miércoles, 24 de diciembre de 2008

Jenaro Talens | propuesta de Vicente

Cuando el amor inventa laberintos
alguien tiene que perder 
                                                      
Tras tanto viaje inútil, después de tantas tentativas
de fuga, sin saber con certeza qué y adonde buscar, 
sin otras convicciones que la de haber escrito sobre 
lo que viví, o he visto ( a menudo, también, sobre lo
imaginado o por vivir), tantas frases vacías o escasa-
mente necesarias, ahora, de improviso, vuelvo a sentir
cada palabra como un acto de amor. Las alas raramente 
dejan huella. Se mueven con la precisión de un dardo, 
la nostalgia de un fuego donde la voluntad crepita bajo
un difuso cielo de celofán. Y espero. hay una tierra
remota, de voces muy oscuras, de cristales sin cuerpo 
que hunden sus raíces en la noche. Amo cada palabra 
porque me obliga a construir los límites de mi silencio,
como la yedra construye su fidelidad, su sueño, su
armonía, o la espuma rompe sobre la cresta del
acantilado tanto en la calma como en la tempestad.
Amo los sitios donde la luz fue nuestra, el color de
sus nombres, y amo también los que no vimos, porque
habrán de obligarnos a inventar sus contornos,
y su pequeña historia, y unos pocos recuerdos con que
volverlos habitables. Amo, incluso, la muerte, esta
forma de muerte, porque obliga a vivir.   

....................................................Jenaro Talens

......Comentario

Este poema cierra el poemario Proximidad del silencio, Hiperión, Madrid, 1981. Prólogo de Juan Miguel Company. En ese texto, llamado "Del amor y sus ficciones" pp. 11-19, se da forma rotunda, cabal, casi inapelable, a los desgarros "que produjo en el sujeto poético el hundimiento del viejo edificio romántico" ¿ Y ahora, en qué edificio vivimos o, por mejor decir, sobrevivimos?  . 

11 comentarios:

Fernando Broncano dijo...

Hola Vicente, introduces un poema con sosiego y melancolía después de las intensidades emocionales de los últimos. Jenaro Talens pertenece a una generación que me es muy próxima (entre otras cosas se fue de mi departamento cuando yo llegué y su sombra aún se siente). Es un poeta que se interna en la metafísica a menudo (y yo en su poesía aunque no con la fidelidad que debiera). Este poema que envías es triste como todos los cantos crepusculares y al mismo tiempo tiene una reivindicación de la palabra como lugar de resistencia, como la Kamchatka a la que nos iríamos para soportar el juego de la vida. Me resulta más una reflexión epocal y generacional que personal. Es la experiencia de una gente y un momento, que ya dudo que sea la presenta (aunque tal vez sí la mía, en términos de generación, me refiero). Después del después. Estoy escuchando a Keith Jarret mientras comento este poema y siento como si el tiempo de nuestra vida fuese realmente como un día de invierno en el que soñamos sobre el último día del verano: "Amo los sitios donde la luz fue nuestra, el color de
sus nombres, y amo también los que no vimos, porque
habrán de obligarnos a inventar sus contornos,
y su pequeña historia, y unos pocos recuerdos con que
volverlos habitables." Estoy y no estoy en el poema. No sé en dónde.

Josep E. Corbí dijo...

Leo "....Vuelvo a sentir cada palabra como un acto de amor" y tiemblo. Reconozco en esas palabras un descubrimiento que es reciente en mí, pero no sé del todo cuál. Mi experiencia apunta a la forma que cobran los músculos de mi abdomen cuando logro escribir una palabra verdadera; en realidad, el criterio de la verdad de esa palabra es esa misma tensión muscular y cierta forma de sosiego que parece nacer allí y se diluye lentamente en el día. "Amo cada palabra porque me obliga a construir los límites de mi silencio,....." Oh! Esa no es la manera en la que cada palabra es una acto de amor para mí. Siento, además, que tampoco puede serlo para el poeta, suena a hueco: 'construir', 'límites'. Si esas palabras tienen que ver con el amor, será el amor matrimonial, esa entelequia social ('fidelidad', 'sueño', 'armonía'). ¿Hemos concebido nuestra vida como la búsqueda de un ideal y lo hemos vestido de blanco? ¿Por eso estamos desencantados? ¿Por qué ese ideal es inalcanzable? ¿Por eso decimos que hemos muerto? Ya estábamos muertos si ese era nuestro ideal y si de la palabra 'ideal' pendían nuestras vidas.

