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NADA ES LO MISMO
La lágrima fue dicha.
Olvidemos
el llanto
y empecemos de nuevo,
con paciencia,
observando las cosas
hasta hallar la menuda diferencia
que las separa
de su entidad de ayer
y que define
el transcurso del tiempo y su eficacia.
¿A qué llorar por el caído
fruto,
por el fracaso
de ese deseo hondo,
compacto como un grano de simiente?
No es bueno repetir lo que está dicho.
Después de haber hablado,
de haber vertido lágrimas,
silencio y sonreíd:
nada es lo mismo.
Habrá palabras nuevas para la nueva historia
y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.
...............................................Ángel González
.....Comentario
Saludos ,
Veréis, tenía un texto preparado y me ha pasado lo mismo que a Bea, se me cruzó otro un poco más cálido para comentar: También creo, como tú, Bea, que en los poemas hay ecos que a veces oímos, palabras que adquieren de pronto una luz diferente, aunque antes ya las hubiéramos escuchado, y es entonces cuando el poema cobra vida y nos elige.
El poeta no ofrece su fórmula para vencer en no importa qué batallas, ni en qué historias perdidas: “silencio y sonreíd” .Después de todo . Y ese “deseo hondo, compacto como un grano de simiente” puede ser tan trascendental o práctico como queramos. Me recuerdan a otras palabras de Joan Brossa, igualmente sintéticas y animosas: “para ser feliç, mortal, camina sempre i oblida”. Y este andar hacia alguna-ninguna parte ha de ser resuelto, no nos pase lo que decía José A. Goytisolo a Gil de Biedma que
“te pondrás a pensar
a pensar a pensar
y eso no es bueno nunca.
Nos hacen falta nuevas palabras."
Un abrazo.
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Hace 22 horas
10 comentarios:
No sé que hacer con este poema. Su voz es suave, pero su suavidad me huele a sermón de cura bueno. No me dice lo que SOY, sino lo que DEBO SER a partir de una visión estilizada de MÍ, que ya no estoy seguro de ser TODAVÍA YO.
El discurso es ordenado, claro, usa palabras comunes, apenas aparecen imágenes que iluminen los conceptos. Te dice lo que no tienes que hacer y lo que tienes que hacer. Te lo dice alguien que YA SABE y te invita (evita el 'tú', usa la primera persona del plural para suavizar el descaro. ¡Cuántas veces no habré visto cómo se utilizaba ese discurso desde el púlpito!) a seguir su camino. Me recomienda que corte en seco mi llanto, '¡Ya has llorado bastante!', y que mire con detalle las cosas; parece que esto último me salvará (para mí, ciertamente, es la única salvación), pero, entonces, ¿a qué tanta exhortación?. Es como si te dan una medicina para la tos y te dicen 'Esto te aliviará' y, despues, te añaden: 'Ya has tosido bastante, deja de toser'. Es cierto que hay una relación con las emociones que suaviza las lágrimas y las transforma en un líquido entre el rocío y la escarcha, y que esa forma de relación tiene que ver con una atención cuidadosa, ligera, hacia 'la menuda diferencia'; pero no una relación que seca las lágrimas y dice 'Ya está', sino que lleva la lágrima hasta el lugar donde no hay consuelo y allí tal vez broten (no la busques, que, entonces, se escapará) las palabras nuevas (el cura de mi pueblo decía 'la buena nueva', siguen las resonancias).
Ya sé, María Jesús, que has propuesto este poema con mucho cariño porque te encuentras en él. Como puedes imaginar, nada objeto a ese encuentro ni a que la propuesta nazca del mismo. Por el contrario, me parece muy hermoso que así sea, pues, de ese modo, la poesía se manifiesta como una compañera íntima de la vida de cada uno y eso es lo que más me enriquece de ella. Lo que ocurre es mi vida se encuentra con el poema de Angel González de una manera diferente.
Yo no sé si es porque estoy con la gripe y no me encuentro en mi estado animoso habitual, pero comparto algo de lo que dice Pepo. No porque entienda que la voz me sermonea, eso me da igual,aunque es así (coincido) si no porque creo que está equivocada. Dice que "Nada es lo mismo", pero luego insiste en que nos olvidemos de ello y que busquemos una historia nueva que contarnos. Me suena a panacea, yo soy más de aceptar que "nada es lo mismo" y vivir con ello, después de que algo acontecido nos ha dejado una herida, hay que aprender a asumir la herida, si has llorado hay que recordar el sabor de las lágrimas y seguir construyendo a partir de ahí. Con las palabras viejas, con la historia vieja, no con algo nuevo que no soy yo. Solo hay nuevo yo a partir del viejo yo. ¿no? Igual los virus me confunden...
