ESCENA FINAL
he dejado la puerta entreabierta
soy un animal que no se resigna a morir
la eternidad es la oscura bisagra que cede
un pequeño ruido en la noche de la carne
soy la isla que avanza sostenida por la muerte
o una ciudad ferozmente cercada por la vida
o tal vez no soy nada
sólo el insomnio y la brillante indiferencia de los astros
desierto destino
inexorable el sol de los vivos se levanta
reconozco esa puerta
no hay otra
hielo primaveral
y una espina de sangre
en el ojo de la rosa.
IDENTIKIT
sí
la oscura materia
animada por tu mano
soy yo
Lo primero Hola a todos. Paso por fin de ser un mirón en el blog a participar de forma escrita. Espero que este momento que he encontrado por fin para escribir esta justificación de la propuesta sea en el futuro el lugar para poder participar de una forma más activa.
También a mí me pasa que desde que recibí la invitación para formar parte de este blog he recuperado lecturas que el ritmo habitual de los días y el nacimiento de mis dos hijos relegaron a segundo plano. Lo más complicado ha sido poder decidir qué proponer. Afortunadamente la limitación propuesta ha venido a socorrerme.
Blanca Varela me produce siempre vértigo y sensaciones contradictorias. Aprovechando una frase del artículo de Joseph Brodsky que ha enviado por mail Marina, creo que lo que me sucede con Varela es que me recuerda mi propia situación en el mundo, el equilibrio entre el espacio y el cuerpo. El problema es lo precario y lo inestable de ese equilibrio que creo que queda plasmado de forma magistral en los poemas de Varela: el abandono a lo irreparable y la resistencia animal a dejarse llevar, la eternidad como chirrido que resuena en la noche de la carne, la nada probable que soy en mitad de la fabulosa y resplandeciente indiferencia de lo que efectivamente va siendo. Me seduce la sugerencia constante de que la única salvación para nuestro oscuro vacío existencial está en la piel y la carne.
El segundo poema siempre me había causado estupor: no sólo soy materia, sino materia inanimada y oscura que tu mano anima. Tu mano, que no es la mía, que no soy yo, llega desde fuera a animarme como materia, a darme vida, a llenarme de contenido, a darme sentido, con lo que mi ser es necesariamente ser otro, de otro, para otro, y en ese ser otro perderse. El colmo de esa perdida de sí era, además, la confesión desnuda de todo ello en el poema y lo peor de todo era el "sí" inicial; la confirmación de que no puede ser de otra manera. Siempre había leído este poema desde la perspectiva del deseo, de la entrega amatoria hasta lo irreparable. Sin embargo, cuando volví a este poema hace un par de meses, otro sentido me asaltó: también esa sensación es la que me hace vivir como vivo desde que nacieron mis hijos, Martina y Bruno, y la perspectiva de la pérdida me desvela la certeza de que no soy, o no sería, en ese caso, más que oscura materia inanimada, y de que son ellos, y sus manitas, los que sin duda me animan.
Espero que en esta propuesta haya humo para todos. Un saludo.
7 comentarios:
He abierto tres veces el blog antes de atreverme a comentarlo. ¿Por qué me resulta tan difícil? Tendría que acudir quizá a estos dias finales de primavera, calurosos o no sé. Pero reconozco que me ha pasado más veces con Blanca Varela. He tenido en las manos sus libros, el último del premio reina sofía, sus poemas reunidos y he pensado, ¿me lo llevo?, vuelvo sobre ella y lo dejo. ¿Por qué? Me parece luminoso su lenguaje: acumula metáforas que me caen muy cerca una a una, y luego no. El primer poema, ese resistirse a pasar la puerta que se ve entreabierta como metáfora de la vejez, ¿es lúcido? ¿es la vejez un estado de resistirse a morir?, no sé. El segundo, me pasa lo mismo. Que el amor transfigure la materia que somos es una metáfora romántica y cercana, ¿por qué no?. Quizá son demasiado cercanas, quizá tendría que hacernos asomar aún más al abismo. Y sin embargo qué envidia de la luminosidad de la poesía latinoamericana. Cuando leen poesía española generalmente dícen los americanos que no hay quien la entienda. De Blanca Varela me queda eso: la cercanía.
Buen día para todos. Cuando leía el primer poema no pude evitar la imagen que me viene de esa puerta entreabierta de "Las Meninas": el aposentador no sabemos si entra o sale y alguien, recurriendo a esa duda, la despejó motejando al pintor de su temple gallego.Pero en el caso éste de Blanca ni la sorna, ni la incertidumbre del crítico tienen lugar, porque la puerta es pendular y, al estilo de las habituales del "cine del Oeste", no cierra nada: sólo el chirrido de la bisagra nos sirve como delator de una presencia o de una ausencia. La vida ("ferozmente cercada por la vida"), qué se va a hacer, tiene mucho de puerta de vaivén: el azar o las circunstancias, qué sé yo, la mueve en un sentido o en otro, sin cerrar nada, siempre abierta a venturas o desventuras para que cada uno elija oportuna o caprichosa o forzadamente la opción de cada momento. Momento éste precisamente final del teatro de la vida ("Escena final" es el título del poema) en el que la memoria ("reconozco esa puerta/no hay otra") se hace visual, escenificando dramáticamente una postrimería, de tinte tan pesimista que hasta pone hielo en la primavera y sangre en la rosa (muy rilkeano, por cierto; y cercano a uno de los exquisitos "cuentos peregrinos" de G.Márquez). Me agrada este poema por la severidad de su desnudez (ninguna mayúscula y como signo único de puntuación el punto final que me parece definitivo) y el desprendimiento de toda forma rítmica para intensificar su sencillez aparente. En cuanto a ese falso haiku, me seduce el primor de su indefinición (propio de este tipo de estrofa) que me obliga a creer que "el pozo" es insondable y que puedo soñar con que "algo" o "alguien" me saque de él. Salud para todos.