Como veis, coincido con Fernando en que el poema está anclado a una visión de la vida particularmente arraigada en cierta generación; las imágenes del mismo no consiguen, a mi entender, desgarrar esa visión, sino describirla con gestos accidentalmente renovadores. Agradezco, sin embargo, esta imagen 'vuelvo a sentir cada palabra como un acto de amor', cuyo secreto todavía no he sabido descubrir.

Fernando Broncano dijo...

Disculpas por la insistencia: como veo que el personal anda de vacaciones, y yo también estoy ahora haraganeando por la red, querría volver sobre mi comentario a propósito de una breve conversación que mantuvimos ayer Nuño (Jesús LS, lo siento, no puedo llamarte con nombre tan castizo, se me hace un caballero de ciento veinte kilos vestido de armadura y no es el caso). Me contaba Jesús, atravesando ambos un helado bosque de robles amenazado por una tormenta de nieve, que Jenaro Talens le había enfadado en una entrevista en un periódico nacional, que, después pense, yo también había leído y también me había enfadado. Decía allí JT que el estaba en contra de esa idea romántica de la poesía en la que el poeta llenaba de mugidos personales el ya ruidoso ambiente cultural. Que él hablaba desde sí, pero no de sí. Sospecho de nuevo que esa es una de la más falsas trampas, muy generacionales, de alguna gente: pensar que se puede tener una perspectiva personal que no sea también una perspectiva sobre uno mismo. Esta poesía, ahora que leo también lo que dice Pepo (siempre tan visceral (sensu stricto) en sus imágenes), me parece que descubre cuántos autoengaños tienen ciertas generaciones pensando que piensan el mundo cuando sólo se ensimisman en sí mismas. Sorry, estoy algo filosófico esta mañana.

gotamarina dijo...

Fernando, ¿será que no has comido? Mejor! depués de tanta fiesta y comilona hay que cuidar la línea y el aparato digestivo! ;-)

La verdad es que los comentarios de Pepo y Fernando me han ayudado a entenderme un poco con este poema, que me tiene más bien perdida. No sé nada sobre Jenaro Talens ni la generación a la que pertenece, entonces me encuentro sola ante este poema y me despista; los comentarios de ustedes me han ayudado a orientarme un poco más. Esta ambigüedad en lo que propone, por ejemplo, y el hecho de que sea un aire de época.
Por ejemplo, me gusta "Las alas raramente dejan huella" porque unido al amor, se me junta con la imagen barroca del Dios Amor como angelote y me gusta la liviandad de las alas que casi ni te rozan pero te enamoran; pero a continuación viene "se mueven con la precisión de un dardo" y aunque continuarían alimentando la imagen del angelito que tira flechas, siento las dos imágenes contrapuestas: alas que no dejan huella pero tienen la precisión de un dardo... me pasa con más imágenes: el "difuso cielo de celofán" (el celofán no me lleva a la sensación de lo difuso), etc. Está bueno este efecto, me hace chirriar el cerebro, pero también me desconcierta y no sé hacia dónde va el poema.

Coincido con Pepo también en la oposición entre "cada palabra como un acto de amor" y "construir los límites de mi silencio"; y también con Fernando en el placer de "Amo los sitios donde la luz fue nuestra, y el color de sus nombres" pero la continuación del verso me resulta tan forzada como lo de "construir los límites de mi silencio".