En cualquier caso, María Jesús, agradezco mucho que me cites en tu comentario. Después de dos semanas de mucho estrés en las que sólo he podido mirar el blog de reojo acrecienta mi sensación de cálida bienvenida, de volver a casa.
Sabía que este poema podría chirriar bastante en los oídos de algunas personas y mucho más (que quede entre nosotros) en los de Meteco que andará bastante irritado con mi propuesta, supongo.
Más que a sermón, a mí me suena a mensaje suave de autoayuda de ahí que compruebe complacida la carga de aprecio de Pepo hacia mí como persona que propone y no tanto hacia el poema que, por otra parte, tampoco es de gran belleza formal. ¿Por qué lo propongo entonces? Resulta fácil encontrar textos que nos hablen de emociones reconocibles, experimentadas o no, y sentirlas como propias. Pero a mí me atrae ese silencio que pide el poeta como un elemento catártico, silencio que no es olvido, que no es pudor, ni rabia, ni nostalgia, ni ocultación …
A veces, cuando hablo con mi padre , él se queda callado en mitad de una historia y deja que su mirada se escape hacia algún lugar: ya no le importa “contar”, la palabra ha perdido interés, no tiene valor, ya no tiene poder.
Después de un percance, sea del tipo que sea, la palabra nos puede ayudar a descubrir, a sanar… pero puede ser que solo cuando su significado se interiorice , fluya el silencio como reflejo de un conocimiento más profundo que va más allá de la aceptación. He “visto” ese silencio en otros (no en mí que soy una gritona todavía), y me admira su expresión de lejanía, su sabiduría . Busco textos que me hablen de ese silencio y encuentro pinceladas en algunos poetas, pero es solo una idea a la que, como veis, no acabo de darle “ cuerpo”. Así entiendo el “silencio y sonreíd” de A.G. siempre, claro, después de haber hablado.
Bea, ánimo, que tú puedes con los virus.
Vuelvo de una semana de obligada vacación y me encuentro, detrás de esta ventana que nos abre la mano de Mª Jesús, a "Angelín" (en bable), "espíritu celeste", regalándonos un poema a sus casi cuarenta años (1962), perteneciente a su libro "Grado elemental", publicado en París, en Ruedo Ibérico. Los comentarios de Mª Jesús, de Pepo y de Bea me obligan a que el mío, en su lectura, se desdoble en dos tiempos: el del presente y el de los años sesenta.
Leído desde este hoy nebulosamente agorero (por recurrir a un tema que a todos nos afecta; podía ser cualquier otro), sólo dos respuestas parecen posibles: mantenernos en un estado de lamentación permanente (el del "stabat mater")o buscar la alternativa de salida. Ésta es la que se nos ofrece, pero no en el aire sino en una textualidad que se sirve, claro está, de palabras, el material poético con que moldea A.G. su producto lírico. (Me temo que he banalizado excesivamente la cuestión y espero que me perdonéis).
Retrocediendo a los años sesenta cuando se escribió el texto y se empezó a leer. Ahora ya no banalizo: el paisaje social de aquellos años lo doy por conocido. La cuestión ahora se centra en los procedimientos del discurso poético. Celaya y Blas de Otero, por citar algún nombre, habían hecho de su poesía una denuncia dramatizada y airada de la sociedad del momento. A.G.(como muchos de los compañeros de su generación) descubre que con las mismas palabras que oye a sus conciudadanos se puede decir cosas muy distintas. Es la palabra plural y compartida que maneja el poeta; un lenguaje coloquial, directo y suasorio que al lector le seduce y le hace casi olvidar la ficción poética. Ficción sujeta a un código de manipulaciones diversas: A.G. pone cierta distancia entre el discurso en sí y la emotividad y recurre al tono irónico para eludir la censura, pero obligando al lector y acostumbrándole a traducir en su mente lo que está leyendo. "La lágrima fue dicha", "olvimenos/el llanto", "¿a qué llorar?" (se está refiriendo a los ciudadanos que padecen la deplorable situación política y social y al tono poético de la generación anterior). Para qué "repetir lo ya dicho": hay que buscar otro lenguaje, "palabras nuevas", porque "nada es lo mismo" (por cierto, este antepenúltimo verso va unido al último espacio estrófico).
