miércoles, 6 de agosto de 2008

Vicente Aleixandre -propuesta de Bea

PLENITUD DEL AMOR

Qué fresco y nuevo encanto,
qué dulce perfil rubio emerge
de la tarde sin nieblas?
Cuando creí que la esperanza, la ilusión, la vida,
derivaba hacia oriente
en triste y vana busca del placer.
Cuando yo había visto bogar por los cielos
imágenes sonrientes, dulces corazones cansados,
espinas que atravesaban bellos labios,
y un humo casi doliente
donde palabras amantes se deshacían como el aliento
del amor sin destino...
Apareciste tú, ligera como el árbol,
como la brisa cálida que un oleaje envía del mediodía,
......................................................... envuelta
en las sales febriles, como en las frescas aguas del azul.

Un árbol joven, sobre un limitado horizonte,
horizonte tangible para besos amantes;
un árbol nuevo y verde que melodiosamente mueve sus
.............................................................hojas altaneras
alabando la dicha de su viento en los brazos.

Un pecho alegre, un corazón sencillo como la pleamar
................................................................. remota
que hereda sangre, espuma, de otras regiones vivas.
Un oleaje lúcido bajo el gran sol abierto,
desplegando las plumas de una mar inspirada;
plumas, aves, espumas, mares verdes o cálidas:
todo el mensaje vivo de un pecho rumoroso.

Yo sé que tu perfil sobre el azul tierno del crepúsculo
................................................................entero
no finge vaga nube que un ensueño ha creado.
lQué dura frente dulce, qué piedra hermosa y viva,
encendida de besos bajo el sol melodioso,
es tu frente besada por unos labios libres,
rama joven bellísima que un ocaso arrebata!

¡Ah, la verdad tangible de un cuerpo estremecido
entre los brazos vivos de tu amante furioso,
que besa vivos labios, blancos dientes, ardores
y un cuello como un agua cálidamente alerta!

Por un torso desnudo tibios hilillos ruedan.
¡Qué gran risa de lluvia sobre tu pecho ardiente!
¡Qué fresco vientre terso, donde su curva oculta
leve musgo de sombra rumoroso de peces!

Muslos de tierra, barcas donde bogar un día
por el músico mar del amor enturbiado,
donde escapar libérrimos rumbo a los cielos altos
en que la espuma nace de dos cuerpos volantes.

¡Ah, maravilla lúcida de tu cuerpo cantando,
destellando de besos sobre tu piel despierta:
bóveda centelleante, nocturnamente hermosa,
que humedece mi pecho de estrellas o de espumas!

Lejos ya la agonía, la soledad gimiente,
las torpes aves bajas que gravemente rozaron mi frente
en los oscuros días del dolor.
Lejos los mares ocultos que enviaban sus aguas,
pesadas, gruesas, lentas, bajo la extinguida zona de la luz.

Ahora vuelto a tu claridad no es difícil
reconocer a los pájaros matinales que pían,
ni percibir en las mejillas los impalpables velos de la aurora,
como es posible sobre los suaves pliegues de la tierra
divisar el duro, vivo, generoso desnudo del día,
que hunde sus pies ligeros en unas aguas transparentes.

Dejadme entonces, vagas preocupaciones de ayer.
abandonar mis lentos trajes sin música,
como un árbol que depone su luto rumoroso.
su mate adiós a la tristeza,
para exhalar feliz sus hojas verdes, sus azules campánulas
y esa gozosa espuma que cabrillea en su copa
cuando por primera vez le invade la riente primavera.

Después del amor, de la felicidad activa del amor, reposado,
tendido, imitando descuidadamente un arroyo,
yo reflejo las nubes, los pájaros, las futuras, estrellas,
a tu lado, oh reciente, oh viva, oh entregada;
y me miro en tu cuerpo, en tu forma blanda, dulcísima,
......................................................................apagada,
como se contempla la tarde que colmadamente termina.



La verdad es que esta vez no tenía pensado ningún poema, pues no me había dado cuenta de que me tocaba. Hoy, al percatarme, y para continuar con la “rebelión vitalista”, me he acordado de Vicente Aleixandre y de la fuerza de sus imágenes, de la vida que se esconde tras cada una de sus palabras, de la energía y las ganas que transmiten, incluso cuando habla de la muerte, porque para él no es más que un efecto secundario de vivir. No es de mis poetas favoritos, aunque reconozco en muchas de sus imágenes mi propia manera de entender la vida, pero encuentro que su propuesta es el correlato de esa contra-historia que me apetecía escuchar estos días. Así que ahí va, dedicado a los nostálgicos.

