miércoles, 6 de enero de 2010

Joseph Cornell / Propuesta de Carmen





Comentario:

Hace mucho que no veía una imagen en Pan de humo y me apetecía proponer algo visual para este momento. La cajas de Joseph Cornell, autor al que muchos de vosotros conocéis bien, son poemas de pleno derecho, poemas objeto donde estados temporales superpuestos o la yuxtaposición de elementos con significados dispares e insólitos cambios de escala componen lugares al margen del curso normal de las cosas en los que reina un estado de excepción. Algunas de sus piezas, con sus interiores recargados, sugerirán escenarios claustrofóbicos. No es el caso en la que os propongo: busco en ella una poética del confinamiento distinta. Tal vez porque mi vida se concentra ahora en los pequeños espacios de mi casa, convertida en una cajita mágica, dedicada a un ser de escala diminuta que hace que todo lo que me rodea cobre un significado completamente desconocido hasta ahora para mí.

Os envío un enlace con más cajas de Cornell:
http://www.ibiblio.org/wm/paint/auth/cornell/

Y un reportaje sobre su vida en NYTimes:
http://www.nytimes.com/2007/07/13/arts/design/13corn.html?pagewanted=all

13 comentarios:

Josep E. Corbí dijo...

No conocía a Joseph Cornell, pero sus cajas me han fascinado desde el primer momento. Muchas gracias, Carmen, por proponerlo. Y no se me ocurre mejor expresión de las emociones que en mi despierta que los versos del poema de Emily Dickinson que se mencionan en el reportaje del NYTimes y que inspiraron una de las cajas, 'Blue Peninsula':


It might be lonelier
Without the Loneliness—
I'm so accustomed to my Fate—
Perhaps the Other—Peace—

Would interrupt the Dark—
And crowd the little Room—
Too scant—by Cubits—to contain
The Sacrament—of Him—

I am not used to Hope—
It might intrude upon—
Its sweet parade—blaspheme the place—
Ordained to Suffering—

It might be easier
To fail—with Land in Sight—
Than gain—My Blue Peninsula—
To perish—of Delight—

TRADUZCO LOS VERSOS QUE SE MENCIONAN EN EL COMENTARIO:

Podría sentirme más sola
sin la soledad -
tan acostumbrada estoy a mi destino-
....

Podría ser más fácil
fracasar -con tierra a la vista-
que ganar mi península azul
para perecer de gozo.

Beatriz dijo...

Me sumo al agradecimiento de Pepo por el descubrimiento, acabo de ver el link y me parece un artista fascinante. La verdad es que me da mucho gusto cuando propone Carmen cosas porque siempre me descubre mundos nuevos. Agradezco también a Pepo la transcripción porque entiendo que la caja y el poema se iluminan la una a la otra de una manera muy reveladora; pero ¿qué es la bolita roja con la que juega la protagonista? Si no fuera por ella el poema me parecería casi de paz, no es una soledad triste, alguien aterriza en ella con lentitud, tranquila y, al menos, hay posibilidad de disfrutarla, pero esa bola roja me da mal rollo... Alguien me puede ilumnar al respecto?

meteco diletante dijo...

Después de varios meses de leer y leer sobre Ruskin y a él mismo sin sacar gran cosa de valor académico, ayer por fin encontré algo decisivo, algo realmente revelador. Dos experiencias del orden de la magdalena de Proust en las que se descubre una ley, una ley que culmina un proceso y abre un mundo nuevo, la base de la futura obra maestra. Me excité muchísimo y esta noche apenas pude pegar ojo.

Hoy no puedo dejar de ver las cajas de Cornell a la luz del descubrimiento de ayer, de la revelación de Ruskin ante la belleza del fragmento, de cualquier objeto de la realidad. Es como, por así decirlo,si a todo lo que empieza a existir le cayera de suyo el predicado de “bello”,sólo por ser real, tan sólo habría que descubrir la ley que lo hace bello y exponerlo de ese modo, algo que sólo lo logra el artista. Se podría definir al artista así. Uno ve esos objetos, en esa composición, y siente simpatía con ellos, y te preguntas cómo no has visto lo bellos que eran si los ves todos los días, son objetos que te rodean.

Tengo esa sensación con las cajas de Cornell, y creo que eso es lo que dicen estas líneas de Ruskin cuando se despierta de las idealizaciones románticas de su juventud:

When it was done (un dibujo de una hiedra sobre un tallo espinoso que vio durante una jornada de viaje), I saw that I had virtually lost all my time since I was twelve years old, because no one hade ever told me to draw what was really there! All my time, I mean, given to drawing as an art; of course I had the records of places, but had never seen the beauty of anything, not even of a stone –how much less of a leaf!

