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NOCHE
Quoi, toujours? Entre moi sans cesse et le bonheur!
G. de Nerval
Tal vez esta noche no es noche,
debe ser un sol horrendo, o
lo otro, o cualquier cosa…
¡Qué sé yo! ¡Faltan palabras,
Falta candor, falta poesía
Cuando la sangre llora y llora!
¡Pudiera ser tan feliz esta noche!
si sólo me fuera dado palpar
las sombras, oír pasos,
decir “buenas noches” a cualquiera
que pasease a su perro,
miraría la luna, dijera su
extraña lactescencia, tropezaría
con piedras al azar, como se hace.
Pero hay algo que rompe la piel,
una ciega furia
que corre por mis venas.
¡Quiero salir! Cancerbero del alma:
¡Deja, déjame traspasar tu sonrisa!
¡Pudiera ser tan feliz esta noche!
Aún quedan ensueños rezagados.
¡Y tantos libros! ¡Y tantas luces!
¡Y mis pocos años! ¿Por qué no?
La muerte está lejana. No me mira.
¡Tanta vida Señor!
¿Para qué tanta vida?
---------------Alejandra Pizarnik
Comentario
Cada vez que se acerca el momento de hacer una propuesta para el blog mi indecisión se multiplica hasta lo impensable. Esta vez no podía ser de otra manera, sin embargo, en medio de mi indecisión, las dos últimas propuestas aportaron el argumento necesario para desequilibrar la balanza. Fue Borges quien ofreció la solución, en el cuento “El espejo y la máscara”.
Debo a Vila-Matas, entre otras muchas cosas, el descubrimiento de Alejandra Pizarnik (el artículo en cuestión se puede encontrar en: http://www.sololiteratura.com/piz/pizreslapoeta.htm). Siempre me ha resultado seductora la fuerza creativa del tormento y atractivos los escritores que se entregaban sin ambages a la exploración de sus abismos. Alejandra Pizarnik es un ejemplo excelente de esa exploración desgarrada, de la seducción por lo oscuro y lo irreparable. La segunda dificultad, inevitable, es escoger un poema, ajustarse a las condiciones del blog. Habría seleccionado algún texto de los Textos de Sombra o Extracción de la piedra de la locura, pero creo que este poema se ajusta mejor al criterio.
El poema pertenece a La última inocencia publicado en 1956, cuando contaba 20 años. Me resultan especialmente turbadores el anhelo y a la vez la incapacidad declarada para gozar de las cosas que se supone deberían proporcionarnos el placer o la felicidad: la noche que ni noche es y que debe ser un sol horrendo; la imposibilidad del contacto más banal, incluso de decir buenas noches a cualquiera que se cruzara con ella; el esfuerzo de tropezar al azar con las piedras, como les sucede a los demás sin proponérselo… en definitiva la desdicha más absoluta y un radical desencuentro con la realidad que es la de los demás. Podría llegar a ser feliz, todos los argumentos que habitualmente se asocian a la esperanza están a su alcance: quedan sueños rezagados, libros pendientes, la juventud, las luces, la lejanía de la muerte, toda esa vida… En otro poema dice “esta lúgubre manía de vivir/ esta recóndita humorada de vivir/ te arrastra alejandra, no lo niegues”. Pero “la sangre llora y llora” y la furia que rompe la piel anula la posibilidad del sentido. Y la terrible pregunta final ¿para qué tanta vida?. La vida, finalmente, deviene insostenible y la realidad se convierte en ciénaga. En otro poema escribe: “Una mirada desde la alcantarilla/ puede ser una visión del mundo”. En definitiva el deseo, como dice en los Textos de Sombra, de un lugar más o menos propicio para vivir, donde poder cantar y llorar tranquila, pero la imposibilidad de encontrar descanso ni siquiera en las palabras que acaban hablando sólo de ausencia y dolor.
En la fábula borgiana de la que os hablaba antes cuenta Borges que el Alto Rey, vencedor de la batalla de Clontarf, le encargó a un poeta la tarea de escribir el poema que reflejara la proeza de la victoria. Hasta tres veces en tres años sucesivos se reunieron el poeta y el Rey para escuchar el poema en cuestión. Tres objetos regaló el Rey al poeta, uno en cada encuentro: un espejo de plata, una máscara de oro y un puñal. El poeta se suicidó al salir de palacio después del tercer encuentro y el Rey abandonó su reino para vivir en los caminos y expiar así su culpa por haber contemplado la belleza en las palabras del tercer poema, una belleza que siempre resulta aterradora y que sólo puede suponer o la locura o la muerte (o ambas en el caso de Alejandra Pizarnik). Los espejos los puso Borges, las máscaras Pessoa y espero haberos ofrecido un buen puñal… o una buena dosis de seconal.
