miércoles, 5 de noviembre de 2008

César Simón -propuesta de Josep

.
ELEGÍA DEL TRENET ELÉCTRICO

Aquella estación. La veo.
Oigo el silbo del tren.

Me voy. Está lloviendo. Estoy sentado,
tarde grande de mayo, dolorosas
punzadas.
.....................Lluvias.
.................................... Tú, amor mío.
¿Qué importa?
La tierra está muy seca.
Es mejor, sin palabras, que así sea
todo, que así se caiga
todo.

Pero aquella estación...
Y aquel azul...

Cómo se va hacia dentro
la verdad, oh noche
perdida, circulando,
silbando como el tren
encendido. 

César Simón, Erosión 1968 - 1971 



Me molestan algunas expresiones de este poema. Me parece afectado el 'uso' de silbo, pero 'silbido' chirriaría en el verso.

El adjetivo 'grande' entorpece a la tarde de mayo y todo junto torna grandilocuente una imagen puramente corporal: 'dolorosas punzadas'.

Tampoco me convence el 'oh' que precede a 'noche perdida', pero veo que algo se pierde si desaparece y no sé cómo reemplazarlo.

Estos son mis problemas con el poema. El resto, me convence. Encuentro en el ritmo entrecortado de los versos la expresión lingüística del sollozo, que el narrador dice haber contenido en su cuerpo y, sin embargo, se manifiesta en su texto. Me seducen la transición de la mirada hacia el otro, hacia el mundo, hacia uno mismo, y cómo esa mirada necesita encontrar en el mundo algo confirme lo que siente y, al mismo tiempo, le alivie a través del esfuerzo por evitar la acusación, por aceptar el mundo. Cada vez que leo

“Pero aquella estación....
Y aquel azul....”

siento un chasquido. El narrador se ha quedado desnudo y dolorido ante el mundo. Es un dolor seco y sin palabras. Y, sin embargo, el mundo sigue adentrándose en él a través de la estación y el azul.  Esa es la verdad que penetra la carne durante la noche, si bien, finalmente, el narrador no puede -como no podemos nosotros- evitar la tentación de la melancolía: la imagen del trenecillo, todavía de madera, sobre sus estrechas vías, circulando de noche con sus macilentas lámparas encendidas.
.

16 comentarios:

Fernando Broncano dijo...

La unión de las imágenes de una estación, la lluvia y el amor me resultan muy cercanas, siempre las asocié: las estaciones solitarias, especialmente la de mi tierra, Salamanca, en invierno, siempre me parecieron la imagen misma de la melancolía, de lo que se va, o de lo que no llega. El poema es efectivo en esta asociación, con recursos metafóricos y lingüísticos simples, y, como dice Pepo, con un ritmo entrecortado que nace de yuxtaponer las frases sin hilo argumental.
No acabo de entender bien la última estrofa puesto que tiene dos sentidos (en este caso el sentido es estricto: un sentido hacia adentro de lo corporal o hacia adentro de la noche) en el primer caso parece ser, como lee pepo, que el tren es metáfora de la internalización de la verdad de la pérdida amorosa que le desespera en las estrofas anteriores. En otra lectura la verdad se sumerge en la noche, como si además de la pérdida amorosa se perdiera la verdad. A lo mejor el doble significado está bien, aunque los "sentidos" de "adentro" sean distintos. No conozco al autor, ¿alguien podría informar algo sobre él?

Josep E. Corbí dijo...

César Simón es un poeta valenciano, fallecido tempranamente hace unos años. Vicente Ponce lo conoció de cerca. Su libro 'Extravíos' me acompañó en algunos momentos dolorosos de mi vida. Me habría gustado escoger un poema de ese libro, pero se ha quedado en Valencia -como muchas otras cosas- y he elegido entre los que me ofrecía amediavoz.com, donde puedes encontrar, Fernando, una breve semblanza biográfica y algunos poemas más.

Nuño dijo...

Gracias, Pepo, por devolverme la emoción. Se nota que te pesa la distancia y que tratas de disiparla recurriendo a melancolías que te son familiares: casi la totalidad de la producción poética de C.S tiene un único escenario, Valencia, con sus calles, sus rincones más recónditos, sus árboles, sus manantiales, sus playas, sus trenes (el popular Trenet) de cercanías, el olor de la huerta... C.S. no canta a la ciudad, la pinta con su lengua acrílica y nos regala otra que yace detrás, una ciudad sin épica, pero llena de la emotividad de las pequeñas cosas que al nombrarlas hacen crecer sensaciones que agradan y, sobre todo, sorprenden.(Aníbal Núñez, mucho más joven que C.S. se le acerca en este aspecto).