Beatriz, lo de la bola roja yo creo que es algo así como un diábolo de esos con los que se juega. A mí me tranquiliza en vez de amenazarme, lo veo como señalar un momento distraído y despreocupado de la infancia, uno de esos momentos que casi nunca existieron y sin embargo nos empeñamos en verlos en nuestros recuerdos infantiles. Da sentido a la existencia pensar que al menos hubo una etapa que fue tránquila y despreocupada.

Saludos.

meteco diletante dijo...

Incluso se podría admitir como una interpretación plausible que la niña no se está enterando, en su distraída y juguetona infancia, dónde está cayendo, en lo que se le va a convertir ahora la vida, en un solitario lugar helado. Entre otras interpretaciones, claro, tampoco es plan este dramatismo.

Fernando Broncano dijo...

Descubrimos juntos varios de los participantes en este foro a Joseph Cornell en el museo de arte de Chicago, hace unos años. Desde entonces he ido buscando sus obras, por todos los museos: crea un mundo minúsculo y poético en cada obra y te sumerge en un espacio de evocaciones en donde cada detalle aporta una cierta sutil señal. Como esta mujer, entre Mary Poppins y una anacrónica paracaidista que desciende a un paisaje solitario y desnudo. Me resulta inquietante el contraste de lo aéreo y la montaña, de lo femenino y el paisaje. Es un enigma que invita a soñar.
Por cierto: No recuerdo si hemos felicitado en público a Javier y Carmen por su recientísima niña, ADA, guapísima y ensimismada.
Gracias por este poema visual tan lleno de misterio

Josep E. Corbí dijo...

Gracias, Toni, por tu referencia tu referencia a Ruskin y el modo en que lo que existe se encuentra con lo bello, así como los muchos modos en que nos perdemos al alejarnos de ese encuentro.

Respecto al diábolo, lo encuentro, como Bea, en el centro expresivo de la caja. Tranquiliza, en algún sentido, como dice Toni, pues suaviza la aspereza del mundo al reservarte en espacio menudo en el que estás a solas contigo mismo y todavía juegas; pero no deja de alumbrar la conciencia del aislamiento. El diábolo, al mismo que tiempo que te permite recrear un espacio para ti, te aleja del espacio con el otro y con lo otro, que, sin embargo, añoras.

Me preguntaba acerca de las formas de relacionarse con la soledad y comparaba la caja de Cornell con el poema de Emily Dickinson, pero también con los cuadros de Hooper. Por ejemplo, este http://joanamatallana.files.wordpress.com/2009/03/edward_hooper_nighthawks.jpg

que vi en Chicago este verano (aunque me perdí las cajas de Cornell).

Veo en Hooper el ensimismamiento y la distancia entre los pobladores del cuadro, pero no en quien mira la escena; mientras que, en las cajas de Cornell, es el propio creador quien sobrevuela los glaciares jugando al diábolo.

Josep E. Corbí dijo...

Ah! ¡y muchos besitos para Ada y enhorabuena para los padres!

Fernando Broncano dijo...

Por cierto Toni: ¿podrías recomendarme/nos alguna lectura de Ruskin? Le tenía por puro esteticista, pero me intrigan mucho tus indagaciones.
No veo tanta relación de la caja de Cornell con el ensimismamiento de Hooper: no puedo verlo sino como movimiento congelado, y esa detención me produce más ensoñación de desolación.

Josep E. Corbí dijo...

Fernando, en OUP, puedes encontrar 'Selected Writings' de Ruskin, que creo que te encantarán.

meteco diletante dijo...

Justo te iba a recomendar el mismo libro que Joseph. Es una selección que Stephen Wildman, el director de la Ruskin Library me recomendó y de la que habla muy bien. Hasta ahora me he dedicado a la propedéutica sobre él, a leer mucha bibliografía sobre él, y sólo desde hace dos meses lo estoy leyendo directamente, estoy terminando su autobiografía “Praetérita and Dilecta” (demasiado larga para recomendarla) y de vez en cuando le voy pegando miradas impacientes a “Modern Painters”, junto con “The Stones of Venice”, sus obras más académicas.

Lo de si es un esteta, serlo lo es, la cuestión es si es algo más que un esteta o se queda ahí, fue el debate francés sobre Ruskin a final del XIX. Proust lo quiso salvar de esteta y le añadió un trasfondo religioso con el que empiezo a no estar muy de acuerdo. Otros dicen que es historicista, a lo Hegel (Collingwood), otros que para ser esteta es muy científico (el abuelo de Collinwood lo hace lockiano, por que toda su estética parte de la observación de la realidad, tal y como se puede ver en la cita que puse en mi anterior comentario). En fin, depende de la época en que se le estudie, varió o evolucionó bastante y sobre todo se contradijo muchas veces, pero como el mismo dice, la contradicción para él es método; una de sus tesis es que no está seguro de algo hasta que no se ha contradicho varias veces sobre eso, o como dice acertadamente, una ecuación puede tener varias soluciones.

