miércoles, 29 de abril de 2009

Antonio Gamoneda | propuesta de Josep

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SIENTO EL AGUA (fragmento)

Me he sentado esta tarde a la orilla del río
mucho tiempo, quizá mucho tiempo,
hasta que mis ojos fluían con el agua
y mi piel era fresca como la piel del río.

Cuando llegó la noche, ya no veía el agua
pero la sentía descender en la sombra.
No escuchaba otro ruido que aquel ruido en la noche;
no sentía en mí más que el sonido del agua.
¡Tantos seres humanos, tan inmensa la tierra,
y este ruido en la noche ha bastado para llenar mi corazón!

........Comentario
Los poemas de este libro, Blues castellanos (1961-66), me llegan de lejos como mi propia infancia y, sin embargo, los siento cerca. Su lectura es, para mí, una extraña mezcla de experiencia y de recuerdo. Cuando leo estos versos, me imagino a Antonio Gamoneda, con su corpachón entero, sentado junto al Duero (¿por qué el Duero? No lo sé; tal vez, porque imagino sus aguas desplazándose lentamente por la vieja Castilla y cruzar Zamora, esa ciudad donde nació Claudio Rodríguez, que emigró a  Inglaterra e 1963, justo cuando se escribían estos versos, y cuyos poemas me acompañan algunas mañanas para rememorar, desde estas tierras verdes aunque pobladas por seres tristes, los paisajes adustos de mi infancia, su intensidad y su dolor) sintiendo el agua y sintiendo la noche. En mi paisaje, no hay agua, lo que llamamos 'río' es un barranco seco donde todavía crecen los tamariscos; por eso, me impresiona el lenguaje de los ríos mansos, aunque no sé muy bien lo que dicen, pero me hablan. Sheffield no tiene río, pero junto a mi casa hay un pequeño estanque donde se refleja el frío y el invierno de los árboles. Cuando me acerco a él, siento miedo, sé que sus aguas me obligarán a un acto de intimidad y así me ocurre día tras día, como un pequeño milagro. Su superficie siempre me parece profunda, será por los reflejos de los árboles o será porque uno resbala por ella hacia un lugar  propio, pero desconocido.
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P.S. Tenía esta propuesta preparada desde hacía tiempo, cuando todavía el frío asolaba estas tierras. Pablo nos propuso hace un par de semanas otro poema del mismo poemario, pero no veo que ese hecho sea razón suficiente para cancelar o postergar una propuesta que ha sabido permanecer viva en mí a través de los meses.


miércoles, 22 de abril de 2009

José Hierro | propuesta de María Jesús

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RESPUESTA
Quisiera que tú me entendieras a mí sin palabras. 
Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla mi gente. 
Que tú me entendieras a mí sin palabras 
como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde. 
Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte, 
hace ya mucho tiempo aprendí hondas razones que tú  no comprendes. 
Revelarlas quisiera, poniendo en mis ojos el sol invisible, 
la pasión con que dora la tierra sus frutos calientes. 
Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte. 
Siento arder una loca alegría en la luz que me envuelve. 
Yo quisiera que tú la sintieras también inundándote el alma, 
yo quisiera que a ti, en lo más hondo, también te quemase y te hiriese. 
Criatura también de alegría quisiera que fueras, 
criatura que llega por fin a vencer la tristeza y la muerte. 
Si ahora yo te dijera que había que andar por ciudades perdidas 
y llorar en sus calles oscuras sintiéndote débil, 
y cantar bajo un árbol de estío tus sueños oscuros, 
y sentirte hecho de aire y de nube y de hierba muy verde... 
Si ahora yo te dijera 
que es tu vida esa roca en que rompe la ola, 
la flor misma que vibra y se llena de azul bajo el claro nordeste, 
aquel hombre que va por el campo nocturno llevando una antorcha, 
aquel niño que azota la mar con su mano inocente... 
Si yo te dijera estas cosas, amigo, 
¿qué fuego pondría en mi boca, qué hierro candente, 
qué olores, colores, sabores, contactos, sonidos? 
Y ¿cómo saber si me entiendes? 
¿Cómo entrar en tu alma rompiendo sus hielos? 
¿Cómo hacerte sentir para siempre vencida la muerte? 
¿Cómo ahondar en tu invierno, llevar a tu noche la luna, 
poner en tu oscura tristeza la lumbre celeste? 
Sin palabras, amigo; tenía que ser sin palabras como tú me entendieses.

