miércoles, 3 de diciembre de 2008

Fernando Pessoa -propuesta de Nuño

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Nâo basta abrir a janella  (1923)

Nâo basta abrir a janella
para ver os campos e o rio.
Nâo é bastante nâo ser cego
para ver os arvores e as flores.
É preciso tamben nâo ter philosophia nenhuma.
Com philosophia nâo ha arvores: ha idéas apenas.
Ha só cada um de nós, como uma cave.
Ha só uma janella fechada, e todo o mundo lá fora;
e un sonho do que se poderia ver se a janella se abrisse,
que nunca  é o que se vê  quando se abre a janella.
                                                                                                      
                           (Poesías completas de Alberto Caeiro)

No basta abrir la ventana
para ver los campos y el río. 
No es suficiente no ser ciego
para ver los árboles y las flores.
También es necesario no tener ninguna filosofía:
con filosofía no hay árboles: sólo hay ideas.
Hay sólo cada uno de nosotros, como un sótano.
Hay sólo una ventana cerrada, y todo el mundo afuera:
y un sueño de lo que se podría ver si la ventana se abriese,
que nunca es lo que se ve cuando se abre la ventana.

                   (Traductor: Ángel Campos Pámpano) 
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Comentario
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“Hacia el oeste está mi corazón” cantaba un poeta rayano y hacia el oeste está ahora el hogar de Pessoa, al poniente de aquel otro extremo al que  Cavafis supo insuflar nueva savia a la poesía de su lengua, como el portugués lo hace en la suya.  Cavafis y Pessoa, dos extremos que se tocan por el tiempo y por la voluntad creadora, pero que se alejan  en el modo de textualizar su escritura (poemas definitivos, “canónicos”, en Cavafis;  textos dubitativos, en Pessoa) y en la manera de interpretar su existencia (en uno, añoranza del  pasado que termina  y tedio y  desasosiego, en otro).
Aunque mi pasión está en el “Libro del desasosiego”,  he de  someterme a la temática de este blog, algo sumamente complicado porque Pessoa encripta su poesía en el laberinto de una heteronimia ”plural”, tan plural como la vida misma del poeta: con cada heterónimo, como en un puzle, va completando su personalidad dispersa.
Con el deseo de facilitar la significación poética de la propuesta, he elegido un poema del “Maestro”, el heterónimo Caiero, que enlaza  bien con el poema de Cavafis: antirretórica, llaneza y simplicidad en el lenguaje como  remedio mágico para recuperar su “virginidad perdida”, candor en el sentimiento, fe telúrica en el hombre “primitivo”. La estética, pues, sobra y hay que limpiar la poesía de sus afeites.
En cuanto a la traducción, Campos, respeta el tono y la falta de ritmo del texto pessoano.
Salud para todos.
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7 comentarios:

Gonzalo NC dijo...

HOla a todos, por fin he descubierto como se hace esto de los comentarios, soy un analfabeto tecnológico, perdonad mi silencio hasta ahora.
No puedo resistirme ante Pessoa (lo adoro) pero lo que más me entusiasma tras tantos año leyéndolo es la sensación final que me deja, una sensación de estar sieno engañado, maravillosamente engañado. El poeta es un fingidor, ya sabemos... Lo que le duele a Pessoa es que el mundo (y su mundo) no sea tan sencillo como insinúa el poema de Caeiro, por eso pone a Caeiro como maestro del resto, como poeta más alejado en el tiempo (dorado pasado) que sabía estar cerca de la naturaleza (precisamente por medio del no saber). Pocos poetas tan intelectualizados y psicológicos como Pessoa, a fuer de despersonalizarse no halló mejor manera que el deseo imposible de confundirse con la naturaleza. Pero él sabe que es un deseo imposible para él, por eso los versos los pone en boca de un heterónimo, y por eso ese heterónimo es el maestro de lo que el ortónimo jamás logrará.
Quiero decir que lo mejor del poema es que al leerlo siento que el propio Pessoa no se lo acaba de creer. Y no lo digo como una crítica sino todo lo contrario. Su desasosiego por no lograr tal simplicidad no podía tener mejor expresión. Pero el poema es esa ventana cerrada quee promete ver algo que nunca es lo que se ve cuando la ventana se abre.
salud.

Fernando Broncano dijo...

Como a Nuño, mi Pessoa favorito está en el libro del desasosigo, y quizá en otro de sus heterónimos, en R. Reis. Este poema, me fascina por todas las referencias culturales que evoca: la ventana como metáfora de la mente, de la frontera entre lo interior y lo exterior. Es un tratado de filosofía antiplatónica, una inversión del mito de la caverna (Machado tiene también alguna copla conocida similar). Hasta aquí, lo leo como filósofo (por consiguiente caigo en la paradoja que genera el poema, y lo veo como una filosofía sensualista frente al intelectualismo: bueno para comenzar una clase de epistemología. Pero si me dejo llevar, siento que me atrae más la segunda parte. Me recuerda la sevillana: " y es que en amores/ y es que en amores.../las caricias soñadas/ son las mejores", y de pronto se me vacía esa llamada a la mirada desnuda de ideas, que me queda lejos de lo comprensible. Como Gonzalo, me parece que tampoco acaba Pessoa de creérselo, y lo deja en una especie de admonición a una audiencia lejana. Pero... la ventana insuficiente siempre es evocadora.

Josep E. Corbí dijo...

1. El poema está en el hielo por el que el lector se desliza y en el que el poeta se siente atrapado.

2. El poema describe la imposibilidad de romper el hielo imaginando cómo viviría si lo rompiese y una razón (que se le impone como la razón) por la que persiste endurecido.

