miércoles, 23 de abril de 2008

Aníbal Núñez -propuesta de Fernando


LA MUCHACHA CIEGA

(Millais)

Te has sentado de espaldas a un arco iris doble
que no ves pero sientes: tus mejillas
aún húmedas de lluvia se encienden –ha venido
el sol tan de repente, con tan buenas
palabras, que el rubor… -- En tu harapiento
regazo se entreabre
tu anciano acordeón con un suspiro.

Oyes pastar, revuelo de plumajes
azules. La campana
del santuario gótico está a punto
de tocar a oración. Tu frágil guía
olfatea en tu mantilla: huele a hermana
mayor, a estambre húmedo,
a todos los caminos.


Por fijarme
en una mariposa roja y negra,
que se posó en tu hombro sin que tú lo notaras
--así llega la muerte a los arcángeles--,
no he visto que tu mano
derecha acariciaba una corola
blanca. ¿Cómo has sabido que era blanca?

Aníbal Núñez (1944-1987)


Los editores de su Obra poética en dos tomos en Hiperión dicen en la contraportada: “no hay comparación posible entre esta obra y la de sus contemporáneos. Quienes le conocimos sabíamos que era él el poeta”. Era salmantino, paisano y del mismo año que José Miguel Ullán, por ejemplo (eso os da una idea de la intención de la frase). Murió de una de esas enfermedades que en los años ochenta se llevaron a tantos buenos, a los que Lou Reed dedicó su mejor disco, Magic and Loss en 1992. Yo lo veía pasear por Salamanca (el era algunos años mayor que yo y, aunque compartíamos amigos, no éramos más que conocidos) con la mirada triste de quien ve su ciudad como la metáfora de su mundo. Alzado de la ruina es, desde mi punto de vista, su mejor libro. Ecologista radical cuando nadie lo era, compasivo, tierno, pintor de colores pastel y formas suaves, su poesía es a la vez denuncia de un paisaje y de un mundo en destrucción. Fue herido por unos tiempos duros: la movida de los ochenta tuvo muchas caras. Su poesía es hermética, perfecta, culta y sin embargo cala en lo profundo como pocas, aunque a veces necesita dos o tres lecturas. Este poema, como él, también físicamente, me recuerda a Rilke. Podéis encontrar poemas suyos en amediavoz, la dirección que tenéis al lado en el blog.

He querido compartir con vosotros con éste ut poesis pictura, mi convicción de la cercanía de la pintura y la poesía, y cómo ambas pueden enriquecerse. El poema pertenece a Figura, en un paisaje, de 1974. Es un libro de meditaciones sobre cuadros. Aún me asombra cómo este poema pudo escribirse en los grises tiempos de la transición española, cuando la política parecía ser lo único importante. Cuando unos años más tarde (1980) Blanca Andreu publicó De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall y liberó la sensibilidad del triste trabajo de los “ingenieros del verso” de aquellos años, Aníbal Núñez ya se había rebelado contra la instrumentalización de la palabra. Él, que estuvo siempre en todas las causas. Me gustaría pensar que gracias a sus palabras no somos peores de lo que somos.

7 comentarios:

gotamarina dijo...

conmovedores el poema y el cuadro, muy conmovedores. Ahora no me puedo imaginar qué me produciría el poema si no hubiera visto el cuadro al lado, pero supongo que eso no importa, no? el poeta pensó en poema y cuadro juntos. Me gustaría leer el resto del libro que une pintura y poesía. Estuve pispeando la antologia de poetas y hay mas poemas conmovedores de Anibla Nuñez. Gracias Fernando, ademas del poema y el cuadro tu evocación del poeta es muy conmovedora (repito mucho esta palabra porque es la más acertada). Todo esto me dejó temblando, como purificada.

Josep E. Corbí dijo...

1. 'Conmovedor' es la palabra que necesita Marina para describir el cuadro, el poema y el comentario. A mí, me vienen a la mente, otras palabras asociadas con la suya: 'manso' y 'claro'; y, como ocurre con frecuencia, tras la mansedumbre y la claridad, se esconde el desgarro.

2. El cuadro está lleno de tópicos y, sin embargo, nos conmueve, está vivo a través de los estereotipos. El rostro de la niña nos deja ver que su mansedumbre es fruto de una pérdida, todavía más para nosotros que conocemos mejor que ella lo que pierde.

3. Y no solo la Salamanca de Aníbal Núñez es una metáfora del mundo, sino que este cuadro es, para el poeta y para Fernando, una metáfora de Salamanca.

4. La voz del poeta recorre con nosotros los detalles del cuadro. A través del ritmo y de las imágenes, nos transmite su mirada conmovida, se acerca a la niña con las alas de una mariposa roja y negra. Algunas de las imágenes que más me han conmovido son las que siguen (sería otro ejercicio desentrañar por qué son esas las que más me conmueven)

"...que el rubor... -En tu harapiento
regazo se entreabre"
"....huele a hermana mayor, a estambre húmedo, a todos los caminos."
"...que se posó en tu hombro sin que tú lo notaras -así llega la muerte a los arcángeles-"

5. Gracias, Fernando, por tu propuesta. He estado leyendo más poemas de Aníbal Núñez y me he sentido muy cerca. Pronto lo buscaré en alguna librería.

Josep E. Corbí dijo...

COMENTARIO DE NUÑO:

Como hago casi todas las noches de los viernes, hoy también he retornado a pie a mi casa, intentando gozar de la travesía de esta Salamanca muy poco “anibalesca”. ¡Qué se va a hacer! Pero esta vez mi peregrinaje no ha sido en solitario como de costumbre y lo he alargado a propósito para disfrutar de una exquisita compañía que ha convertido mi vuelta en un extraño paseo mental entre la nostalgia, la cordialidad y la finura de la presentación de Fernando y la dolida memoria de que Aníbal pisó un día los mismos adoquines que estaba pisando yo ahora. ¡Ay!, ¡ay!, Fernando, cuando atravesaba el puente me di en pensar que, a pesar de Aníbal, yo soy más “malo” de lo que soy. (Nota: el verso catorce debe ser

a todos los caminos.

