miércoles, 11 de marzo de 2009

Leopoldo Panero | propuesta de Beatriz

.
Escrito a cada instante

Para inventar a Dios, nuestra palabra
busca, dentro del pecho,
su propia semejanza y no la encuentra,
como las olas de la mar tranquila,
una tras otra, iguales,
quieren la exactitud de lo infinito
medir, al par que cantan...
Y Su nombre sin letras,
escrito a cada instante por la espuma,
se borra a cada instante
mecido por la música del agua;
y un eco queda solo en las orillas.

¿Qué número infinito
nos cuenta el corazón? Cada latido,
otra vez es más dulce, y otra y otra;
otra vez ciegamente desde dentro
va a pronunciar Su nombre.
Y otra vez se ensombrece el pensamiento,
y la voz no le encuentra.
Dentro del pecho está. Tus hijos somos,
aunque jamás sepamos
decirte la palabra exacta y Tuya,
que repite en el alma el dulce y fijo
girar de las estrellas.

...........Comentario

Me gusta este poema porque me siento mecida por las olas en día de sol infinito y luz brillante como el que hace hoy en Valencia, me gusta porque leerlo me hace sentir en casa, en la playa de mi niñez… cuando intuía que en murmullo del mar y en la luz del horizonte se escondía algún secreto que me hacía sentir tan bien. Supongo que tiene que ver con su ritmo cadencioso, que mece… porque si me paro a leerlo en detalle lo que dice no tiene demasiado que ver (o no tiene que ver del todo) con mis asociaciones inconscientes, entonces, cuando leo lentamente, se me plantea un desafío intelectual en varios frentes: el de un Dios permanentemente ausente, que “se inventa” (la creación como des-creación, no puedo dejar de acordarme de Weil), el del encuentro entre poesía y mística: la palabra como magia, performatividad, pero también su imposibilidad. Creo que, además, lo interesante del poema es que no hace falta ser creyente más que en la palabra para aceptar el desafío de la búsqueda y preguntarse por ella.
.

18 comentarios:

Nuño dijo...

Para un creyente como yo de la palabra que no de la divinidad, me resulta, Bea, más hermoso tu comentario que el poema. Por eso añoro en estos momentos no ese "sol infinito", sino su "luz brillante" y ese mar tan humanizado que en cada ola lanza un poco de su secreto, tu secreto.

Acabo de visitar el libro al que pertenece tu poema propuesto y que le sirve de título. Y me doy cuenta de que has acertado a elegir porque en un libro de aluvión como es éste (de acumulación de los poemas de la década de los cuarenta, sin sujección un plan previo de ordenación)) resulta muy difícil dar con el más adecuado. Esos dos versos centrales "escrito a cada instante por la espuma,/se borra a cada instante" y "su ritmo cadencioso" que mencionas, salvan al poema y me ayudan a olvidar el hondo significado histórico-literario que esconden esas mayúsculas (Su, Tuya) y ese intento de una mística inusual con el espectáculo "de un Dios permanentemente" presente en el texto.

(Por cierto, debe corregirse la forma: porque los doce primeros versos forman la primera estrofa, y los otros doce la segunda; y los versos "nos cuenta el corazón?/ Cada latido" en realidad son un sólo verso formado por esos dos hemistiquios; y lo mismo sucede con los dos versos "Dentro del pecho está/Tus hijos somos,").

Salud para tod@s.

Fernando Broncano dijo...

Como a Nuño, no es Dios la palabra que para mí hace hermoso el poema. Me gustaría hacerlo más autorreferente y sustituir "Dios" por "corazón". Se vuelve redundante al tiempo que confirma el sentimiento de familiaridad que cita Bea en su bello comentario. Al leerlo como una pregunta al corazón propio por su mismo significado, el poema me lleva por un sendero misterioso: leía estos días El extraño de Jean-Luc Nancy, en el que se refiere a su corazón transplantado como algo extraño; y esta mañana, dolorido como me ocurre a veces por los achaques de un cuerpo que está hecho de vísceras que toman sus propios rumbos, me unía a aquél mismo sentimiento de estar y no estar en el cuerpo, de preguntarle como se pregunta a un extraño más que encontrar en un cuerpo propio respuestas inmediatas. Y me encuentro ahora con el poema, loleo como una pregunta al corazón y me resulta inquietante ese separarse del latido para buscar en él un sentido.
Aunque sí, lo encuentro: pero no siempre en modo apacible. Como todos los discursos que tienen la voz de otro a veces se desborda y aleja, a veces tiene ritmos que no son los míos, se va de vacaciones y se olvida de mí, tiene su propio camino, como le ocurre a las otras vísceras. Ocurre entonces que las preguntas que el poeta hace al corazón dejan de tener fáciles respuestas. Porque a veces las estrellas también se aceleran y dejan de tener un dulce y fijo girar. Otras veces, como lee Bea, están ahí, familiares y acompañantes.
Pero no siempre.