En cuanto a la idea de la muerte no la veo como Pepo, como el estar muerto por haber sujeto nuestra vida a un ideal, aunque muy bien podría ser esto; en relación con el amor, me la imagino como que ante el desgarro del amor perdido nos sentimos morir, pero más vale seguir viviendo (perdón por mi prosa tan llana, se arruinó la caldera anoche, hace frío y es domingo y dónde consigo hoy alquien que la arregle, y me he levantado prosaica esta mañana).

La verdad es que no me queda claro si el poema habla del amor perdido (el de los laberintos del título) o del amor naciente (el de "vuelvo a sentir cada palabra como un acto de amor"). En fin, nada muy claro, debe de ser el frío que no me deja pensar.

Lo que sí me gusta son las aliteraciones (¿se dice así?) de algunos versos, como todas las T del primer verso, todas las A del de las alas. Y una gran duda: ¿cómo es el poema en su publicación original: está escrito en prosa, o los versos son éstos tal cual se ven en Pan de humo (incluyendo el "escasa- mente" cortado de uno a otro), o el editor del blogger otra vez nos jugó alguna pasada?

Espero que todos hayan pasado unas buenas navidades (parece que sí) y que terminen bien lo que queda de este año reciban muy bien el que se viene!

Nuño dijo...

Si he de ser sincero ( y debo serlo) tengo que confesaros que, por primera vez en esta "tertulia", no me sentía con "fuerzas" para intervenir porque mi historia particular en relación con la obra de Jenaro Talens se ha construido a base de encuentros fortuitos de muy distinto signo y con resultados muy contradictorios.
En los años ochenta, sin haber leído ningún poema de J.T.,tuve que recurrir, por necesidades docentes, a su trabajo "Teoría y técnica del análisis poético" (Cátedra,1978) del que quedé satisfecho.
Cuando apareció la antología "Ínsulas extrañas" volví a encontrarme de nuevo con J.T, ahora ya poeta, con cinco poemas que no me desagradaron pero que me hicieron dudar del criterio de los antólogos.
El otro encuentro es al que se refiere, en su última intervención, Fernando, que refleja muy bien la inquietud y la molestia que entonces sentí.
Pero ahora la propuesta de Vicente, propiciando este último encuentro fortuito, me ha permitido, gracias a au inquisitivo comentario, poner las cosas en su sitio y curarme de aquella vieja zozobra y también de aquel malestar.
Llevo desde el miércoles leyendo y leyendo "Cuando el amor inventa...", deshaciendo el poema y rehaciéndole y, por fin, me he dado cuenta de que la salida de este callejón estaba en el interrogante de Vicente: vivimos en un edificio "funcional" construido a base de todo "lo bueno" que de la modernidad hemos recibido y debemos enriquecer: cayó el romanticismo y sus maneras son ceniza, pero ese yo se prolonga hasta nuestros días y un ejemplo de ello lo tenemos en el poema de J.T.
Poema que, en realidad, es una "poética", un manifiesto de lo que para J.T. significa la poesía. Más claramente: lo que en 1981 defendía como teoría de la poesía. Desde esta perspectiva se me aclara el texto "Cuando el amor inventa...": amor a la palabra (muy en consonancia con la "generación del lenguaje" en la que se incluye a J.T.), rechazo de todo lo superfluo e innecesario ("tantas frases vacías") (léase "poesía del silencio"); rechazo de esas experiencias y de ese experimentalismo y de todo automatismo poético que se dio en los años setenta ("tanto viaje inútil", "tantas tentativas de fuga..."); las palabras ("las alas raramente dejan huellas"; J.T. tiene un poemario titulado "El vuelo excede el ala") son el tesoro que debe desenterrar ("bajo el difuso cielo de celofán") y es el material preciso ("precisión de un dardo") con lo que el poeta crea su texto. Esta reivindicación del lenguaje, este sometimiento a la palabra, implica una severidad verbal, una especie de calvinismo ligüístico que le obliga a silenciar todo aquello que estiman pura hojarasca ("límites de mi silencio") y a proclamar con orgullo esta elección como "una forma de muerte": muerte del adorno superfluo, sacrifio ritual ante la "calidad" desnuda y precisa del poema.
En fin, el "sujeto vacío", el "hablar desde mí" no se cumple en esta "poética"; más bien es una constante reiteración del yo, de un yo muy redundante.
Perdonadme esta demasía. Salud para tod@s y felices fiestas.

gotamarina dijo...

