Quién estará conmigo
de entre todos los modos
en éste:
............no asustarse del resplandor
tardío de las cosas.
Vienen
frutas del alba
con su golpe mojado de inocencia
y entra su luz segura,
apetecida,
en los climas dormidos de la boca,
claro
que sí,
y
alza al mediodía
sus cristales completos
y los hombres advierten olor a exactitud,
y se llenan de brillo
sus cabezas
....................(pero no es brillo
sino luz de lágrimas
de aquello que antes era ocupación y ahora roza
tan sólo).
Frutas del alba,
cristales completos,
pero al atardecer quién bajará
al río a esperar también
el paso sin prestigio del agua,
la bronca y no el murmullo,
la miel cautiva y negra de las sombras.
Y en esa espera,
el ángel no invocado de las duraciones.
(Del libro Lo bastante, de Alcancía, Jaraíz de la Vera
Cáceres, 2004)
Cáceres, 2004)
Hace muy pocos días Amelia Gamoneda calificaba la obra en verso de Tomás Sánchez (Zamora, 1957) como una poética de lo precario, de aquello que se considera poco estable o poco duradero, algo inseguro, algo que se estima apurado o escaso de medios en su existir, aquéllo que, por serlo así, suele pasar desapercibido y si alguien repara, por casualidad, en ello y si, además, sin prisas, se detiene a considerarlo, queda sin duda impregnado de la melancolía que produce la visión de lo que vive desvaneciéndose y, sin resignarse a ello, intenta sostenerlo recurriendo, como es el caso de T.S., a la poesía, entonces ésta, tiznada de un aire elegíaco, recupera la memoria de lo efímero y lo dota de nueva vida más allá de su existencia. Pero aún cabe otra lectura. Más allá de la temática, en el oficio propio de decir, llama de un modo especial la atención la desnudez y el mimo en la elección del lenguaje así como el afecto con el que fluye, recurriendo a imágenes que más que cegar destellan porque se ofrecen con el velo de lo cotidiano y porque más que indicar insinúan, obligando al lector a buscar, más allá del texto, los límites de su comprensión. Poética de lo precario, sí. Pero, ante todo, poética de la insinuación.
3 comentarios:
Quisiera disculparme, quizá también en parte en nombre de otros animadores del blog como Pepo y Marina por la falta de comentarios a esta entrada de Jesús: hemos estado compartiendo el tiempo y el trabajo en Barcelona, Marina nos acompañó con Diana, y creo que a todos nos ha ocurrido lo mismo: un desbordamiento de los tiempos
He leído varias veces el poema sin tener tiempo externo ni interno para comentarlo
Se me van los ojos una y otra vez al rotundo
claro/que sí
y no sé que decir, salvo que me encuentro con un discurso sobre el atardecer que hago mío: las cosas al atardecer tienen un brillo y una profundidad de la que carecen a otras edades, quisiera creer que nos pasa lo mismo, pero mi cuerpo dice que no
Las edades del hombre evocadas con hermosas palabras que sugieren, que cubren el tópico, que velan lo evidente.
Frutas del alba, inocencia, luz segura.
Mediodía, exactitud y brillo, cristales completos.
Atardecer, paso sin prestigio, miel cautiva y negra.
Y en esa espera del ángel no invocado, el descubrimiento de una forma distinta, más lúcida quizá, de percibir el mundo, ese resplandor tardío de las cosas.
Me ha gustado mucho el poema, la identificación de “las edades” con la naturaleza, ligeramente modificada. Puede que seamos solo eso, materia en evolución, efímeros y a veces perdidos en el tránsito,puede que nostálgicos, pero ese “quién” del primer verso, que más adelante se repite, logra recordarme la soledad romántica formulada con una pregunta que no hallara respuesta.
Hermoso, Nuño, y gracias por presentarme a un poeta, nuevo para mí.
Un abrazo.
Coincido con Fernando en el pedido de disculpas y por las mismas causas, el desbordamiento y no la falta de interés. He leido y releido el poema varias veces y ahora el comentario de María Jesús me ayudó muchísimo a leerlo mejor, ¡gracias!
Es curioso, parece ser que lo mismo que viví estos días, aquello que no me permitió comentar en el blog aunque leyera varias veces el poema, es lo mismo que ahora me ayuda a leerlo como sugiere María Jesús. Es muy sugerente y pleno de resonancias multiples.
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