Josep E. Corbí dijo...

1. Como a Bea, lo que más me gusta del poema es su ritmo; me conduce a alguna orilla del mar Mediterráneo, me siento sobre la piedra o la arena, y escucho, me dejo mecer e invadir. El ritmo del poema evoca en mi el ritmo de esas olas, no las olas de otros océanos y mares más aguerridos e inquietos.

2. En cuanto al contenido, el primer verbo es 'inventar' cuyo objeto directo es un sustantivo 'Dios', que está en mayúscula. Eso me hace me pensar que el dios que se busca no es el dios al que una religión que se toma en serio a sí misma nos tiene acostumbrados; pero el poema parte de esa referencia (el poeta se mantiene fiel a la mayúscula inicial, también en los pronombres, como en los textos religiosos. Tal vez, lo utilice como un recordatorio de la naturaleza de su búsqueda. Hay, no obstante, una excepción, al final de la segunda estrofa, en la que un modesto signo de puntuación enmascara la mayúscula y, con ello, a la divinidad: quizá una manifestación ortográfica del inventar con el que empieza el poema) para alejarnos de ella y dar con una forma de encuentro con lo sagrado que es a la vez rítmico y esquivo. La continuidad del ritmo permite mantener la ilusión de que lo esquivo, la fuente profunda del sentido, volverá a nosotros sin apelmazarse, a diferencia de lo que ocurre con los sustantivos.

gotamarina dijo...

Parece que la propuesta de Bea consiguió la respuesta más unánime hasta el presente. A mí también me gusta mucho más las sensaciones de mar que despierta el poema que la búsqueda religiosa, y me parece bello el comentario de Bea. Las sensaciones de mar de este poema me encantan, son sublimes. La búsqueda religiosa no me llega... tal vez si se refiriera a otra cosa, como intenta Fernando, o a otra forma mística... pero las mayúsculas y la palabra Dios me remiten a la institución religiosa, que no es lo mío. El mar, en cambio, mar-avilloso.

Beatriz dijo...

Mi impresión ha sido siempre que el verbo "inventar" determina el sentido del poema y permite llenar con lo que queramos ese "Dios", que si está en mayúsculas es porque tiene carácter de Significado Trascendental, sea la Palabra, el Corazón o lo que cada uno necesite poner. No veo una búsqueda canónica de lo religioso, sino la deconstrucción de este sentido... No sé... siempre lo leí así

Mª Jesúsearerine dijo...

He intentado alejar de mi lectura cualquier vínculo con lo religioso atendiendo a las palabras de Bea, pero no he podido. Aunque sustituya a Dios por la Palabra o por el Corazón, el poema me devuelve una y otra vez la idea de la búsqueda de un dios que nos marque el camino, a la búsqueda de un bien que no está en este mundo y a un deseo permanente por encontrarlo.
Es la presencia de ese dios la que notamos solo a intervalos (“Su nombre escrito por la espuma”, “un eco queda solo en las orillas”). Una presencia asociada a un mar en calma, a la exactitud de lo infinito y al dulce y fijo girar de las estrellas. Una presencia, en fin, ecuánime, hermosa, magnánima y tranquila, muy alejada de las turbulencias de nuestro ser.
Ahora son mis prejuicios los que me alejan del poema, mi falta de comunión con sus palabras, mi deseo de encontrar belleza en el caos y en lo heterogéneo de mi mundo. Porque cada día soy más terrenal y más de barro. Y esto no lo digo con énfasis, ni porque crea que mi punto de vista es el correcto. Seguramente son mis prejuicios los que me alejan tanto del poema que hasta las imágenes me resultan tópicas.
Por cierto, ayer en Valencia el caos era enorme... y los rostros sonrientes. Así que, contemplada tanta felicidad, me marcho a Milán y de allí a Florencia.
No hay quien me entienda.
Muchos besos a tod@s.

meteco diletante dijo...