Hola Nuño
Gracias por tu mensaje, me resultó muy iluminador. Estaba perdida con el poema, como ya dije; lo leía por el lado del amor interpersonal y no había pensado en que la mejor lectura era la teórico-poética, por decir así. Muy interesante tu análisis, gracias!
Feliz Año!

Josep E. Corbí dijo...

COMENTARIO DE VICENTE PONCE, CUYA IMPERICIA INFORMÁTICA ES MOTIVO DE OTRAS CONVERSACIONES:

Hubiera querido entrar antes a contrastar los comentarios suscitados por el poema, pero mis ignorancias informáticas crónicas lo han impedido y mis escasas intervenciones en el foro las han agravado, de modo que agradezco a Pepo, una vez mas, su amistosa ayuda. Bueno, este poema de Jenaro Talens me parecía transversalmente navideño, porque es un supuesto "rinascere" del sujeto poético predispuesto a un cambio no catastrófico (que diría Bion), característica del fin de año y los "absurdos balances" que conlleva, sean de una empresa de embutidos, de lencería o de muebles o de los sujetos, inmersos en un pensamiento mágico que se arrastra secularmente ante el cambio de año, fecha propicia para los actos de contricción y "buenismo".
Me sorprende tu comentario, Fernando, porque intuyo divergencias y pre-juicios con el poeta, cuya sombra se siente todavía en tu Departamento, que se trasladan al poema, y cuya trayectoria le coloca en las antípodas de la metafísica y muy cerca de esa predisposición de los metapoetas (excluidos de la operación de los novísimos) por una "práctica no poética de la poesía", es decir, por una suerte de materialismo asilvestrado a partir de los materiales (el lenguaje singularmente) que construyen el espacio poético. Tampoco coincido contigo en que sea la experiencia de "una gente" (¿quienes?) y de un "momento presente" (¿cual?) cuando la advocación concreta del poema es el amor, cuya intemporalidad es manifiesta aunque haya servido para recubrir y ventilar otras cuestiones como la historia nos enseña. Entiendo que lo mas fértil de tu comentario es ese estar y no estar en el poema, ese cruce de coincidencias y divergencias, mas allá de lo generacional (término adecuado para antologías pero no para todo a no ser que te abraces el tópico) con el que coincido totalmente.
De igual modo me sucede con el comentario de Pepo. No entiendo esa "visión de la vida arraigada en cierta generación" (¿cual, que características tiene, quienes forman parte de ella, que textos poéticos la sustentan?), que se me antoja la formalización culta de un pre-juicio hacia el nombre del poeta más allá de su discurso. Tal prejuicio es escasamente razonable, porque malversaríamos, por ejemplo, la poética de Ezra Pound dado que era un fascista, la de Gottfried Benn por condescendiente con el fascismo, la de Pablo Neruda o César Vallejo por comunistas, la de Walt Witman por coprófago, idealista y pastoril o el quehacer completo de, un suponer, la "generación" de los postistas o de los poetas "del régimen" (Leopoldo Panero, Luís Rosales y compañía) ateniéndonos al criterio de que planteaban visiones epocales. Tengo una infinita curiosidad por conocer vuestros argumentos, y no solo vuestros juicios sumarísimos, acerca del ensimismamiento, la farsa y el autismo de esa generación, que no acierto a prolongar más allá de Jenaro Talens, a partir de este poema en concreto.