3. El poema refuerza la solidez del hielo y el lector resbala, dolorido, tras el último verso.

(Mi lectura, como veis, se alimenta de la de Gonzalo (hola, Gonzalo!))

Mª Jesúsearerine dijo...

Lamenté mucho no poder comentar con vosotros el poema que nos envió Carmen (motivos de una espera un tanto difícil me lo impidieron). Esta semana Pessoa, de la mano de Nuño, trae una suave brisa al blog que a mí me parece muy interesante. La reivindicación en los primeros versos de la inocencia, del hecho de contemplar la naturaleza desde la emoción y negando el pensamiento (filosofía, ideas), me recuerda al deseo de pureza, de transparencia, de evasión de la “realidad” de aquellos místicos que a él parece que le disgustan. El conocimiento nos perturba y nos aísla, permanecemos en un sótano, y, soñamos siempre con utopías, parece pensar Caiero...Pero quizá puede suceder que las emociones y los sentimientos sean fruto del conocimiento y de la voluntad. La mirada no es en sí misma nada si no está gobernada por el saber que nos ayuda a “sentir”, (“mis ojos son ojos porque te ven”) y a elegir.
Caiero nos dice en otro lugar que quiere “Decir lo que pienso/sin pensar en lo que pienso” y a mí me parece un hermoso juego de verbos, y una hermosa incompatibilidad de significados. ¿Acaso no construimos siempre la realidad?
Saludos, Gonzalo, me alegra conocerte.
Un abrazo a todos y a todas.

gotamarina dijo...

Me gusta el poema, y me gusta porque siento que no tiene nada que ver con la filosofía, y hasta diría que no tiene nada que ver con la disyuntiva entre razón-instinto o como se quiera llamar a todo eso. Para mí (y por supuesto es un comentario ultrapersonal porque nace de experiencias muy íntimas mías) es una estupenda imagen del estado depresivo, de la nube negra que nos rodea y aplasta cuando estamos deprimidos, que no nos deja conectar con lo real que está delante nuestro, lo real que aún mirándolo no logramos verlo, no logramos tocarlo ni olerlo, cuando el mundo somos nosotros mismos en nuestra desventura, en nuestra desolación, y así como el mundo ajeno nos es inaccesible, nosotros mismos nos sentimos inaccesibles para cualquier mano que se nos tiende; cuando sólo podemos imaginar o idealizar cómo sería no estar deprimidos, porque dentro de la nube negra no vemos salida, ni sabemos por dónde escaparnos de ella... (no sé si se nota, pero me estoy recordando a mí misma a los 15 años y también después para describir esto).

No puedo argumentar que mi interpretación sea mejor que otras, simplemente la imagen del poema, lo que provocó en mí esta imagen, me pegó tan fuerte que me absorbió y se me impone.

Pessoa es uno de esos autores de los cuales (no por elección conciente sino por cómo se fue dando mi vida) leí más SOBRE él que DE él. Tengo entendido que se suicidó, así que no me cuesta nada imaginarlo depresivo.

En fin... lo mejor de la nube negra es cuando cede y se va, porque tira tanto para abajo que apenas nos deja un poco libres salimos disparados hacia arriba, otra vez a respirar aire y disfrutar. Por eso me gusta este poema, porque me transmite una esperanza, aunque aparentemente diga que sólo hay caverna cerrada. Sin "filosofía" sí que podríamos mirar el río y los árboles y las flores, es decir, para mí, sin la nube negra; y por suerte tengo la experiencia de haberme librado de ella, por eso pudeo disfrutar este poema (si todavía estuviera dentro de la nube negra, el poema ayudaría a espesarla).

meteco diletante dijo...

Lo primero que me ha llamado la atención al leer el poema es la tranquilidad con que se lee, como si lo que dijera fuera algo con lo que uno cuenta. Todo es familiar,la imagen de la ventana y los árboles, el afuera, y lamentablemente también la imagen del pozo o del sótano de cada uno, tanto que sólo hace que confirmar lo que uno ya tiene.Tan familiar y sosegado parece todo que tiendo a pensar que así lo escribió, como el que levanta acta de algo, y no como el que informa de nada. Pero también parece que esa tranquilidad que inunda todo viene de saber que no siempre es así, que con eso que dice sólo dice una parte de lo que está anotando en su registro. Sabe que algunas veces ha visto árboles, y que es posible que los vuelva a ver. Aunque también el poeta sabe que él mismo es una ventana abierta por la que miramos el mundo, y que la mayoría de las veces él mismo no puede ver otra cosa que ideas, por mucho que mire fuera, a veces tener el don de la universalidad debe debe de vivirse como ser el rey Midas. Quizás ese sea su conflicto. Pero hay veces, como el resto de los mortales en las que las ideas quedan atrás, o simplemente no las vemos ni aunque queramos, y podamos mirar afuera con cierta naturalidad.

saludos

Beatriz dijo...

A mi este es un tema que me fascina, ya he hablado varias veces en el blog de los "visionarios de lo mínimo", que tienen que ver con la mística, pero también con la poesía. No creo que tener la incapacidad de contemplar lo pequeño tenga que ver con la "filosofía" como dice el poeta, al menos no del todo, no creo que exista una incompatibildad, aunque creo que aquí filosofía es más bien "militancia mental", tampoco creo que el estado depresivo sea un límite, muchas veces la tristeza nos hace ver lo pequeño, aunque no nos produzca placer, precisamente porque nos aleja de lo que creo motiva ese estado de "ceguera", que es el RUIDO de la vida, causado por infinitud de estímulos. La mística, como la poesía son estados que permiten el silencio, y sólo en silencio se puede mirar. Un acto de meditación, creo que la tranquilidad que produce Pessoa es porque invita a eso.