Me sucede a mí,como a Fernando, que la estación es el lugar de la nostalgia,la promesa de partir y de la despedida o la esperanza de llegar y del reencuentro afectuoso. Cuántas veces en mis años de estudiante cerraba la noche con un paseo desolado por la estación de mi provinciana ciudad.(Me ronda la memoria la imagen de la estación de Saint Lazâre, como icono de estas sensaciones).

A C.S. (junto a Robayna, Jover, Talens, Siles...) se le incluye, con razón, en lo que se ha dado en llamar "la generación del lenguaje" por la preocupación y la estudiada sencillez que aparenta, sometiendo el ritmo a la efectividad de la denotación (en pintura, sería el recurso al acrílico). Y, con razón también, ha sido situado en lo que se conoce como "la otra sentimentalidad", un estilo muy personal de mostrar su emotividad en el mismo tratamiento nervioso del lenguaje: muchos de sus poemas parecen simples esqueletos, un guión apenas sin llenar, con el adorno añadido de alguna de sus emociones, para que el lector lo complete con las suyas. Sería el poema "sin palabras" para "que así se caiga/todo" y todo lo que el lector pueda imaginar del texto. (Tocamos aquí el otro extremo, el de la poesía del silencio).

Quizás, Fernando, si a la última estrofa (el último espacio) le borramos el vocativo "oh noche perdida" se simplifique la ambigüedad a la que te refieres: "se va hacia dentro/la verdad.../circulando.../silbando...".
Pepo, ese "oh noche perdida" y esa "tarde grande", pueden tocar lo grandilocuente, pero sin el signo de la admiración en lo primero y con la carga sentimental del segundo, me parecen que se libran de ese exceso al que te refieres.

Esta pequeña elegía urbana me parece más grande de lo que aparenta y me reconcilia con un poeta que está más cerca de lo que nuestra manera de entender la periferia pretende. Perdonadme este exceso. Salud para tod@s.

Mª Jesúsearerine dijo...

A veces pasa. No sé por qué ni cómo, quizá absoluta coincidencia, y nada más. Pero pasa. Ayer estuve leyendo poemas de César Simón, los que forman su libro “Estupor final” y pocas horas después él estaba en nuestro blog. No sería una coincidencia sorprendente si el poeta fuera muy conocido. Pero no lo es. Son cruces que animan a las confesiones y que aúnan voluntades y vivencias, por eso creo que el café, Pepo, no se enfriará.
Siempre pensé que C.S. “sabía”, que había rozado la Noche profunda de la que nos hablaba Bea, esa Noche de la que se sale otro o no se sale. Y eso se notaba en su forma de estar. En sus versos no hay citas, ni ecos, ni lecturas, nada que suene a “intelectual” (el poema “la biblioteca” lo refleja muy bien), solo testimonio desnudo de vida.
“Tienen estas mañanas algo prometedor.
Decididos-no alegres-, avanzamos
Hasta el sensual mediodía.
Pero entre hueco y hueco se asoma mi consciencia,
Ese monstruo hialino que os refleja.
Y un triste telo de herbívoro me vidria el horizonte”.
De aquellos años en los que fui una más de sus alumnas, recuerdo su honestidad intelectual y su escepticismo a flor de piel.
En el poema que nos ofreces, Pepo, vuelvo a sentir el peso de la nada. Lluvias, dolorosas punzadas en una tarde de primavera. Quizá solo el amor, quizá aquella estación, aquel azul, pueda aportarnos algún consuelo. Pero no, “la verdad” sigue abriéndose paso, inexorable. No hay escapatoria. ¿Qué nos queda? Solo una actitud ante la vida y el estupor. A veces C.S. se convierte en un voyeur de los otros que se convierten en espejos de sí mismo. Se distancia y permanece inmóvil, contempla las cosas, lo que sucede a su alrededor. Por eso, por su distanciamiento del mundo, no percibo nostalgia en los últimos versos (quizá sea más significativo el título), no veo en ellos añoranza, solo fugacidad. Y aunque yo sí crea que los amores nos redimen, confieso que sus palabras siempre me resultan perturbadoras.
Un abrazo muy sincero.

meteco diletante dijo...