Vuelvo a leerlos (como véis, mis dudas con Blanca Varela me insisten)
y encuentro estos dos versos perfectos:
soy la isla que avanza sostenida por la muerte
o una ciudad ferozmente cercada por la vida
y los encuentro tan barrocos, tan de Quevedo, que tengo que rechazar mis dudas. La cercanía de las metáforas de las que hablaba es en realidad un efecto de que acude a los elementos que nos rodean, a los lugares y espacios, a la materia, a lo constitutivo y familiar. Estos dos poemas hablan de los centros de la existencia: el amor y la muerte. Quizá es ese espejo del barroco lo que miro en Blanca Varela.
1. Estos dos poemas penetran directamente en mí carne y la reconfortan. Eso soy. Eso es todo. Ninguna puerta que abrir ni puerta alguna que cerrar. La puerta no puede más que quedarse entreabierta, entre lo mineral y lo animal, entre el chirrido de los astros y la ciudad cercada, entre el sol y tu mano. Allí descansamos, fuera solo existe confusión, aunque parezca claridad.
2. Y reconozco en esos versos la percepción desde la que el rostro de Pablo se esponja cuando se acerca acompañado de sus dos pequeñajos a decirnos que, una vez más, no podrá asistir a la sesión de seminario porque debe atenderlos. Se va y deja el aire impregnado de manitas que nos animan y de la plenitud (eso sí, entreabierta) de su sonrisa.
Siempre me ha gustado mucho Blanca Varela y es bonito reencontrase con ella en el blog. Así que doy las gracias por la propuesta. Además me encanta el comentario lleno de vida que la acompaña!!! Estoy cansada de poemas tristes y de pesismismo existencial, qué queréis que os diga!!! Qué estamos en verano y tengo 30 años!!! Los alumnos me los escogen siempre... y aunque algunos son brillantes (los poemas no los alumnos) me parece que siempre es más fácil escribir del "sentimiento trágico de la vida", que hacer poesía afirmativa...Dos momentos me cautivan: "la ciudad sitiada por la vida", ese verso que entiendo como una afirmación rabiosa, potente, y, por supuesto, coincido con el resto, el mini-poema final, el contacto con otro ser, el amor en cualquiera de sus formas como razón suprema de la vida!!!!
Hola a todos, de nuevo...
Después de algún tiempo en stand by, dedicada por entero a las traducciones de combinaciones binarias en computadoras traicioneras, vuelvo al mundo.
Y creo que al mismo mundo que Blanca Varela (al de "...una ciudad ferozmente cercada por la vida")sólo que yo la cambiaría hoy, precisamente por unas aguas cristalinas de piscina familiar, entre otras cosas.
Bien: no conocía a Blanca, como a tantos otros que os voy leyendo y me da la sensación de ser poesía "del darse cuenta". Desde mi punto de vista, sabe reflejar el momento en el que te das cuenta de...(aquí va lo que sea). Ese momento de lucidez que te embarga y subasta tu cuerpo y tu mente, como si de inevitabilidad se tratara.
En el fondo, resignación pero hacia la luz positiva del dejarse llevar... para ver lo que pasa.
Conjuga pues, resignación, con futuro, o mejor, horizonte, para dejarse llevar. Sin preguntas pero con convencimiento de seguir siendo...
Un saludo a todos.. me alegro de por fin, haber tenido un ratito en el que haber cogido los paréntesis que guardo para las ocasiones y, cual viejo biombo, colocarlos en su posición concreta, precisa y como no...a la que esperaba.
Bienvenido Pablo, gracias por tu propuesta y por tu comentario, y ojalá puedas volver a encontrar un momento para participar activamente en el blog, a pesar de todo. Me gustó mucho tu comentario, te imagino en ese estado de milagro vital permanente que sentimos cuando nacen nuestros hijos. Te deseo que los disfrutes muchísimo.
No conozco nda de Blanca Varela y estos poemas me gustan, las imágenes del primero me parecen muy sugerentes, posibles de ser interpretadas de muchas maneras; a mí me dio por imaginar una noche de insomnio, un enfermo insomne con la puerta de su habitación entreabierta, la noche sin dormir se hace eterna, el chirrido de la puerta entreabierta rompe la carne de la noche, el insomne deja de percibirse a sí mismo y se siente él mismo el insomnio, hasta que la noche se acaba, el sol inexorablemente vuelve a salir, el sol de los vivos se levanta (el insomne es una especie de muerto en vida), la eternidad oscura ha terminado, el insomne ha logrado sobrevivir a una noche más, agotado, exhausto, con los sentidos alterados por la noche en vela.
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