Coincido con los que habéis dicho que el “inventar” a dios inicial sitúa al poema al margen de una búsqueda religiosa entendida en sentido tradicional, una búsqueda de un dios de una religión positiva. La cosa queda como la búsqueda de una trascendencia en general, o de un dios personal, íntimo e interior, muy al estilo de finales del XIX. No tengo prejuicios para cualquiera de las opciones, incluso si se tratara de una búsqueda real de un dios trascendente, fui creyente y ya no lo soy, pero guardo muy buen recuerdo de la etapa en que lo fui y no me plantea ningún problema la literatura religiosa.

Lo que más me gusta del poema es la semejanza entre el mar y el corazón, y la indicación de que la búsqueda de dios no se centra en palabras, sino en números. Al hombre siempre le ha abrumado el número en la naturaleza y ese número siempre fue la base de su diálogo con dios. Así como los griegos cuando hacían matemáticas creían descifrar el lenguaje divino, los cristianos siempre recurrían al número en la naturaleza para afirmar la existencia de dios, a lo infinito del número con que se muestra todo en la naturaleza y a la regularidad con que se gestiona ese infinito, como las olas del mar y los latidos de nuestro corazón. El poema declara lo erróneo de intentar ir con el pensamiento articulado, con la palabra, al reino del número, de la magnitud, lo inefable que resulta el dar cuenta con palabras de lo que sólo se puede sentir con números.

Me gusta también mucho otra semejanza, la de ese dios que se inventa con la espuma de las olas. A dios nunca se le tiene seguro, siempre se desvanece y siempre se le ha de volver a buscar, y en eso consiste la vida religiosa, en su búsqueda; dios siempre está indicado en el número y es siempre esquivo para la palabra y el entendimiento.

Por último, el lenguaje me ha parecido especialmente medido y exacto. Excepto el uso de las mayúsculas para los teofónicos, pronombres incluidos, no ha recurrido a nada extravagante ni excepcional para señalar ninguna dignidad ajena a lo humano, sea lo que sea el dios que se quiere inventar resulta muy natural y cercano, tan sólo hay que aceptar que no podamos saber su nombre ni tener la palabra con que entenderlo, nos ha de bastar el número.

Saludos.

meteco diletante dijo...

Se me ocurre ahora que el evangelio de San Juan sólo haya hecho que despistar con lo de "Al principio fue el verbo"

Fernando Broncano dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fernando Broncano dijo...

Querría decirlo sin que os suponga ninguna ofensa para los proponentes, pero Jiménez Caballero y Leopoldo Panero me han supuesto un considerable esfuerzo de empatía para leerlos. Para quienes pertenecemos a la generación de El desencanto (quienes no hayáis visto la película, y su secuela veinte años más tarde, deberíais hacerlo: es la historia de la familia, en particular de los hijos, para mí inmensamente más grandes poetas que el padre) este poeta es como el padre freudiano del que escapamos heridos. Es cierto que la poesía es independiente hasta cierto punto, pero hay algunos personajes que me cuesta. Así como a pesar de conocerlo no lograré jamás simpatizar con Heidegger, con Panero me pasa lo mismo. Pero en fin, no le déis mayor importancia. Hasta el régimen de Franco tenía sus buscadores de Dios.

Azahara Casanova. Proyecto cara de col dijo...

Sin necesidad de sustituir la palabra Dios,(que es lo que me puso sobre la pista de mi lectura... pues no podía con él) porque el problema habla de "invertar a Dios,..."llego a la conclusión siguiente: dice más de lo que está escrito pero...he tenido que rebuscar más de lo habitual también,pudiera ser por despiste, o por falta de focalizar mi interés.
Al grano: ¿pudiera ser que la figura de Dios estuviera dentro de uno mismo según el poema? ¿sin dejar de interpretar a Dios como figura, elemento de perfección deseable que cura todos nuestros males, y no como el Dios cristiano que nos hicieron masticar, pero se nos hacía bola...?
El mar, no me inspira nada más que la figura poética de lo insistente, lo efímero, pero que se vuelve a crear, a construir, como el mismo "Yo" de un día cualquiera.
No lo veo totalmente así, pero en parte si. El final de poema, sin embargo, me descoloca y mucho: según esta interpretación, deja entrever su necesidad de controlador externo, perdón, más bien de guía espiritual.. que es al final el padre que da cobijo al hijo perdido, o no, oigan...


Beatriz, que gusto me dio leerlo. Gracias mil.

Nuño dijo...