10 comentarios:
"¿Cómo no me suicido frente a un espejo?" y "Recuerdo mi niñez/ cuando yo era una anciana" y "Tengo veinte años/ también mis ojos tienen veinte años"(del poema "El despertar"). "Yo y la que fui nos sentamos/ en el umbral de mi mirada" (del poema numerado "Árbol de Diana"). Todo esto es una selección apresurada de lo que acabo de leer en la antología "A media voz". Gracias, Tío Celerino, por haberme obligado a asomarme, por fin, a una poeta que he ido, por vagancia, relegando a pesar de la insistencia sabia, según hoy compruebo, de muchos de mis compañeros de fatigas, sobre todo uno al que ya no puedo reconocer y agradecer su buen criterio.
No hay capricho en las citas del principio, ni tampoco prurito alguno ajeno a lo que aquí interesa en esto blog. Sólo me sorprende comprobar la correspondencia que hay en el tono y en el sesgo anímico del poema que nos propone T.C. y en los que he tomado, a prisa y a voleo,como referencia. Y me asusta y, al mismo tiempo, me conmueve, el grado de madurez (poética) que manifiesta A.P. a sus veinte años y el grado de depuración expresiva ("recuerdo ni niñez /cuando yo era una anciana").
Si, como canta A.P., la noche tal vez no es noche, me atrevería a pensar que su juventud no fue juventud, al menos en los horizontes desde los que normalmente se acostumbra a contemplar esa edad. Ese poso de desdicha al que se refiere T.C. lo podemos encontrar en toda la producción de A.P. convirtiéndose en una constante y en una de las señas de identidad más acusada de la poeta argentina.
Para un lector como yo, de "vista (ya demasiado)cansada", toda la producción de A.P. se me antoja puro desasosiego, una permanente confesión, meticulosa y sabia, de un sentimiento desgarrado que llega a tocar las raices del abismo.
Aunque no me agrada ese estilo admirativo del final del poema (rasgo muy propio de los libros primerizos), hay que admirarse, sin embargo, del ejercicio de depuración expresiva que va imponiendo A.P. a su escritura, llegando en algunos momentos a darnos "poemas en huesos" ("Cold in hand blues", por ejemplo) descarnados textualmente, muy en la linea del "Stabat" catalán.
Salud para tod@s.
1. Al principio, me despistó su apellido y pensé que se trataba de una poeta rusa que me conducía por el alma desgarrada de algún personaje de Dostoievsky, como Raskolnikov en *Crimen y castigo* o Kirílov en 'Los demonios'. Sigo pensando que el poema podría aparecer sin sobresaltos como un texto nos ofrece el narrador para desvelarnos el alma de alguno de los personajes de una novela de Dostoievsky.
2. Dostoievsky nos ofrece una manera de interpretar nuestra desazón juvenil, desgarrada y grandilocuente, perdida y solitaria, que se reproduce sin cesar en nuestra cultura hasta el punto de que, a veces, vemos esa manera de elaborar el desgarro como la única que es genuinamente fiel a los hechos, la única que no miente. ¿Habitaba en Alejandra un deseo de lucidez o expresar literariamente su furia era el único modo a su alcance para apaciguarla? El agolpamiento en la descripción me parece que la aleja del deseo de lucidez, aunque puede que ella pensase lo contrario, como les ocurre, de nuevo, a muchos personajes de Dostoievski.
3. Después me fui, como Nuño, a *A Media Voz* y descubrí no solo que Alejandra es argentina, sino que su voz se fue depurando maravillosa y sobrecogedoramente.
4. En este poema, solo veo destellos de lo que después será, pero las interjeciones, cuajadas de tópicos y de histrionismo, me alejan de él, como de los personajes de Dostoievsky.
5. Entre esos destellos, destaco "esta noche no es noche,/debe ser un sol horrendo"; 'Pero hay algo que rompe la piel" y el final, estremecedor: 'La muerte está lejana. No me mira...../¿Para qué tanta vida?'