Alguien nos dijo que el lenguaje cristalino de este "espíritu celeste" se alimenta de melancolía y optimismo, pero esconde sus actitudes sentimentales. Y que, además, ha sido sabio y muy perspicaz poniendo títulos a sus libros. Salud para tod@s.
No sé si llegaré a publicar el comentario: mi blog se ha vuelto loco.
Decía en mi anterior intento que me había sorprendido la lectura de Pepo y que la de Nuño me había iluminado. Tiendo a leer el poema en términos lazarianos, como un "levántate y anda", olvida y camina, no mires atrás. La información de Jesús (Nuño) me ayuda a verlo además como un poema muy del tiempo.
Soy muy de este ángel (gonzález): su poema sobre la poesía contemporánea española, sobre los que mandan "eruditus in campus", siempre me ha hecho reir. Pasó por la vida con es ironía asturiana que tanto necesitamos a veces.
Este poema es, como casi todo lo suyo, una protesta contra la grandilocuencia y el trascendentalismo, una bajada al lenguaje de la calle a encontrar ahí claves. Sospecho que le influyó mucho la literatura norteamericana. Raymon Carver no hubiera desdeñado esas palabras.
Se me olvidó un matiz que encuentro en el poema y que me hace pensar en él como continuador de la tradición melancólica que inicia el barroco hispano. Leo estos versos en esta clave:
No es bueno repetir lo que está dicho./Después de haber hablado,/
de haber vertido lágrimas,/
silencio y sonreíd:/nada es lo mismo.
La sonrisa y el silencio de quien ha discutido y llorado es una sonrisa y silencio que se abisman en la melancolía, entre la desesperanza y el amor, y al mismo tiempo tienen la voluntad de restaurar el orden de las cosas. No me parece un poema de autoayuda sino de pensamiento sobre el cansancio de vivir. De nuevo; generacionalmente: no pesan los quilos, pesan los años, como el anuncio miente.
Habiéndome asegurado antes que lo que me mueve no es el espíritu de contradicción, he de decir que el poema me ha gustado mucho, para nada me ha irritado, y haciendo abstracción de la contextualización histórica que nos ofrece Nuño (simplemente porque me aleja de lo que me entusiasma del poema, no porque no la vea enriquecedora), el poema me ha proporcionado nuevas palabras para un querido y viejo objeto intelectual. Tiene que ver con la “pequeña diferencia” y con la mirada perdida del padre de Mª Jesús cuando cuenta una historia, creo que el poema logra hablar de algo muy difícil, de un instante, casi inexistente, pero que marca un antes y un después en el hablar de alguien o en el estado de ánimo de alguien.
Quien mejor lo ha ilustrado, para mi gusto, fue Steinbeck en Al este del Edén, incluso en esa novela hasta tenía nombre (era algo muy parecido a “Weltraz”, una “nube que pasa por la cabeza”, perdí el libro y no me puedo asegurar de que esté bien escrito), se trata de ese instante en el que todo cambia, en el que un velo gris tiñe por completo la experiencia, sin dejar un rincón de la conciencia y del ánimo libre de esa sensación, y uno quiere retroceder, al instante anterior, al inmediato anterior, porque está ahí cerca y después de todo era un buen momento, preferible al actual. No hubo cambio perceptible alguno, debería ser fácil volver a él, nada pasó ante la mirada, la diferencia es mínima, pero ya no se puede volver. Si estás solo, el mundo se empañó, si estás con una persona, se torna horrible. ¿Cuál fue la palabra que cambio todo? ¿Qué fue lo que hicimos que ya no se puede volver atrás? Todo parece como antes, excepto esa nueva sensación, algo mínimo cambió, pero lo cambió todo, lo suficiente como para no querer seguir hablando. Tal vez sólo fue tiempo lo que pasó, o algo de su sustancia:
“hasta hallar la menuda diferencia
que las separa
de su entidad de ayer
y que define
el transcurso del tiempo y su eficacia.”
Por último, y esto es una interpretación personal, creo que el poema es dialéctico, y que la segunda parte niega la primera, la declara imposible, aunque inicio necesario. Ese repasar las cosas, observar las cosas hacia atrás, implica volver a decir las cosas, a repetir lo dicho, y es lo que no se debe hacer:
No es bueno repetir lo que está dicho.