Por fijarme)

Sobre el poema en cuestión tengo que confesar que de entrada no puedo ser imparcial en mi “calificación”: “el poeta” lo era y así lo veíamos, lo leíamos y lo admirábamos. Pero a pesar de mi propia excomunión, me atrevo a señalar algo que me encanta (y por qué no decirlo, me envidia): el juego sutil de meterse el poeta en la tersura misma de la descripción textual. Se mira el poeta en el espejo de la pintura y se ve dentro y dice: “Por fijarme…” y lo remata con un prodigio que hace inconcluso el poema y lo deja abierto a capricho del lector. Vale por hoy.

Josep E. Corbí dijo...

El editor de blogger tiene sus limitaciones y, aunque en la edición de la entrada de Aníbal Núñez, me aparecen los versos que Nuño indica, correctamente; al publicarlos, el segundo de los versos se alinea a la izquierda y desaparece la separación entre los párrafos. Ya me había dado cuenta de lo primero al publicarlo definitivamente y no supe como arreglarlo, ni he sabido ahora. He conseguido, en cambio, mantener la separación de párrafos.
Me siento un intruso si distorsiono los versos que, con tanto cuidado escribió el poeta y fueron elegidos por el proponente. Así que os agradezco que me indiquéis cualquier nuevo error para tratar de repararlo, si de ello soy capaz.

Envidio ese paseo por la nostalgia, que no es muy distinta de la mía. Un abrazo.

Beatriz dijo...

Queridos: os pido disculpas por estar estos días medio ausente del blog, pero ando fuera de casa en gira congresil y este blog requiere de un momento sosegado para leerlo y pensarlo y no de las conexiones de 10m desde ordenadores de ciudades ajenas.
Coincido con que es un hermoso poema, que llega con fuerza y que provoca nostalgia de una manera casi física. A mi el poema me parece un versión muy superior al cuadro, que no sé si por la precariedad informática de estos días me recuerda mucho a las estampitas que con todo tipo de lemas "políticamente correctos" se venden en las Paulinas. Sin embargo, las palabras lo transforman en otra cosa, en una experiencia de mirada hacia lo más profundo, que es también lo más sencillo.
Espero a partir del martes ponerme al día con los textos y volver a mirar el cuadro con mejores medios técnicos.

Fernando Broncano dijo...

Tiene razón Bea, el cuadro, ciertamente, tiene su punto cursi. Es un problema que tienen todos los prerrafaelistas, la verdad es que tenían una noción de la belleza que a mí me cae ya un poco lejos, y Millais especialmente. Eran demasiado literarios: Ruskin y todo eso. Curiosamente coinciden con una ola neoesteticista que vuelve como todas las olas. Pero este cuadro queda iluminado por la poesía, y me parece que es algo que sólo el lenguaje puede hacer con la imagen, más que a la inversa. Aún así, el gesto de la hermana me apacigua. Será la edad, pero a mí, que amo la pintura expresionista abstracta como a nada, ahora se me van los ojos cada vez más a los cuadros figurativos. Ya no sé jugar al juego de a ver quién provoca más y es más duro con el lenguaje o la imagen, y me quedo colgado de las mariposas que se acercan como la muerte a los arcángeles. Elegí a Aníbal Nuñez por la nostalgia. Él vivía en el wild side de la existencia, pero sus poemas expresan una forma de pureza de espíritu que no quiero dejar en manos de la gente religiosa para que la ensucie.

Vicente Ponce dijo...

Desde luego Sir John Everett Millais estaba mucho menos inspirado en este cuadro que en su Ofelia, pero este parece todo un programa simbólico de aquí y de allá en la historia de los estilos: la ceguera, la madona-pobre, el arco iris doble, la sustitución del picaro por una niña-guia, la mariposa, la música en su regazo sustituyendo la carenciá de visión, la belleza y no la compasión por su defecto, la serenidad y la ternura general... botin para iconólogos y elementos que quizá eran los que quería subrayar Anibal Nuñez (no lo había leido,muchas gracias Fernando) más allá del cuadro.
Los diálogos y las transferencias poesía-pintura son muy deslizantes y en este caso creo, sinceramente, que sobra el cuadro. El camino abierto y sinuoso del poema no lo necesita. Siendo un poema magnífico se vence en algunos instantes por el peso de la glosa y esa oscilación involuntaria me fuerza a leer los dos objetos poema/pintura por separado. Del poema destacaría las muy diversas cadencias del pronombre TU...y su clausura:

no "he visto" que tu mano/derecha
acariciaba una corola/blanca ¿Como "has sabido" que era blanca?

¿no he visto (yo)/Como has sabido (tu)?
Esa despedida se cena toda una pinacoteca.
En lo que no puedo coincidir es en el valor atribuido a la nostalgia, que me ha parecido siempre un estado que promueve la desmovilización y la pasividad colocando a las emociones en un limbo artificial próximo al desvanecimiento. Prefiero la memoria.
Una última cuestión. Del cuadro de Millais (los hay mejores), el poema de Anibal Nuñez (encontraré otros) y el Comentario/Presentación de Fernando, me quedo, sin dudarlo, con su prosa cálida y ancha (como Darío...que decía Luís Rosales). En esa excelente pieza memorialista no he leido la nostalgia, aunque quizá la haya, pero si las conocidas marcas de la melancolía.