miércoles, 26 de noviembre de 2008

Jorge Luis Borges -propuesta de Carmen

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LA ESPERA
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Antes que suene el presuroso timbre
y abran la puerta y entres, oh esperada
por la ansiedad, el universo tiene 
que haber ejecutado una infinita 
serie de actos concretos. Nadie puede 
computar ese vértigo, la cifra
de lo que multiplican los espejos,
de sombras que se alargan y regresan,
de pasos que divergen y convergen.
La arena no sabría numerarlos.
(En mi pecho, el reloj de sangre mide
el temeroso tiempo de la espera.)

Antes que llegues,
un monje tiene que soñar con un ancla,
un tigre tiene que morir en Sumatra,
nueve hombres tienen que morir en Borneo.
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Comentario
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Saludos de nuevo. He elegido este poema porque trata un tema que me tiene ahora mismo atrapada. Vivo en la espera, y aún así me resulta imposible comentarlo con palabras. Sólo puedo sentir cómo se ajusta a una distorsión de la realidad que se crea cuando esperas que algo llegue, o que algo se vaya, o que algo sea mejor, o peor.
Por eso mi comentario a este poema viene en forma de imagen, la imagen de uno los personajes de cerámica que pueblan el estudio y que forma parte de una serie que se llama así, la espera.
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miércoles, 19 de noviembre de 2008

Luis Cernuda -propuesta de Fernando

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Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allá donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo, 
Disuelto en niebla, ausencia, 
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos:
Donde habite el olvido.

.......................................Luis Cernuda
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Comentario
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Este poema inicia un libro del mismo título; un libro que termina en dos versos terribles:
“Tierra, tierra y deseo/Una forma perdida”. No es un ejercicio budista de aspiración a la ataraxia, sino el libro desolado de quien ama y preferiría no hacerlo. Pues la experiencia del amor que muestra aquí Cernuda está desenvuelta en un tono antirromántico. El poeta se distancia de su experiencia, se rebela contra el dolor que amar supone como sometimiento. Me intriga si Cernuda muestra solamente miedo al amor o, por el contrario, un profundo conocimiento de las cavernas del amor, que implica dependencia en un sentido distinto a las dependencias que crea la amistad, o el cariño, o el amor por los familiares. Góngora expresaba algo similar en el bello poema cantado por Paco Ibáñez:
“Una torre fabriqué/Del viento en la raridad, /Mayor que la de Nembrot, /Y de confusión igual. /Gloria llamaba a la pena, /A la cárcel libertad, /Miel dulce al amargo acíbar, /Principio al fin, bien al mal. /Déjame en paz, Amor tirano, / Déjame en paz.”  Esa experiencia por la cual convertimos la dependencia en libertad. Me gustaría decir que he sentido siempre el amor como libertad, pero creo que tendría que contrastarlo con este mismo sentimiento de Cernuda/Góngora de si acaso no consiste en eso el amor, en invertir  la experiencia. Muy contemporáneo: el miedo al amor sería la marca de un tiempo en el que la dependencia es aquello de lo que huimos. Y, sin embargo, qué bellos versos con los que me reconcilio: “Donde yo sólo sea/Memoria de una piedra sepultada entre ortigas/Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.” Que la tierra/ deseo os sea leve.
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miércoles, 12 de noviembre de 2008

María Sanz -propuesta de Azahara

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Mi elección esta vez, lleva por nombre a María Sanz. En el enlace podéis acceder a sus textos, y videoteca.

http://www.cervantesvirtual.com/portal/poesia/sanz/autor.shtml

El primero, “Memoria”, me ha traducido del mundo que predica, algo que todos alguna vez necesitamos: el olvido. Poema corto, sin pretensiones, sin gran mérito sintáctico-gramatical y sin embargo, desde mi punto de vista, impregnando en el cerebro eso que nosesabemuybien que tiene la poesía, que la hace atemporal.
El segundo, “Nadie te ha dado nada” ha pasado por mí como una lección de la propia vida. En un puñado de versos, he claudicado y traspasado el silencio.
No tengo nada más que decir, pues son estos versos los que hablan y callan a la vez. El todo y la nada.
 Invitaros a que los disfrutéis, si queréis y la vida os pone en la tesitura de hacerlo.