Después de haber hablado,
de haber vertido lágrimas,
silencio y sonreíd:
La observación paciente de lo que pasó, la búsqueda de la mínima diferencia no es posible, porque las palabras pueblan el mundo de cosas, lo hacen nuevo, y repetirlas no es aclararlas y encontrar algo en ellas, sino volver a cambiar todo y alejarte más de donde querías volver, como decía Platón; si dices uno ya tienes dos, y yo añadiría que si lo repites tienes tres:
nada es lo mismo.
En fin, Mª Jesús, como ves el poema me ha gustado mucho y me ha entretenido más. No he entrado en el tema del “debe” que se ha propuesto, he preferido quedarme en el aspecto intelectual del poema, y desde este punto de vista lo veo muy acertado. Me gusta su lenguaje sencillo y si no he desbarrado, me parece elegante como ha solucionado los dos momentos contrapuestos con ese “nada es lo mismo”.
Saludos
no puedo, como Bea, apelar a la gripe (y espero que ya te hayas repuesto!) como excusa para disculpar lo descuidado de mi comentario.
El miércoles leí el poema "de primera ojeada", rápidamente, prometiendome volver a él con tiempo y calma, pero pasaron los días y no llegó el momento apropiado, así que digo más o menos lo mismo que sentí el miércoles:
¡me gusta tanto su primer verso, que casi casi me da igual todo lo que viene después!
Me gusta muchísimo "La lágrima fue dicha". Me parece una iluminación fulgurante el juego entre dicha(=felicidad) y dicha(=ser pronunciada). Me da tanto placer, que el resto del poema me importa mucho menos, este verso para mí lo hace muy valioso y no necesita más nada para que lo recuerde siempre.
Ahora bien, haciendo un esfuerzo por ir más allá, me gusta lo del silencio, como mencionan María Jesús y Meteco. Me gusta el comentario de María Jesús sobre su padre y su silencio (de su padre) y su búsqueda (de ella). Y me gusta muchísimo la imagen de Meteco que según él es de Steinbeck (no leí el libro de Steinbeck, pero una vez más, Meteco, sospecho que si lo leyera me gustaría más tu interpretación, y una vez más te digo que te veo pasta de escritor, aunque te niegues).
Por lo demás, todo es posible. La intepretación histórica me queda lejos, y la sensacion de que el poema sermonea, también la entiendo. Es posible que el poeta sermoneador utilice el "nosotros" en vez del tú para disimular su sermon, pero también podría ser que el poeta reconciliador utilice el "nosotros" en vez del "yo" para decir que no es tan importante uno mismo y que la senda que está descubriendo la puede compartir con quiera...
Lo que quita serenidad al poema, para mí, es el "antes que sea tarde", del final. Provoca una anisedad que no condice con el estado de ánimo que intenta provocar en todo lo anterior. Tal vez ahí entre la interpretación generacional...
bueno... como no tengo nada claro...
silencio y sonreid.
buenas noches.
Con permiso de los tertulianos, me asomo de nuevo para saludar a Carmen González que estoy seguro que cada semana se asoma a esta misma ventana. Enhorabuena por la nota "La naturaleza oculta" que te dedica el suplemento de "Artes y Letras" del ABC de esta semana. Esos búcaros humanizados que ven marchitar sus flores me hacen pensar en esa "lágrima (que) fue dicha" de este "angelín" que nació en la tierra desde donde tú ahora nos haces "esperar" para ver lo que hay detrás o dentro de las cosas. Un abrazo.
Gracias, Meteco, por tu complicidad y por tu comentario: tus palabras aciertan a contar aquello que yo quería decir y no lograba explicar, me alegra mucho que así sea. También como a Gotamarina me inquietó el “antes de que sea tarde”, recordarnos aquello del tempus fugit y demás siempre resulta perturbador, nos obliga a caminar rápido y no siempre podemos… o queremos.
"Áspero mundo" el nuestro que necesita de muchos ángeles como él ( ya lo ha dicho Nuño): lúcido, irónico, enérgico , tierno. La verdad es que no podía, en enero, olvidar su voz, permitidme que lo elogie sin reparos y al menos así le agradezca los buenos momentos que he vivido con sus poemas.
Hasta siempre, con todo mi aprecio.
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