.........................................José Hierro, Alegría, 1947


.........Comentario

Ando revuelta últimamente. 
Si Hierro habla del “hombre dividido”, sería natural hablar también de “la mujer partía” en mi caso. Dicen que “Alegría” es un libro revuelto y desentonado. No me extraña, anclarse en la realidad y después subir a las cimas más altas del pensamiento neorromántico produce extrañas anomalías. La esencia de la poesía es para Hierro el ser humano, la vida. El sentimiento prevalece sobre las palabras, sobre la estética  “Sin palabras, amigo; tenía que ser sin palabras como tú me entendieses”.  En el poeta las consecuencias  psicológicas de la guerra se perciben en muchos de sus poemas: la expulsión del paraíso produce perplejidad, y añado humildemente que  en otras guerras menores e íntimas, estupor y desasosiego. 
La contraposición de la realidad y los anhelos de felicidad ponen de manifiesto una vez más  nuestra dualidad, razón y vida,  y   la lucha militante por defender a esta última: “Criatura también de alegría quisiera que fueras”.  Ya en los versos de Gamoneda me atrajo fundamentalmente aquel que hablaba de  la mirada limpia de algunos seres humanos. 
A pesar de todo.
 La naturaleza resulta más que pródiga en sus ofrecimientos de belleza, de esa belleza que trastorna el alma y la llena de vientos, solo hay que estar atent@s  y con los sentidos despiertos para aceptar sus dones, pero nada es comparable a la emoción del encuentro con la ingenuidad. Y aunque el conocimiento pueda a veces velarla, creo que cuando surge, nos devuelve, aunque sea por unos instantes, a aquel territorio feliz de flores azules y de noches con luna. 
Ando revuelta y preocupada por mi ingenuidad, cada día más aparente.
¿Podréis, comentaristas, soportar tanto romanticismo?
Con afecto creciente.
Mª Jesús
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miércoles, 15 de abril de 2009

Antonio Gamoneda | propuesta de Pablo Ferri

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INVIERNO

La nieve cruje como pan caliente
y la luz es limpia como la mirada de algunos seres humanos,
y yo pienso en el pan y en las miradas
mientras camino sobre la nieve.

Hoy es domingo y me parece
que la mañana no está únicamente sobre la tierra
sino que ha entrado suavemente en mi vida.

Yo veo el río como acero oscuro
bajar entre la nieve.
Veo el espino: llamear el rojo,
agrio fruto de enero.
Y el robledal, sobre tierra quemada,
resistir en silencio.

Hoy, domingo, la tierra es semejante
a la belleza y la necesidad
de lo que yo más amo.
.............Comentario
Varias cosas me emocionan de este poema. En primer lugar me admira la forma tan natural de relacionar opuestos como la nieve y el pan caliente. Uno de los recuerdos de mi infancia es la sensación de pisar la nieve por primera vez y el ruido mágico que hacía, tan contradictorio con lo que uno esperaba de antemano. Me parece también muy hermosa la forma de hablar de la mirada limpia de algunos seres humanos, la maravillosa mirada que nos regalan los niños, que me regalan mis hijos, o las personas que han permanecido intactas a pesar de todo.
Me fascina la forma en que el poema es un paisaje del alma, la forma en que los lugares van entrando suavemente en nuestras vidas, el modo en que el espacio que habitamos nos configura y nos transforma… siempre que miremos de forma adecuada. Desde que hace unos meses nos vinimos a vivir a la sombra del Montgó, la montaña, como el mar y la luz de aquí se han ido haciendo un espacio que parece imposible ya llenar con cualquier otra cosa. Tiene uno la sensación de vivir siempre en un estado de excepción, en un momento mágico imposible de atrapar.
Este poema tiene, desde mi punto de vista, la virtud de darle la vuelta a muchos de los prejuicios que sobre el mundo nos han inculcado: la supuesta suavidad de la nieve y su tacto como de algodón, la frialdad poco acogedora del invierno... Estamos predestinados a ciertas imágenes que determinan nuestra experiencia del mundo y el poema de Gamoneda, viene a darles la vuelta. Por otro lado el poema es como una celebración de la vida y de la belleza y del amor de las personas que amamos, de la maravilla de la vida como una mañana de invierno, de un largo invierno, frío y acogedor, luminoso y bello.
Un abrazo desde mi pequeño rincón soleado del mundo.
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miércoles, 8 de abril de 2009

