miércoles, 6 de mayo de 2009

Guillermo Carnero | propuesta de Vicente

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AL FIN A VUESTRAS MANOS HE VENIDO
....................................................................Garcilaso


Cuando era niño, al acabar la clase
salíamos todos juntos al recreo
y yo era el aguafiestas, el torpe, el metepatas
absorto en un rincón imaginando historias,
aventuras y compañías de papel, leyendo un libro.
La edad no me ha librado de vocación tan mísera
ni he sabido adquirir mayor destreza
ante la realidad: extranjero en la sombra
huyendo tras el cristal de un tren nocturno,
ante quien brillan letreros lacerados,
resplandores y rostros y raíles sinónimos.
Después de fracasar con tanto empeño
al fin hasta tus manos he venido
como quien nunca supo del olor de la tierra
en un jardín mojado por la lluvia
ni oyó hincarse en la roca la paz del arcoiris,
acorde de las gamas del pozo de la vista,
silencio en la fragancia de los tibios colores
donde no cabe instante sin milagro.
No me exilies de nuevo al metal transparente
donde la voluntad se engríe y pudre,
al desierto donde se triza el tacto:
No me dejes en un rincón con este libro,
medalla decorosa en el ojal de un muerto.

,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,Guillermo Carnero


.........Comentario

Este es el poema nº dieciséis (de veinticinco) del poemario Verano Inglés  (Barcelona.Tusquets-Nuevos tiempos sagrados.1999). Supone el regreso, tras nueve años de silencio (Divisibilidad infinita 1990), de un "clásico" de los años setenta como ya lo es, también, Pere Gimferrer. 

Me ha costado mucho elegir un solo poema porque es el poemario, el tema escogido (el amor) dialogando con sus "variaciones sobre el mismo tema de siempre" o que mas me ha conmovido. Decía Auden en un verso "solo el tiempo conoce el precio que hemos de pagar." El tiempo ha regalado a Guillermo Carnero un cambio de temperatura poética que transforma una antigua actitud vital elitista, distante y culturalmente exhibicionista en una voz que se sabe y se quiere mas cercana. Resulta  envidiable comprobar que se puede envejecer, poéticamente, muy bien.
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6 comentarios:

Nuño dijo...

Bienvenido sea este "novísimo" que sigue siéndolo y gracias a Vicente Ponce por traérnosle y, sobre todo, por ese regalo que nos hace en el verso diecisiete al convertir el final del verso "gozo de la vista" en "pozo de la vista" que, además de dotar al verso de una intensidad extrema,convierte este final en una inusual metáfora, muy bella metáfora.

Me parece tan "novísimo" hoy como hace algo más de casi cuarenta años, que ya es decir mucho, porque desde esa reflexión sobre la muerte (ese último verso "ya que vas de la mano que no sientes" del libro FUENTE DE MÉDICIS, 2006) y, anteriormente, sobre el engaño que late tras las palabras (ese verso inicial "¿Por qué habría de hacerlo con palabras?" de la última parte de ESPEJO DE GRAN NIEBLA, 2002) hasta este grito emocional (del poema propuesto de 1999) de "no me exilies de nuevo..." y "no me dejes en un rincón con este libro" (que sigue, en realidad, leyendo desde su infancia), en esta última etapa, digo, que, a pesar de lo que se teme V. Ponce, está todavía lejos del envejecimiento, ya que esta vuelta al intimismo de G.C. mantiene el mismo tono y timbre de aquel intimismo de raíz cultural de sus inicios. Volver a Garcilaso para cuestionar su yo, aleja al poema de la trampa del confesionalismo poético y del anecdotismo biográfico y eleva y legitima la calidad del poema. Se entiende así ese tono elegíaco de "La edad no me ha librado...",
"Después de fracasar con tanto empeño..." y "medalla decorosa en el ojal de un muerto" (bello remate este alejandrino).
Merece la pena volver sobre este verdadero y serio "novísimo""
Salud para tod@s.

Josep E. Corbí dijo...