5 comentarios:

Josep E. Corbí dijo...

Me gusta del poema el murmullo que lo que recoore. Es claro como las aguas del Mediterráneo en el mes de junio, cuando todavía el sol calienta sin herir.
Me dejo llevar por sus palabras, que se encadenan febriles sin despertar un nuevo pensamiento, pero capaces de generar un sentimiento ilusionado y pacífico, propio de la brisa que inicia un día de verano. Nada más.
Siento, al tiempo que lo leo, añoranza de un texto que zarandee esa brisa y me renueve. Eso no lo hallo. Algunas imágenes me sorprenden, pero todas se me deshacen entre las manos antes de alumbrar un aspecto que me inquiete. Ya lo sabemos 'plenitud del amor', sin apenas sombra. Experiencia hermosa que a todos deseo, aunque también os deseo que no sea esa la única ni la más profunda de vuestras experiencias del amor.

Nuño dijo...

Buenas tardes a tod@s. Con un retraso ajeno a mi voluntad me asomo al blog y, como siempre me ha sucedido, me alegra el acierto de la propuesta. Gracias, Bea. Gracias por recuperarnos y recordarnos a este inmenso y "vasto" poeta y, sobre todo, gracias por haberte decantado por "Sombra del Paraíso" (la mayúscula de Paraíso no se respeta en todas las ediciones). Alguien motejó de "drama poético" a este libro y recalcó su tono elegíaco y creo que no va descaminado. He releído con esos anteojos varias veces "Plenitud del amor" y encuentro, es verdad, ese sentido elegíaco y dramático: "lejos ya la agonía, la soledad gimiente", "oscuros días del dolor", "extinguida zona de la luz", "vagas preocupaciones de ayer", "adiós a la tristeza". No puedo sustraerme a una mirada histórica, ni puedo olvidar que se publicó en 1944, que recogió los poemas de 1939 a 1944 y que el tono pesimista en general del poemario lo convierte en "un libro de destierro", el primer gran libro de la posguerra. Y sin embargo, fascina no la invención del paisaje, sino el explosivo lenguaje de los sentimientos, del ardor,de la emoción, del sueño, de la sensación... y todo ello ardiendo en el magma surrealista que todavía mantiene "Sombra del Paraíso". En fin, quisiera llamar la atención sobre la novedad aleixandrina y su maestría en la forma de combinar distintos ritmos en sus versículos. Vale por hoy. Salud para tod@s.

meteco diletante dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
meteco diletante dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
meteco diletante dijo...

Hola a todos. Soy nuevo aquí, y espero coger pronto el tono y la dinámica de la página para poder ser uno más. He estado leyendo los textos y los comentarios, aumentando mis ganas de participar a medida que seguía con la lectura, esperando encontrar un momento tranquilo para participar. Me llamo Toni, y conozco a pocos miembros del blog: a Josep y Vicente de seminarios de literatura de la facultad; no sé si Bea de aquí es también Bea de los seminarios. Espero conoceros a todos a medida que pase el tiempo en este blog.

Y dicho todo esto, paso a comentar el poema. La parte inicial me parece tremendamente bella y eficaz (sólo haría el pero de cambiar oriente por occidente, me confunde); expresa con mucha sencillez y mucha fuerza el valle de sentimientos en el que se halla, la planicie de ánimo que sólo espera del porvenir un cierto agrado que le haga más llevadera su decadencia, el olvido de su condición y de un pasado amargo. No he podido evitar pensar en Proust cuando planeaba irse a Venecia también con el propósito de agotar sus días en un esteticismo ocioso, placentero, y sin esperarlo resucitó: "Y así literalmente sucedió que, en unas circunstancias en las que creía que mis días estaban contados, partí para Venecia con el fin de, antes de morir, haber podido acercarrme, tocar, ver encarnadas en estos palacios desfallecientes pero aún en pie y rosados". El poema logra la expresión que pretende, y esto, no sé si es todavía por mi poca experiencia en la poesía, no deja de sorprenderme. Uno está acostumbrado a que el lenguaje fracase una y otra vez.

Pero es precisamente la ausencia de este momento inicial en el final lo que me ha desencantado un poco al final. En el símbolo del árbol, de su renovación, no deja lugar a ninguna antítesis que recuerde ese inicio tan bello y amargo, tan propio del nuevo estado como del anterior. Igual esto es un exceso dialéctico por mi parte, pero echo de menos ese contrapunto al final.

Un cordial saludo a todos.