Creo que tu comentario, Nuño, evidencia y reconstruye esa molestia con el nombre, con el poeta. No te suscita gran simpatía pese a la valoración académica que puedan promover algunos de sus trabajos teóricos. Sin embargo, coincido contigo en lo que calificas de un manifiesto, aunque creo que no lo es tanto si atendemos al criterio procesual: dentro de Proximidad del Silencio (un título de poemario muy declarativo) este poema abrocha y cierra toda la operación poética planteada, que es muy desigual, muy poco compacta. Este poema, tienes razón, se desprende de otros anteriores, concretamente de El vuelo excede el ala (titulo que tomó de Eduardo Hervás), quizá el núcleo radical de la etapa metapoética y para mi su poemario mas contundente. Y, bien cierto, es de un narcisismo primario estomagante, pero en este negocio de la poesía es un síntoma, como sabes, frecuente y perenne. Su despedida de la metapoesía es gradual y comienza a profundizarse, creo, en Tabula Rasa hasta confluir, desde hace ya algunos años y algunos libros, con la llamada poesía de la experiencia. Como muy bien resumió Francisco Brines en una presentación poética, "Jenaro había vuelto al redil".
Me resulta particularmente estimulante el comentario de Gotamarina, porque prescinde de la generación y los aires de la época y se dirige al encuentro con el poema como un acto de discernimiento y duda, como una invitación a co-habitar sin memoria con las palabras, tras las cuales hay un espejo o la niebla o ambas cosas. Es un poema en prosa que he intentado transcribir tal y como aparece publicado sin conseguirlo totalmente y con errores que, no obstante, no traicionan la estructura dado que no hay versificación convencional y si bloque de palabras de medida aleatoria.
Desde luego cabría deducir que Jenaro Talens me es muy simpático o comparto "generación" con él. Hemos sido,si, buenos amigos que se conocían y se respetaban los límites. Estoy convencido de que un escritor, sea o no poeta, habla desde si mismo y no necesariamente de si mismo, ateniéndome a que esa quebradiza instancia llamada yo nos es parcialmente desconocida merced a la presión de otra instancia que ignoramos y que se ha dado en llamar inconsciente, que es la única región psíquica que dice nuestra verdad a nuestro pesar. Identificar el texto de, por ejemplo, Balzac con una prolongación transparente de si mismo ( y el ejemplo es aplicable también a los poetas) me parece, hoy, algo naif.
Bueno, el poema propuesto me interesa por el tono declarativo que brota de la formalización en prosa, porque respira "profesionalidad" poética con la voluntaria gradación del pasado al presente dejando al amor como gozne y perspectiva de futuro y a la palabra plena como conector privilegiado con los sentimientos olvidando la palabra vacía que sirvió solo para fortificar el yo y no este nosotros al que ahora apela.
Pero lo que me produce empatía y simpatía es que he vivido el amor inventando laberintos y me he perdido. He podido caer en las trampas de la palabra excesiva, saturada, incapaz de calcular el silencio, pues la palabra con-vence no pocas resistencias a la seducción y he buscado construir los límites de mi silencio para prolongar una felicidad que se descomponía. Y, con todo, estoy y no estoy en el poema.
A tenor de los comentarios, quizá no fuera una incongruencia proponer en el futuro poemas sin firma, sin autor. Si no os oponéis a ello, me gustaría proponer los que me correspondan de ese modo. Extensos saludos para todos.

Fernando Broncano dijo...