El poema me tiene francamente desconcertado, y precisamente por eso encantado con él. Es como un espacio dividido, un equilibrio frágil (creo que intencionado)que siempre amenaza con venirse abajo, como una lluvia, dependiendo de las notas que pongas en las palabras del poema para entenderlo.

En ese espacio dividido está la lluvia, y todo depende de como piense la lluvia, de como la represente. En este poema la lluvia es sobre todo algo que cae, y que cae con necesidad, algo que cae inevitablemente (Es mejor, sin palabras, que así sea, que así se caiga todo...), y eso es una verdad, algo le ha caído, quizá ese amor apenas nombra. Algo que le ha "empañado" todo lo que tiene ante sí, como hace la hoja de agua de una lluvia con cada objeto que toca.

Y sin embargo, aquella estación (si no hubiera sido por este demostrativo de lejanía pensaría que detuvo su marcha y se sentó cerca de ella para verla todavía)logra salvarse, parece que puede verla como si la lluvia no la hubiera alcanzado, e incluso parece que el tren se lleva algo que quizás pesaba demasiado.

Y una vez dicho esto, miro el poema, y me parece que podría decir otra cosa totalmente distinta de la que acabo de decir, que igual eso que parece que se lleva el tren es algo que no se ha ido, sino que se ha digerido, con el esfuerzo y los destrozos con los que la tierra seca absorve el agua.

Sin embargo, tampoco está imagen parece cancelar el poema, que sigue reclamando nuevas interpretaciones. Me gusta la imagen final del comentario de Pepo, por serme tan familiar ese trenet de cuando estudiaba en La Salle y lo cogía en la estación de Campamento de Paterna para parar en la antigua estación de madera.

saludos.

meteco diletante dijo...

A lo que no me resisto es a dejar de aclararme la última parte, los últimos versos. Me gustaría leer alguna opinión sobre si los versos "Como se va hacia dentro, - la verdad, oh noche - perdida, circulando,- silbando como el tren - encendido" los interpretáis como algo que se traga la noche externa, la de la luna y las estrellas, algo que efectivamente se va, de lo que uno se libra y que de una forma u otra se pone en circulación para otros. O por el contrario, ese "se va hacia dentro" es un tanto equívoco y se trata de un "viene" hacia dentro, algo que me ha caído dentro como una lluvia en un pozo y los silbidos y la luz aquí es metáfora de algo revelador para uno. Las indicaciones de lugar en este poema me tienen desconcertado.

saludos.

Josep E. Corbí dijo...

Por mi parte, siempre he leído el final en la segunda de las acepciones. 'cómo se va....' viene a subrayar que esa verdad que penetra, dolorosa, se te impone y no la diriges tú. Me desconcierta 'oh noche perdida', a no ser como antítesis de la noche fructífera, en la que la verdad te penetra y, tras el dolor seco de la tierra, te pone en movimiento, te hace silbar como un trenecillo que, encendido, se traslada por la noche.

Por cierto, me gustó mucho tu idea de que el poema está a punto de descomponerse. Creo que eso lo que quería decir cuando sentí que su forma mostraba el sollozo que el texto negaba.

Beatriz dijo...

Cuando llegué a la facultad César Simón era el "profesor del otro grupo", todos hablaban de él a media voz, con un profundo respeto, pero con la seguridad de que iba a morir pronto, yo no lo había leído, no sabía quién era; pero era tanto el misterio con el que se referían a él, que decidí un día meterme en sus clases... Eran las clases de alguien que está cansado, menos cuando leía poesía, entonces "nos hacía ver". Creo que este poema, "a punto de descomponerse" pone palabras a mi recuerdo: la de alguien que se despide, pero que sabe que ha visto y continúa viendo lo que muchos jamás lograrán percibir, una mezcla de tristeza, pero también de fuerza por lo vivido. Coincido en que los versos "pero aquella estación..., aquel azul..." son de una simpleza impactante e insultante, pero tambié "Como se va hacai dentro la verdad". Para mi "oh noche perdida", es todo aquello que no se hizo, el amor que no se gozo, pero también la poesía que no se escribió, el gesto pequeño que revelaba el mundo y se escapó. Quizá es el César Simón de mi recuerdo el que me hace leer así!!!

gotamarina dijo...