MEMORIA
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Si quieres olvidar, si no te basta
con ahuyentar heridas y desprecios,
acuérdate del día en que un poema
te liberó del mundo y sus engaños.
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NADIE TE HA DADO NADA
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Nadie te ha dado nada, tú lo sabes.
Y lo entiendes mejor cada mañana
Cuando abres tu vacío a los primeros 
Rayos del sol. Entonces agradeces
Tener por toda herencia tus sentidos
Para ese instante alado de gorriones 
Que te hace despertar, para ese aroma
florido de la brisa más temprana.
Y lo entiendes mejor. Sabes que el tiempo
Acabará con toda pertenencia,
Con todo lo que aún no se posee,
Y hasta con esas luces que te inundan
De su clara verdad. Nadie te ha dado 
Más que órdenes, leyes y consejos
A seguir, por las buenas o las malas;
Tristezas en la noche, frases hechas, 
Remedios inservibles contra el frío
Y un poco de otras muchas vanidades.
Pero tú lo agradeces. Así nunca
Tendrás que devolver ciento por uno
De tales donaciones. Y lo entiendes
Mejor cuando te acuerdas de ese día
En que habrás de partir, dejando sólo
Unos versos escritos como ejemplo
De tu digna pobreza. Nadie cumple 
Más deseos por ir con su abundancia
Sobre los hombros, por tener sus bienes
A salvo de un fracaso inoportuno.
Por eso, vive en paz con tu vacío,
Con la luz matinal, con este aroma
De soledad en flor, con el silencio
Que igual que tú, sin nadie, fructifica.
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miércoles, 5 de noviembre de 2008

César Simón -propuesta de Josep

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ELEGÍA DEL TRENET ELÉCTRICO

Aquella estación. La veo.
Oigo el silbo del tren.

Me voy. Está lloviendo. Estoy sentado,
tarde grande de mayo, dolorosas
punzadas.
.....................Lluvias.
.................................... Tú, amor mío.
¿Qué importa?
La tierra está muy seca.
Es mejor, sin palabras, que así sea
todo, que así se caiga
todo.

Pero aquella estación...
Y aquel azul...

Cómo se va hacia dentro
la verdad, oh noche
perdida, circulando,
silbando como el tren
encendido. 

César Simón, Erosión 1968 - 1971 



Me molestan algunas expresiones de este poema. Me parece afectado el 'uso' de silbo, pero 'silbido' chirriaría en el verso.

El adjetivo 'grande' entorpece a la tarde de mayo y todo junto torna grandilocuente una imagen puramente corporal: 'dolorosas punzadas'.

Tampoco me convence el 'oh' que precede a 'noche perdida', pero veo que algo se pierde si desaparece y no sé cómo reemplazarlo.

Estos son mis problemas con el poema. El resto, me convence. Encuentro en el ritmo entrecortado de los versos la expresión lingüística del sollozo, que el narrador dice haber contenido en su cuerpo y, sin embargo, se manifiesta en su texto. Me seducen la transición de la mirada hacia el otro, hacia el mundo, hacia uno mismo, y cómo esa mirada necesita encontrar en el mundo algo confirme lo que siente y, al mismo tiempo, le alivie a través del esfuerzo por evitar la acusación, por aceptar el mundo. Cada vez que leo

“Pero aquella estación....
Y aquel azul....”

siento un chasquido. El narrador se ha quedado desnudo y dolorido ante el mundo. Es un dolor seco y sin palabras. Y, sin embargo, el mundo sigue adentrándose en él a través de la estación y el azul.  Esa es la verdad que penetra la carne durante la noche, si bien, finalmente, el narrador no puede -como no podemos nosotros- evitar la tentación de la melancolía: la imagen del trenecillo, todavía de madera, sobre sus estrechas vías, circulando de noche con sus macilentas lámparas encendidas.
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