Es temprano, luce el sol, desayuno, preparo la mochila, los Alpes me esperan. Llevo toda la semana contemplándolos, mañana y tarde, sus cumbres nevadas. Hoy me acercaré a ellos, tras meses de añoranza, "al fin hasta tus manos he venido". Lejos del hogar, aunque rodeado de amigos, echo de menos cierta forma de ternura, todavía a tus manos no he venido; pero estoy seguro de que el paseo por los montes me empapará como la lluvia la tierra del jardín y mis poros se dejarán penetrar por la roca y los ojos resbalar por la nieve endurecida. Por fin salgo de clase, tantos meses encerrado entre paredes, los ojos doloridos, fijos en la pantalla, buscando ideas y calor. Entiendo lo que dice Carnero, "No me exilies de nuevo al metal transparente,/donde la voluntad se engríe y pudre". Tanta gente afortunada y muerta a mí alrededor, intelectuales y académicos de voz engolada y gesto disminuido, tantas palabras engreídas, tanto miedo a sentir, tanto esconderse en palabras en las uno que no cree, tantos esfuerzos por lograr una medalla que solo llega a costa de la vida y produce hastío. Yo creo haberme librado, por los pelos, de ese peligro; la tentación acecha, refugiarse en medalla que brille, en vez de arriesgarse a vivir y a ser rechazado, a arrostrar el peso de una culpa que no es tuya, como el caminante en el poema de Willhelm Müller, que Jesús Vega propuso (18.02.09). Gracias, Vicente, por este poema tan sincero y tan lleno. No deja de sorprenderme la capacidad que las palabras tienen de renovarse con sencillez y hacer que nuestra piel se sonroje. Espero que, a mi regreso, la vida nos regale un hilo para nuestras conversaciones.

Mª Jesúsearerine dijo...

No hallo la medida, el tono para este comentario.
El poema me encanta y no sé cómo abordarlo. Formalmente me incita a entrar en el análisis culturalista del texto, a hablar de Garcilaso y de la reivindicación que de él hacen (y de manera tan diferente) los poetas del XX, a comentar la mesura y contención del sentimiento que encuentro en sus palabras… (Me parecen muy interesantes los estudios sobre poesía española contemporánea de Trevor J. Dadson publicados en la Ed. Renacimiento [“Breve esplendor del mal, distinta lumbre”} para leer a Carnero y tener una visión general de su obra, seguro que ya los conocéis) y, sin embargo, me resisto a hacerlo por no huir del intimismo y calidez que Pepo ha introducido en su comentario.

Y hablar de amor como la experiencia que nos libra de ese “desierto donde se triza el tacto” o de lo banal que resulta perseguir el reconocimiento o conseguir el lustre social o académico sería parafrasear sin rumbo lo ya dicho.

Hace poco , invitamos a Agustín Fernández Paz a nuestro instituto y preparando el encuentro, hablé con mis alumnos de su obra; comentamos uno de sus libros, “Lo único que queda es el amor”. En uno de sus cuentos se narran los amores de verano, de juventud, y todos parecíamos compartir emociones y sensaciones hasta que uno de los chavales (con síndrome de Asperger) comentó:
-¿Y qué se siente cuando uno está enamorado?
-Ya lo sabrás cuando te pase- le respondieron.
-¿Y cómo voy a saber que estoy enamorado si no sé lo que es ni lo que se siente? ¿Y si no me pasa nunca?
Y aquí ya no valen las sutilezas de la lengua, ni las metáforas, ni los alejandrinos. Sutilezas verbales que solo reconocen aquellos que comparten una emoción aunque no sea vivida en ese instante.

Creo que a veces se sufre más cuando se inventa un amor

“ silencio en la fragancia de los tibios colores
donde no cabe instante sin milagro”

y se está sol@.

Vicente, es un hermosísimo poema y un bonito reencuentro en esta primavera.

Mil abrazos, aunque no halle el tono.

Fernando Broncano dijo...

Bellísimo poema. Lo leo como si fuesen dos poemas: el primero es sobre la experiencia de extranjería en la realidad que ya nace del niño que no es el centro de la atención. Quienes tenemos la virtud de ser invisibles y no conseguir jamás que el camarero nos sirva la caña que pedimos, entendemos bien la primera parte del poema.
El segundo es un poema de deseo, en el que los olores de la tierra se convierte en súplica: no me excluyas de ese paraíso de los sentidos.
Uno diría que el segundo poema es la solución a la angustia del primero.
Pero me gusta leer el poema como dos poemas separados que no tienen que ver uno con el otro.
Probad a leer el segundo desde "al fin hasta tus manos he venido" y tendréis una oración de amor, el primero es entonces un poema de nostalgia y melancolía.
En fin, maneras de leer, maneras de ver.

meteco diletante dijo...