6. Y ahora me gustaría saber, querido Tío Celerino, ¿por qué este poema y no cualquier otro un poco más tardío? No sé si puedes decir algo que me ayude a responder a esta pregunta. Si no pudieses, también lo entendería y todavía me resultaría más interesante dejar que se olvide.
Como Nuño y Pepo, me he ido corriendo a "A media voz" para colgarme un rato de una voz que me resultaba como un llanto en la oscuridad, que no sabes de dónde llega y te conmueve. Me conmueve la experiencia que poder ser feliz y sentir un muro que lo impide "Pero hay algo que rompe la piel,/una ciega furia/que corre por mis venas."
Ese grito contra el guardián de la puerta que es ella misma, me acerca a la poeta. He leído varias veces el poema. Al comienzo me distanciaban tantas interjecciones, me parecía demasiado adolescente. Sólo después descubrí la profundidad de su voz.
Tío Celerino: me encantó tu comentario, es como un cuento o un poema. Lamento no poder responder a tu propuesta como se merece. Me gusta Pizarnik, y a diferencia de los tres comentadores anteriores a mí, si la conocía de antes, había leído, comprado y disfrutado libros suyos, cosa un poco inevitable porque Pizarnik es una especie de ícono en cierto ambiente de poetas argentinos; y también me había inspirado algún poema (para Pepo, que tiene un ejemplar de Los elementos, la Alejandra de "El silencio no existe, dijo Alejandra" es ella).
El problema es lo que transmite este poema, lo que parece que a Tío Celerino le gusta tanto, el tormento y la exploración de los abismos. Estoy en un momento de fragilidad emocional y me cuido de pasearme por los precipicios, no sea cosa que resbale y caiga por sus laderas. Comentar debidamente este poema me obligaría a adentrarme en zonas oscuras... y prefiero quedarme del lado de la luz, para seguir con las metáforas de luz/oscuridad que vienen recorriendo el blog desde hace rato. Hace tiempo que llegué a la conclusión de que para poder regodearnos en el dolor es necesario no estar tan mal como parece. Aun a riesgo de parecer estúpida, prefiero obligarme a pensar cosas plácidas.
Buenas noches.
Alejandra Pizarnik es lo que yo llamo una figura-leyenda, es de esos escritores que ya solo pueden leerse como una textualidad más amplia, que implica también sus interpretaciones y los amores y odios que provoca. Dirijo tres tesis sobre Pizanik y el año pasado estuve en 2 tribunales al respecto. He perdido la cuenta de los congresos y seminarios donde oí hablar de ella. Es un mito para toda una generación de veinteañeras hijas del feminismo francés y de la lectura de Sollers y Blanchot. Hay toda una "guerra" de lecturas, según la tome la crítica española o la latinoamericana y su posicióne en el campo intelectual argentino fue acompañada de toda una "performance" personal que invita a desarrollar esta cosa mítica. A mi me llegó tarde, la conocí por obligación académica y eso me impide pensarla fuera de este contexto. Envidio a quienes la descubrieron de otro modo, o la encuentran por primera vez. Invito a todos a que lean sus Diarios, que son bastante desconocidos en comparación con la poesía, pero que la completan muy bien. De todas formas, pese a los filtros con los que leo este poema comparto la impresión de su carácter todavía tentativo, yo también prefiero a la Alejandra más tardía.
Estoy totalmente de acuerdo con Gotamarina que la literatura sirve pata guiar el ánimo. En absoluto me parece una estupidez usarla como medicina o no usarla según su contenido.
¡Gracias, Bea!
Saludos a tod@s,
Como a Fernando, me llama la atención la expresión del deseo de ser feliz de la poetisa, y su imposibilidad de satisfacerlo “cuando la sangre llora”.
Me aproximo otra vez al poema.
Sabe que puede ser feliz, que le queda mucho por vivir, es plenamente consciente de ello y lo exclama a viva voz, grita.
Tan solo es un momento.
La mención de la muerte me resulta afectada, y mucho más el último verso “¿Para qué tanta vida?” Si esta pregunta retórica la contestáramos siguiendo su discurso, concluiríamos en una serie de respuestas fantásticas que ella misma nos da.
Es transitoria su rabia y no aniquila, más bien empuja a sobrellevarla.