Me gusta mucho este poema. Es un tipo de escritura que parece simple, vacío casi, y sin embargo permite muchísimas interpretaciones, como queda demostrado con los comentarios de todos ustedes. Para mí su riqueza se asienta en el uso peculiar de elementos muy simples y usuales del lenguaje, pero que el poeta usa de una forma no habitual, sutilmente no habitual, parece que no pasa nada pero deja espacio para que pase de todo.

Por ejemplo, el inicio: "aquella" estación, distante (no es "esta" estación) pero que el poeta vuelve a ver y a oir (es su memoria?), por lo tanto ¿toda la escena transcurre en el pasado, en la memoria, en el recuerdo de un momento de pérdida, en el anclamiento de la esperanza de que todo podría haber sido distinto?

Otro ejemplo: "lluvias": me gusta muchísimo este plural, con el simple recurso de poner una "s" al final de la palabra se abren un sinfín de posibilidades y de interpretaciones sobre la lluvia, las diversas lluvias, simultáneas o en distintos momentos de nuestras vidas, etc. Nunca hablamos de "lluvias" sino de "la lluvia".

En este sentido siento que el adjetivo "grande" para la tarde de mayo no es grandilocuente, es un uso exasperado del lenguaje, forzado, pero en eso está su novedad: las tardes de mayo son más largas que las anteriores invernales, y en una situación angustiante una sola tarde puede volverse eterna, algo demasiado grande para ser soportado, y deseamos que se acabe por fin y llegue la noche.

Me gusta la resignación implícita en el "¿qué importa?" y la comparación de la pérdida del amor con la lluvia que imagino torrencial: es mejor que llueva porque la tierra está seca y es mejor que nos separemos sin palabras porque se está cayendo todo y hablar no sostiene nada; es mejor aceptar esto y despedirse por fin...

pero aparece el "pero", y es como si el poeta no se resignara a perder las cosas así nomás: tal vez en "aquella" estación (y "aquel" azul, que no sé qué referente tiene, ¿es azul el trenet, la estación, el cielo, los ojos de la amada, o cualquier otra cosa?) hubo un momento en que fue posible evitar la pérdida...

pero no se evitó, y la verdad del amor perdido como la noche se va adentro del tren: otro recurso hipersimple y miren todo lo que puede provocar: si lo miramos bien, es extraño decir "cómo se va hacia dentro la verdad", porque si "se va", parece que se aleja de nosotros, pero si el "irse" se junta al "dentro" sentimos que es un adentro de nosotros, de ahí la idea de internalización de la verdad, y en ese vaiven (si se aleja, no puede venir hacia adentro de nosotros, entonces, ¿va o viene?) nos quedamos todos.

Yo creo que no tiene sentido desmenuzar el poema en sus pormenores sintácticos tratando de buscar un único sentido, creo que la intuición de Fernando de que "el doble significado está bien" es lo más productivo para leer poemas así, y ante la pregunta de Meteco diría que las dos interpretaciones coexisten y son posibles, están admitidas por el poema y muchas más, y eso es lo que me gusta de este tipo de escritura, que las cosas no cuajen, no se solidifiquen y permanezcan móviles siempre; para mí lo más disfrutable de un poema así es dejarnos percibir al mismo tiempo todas sus facetas, como una de esas imágenes de fondo-figura que según cómo la miremos vemos una cosa u otra, o esos hologramas o como se llamen que pueden mostrar una u otra escena según como los inclinemos y les dé la luz (y según nuesras propias experiencias obviamente también).

gotamarina dijo...

Leí todos los poemas de Cesar Simón que están publicados en A media voz, y quiero dejarles otro ejemplo
de lo que quiero decir:

CUANDO AMAS

Permanece en silencio cuando amas.
Escucha al fondo
la vastedad de la respiración,
la gota de agua y el rumor del viento.
Y ven lejos.
Ven, al amor, de lejos.
Desde la noche,
desde el desierto,
arrimado a los muros,
a perecer en él, como acto único.

De "ExtravÌo" 1985

Copié todo el poema porque es hermoso y porque si no no se entederá lo que quiero decir: presten atención por favor a ese "Y ven lejos./ Ven, al amor, de lejos." Otra vez ese vaivén "ven lejos", el acercarse que implica el "venir" yuxtapuesto a la lejanía. Es muy simple y poderoso: ven lejos.