Son tantas cosas las que me conmueven en este poema… Pero por empezar por la estética, no sabría explicarlo muy bien, pero si elimino todas las relaciones personales que me sugiere el poema, lo que me apela como yo, si tuviera que ceñirme a una categoría estética para definirlo, por exagerada que me parezca, la palabra “perfección” es la que más me viene a la cabeza. Me recuerda al Rilke de las duinesas, donde cada palabra se dice sin poder ser otra, ocupan sus lugares necesariamente, nada sobra de ellas, nada les falta, son precisas sin ser molestas. Todo me hace pensar en una composición muy trabajada, muy “remirada” en un largo tiempo necesario para darle luz, con un resultado que impacta. No puedo resaltar ningún verso, excepto los cinco primeros que son algo prosaicos por el hecho de la introducción, el resto es todo un conjunto solidario, del cual es difícil extraer algo sin tener la sensación de profanación.

Sobre las emociones que despierta el poema, también son como totales, o más bien, primero es una como totalidad, la de querer a quien a escrito el poema, y cuando se me pasa ese golpe ya puedo ver los temas o tópicos del poema. Si hablaba de perfección, también lo es en el sentido de cómo ha sido posible poner tantos “asuntos” en tan pocas líneas y tener la sensación de que hay espacio entre ellos. Está el tema del niño raro, el del extranjero, el de los continuos milagros estéticos, el del fracaso, el de la culpa, el de la muerte en vida… y todo está ahí, sostenido cada uno por sí, y al mismo tiempo en perfecta armonía con el resto. Me conmueven todos, y temo ponerme muy “varas”, hago míos prácticamente todos los comentarios que habéis hecho, es un poema bellísimo.

Saludos.

Josep E. Corbí dijo...

COMENTARIO DE VICENTE:

" Acabo de regresar a casa tras unos días librando esas batallas incómodas que inventa la Academia en forma de oposiciones y trampas varias que debe "juzgar" un Tribunal de Orden Universitario. Si la escuela es una institución penal donde se nos enseña a olvidar la infancia, como decía Leopoldo María Panero, la universidad es otra institución penal donde les enseñamos a olvidar la adolescencia. Pertenecer a ese club no está ni entre mis preferencias ni entre las pocas "virtudes" que aún puedo mantener. Por eso los comentarios al poema, todos, me han servido para restablecer el hilo lógico con el "cansado oficio de sentir". Después de muchas horas con gentes de palabra fácil, mayoritariamente engreidos/as y que tienen miedo a sentir, después de fracasar con tanto empeño (lo que me suele suceder muy habitualmente en esos lances) debería librarme, como Pepo, de ese peligro...y en ello estoy.
Creo que Guillermo Carnero mantiene el tipo, aunque quizá menos el tono, de antaño. Menos Boucher y mas piel, mas huesos, mas uñas, mas tierra, mas melancolía ahora... y se agradece . Nuño se ha dado cuenta de un acto fallido de escritura que ha permutado gozo por pozo y, en su benevolencia, gracias mil, lo considera una bella metáfora. Favor que Vd. me hace, pero si S. Freud no hubiera nacido tendríamos que soñarlo: donde decía gozo quise decir pozo sin saberlo y la única interpretación rápida que se me ocurre es que alguien que era yo (pero no todo) estaba pensando en una perla de nuestro refranero que reza: mi gozo en un pozo. En fin...
Es cierto, también para mi, que los once primeros versos son una fracción del poema con tema propio (el pasado y yo) hasta que los versos doce y trece (invocando a Garcilaso, un gesto de clara rememoración culturalista de una belleza literalmente estremecedora), abrochan o imantan el persistente fracaso a la resplandeciente victoria de los sentidos (las manos,el tacto, la piel). Tal vez los once versos restantes son la otra fracción del poema con tema propio (el pasado amenazante y yo... y tu, esencial para no convertirse en un libro, porque esa no es su verdadera elección de objeto amoroso sino su rutina y su destreza).
Y, desde luego, comparto con Meteco esa perfección refinada, trabajada al límite (11, núcleo de 2,11) que condensa toda una vida, al menos su pasado y su presente. Agradezco infinitamente todos los comentarios que, como escribe Mª Jesús, suponen una primavera reencontrada tras un invierno atroz, el mas largo que recuerdo y no solo climatológicamante hablando.