Silvio Rodríquez | propuesta de Azahara

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Ojalá que las hojas 
no te toquen el cuerpo cuando caigan 
para que no las puedas 
convertir en cristal 
ojalá que la lluvia 
deje de ser milagro 
que baja por tu cuerpo 
ojalá que la luna pueda salir sin ti 
ojalá que la tierra no te bese los pasos 
ojalá se te acabe la mirada constante 
la palabra precisa, la sonrisa perfecta. 
Ojalá pase algo que te borre de pronto 
una luz cegadora 
un disparo de nieve 
ojalá por lo menos 
que me lleve la muerte 
para no verte tanto 
para no verte siempre 
en todos los segundos 
en todas las visiones. 
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones. 
Ojalá que la aurora no de gritos que caigan en mi espalda 
ojalá que tu nombre se le olvide a esta voz 
ojalá las paredes no retengan tu ruido 
de camino cansado 
ojalá que el deseo se vaya tras de ti 
a tu viejo gobierno de difuntos y flores 
ojalá se te acabe la mirada constante 
la palabra precisa, la sonrisa perfecta. 
Ojalá pase algo que te borre de pronto 
una luz cegadora 
un disparo de nieve 
ojalá por lo menos 
que me lleve la muerte 
para no verte tanto 
para no verte siempre 
en todos los segundos 
en todas las visiones. 
Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones. 
Ojalá pase algo que te borre de pronto 
una luz cegadora 
un disparo de nieve 
ojalá por lo menos 
que me lleve la muerte 
para no verte tanto 
para no verte siempre 
en todos los segundos 
en todas las visiones. 
Ojalá que no pueda, tocarte ni en canciones.


...............Comentario
Con el paso de los años, “Ojalá” ha adquirido un significado muy importante pues forma parte de  mi vital banda sonora. Esta canción, habla del anhelo del amor que no se alcanza, con una melancolía que difícilmente puede ser  expresada de manera más brillante. En ella se lee, se relee y se escucha todo lo que alguna vez hemos sentido.
Pero como toda buena letra, si forma parte del todo musical, es imprescindible para su entendimiento, el resto de ella misma. Con lo cual, os remito el vídeo.
Espero que lo disfrutéis de una forma sana. Un saludo a todos
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miércoles, 1 de abril de 2009

Angel González | propuesta de Meteco

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MENDIGO

Es difícil andar
si se ignoran
las vueltas del camino,
si se duda
la firmeza del suelo que pisamos,
si se teme
que la vereda verdadera
haya quedado atrás,
a la derecha
de aquellos pinos…
(…o quién sabe
si perdiéndose en otra primavera
hace tiempo,
cuando una 
cálida brisa me empujó hacia el Sur,
y yo pensé:
«el viento quizá sepa»,
y uní a él mi destino,
y seguí andando,
y llegué hasta esta orilla
de mi vida
donde
—después de tanto esfuerzo—
me he sentado 
a recibir
lo que los transeúntes quieran darme.)

—Una sonrisa para este vagabundo,
caballero.

—Dejad en mis pupilas,
bondadosa señora,
algo de la belleza y de la luz
que hay en vuestra mirada también triste.

Lo que los transeúntes quieran darme.






.......Comentario
 
Debido a que no sé mucho del autor, tan solo el breve poemario que tengo entre manos desde hace una semana, no puedo decir mucho de él. El poema es sencillo en imágenes, otro para la saga de los caminos que tanto nos gustan. Sólo indicar que por lo que he leído en otros poemas, el "Sur", más que un lugar o una dirección concreta, es un espacio imaginario donde no hay conflicto, podría estar en cualquier parte. No sé quién dijo que sólo nos damos cuenta de la serie de consecuencias de una cadena hasta que la hemos elegido. Creo que en el poema queda bien expresada la sensación de inseguridad con la que andamos la mayor parte de los caminos, la sospecha de que la mejor elección siempre quedó atrás. Pese a poder formar parte de una condición trágica, se da cuenta de ese hecho sin mucho ruido, como por no molestar. Queda también sugerido que a lo mejor equivocándonos también se llega al Sur, o el propio camino es el Sur, cosa que permite seguir andando, con la duda, pero seguir andando.
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