Bueno... puede ser que me esté confundiendo en algo: cuando llegué a Cataluña me quedé asombradísima con el uso que dan los catalanes al "venir" e "ir", "traer" y "llevar", porque desde mi punto de vista los usan al revés de lo que siempre entendí. En catalán es lo correcto, pero cuando hablan en castellano lo dicen a la catalana y para mí suena al revés. No tengo idea de si en valenciano pasa lo mismo...
si fuera así, estaría entendiendo todo al revés.

Nuño dijo...

A veces acercarse a lo biográfico proporciona más luz que el texto mismo: éste permite la manipulación, pero la vida lo es y de nada sirve intentar borrar. Gracias, Bea, por la pincelada que acabas de dar, "el amor que no se gozó".

meteco diletante dijo...

Coincido en lo que dice gotamarina del uso del peculiar del lenguaje que hace, sobre todo con los locativos. No creo que en Valencia le demos un uso distinto al castellano de forma habitual, debe de ser algo intencionado del autor.

Antes de que se me olvide, gracias pepo y Beatriz por vuestros apuntes sobre lo que preguntaba. Sí, creo que es más correcta la interpretación de los últimos versos como una interiorización, también me lo parecía, pero ese "como se va hacia dentro" exigía de otras voces para tranquilizarme. Los apuntes posteriores de gotamarina y el nuevo poema que aporta creo que legitiman bastante el uso equívoco que hace del lenguaje.

Otra cosa que me ha iluminado bastante ha sido seguir la indicación de detenerme en "lluvias". Estaba tan satisfecho con la interpretación de la lluvia como algo que cae que no me fijé en el plural. Sin duda ese "lluvias" hace también de complemento circustancial de tiempo, quizás toda la primavera, y la tierra seca es la confirmación de ese periodo de tiempo transcurrido. Entre la visión inicial de "aquella estación" y el "¿Qué importa?-la tierra está muy seca" ha pasado una estación, esas lluvias.

Como siempre, muy aclaradores los comentarios.

saludos

Josep E. Corbí dijo...

Gracias, Marina, por tus comentarios, me has ayudado a comprender las claves lingüísticas de mi emoción. Como Toni, no había reparado en el plural de 'lluvia', tan solo lo había sentido, ni en esos otros ligeros disloques del lenguaje que despiertan a una sensibilidad anquilosada y la conducen a otro lugar, incierto e inestable. Y, gracias Bea, por tu delicado homenaje a la vida y sensibilidad de César, de quien fui alumno efímero. Nos explicaba gramática en primero. Se aburría y nos aburría. Decían de él que era poeta y nos reíamos. Mira por donde, bastantes años después, lo leo sobrecogido.

gotamarina dijo...

Gracias por las gracias. La frase de Meteco "Entre la visión inicial de "aquella estación" y el "¿Qué importa?-la tierra está muy seca" ha pasado una estación, esas lluvias" me hizo pensar que la palabra "estación" significa tanto la estación del tren como la estación del año, en este caso la primavera. Podríamos jugar a releer todo el poema como si hablara no de una estación del trenet, sino de la estación primavera que ha pasado y se ha ido. Pero lo propongo como un juego nada más, porque no creo que esto fuera algo buscado por el poeta, sino una coincidencia del lenguaje que no se puede evitar.

Josep E. Corbí dijo...

AYER RECIBÍ UNA CARTA DE VICENTE PONCE COMENTANDO ESTE POEMA Y, CON SU PERMISO, HE ESTIMADO OPORTUNO PUBLICARLA COMO COMENTARIO, TRAS ELIMINAR (TAMBIÉN CON SU PERMISO) ALGUNAS OBSERVACIONES EXCESIVAMENTE PERSONALES:

Querido Pepo,

Me olvido de lo que escribí sobre César y sobre su poema, tu poema, porque ya no escribo para el blog y se hunden, así, los protocolos del comentario. Escribo ahora para memorizar lo que ya hablamos sobre la "cuestión César": respecto a sus reiteradas obsesiones con un adjetivo, con el cierre de un poema, con una palabra aislada a la que podía volver durante meses, con su infinita capacidad para ensimismarse cuando estabas hablando con él (o cuando hablaba con otros), con su imperturbabilidad en las lecturas poéticas "publicas"; y también te hable de su reacción ante un texto sobre su poesía que le enseñé ( inédito desde ese día quizá por respeto) y desactivó cuando me dijo, un poco lacónicamente, que estaba muy bien pero que "tendría otras cosas que hacer"...en fin, de todo ello creo que hablamos. Mi próxima entrada prevista en el blog era con César a través de un poema que todavía no tenía claro (o, secundariamente, con el poema de J.A. Valente que cierra mi ¿último? poemario o quizá con uno de Ignacio Prat o tal vez con uno del mismísimo Jenaro Talens o vete a saber si con uno de Pere Gimferrer...), pero tu poema y los comentarios del blog sacian por un tiempo la escena poética propuesta por pan de humo.
Por cierto, los 14 comentarios son muy notables, muy potentes. El tuyo, con el que abres el cuerpo de versos, es magnífico: desde lo particular y las molestias varias al núcleo de tus a-sentimientos (lo general) y, de ahí, al último circulo de lo particular "pero aquella estación y aquel azul". Impecable. Los comentarios de Fernando, de Mª Jesús, de Meteco, de Bea, de Gotamarina y de Nuño...me han parecido también soberbios.
(En este punto concreto seguí escribiendo un largo párrafo sobre la obra de César, sobre sus poemarios, prosas y diarios, sobre su leyenda de sujeto misterioso resumida con una cita de Carlos Marzal y sobre como escribe su muerte, la muerte, en el último poemario (El jardín) y en el último diario (En nombre de nada), pero aunque te parezca increíble, que no te lo parecerá, se ha borrado quizá como consecuencia de que te escribo por entregas y el mail se guarda en "Borradores" o tal vez porque no se guardó. En fin, lo hablamos freudianamente).
Esta Elegía del trenet eléctrico no es tu poema preferido, tampoco el mío, pero lejos de constituir una mala elección de objeto muestra que un poema cualquiera de un poeta, en sentido fuerte, puede ser el perfecto modelo reducido de una poética o, cuando menos, de una etapa poética. No comparto tus molestias, afectaciones, adjetivos y exclamaciones en la expresión del poema. Comparto plenamente ese "ritmo entrecortado de los versos, expresión lingüística del sollozo..." cuya verificación textual sería....Me voy/Está lloviendo... repetida poco después con insistencia...dolorosas punzadas/Lluvias/Tu, amor mío, que supone el desplazamiento clásico de las lágrimas, copiosas lágrimas (lloviendo/Lluvias), y da entrada a la tercera estrofa doblemente central por ser el núcleo del poema. La gravitación es soberbia. Desde... ¿que importa?/ a/ todo... se produce para mi el seísmo del poema: la tierra está seca y recibirá con mucha sed la bondad de las lluvias, mejor que nuestras palabras, pues es mejor el silencio para que se caiga todo. Cinco versos para contraponer, como tantas veces hizo, la naturaleza y la palabra (o la cultura). Y me sorprende también el equilibrio y la precisión de
algunos términos reiterados: aquella estación(1er verso)/aquella estación (verso 13): silbo del tren (2ºverso)/silbando como el tren (verso 18);tarde grande de mayo (4º verso)/oh noche perdida (verso 16-17), que supone un notable sarcasmo, una cierta vulgarización elegíaca al trenet (pero no a la noche) y que sirve para medir temporalmente su inmovilidad en el asiento y aquel azul de la tarde cuyo tono va mudando ante sus ojos con todos los matices que se funden en el negro de la noche (noche oscura de su alma). En suma, Pepo, que no podemos evitar, como tu bien dices, la tentación de la melancolía.
Roland Barthes mantenía que el que habla no es el que escribe y el que escribe no es el que vive y quizá tuviera razón, no en vano insistió en algún escrito muy recordado que el autor había muerto y no era sino un simple efecto textual, pero César escribía y vivía lo que escribía y hablaba poco y en los últimos días escribía para vivir. Magnífico poema "menor" que lo ha traído a mi memoria. No me pude despedir de él, pero la noticia de su muerte, creo que te lo conté, me llegó durante un programa de radio en el que participaba como tertuliano y pude decir entonces que en alguna tribu del Amazonas (tal vez lo escribió Levi-Strauss) cuando moría un hombre notable los supervivientes eliminaban una palabra de su lengua y que con la muerte de César Simón eliminaría de la nuestra la palabra coherencia. Muchas gracias por el poema.

gotamarina dijo...

Guaaaauuuu!!!! Gracias Vicente por todo esto! Me impactó todo lo que dices sobre César Simón, y el final, que con su muerte eliminarías de nuestra lengua la palabra coherencia, me dejó turulata! Qué fuerte!