Este último comentario esclarecedor de Fernando me alivia del sonrojo de volver a asomarme (me cuesta siempre que lo hago, como en este caso) al blog y siempre, claro, para endulzar el poso de sabor amargo que me quedó en la primera visita."Hasta cierto punto", como dice Fernando, "la poesía es independiente" y esto obliga al lector, que escribe sobre lo que lee, a un ejercicio de esgrima arriesgado para no herir a terceros.
Pero lo poesía nunca es inocente y refleja en sí la identidad del autor, su propio mundo y el contexto que le rodea. Cuatro años después de "Escrito a cada instante", aparecía, en 1953, su "Canto personal", un intento ripioso de nuevo canto épico cidiano de la "Nueva España" (todo él en tercetos, algo muy sintomático del garcilasismo dominante: ay, Garcilaso, Garcilaso), en el que podemos leer este inquietante y manifiesto terceto:
"Porque España es así (y el ruso, ruso),/ hoy preferimos el retraso en Cristo/ a progresar en un espejo iluso". Y no quiero acordarme de César Vallejo y su "España, aparta de mi este cáliz" y de la manipulación chirriante y relamida de este poeta por parte de L.P.(y de Lorca, M. Hernández y de Cernuda) en el mismo texto de "Escrito a cada instante" y en el desatino de su "Canto personal".
Y desde esta no inocencia pienso en ¿qué Dios se puede "inventar" ante esa "mística" del escapismo de la "triste realidad" y del oportuno conformismo oficial que acepta y justifica interesadamente el retraso?
Salud para tod@s.

Beatriz dijo...

Queridos: o porque yo soy más joven o porque me creí la "Muerte del Autor de Roland Barthes" todo lo que sea apelar al autor y al contexto me interesa bien poco. No me cae bien Panero, ni este es uno de mis poemas favoritos, pero siempre me ha dado que pensar, porque creo que todos, por muy descreídos que estemos, ha habido un momento en nuestra vida que nos hemos sentado sea ante el mar, un pino, nuestro hijo recién nacido etc. y hemos experimentado un instante de "plenitud", no sé..., llamadalo como queráis y nos hemos preguntado si había otra cosa (Amor, Palabra, Dios... me da igual), y esa necesidad a mi siempre me ha llamado la atención. Qué queréis que os diga!!! nada tiene que ver con ninguna militancia ni religiosa, ni de otro tipo, es más bien curiosidad antropológica. Eso no quita que las olas se vuelvan salvajes, ni que no haya belleza en el caos,eso también me interesa, claro (es lo mismo, pero en versión del romanticismo) ¿por qué esa pregunta? Yo creo que lo que demuestran los comentarios, además de que en el blog está muy chulo discrepar, con mis propuestas os podéis meter todo lo que queráis, mientras os dé que pensar genial!!! (Así que nadie se sonroje por ello, por favor). Es que lo ideológico está fundamentalmente en el lector y no en el autor. Algo que se escribió en un contexto con un pretendido sentido puede leerse en otro con el opuesto, pero uno nunca puede escapar de su generación, sus fobias, sus mitos... y para mi eso es lo bonito de este espacio.
Me gusta ver que donde yo leo de una manera puramente de curiosidad intelectual, alguien lo hace desde la vivencia

Josep E. Corbí dijo...

Estoy de acuerdo contigo Bea en que es chulo discrepar, pero no coincido contigo en que un rasgo de este blog sea la libertad para discrepar. No creo que se discrepe lo suficiente; pesa en exceso el temor a ofender al pobre proponente; pero, ¿qué sentido tiene ofenderse por la discrepancia? ¿Acaso no es razonable que haya al menos dos personas a las que una propuesta no les diga nada, o que discrepemos acerca de si cierta lectura del poema es acertada? Eso dejando de lado lo que ya no es ni discrepancia: la pluralidad de experiencias que puede despertar un mismo poema. En fin, que me sumo a la invitación de Bea, que os metáis con mis propuestas todo lo que queráis, siempre que lo que se exprese sea una opinión o un sentimiento, y no una declaración 'ex catedra', pues esto último está, a mi entender, fuera de lugar en este blog.

Beatriz dijo...

Sí, coincido con Pepo, yo me refería que entiendo que la pluralidad debe ser el espíritu del blog, al menos yo lo pienso así, aunque sé que todos nos cortamos un poco y creo que ya que nos conocemos más y vamos consiguiendo cosas juntos hay que lanzarse, a mi si me "lleváis la contraria", en sentido cariñoso, me hacéis pensar más y eso me gusta. Cuando propongo un poema no "milito" con él, lo hago porque me sugiere una idea o una sensación y me enriquece mucho ver que a otros les puede provocar la contraria, así que ánimos!!!