Lo siento Vicente por los juicios sumarísimos, es un problema de los comentarios tan sumarios que permite un blog. Generalmente respondemos con un rápido examen de nuestra reacción al poema más que con una larga disertación sobre el poema mismo. A todos los que hemos propuesto poemas, amando al texto y a veces al autor, nos sorprende y generalmente molesta un poco esa respuesta que tendemos a juzgar de poco reflexiva. Disculpas.
Por lo demás tengo mis discrepancias nada personales con este poema, pues no conozco ni a Jenaro Talens ni suficientemente su obra, ni siquiera pertenezco a los círculos poéticos (por suerte, ya tengo suficiente con los venenosos círculos filosóficos). Creo que no lo hemos interpretado como un poema de amor, como hace Marina, básicamente porque lo que se cita como objetos de amor: las palabras, los sitios y los nombres, no suele uno considerarlos como núcleos de poemas amorosos (si lo son, uno diría, es por sustitución: si no puedes amar a alguien amas las cosas). En este caso es más una declaración de amor al lenguaje, algo que tiene que ver con el compromiso poético (metapoético) del poeta, pero no sé si con la experiencia de la persona. La metapoesía, como el meta-arte en general o la metafilosofía, son parte de la tradición, pero uno tiene derecho como lector a estar aburrido por la corriente. Todo el arte contemporáneo tiene algo de conceptual y auto-reflexivo. Muchos lo entendemos y discrepamos, en el sentido de que algo puede entenderse y resbalar por la piel sin tocar ninguna fibra. Podemos hablar de estética durante mucho tiempo: sobre como la poesía se ensimismó heideggerianamente en el lenguaje y se olvidó de la realidad. Y sigo pensando que es muy generacional: eso sí es un prejuicio que tengo con ciertos lenguajes. Es fácil comprobarlo: abránse las páginas de poesía española contemporánea, contrapónganse a las latinoamericanas y se verá muy claramente cuán generacionales son ciertos temas y formas. Lo siento por el prejuicio. Este poema, después de todo, es de los ochenta. Leeré más y mejor a Jenaro Talens.

Nuño dijo...

Siento, Vicente, de verdad, haber golpeado "los límites" de esa amistad tuya con J.T. No era mi intención, así que vayan por delante mis disculpas. De alguna manera, creo que intuía estos posibles roces que la estrechez de un blog imponen cuando confesaba que no me sentía con "fuerzas" para entrar en esta tertulia. De todas las maneras, permíteme puntualizar sobre algunos aspectos de mi comentario y del tuyo.
A J.T. no le conozco personalmente y la inquietud y molestia a las que aludo, como es lógico, tienen un origen, ante todo, de orden literario: la controversia de tendencias, las responsabilidades personales y sus consecuencias. Pero también tocan de alguna manera al talante individual: el juicio restrictivo de uno acaba tintando la figura del que lo emite (Precisamente esto es lo que sucedió con esa citada entrevista).
Pienso, Vicente, que más que la simpatía es la satisfacción lo que busca quien acude a un texto académico. Esta primera parte de mi comentario es historia en realidad, no es "poética" y por lo tanto no afecta a la creación de J.T. En cambio, la segunda parte sí, entro de lleno en ella, pero ceñida exclusivamente a un poema de 1981, no a toda la obra de J.T., sino exclusivamente a "Cuando el amor inventa laberintos, alguien se tiene que perder" (añado el "se" porque afecta bastante a la interpretación que se haga). Atendiendo a ese "criterio procesal" del que hablas, interesa mucho saber que es el último poema (en prosa) del libro, un especie de epílogo, remate final del poemario y, es curioso porque se suele decir que J.T era reacio a todo manifiesto: me reafirmo en que todo el poema en prosa se reduce a un "ars poetica" y así debe interpretarse: el amor es cariño a la lengua, es mimo, devoción a la palabra; todo lo demás es la circunstancia material que realza ese culto. A partir de 1983, con "Tabula rasa" tendremos otro J.T. ya en el redil del que hablas , pero que no afecta a tu propuesta, aunque aquel malestar mío sí que tenía algo que ver con ello. Malestar y zozobra de los que me declaré, Vicente, en el comentario ya curado. Eso espero. (También sinceramente: prefiero al J.T. académico que al poeta). Salud para tod@s.

Josep E. Corbí dijo...