Es posible que en la adolescencia se viva más intensamente la incomplétude social (deseo de palpar las sombras, decir buenas noches a cualquiera…); la necesidad de existir con los otros más allá del vivir con los otros no es una experiencia que se pueda resolver con facilidad.
Pero la pregunta final…esa pregunta creo que solo se puede formular desde ese estado de mineralización en el que los otros no existen, y en el que cualquier percepción se apaga.
Excesivo final para tanta energía desplegada en el poema.
Un abrazo fuerte para todos.
Para Tío Celerino.
Leo en "El País" (14.12.2008; pág.38): "El 13 de marzo de 1973, Juan Rulfo desveló la razón por la que había renunciado a seguir escribiendo: "...Pues porque se murió el tío Celerino, que era el que me platicaba todo".
Siempre me extrañó ese suedónimo. Ya estoy tranquilo. Salud.
Lamentablemente no tengo mucho tiempo para acercarme a otros poemas de esta autora y comparar, como veo que habeis hecho algunos. Me tengo que volver a enfrentar al fragmento y opinar sólo sobre él. Además con una visión reducida, analítica, imposible de arrinconar. Terminé la sustitución lengua y literatura que hacía en un colegio y ahora vuelvo a la academia casera, donde lo que más me piden es ciencias. Llevo ya 20 días que practicamente sólo leo matemáticas,física y química, y compruebo un tanto apenado que se contagia una manera de mirar al mundo, a todo, bastante despegada de lo emocional. Creo que era Keats quien tenía un verso que decía: qué tiene la ciencia que todo lo enfría. Pongo mis esperanzas en esta página para seguir "calentándome" un poco, hasta que me ponga al día en ciertos contenidos básicos y poder volver a la proporción de letras-ciencias que deje el mundo un tanto encantado.
Después de precaverme-os de mi posible glacialidad, coincido con los que habeis dicho que el poema parece un tanto juvenil con tanta exclamación. Y coincido también en que pese a esa juventud logra expresar con una imagen muy exacta (lo veis)la inquietud que recorre nuestro interior muchas noches y nos impide un descanso sosegado. El deseo de la simplicidad de un saludo y nada más, o una charla y nada más, o esto y nada más...el caso es un nada más que nunca se consigue, siempre aparece algo en el caudal nocturno que rompe la sencillez de ese nada más tan confortable.
No coincido con sus expresiones ante la longitud de la vida. Ultimamente me da por pensar que la vida no es que sea larga, sino que es ancha, demasiado ancha, y ya se sabe lo que pasa con lo relativo, en este caso a la longitud. La longitud relativa disminuye si aumentas la anchura, en el caso de nuestra vida disminuye hasta convertirse en una magnitud apenas significativa. En su juventud, a Alejandra parece salirle las cuentas (ya estamos otra vez), a mí no. Como dice Evan Dando, el ex-cantante de los Lemon Heads: there are a million things you will never do. Y con eso hay que tirar alegremente.
saludos.
Querido Pepo, precisamente por eso escogí el poema, por lo que tiene de germen, por los destellos. Me resulta casi imposible romper un trozo de "Extracción de la piedra de la locura" o "Textos de Sombra". Los poemas o fragmentos de esos dos libros cobran todo su peso porque están donde están. Siempre me ha parecido, por otro lado, que una de las funciones del blog era la del descubrimiento. En muchas ocasiones ha sido así paras mí (imposible devolver el favor, ni siquiera en varias vidas, del descubrimiento de Maram Al-Masri, por ejemplo) y esperaba que ese sería el efecto. Por eso no resistí la tentación de colar algunos fragmentos más de otros lugares de la obra de Pizarnik. Me alegra ver que así ha sido. Si el formato del blog hubiera sido otro probablemente habría escogido un fragmento en prosa o un cuento.
Para Nuño: En Bartleby y compañía habla Vila-Matas (de nuevo) del tío Celerino de Rulfo y, además de esa anécdota sobre el silencio literario de Rulfo, cuenta que era un gran ateo bebedor que se dedicaba a ir por los pueblos confirmando a los jóvenes en nombre del obispo. Todo un personaje.
Siento mucho la tardanza de esta respuesta pero la corrección de exámenes y cierta incómoda enfermedad de Bruno (mi hijo pequeño) han hecho imposible escribir antes.
Un abrazo a todos.
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