Fernando Broncano dijo...

Un último comentario. Quizá nos cuidamos mucho en la discrepancia, como dice Pepo, pero hay una razón que no tiene que ver sólo con la socialidad: en este blog no sólo nos enseñamos cómo leemos y elegimos las poesías, sino que también, y para mí ha sido muy importante, nos enseñamos a leer y elegir poesías. Quienes tienen o tenemos mucho pudor en las críticas, quizá, tengan/mos en cuenta esta dimensión didáctica, y con ello el no herir a quien expone en un espacio público, aunque sea tan breve como éste, su cercanía con la poética y con la poesía. Si a veces, como es el caso, aparecen elementos ideológicos, es porque siempre están presentes, aunque no importen en una primera lectura. El autor puede que haya muerto, pero la dimensión social está tan presente como lo está la parte física del mundo. La queja de Nuño y mía (le interpreto sin permiso) era contra el autor, pero también contra un modo de estar en poesía. No puedo evitarlo. Si no tuviésemos el testimonio de la familia a lo mejor quedaría en una discusión académica. Un bello poema. La pena es que lo escribiera quien lo escribió: ¿no importa de verdad nada?

gotamarina dijo...

ei, lamento que mis comentarios sean mucho más descuidados de lo que quisiera, pero hago lo que puedo. Entre 10 horas diarias de jornada laboral y un hijo de 7 años, la poesía está en los resquicios de la vida cotidiana, y no en su centro.

Apunto ideas dispersas que me provocó la semana Panero en Pan de humo:

a) me gustó el poema - me gustaron por sus imagenes los comentarios de Meteco y María Jesús

b) si realmente quieren debate, mi modesta proposición es que se espacíen los tiempos entre una propuesta y otra, con sólo una semana entre poemas muy diferentes, me da la impresión de que cuando comienza a ponerse bueno el asunto se corta porque aparece otro poema. Ya lo dije alguna vez: podría no ser así, si continuáramos agregando comentarios en los poemas anteriores, pero a un año de empezado Pan de humo parece evidente que eso no se da habitualmente. Por supuesto, espaciando los tiempos corremos el riesgo de que a la semana dejemos de comentar cosas y "perdamos" el tiempo, pero tal vez podríamos intentarlo alguna vez y ver qué pasa.

c) cada vez que aparece un poema de un autor franquista o profranquista o algo así, me imagino cómo me sentiría yo si alguna propuesta fuera autoría de alguien partidario de la dictadura argentina (digo "la" aunque no fue la única, pero fue la última, la peor, y la que yo viví y puedo recordar). Y creo que si pasara esto, no podría desprenderme de pensar que el autor es un hijo de puta rematado, me sentiría muy incómoda ante ese texto, y no sé si haría algún esfuerzo por separarme de ese sentimiento, porque lo encuentro legítimo. Por suerte los fascistas argentinos son muy mediocres intelectualmente, y ningún autor argentino me provoca este dilema; pero entiendo el malestar de Fernando y Nuño.

d) me acuerdo que leí en la Universidad teorías sobre la muerte del autor y todo eso, y eran muy interesantes. Es divino tener piedra libre para interpretar un texto como a uno le parezca, sin relacionarlo con nada más que uno mismo, o lo que se nos antoje. En la universidad me encantaba porque entonces podía escribir los trabajos como quisiera, sin tener que agobiarme estudiando la época ni la biografía del autor. Es una posibilidad de encuentro con el texto que puede llevar a cosas muy interesantes. Por otro lado, los textos fueron escritos por personas, y nosotros somos personas, y los textos nos mueven porque repercuten en fibras íntimas nuestras, y en este sentido siento que saber cosas sobre el autor de un texto siempre enriquece nuestro encuentro.

buenas noches... quedan pocas horas de Panero y sobre el universo de Pan de humo comienza a flotar una nube zen. ¿Aplacará los ánimos o hará descargar la tormenta? No se pierdan el próximo capítulo.

Beatriz dijo...

Claro que importa Fernando, si a ti o a Nuño os remueve alguna fibra, a mi me importa, no se puede leer si no es desde el lugar que ocupa uno, eso es lo que yo trataba de decir, sólo que en mi experiencia de lectura eso no entra, no porque yo no tenga la historia familiar, que la tengo igual y también me toca, si no porque al menos en este caso, ni lo pensé ni lo he pensado jamás al leerlo..., pero, por supuesto, vuestro testimonio es estupendo, lo agradezco y me llega. Gracias y disculpas por si la propuesta os molestó...