A mí lo que me interesaba de él (ahora ya todo él) era seguir la pista de la verdad (en sentido fuerte) en el arte, algo que si no se entiende es muy difícil entender a Proust, pues éste a lo largo de toda la À la recherche está hablando de la verdad en el arte y de leyes en el arte, y yo estoy convencido de que esa exigencia la saca de Ruskin. Lo que llevo investigado ahora lo confirma. En el libro que recomienda Joseph, los primeros extractos que hay de Modern Painters son Of truth of space, Of truth of water, Of truth of skies, etc. Escogió a Turner como el paradigma de artista por la “verdad” (es decir, un paisaje de Turner no es que sea bello, sino que es verdadero) que hay en sus cuadros. Yo lo veo como una reacción a las técnicas de idealización de la naturaleza que los artistas de “The picturesque” habían llevado a cabo (Claude Lorrein y sus cristales como el más claro ejemplo sobre lo que está reaccionando Ruskin) con sus técnicas de control (y por lo tanto falsación) de la mirada. De él (en la crítica de arte) parte la búsqueda de la inocencia del ojo, de los datos puros de la visión, en eso cifra la superioridad de los pintores modernos sobre los anteriores.

Fernando Broncano dijo...

La confrontación de Turner vs Lorraine me aclara muchísimo: ya con eso se me han despejado las dudas y me entra prisa por leerlo. Gracias mil Toni por la explicación y a Pepo por la recomendación

Nuño dijo...

Vaya mi enhorabuena y mis felicitaciones a Carmen y Gilo por "ese ser de escala diminuta" y de nuevo a Carmen por ese poema "de pleno derecho". Así lo es. Aunque hace tiempo había recibido de Fernando noticias emocionadas sobre J.C. no me esperaba, por lo que a mí respecta, sentirme tan tocado como veo que se siente la totalidad de los compañer@s. No sé si la realidad es bella pero sí sé que para mí es bello aquello que así
lo veo y lo siento en la realidad.

Sí, es cierto, como señala Carmen, que hay una "poética del confinamiento" en las cajas de J.C., pero no es cárcel, es vida en reposo, teñida por los márgenes de la magia de lo irracional y el juego de la nostalgia con que se reviven los objetos cotidianos recuperados del olvido y expuestos de nuevo a la memoria, a la nueva vida que la caja ahora proteje de la desmemoria.

La ensoñación se agranda en la fantasía de esa caja diminuta: una muñeca de deliciosos volantes que juega o muestra, suspendida por unos leves hilos que amenazan romperse y condenarla al hielo de una superficie desértica: desconsoladora metáfora del destino humano. Caja del ensimismamiento, de la intemperie, de la fantasía, del preterido gozo infantil. A fin de cuentas, la poesía es una caja así.
Salud para tod@s.

meteco diletante dijo...

Comentario de Carmen que me ha llegado por mail:

Mil gracias por las felicitaciones por el nacimiento de Ada, ella tiene la culpa, con su ensimismamiento, de que haya recordado ahora las imágenes de Cornell. Verdaderamente son especiales y bellas, aunque no sé si es esa la palabra, a mi me parecen intensas en extremo, algo difícil para unas obras de tan pequeño formato, sobre todo cuando estamos acostumbrados a la grandilocuencia del arte contemporáneo. ¿Se puede condensar una belleza tan impactante, un misterio tan denso en una cajita tan chica? No cabe duda de que hay que tener una sensibilidad muy especial. Cualquiera que haya intentado hacer un collage se habrá dado cuenta de que la combinación de elementos diferentes es muy complicada (casi siempre chapucera) y que construir una imagen a base de fragmentos de objetos cotidianos seleccionados por las posibilidades de su "aparente belleza" acaba en la mayoría de los casos en el destrozo de cada una de las partes. ¿Por qué en Cornell funciona? Ojala lo supiera, tendríamos la clave para abrir esos "mundos nuevos" pero seguramente, y conjuntamente con esa sensibilidad extrema que tenía para mirar el mundo, el secreto está en su maestría espectacular para la composición. Buena parte de esa intensa sensación de belleza está no en la belleza de cada una de las partes, sino en su disposición exquisita y estudiada. Las cajitas son engranajes perfectos en los que cada minúsculo detalle sostiene todo en un equilibrio fascinante. Me gustaría saber algo más de su forma de trabajar y el tiempo que dedicaba a hacer las piezas, si hacía bocetos, etc, podría darnos algunas pistas. Creo que algunos elementos, como las bolitas rojas que mencionáis y que aparecen en algunas cajas, están ahí más que por lo que puedan significar, por el equilibrio o la tensión que generan en todo el conjunto, el dinamismo inmediato, el contraste que hace vibrar todo y que crea una distancia con el fondo... en fin no me enrollo más. Me alegro de que os haya gustado, saludos!