En mi comentario, traté de expresar tan solo lo que el poema me hacía sentir, a sabiendas de que ese sentimiento estaba contaminado por lo que sabía del poeta, pero también del proponente. Si lo primero me disponía a la sospecha, lo segundo alimentaba la confianza. Esto último es lo que me condujo a leer y releer el texto. Al final, no pude dejar de sentirlo como un ejercicio del pensamiento más que de la emoción y, como tal ejercicio, no me resultó revelador. Sentí que el poema estaba anclado en la idea de desencanto, a pesar de su declaración explícita de haber sido capaz de salir del mismo a través de alguna de las formas del amor. Ese anclaje lo encontraba en el uso de términos un tanto ajenos a una experiencia no idealizada del amor. Y eso es lo que me condujo a pensar que el desencanto lo era de un ideal que, por la naturaleza de los términos, me pareció mesiánico y, en ese sentido, en el centro de la experiencia de una generación, la que luchó contra el franquismo y quedó contaminada en su núcleo por la necesidad de un plan redentor que, al mostrarse como ilusorio, conduce a la experiencia de la absurdo y a cierta forma resentida (la historia no me da lo que merezco) de vacío. Naturalmente, esta no es más que una nueva versión del nihilismo que nace de la muerte de dios y, por tanto, de una visión de la vida que es heredera de la religiosidad. Yo no estoy, naturalmente, libre de esas trampas; de hecho, trato de deshacer cada día sus múltiples hechizos y, en ese ejercicio enormemente revitalizador porque busca reencontrarse con la experiencia y dejar de lado los ideales diseñados para postergarla y someterla, este poema me he hecho ver más a alguien que está aún más atrapado en ellos por creer que está libre que Kafka, quien describía cuidadosamente los barrotes de su jaula a sabiendas de que no había esperanza para él.

Y, desde luego, no veo inconveniente en que se publiquen poemas sin mencionar al autor para que su conocimiento no contamine la lectura. Entiendo, no obstante, que, tras los comentarios, debería aparecer para reconocer su autoría.

gotamarina dijo...

Hola Vicente, me gustaría decirte algunas cosas pero como tu voz me suena más desconocida que la de los demás comentaristas habituales de Pan de humo, estoy inquieta por cómo te tomarás lo que digo, siento que no te conozco (a casi todos los demás no los conozco en persona, pero los voy conociendo por lo que comentan y a veces me parece que podría imaginar sus reacciones).
Sinceramente, no entendí casi nada de tu comentario. Lo que pasa es que hace apenas cuatro años que vivo en España, y con muy poca actividad literaria fuera de Pan de humo, y sobre todo nula participación en círculos literarios de ningún país, por lo tanto hay montones de cosas contextuales de tu comentario que desconozco y no entiendo. Te agradezco la mención favorable a mi comentario, pero me asombra mucho que los demás te sonaran ofensivos. Sin entender el contenido de tu comentario, me queda clara la sensación de que te ofendiste, y se me ocurre que puede ser porque al tener una relación personal con el poeta propuesto, te has sentido tocado como si hablaran también de vos (tal vez por eso te pareció que los comentaristas habían opinado por su conocimiento del autor, y no por lo que les producía el poema). Por supuesto que no estoy en la mente de nadie (a veces ni siquiera en la mía propia) pero no siento que ni Fernando, ni Pepo ni Nuño hayan comentado el poema con mala leche. Proponer los siguientes poemas sin decir el nombre de su autor podría cambiar mucho el juego de los comentarios, pero a primera vista no sé si me interesa el cambio. A mí me gusta cuando algún comentarista puede aportar algo más sobre el autor que yo no conozco; además, cuando el autor propuesto es desconocido para mí antes de comentar intento buscar más poemas del mismo autor en la web para hacerme una idea (precaria y esquematica, claro) del resto de su obra. De todas formas, si es lo que tú quieres hacer en tus próximas propuestas, ok, pero pienso que pasada una o dos semanas estaría bueno que se devele la incógnita, para permitirnos profundizar si tenemos ganas.
Lo más estimulante para mí de tu comentario es el final, cuando decís que el poema te produce empatía porque tú también has vivido inventando laberintos para el amor, etc; en esa parte hay una forma de acercarse a la literatura y a lo que uno le pasa con ella que la puedo entender mejor, y con la que puedo dialogar.
Felicidades... con la caldera arreglada todo se ve de otro color.