y la transforma en extraordinaria,
en memorable y memorizable. Algo así como
lo que sucedía en el poema A una paseante
de Charles Baudelaire en un bulevar parisino
pero trasladado al metro de Barcelona. Gabriel
Ferrater trabajará en otros poemas el carácter
atroz de la inexperiencia y la escasa sensibilidad
cuando se es "joven". Pero este poema es, así lo creo,
uno de los más potentes de esa gama cromática.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Pablo Makovsky | propuesta de Marina

Hotmail

kokimak22@hotmail.com era uno de los correos
del tío Pedro.
Me divirtió el nombre: el juego
con el que un hombre mayor
advierte el tropezón
en el apellido paterno: uno lleva
ese apellido
como una mentira: ni sus letras son sus letras,
ni es algo conocido
lo que menta.
Y así, mentir y decir
entran en la misma cuenta:
¿quién sabe que el Makov es un río,
que el "s-k-y"
es la última partícula
de una pertenencia?
De repente,
se borra la cárcel, el exilio se borra y la derrota,
la derrota es un anécdota: ahí estaba mi tío,
entre los usuarios de un largo vacío,
algo menos que su nombre, algo menos que el mío,
y algo más que aquel río
que ninguno de los dos conocimos;
algo de eso escuché en ese desatino:
kokimak.
Kokimak,
kokimak.
El día que el tío Pedro murió,
en mi bandeja de correo
había un mensaje de kokimak. Traía
tres archivos adjuntos,
llevaba el asunto
escrito en inglés.
La máquina del cíber de Merlo
donde quise abrirlo
detectó en el mensaje un virus
y ahí quedó el envío,
con sus imágenes ciegas,
con su texto automático;
y el virus guardado y el nombre
del tío Pedro
llamando sin voz, flotando
en la máquina
navegando
una distancia sin materia.



Comentario:

Cambié de año en Buenos Aires, en el centro exacto de un viaje que fue, por muchos motivos diferentes, desde su idea inicial muchos meses antes hasta mucho después de su concreción, complicaciones y angustia. Pero me deparó un reencuentro inesperado: casi al llegar vislumbré al pasar por un kiosko un nuevo ejemplar de Dario de Poesía, aquella publicación que seguí con devoción durante años, como les conté en junio del año pasado, y que no sabía que seguía apareciendo (y todavía no sé si dejó de salir y reapareció, o si jamás dejó de publicar aunque yo no lo supiera).
Como en una leyenda de Bécquer, vi a mi amada al pasar, en un relumbrón de amor a primera vista, pero no pude acercarme a ella, y después, en todos mis días en Buenos Aires, cada vez que pasé cerca de un kiosko (y en Bs As en las zonas céntricas hay más o menos uno por esquina) relojée su interior para volver a encontrarla, sin hallazgo, hasta que, desilusionada, convencida de que la había perdido para siempre, el último día antes de volver a embarcarme la encontré, y, alborozada, la compré.
Quiere decir que recién empecé a leer mi nuevo ejemplar de Diario de Poesía cuando ya estaba en mi hogar actual, inmersa en el mayor ataque de nostalgia familiar que haya vivido en mi vida. Fue entonces que leí este poema y me impactó. No sé nada sobre el autor, así que acá abajo copio las tres líneas que figuran en la revista. La sección donde aparece este poema es una de las típicas secciones autorales de Diario de Poesía, es decir: una página tamaño tabloide completamente dedicada a un autor, que recoge un conjunto de poemas del mismo seleccionados por alguien de la revista, con dos o tres líneas de presentación del autor, y listo. En el caso de Makovsky su sección se titula "El tío Pedro", y todos los poemas recogidos, hablen de lo que hablen, mencionan al tío Pedro, sin que quede explícito por qué era tan importante este personaje (pero todos tenemos algún tío misterioso, lejano y atractivo, que aparece y desaparece, agregando encanto a nuestra familia). Del poema me impactó mucho la imagen del mensaje electrónico que llega cuando su autor ya ha muerto (cosa que, cuando las cartas tenían que viajar meses para llegar a destino, tenía muchas más posibilidades de ocurrir que ahora, pero nunca lo había pensado); y la impotencia del mensaje cercado por el antivirus: las máquinas que deberían servirnos se rebelan y toman decisiones por sí mismas, y nos quedamos sin escuchar el último mensaje que nos habían dedicado, lamentando el vacío.

Pablo Makovsky nació en Paysandú (Uruguay), en 1963; desde 1984 vive en Rosario (Argentina). Publicó el libro de poemas La vida afuera (2000) y, junto con Osvaldo Aguirre, Todos aquí (UNL, 2009), entrevistas y crónicas en el XVI Festival Internacional de Poesía de Rosario (encuentro del que es uno de los organizadores desde 2008). Es diabético, como Michael Corleone.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Magdalena Chocano / Propuesta de Beatriz

......................................
........................................................................
Todavía siento esta melodía en la oscuridad
una partitura hecha trizas por familias
de músicos que ejecutan una justicia
sumaria en cada recodo de la urbe
¡cuánto castigo cabe en sus notas lejanas!

Esta augusta catalepsia tiene oídos
para olés y llantos

doquier reinan y dividen las leyes draconianas
contra el tararear furtivo

las reapariciones son
un remolino de hojas
que se revuelca
en el gris del otoño

duelo y vuelo en la santa madrugada,
ojeras de un sueño repleto de agitados acordes
de rencillas con el más allá porque la belleza
no cierre el paso a otras bellezas que se niegan
a marcar el compás,
que niegan el compás,
la maquina de incidentes entreteje
¡tantos ayes!
¡tantas manos retorciéndose en desesperados regazos!

esas voces atlánticas se agigantan por los ríos del aire
vuelve una rumba insomne a inundar la orilla del durmiente
nadie debe aferrarse así
a un estribillo
de palabras que no existen
nadie que no esté de más

de más y respirando el acontecimiento
que se extingue en la lejanía de un sonido
has de creer para sentir que tienes algo,
siendo el tener cada vez más decisivo,
y el sentir, apenas sombra del tener,
y no prosigo

es
evitar la sombra
tanto como
evitar la luz

Magdalena Chocano. Contra el ensimismamiento (partituras)

Comentario.


Tenía pensada otra propuesta para Pan de humo, que nada tiene que ver con ésta, pero uno de esos azares de la vida ha hecho que me encontrara con esta poeta cuando menos lo esperaba. Una amiga me ha regalado esta mañana una separata que hablaba de la poesía de Magdalena. A la autora la conozco, estamos juntas en un grupo de investigación, pero no sabía que escribía poesía, después, leyendo, la separata me han impresionado las citas de sus poemas y me he enterado de que es una poeta “para gourmets” en Perú. La verdad es que, pensándolo bien, no me extraña, sus ojos que parece que todo lo ven, duros y tiernos al mismo tiempo, sólo podían ser de alguien que se dedicara a esto. La pena es que en Internet sólo está este poema, no sé si es representativo o no, pero me ha gustado ese tono desolador, al tiempo que lleno de fortaleza, que transmite. Así que, ya que he hecho un descubrimiento que parece que promete os lo hago llegar. Ahora trataré de perseguirla hasta que consiga uno de sus poemarios!!!!