miércoles, 3 de junio de 2009

José Agustín Goytisolo | propuesta de Bea

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En este mismo instante...

En este mismo instante
hay un hombre que sufre,
un hombre torturado
tan sólo por amar
la libertad. Ignoro
dónde vive, qué lengua
habla, de qué color
tiene la piel, cómo
se llama, pero
en este mismo instante,
cuando tus ojos leen
mi pequeño poema,
ese hombre existe, grita,
se puede oír su llanto
de animal acosado,
mientras muerde sus labios
para no denunciar
a los amigos. ¿Oyes?
Un hombre solo
grita maniatado, existe
en algún sitio. ¿He dicho solo?
¿No sientes, como yo,
el dolor de su cuerpo
repetido en el tuyo?
¿No te mana la sangre
bajo los golpes ciegos?
Nadie está solo. Ahora,
en este mismo instante,
también a ti y a mí
nos tienen maniatados.


Esa flor instantánea

Miedo a perderse ambos,
vivir el uno sin el otro:
miedo a estar alejados
en el viento de la niebla,
en los pasos del día,
en la luz del relámpago,
en cualquier parte. Miedo
que les hace abrazarse,
unirse en este aire
que ahora juntos respiran.
Y se buscan y se buscan
esa flor instantánea
que cuando se consigue
se deshace en un soplo
y hay que ir a encontrar otras
en el jardín umbrío.
Miedo; bendito miedo
que propicia el deseo
la agonía y el rapto,
de los que mueren juntos
y resucitan luego.

.............Comentario
Me he permitido poneros dos poemas porque forman parte de un deseo de “leer más a Goytisolo” que tengo estos días, de descubrirlo o re-descubrirlo después de una experiencia que me ha llevado a añorarlo. En la universidad en la que trabajo está la Cátedra José Agustín Goytisolo, una de mis compañeras, Carme Riera, la creó y se ocupa cada dos años de organizar algún congreso dedicado a leer al poeta. Este año acudí por primera vez y mi percepción de lo que era un congreso cambió radicalmente (los aborrezco, al menos en filología son una pasarela de egos sin mucho sentido), de repente me sentí entre amigos, que amaban la poesía y que hablaban de ella con una profundidad y al tiempo una sencillez que me admiraba. Así que pensé que si un poeta era capaz de convocar a aquel tipo de gente a su alrededor debía merecer la pena. Ese mismo día me compré un par de sus libros y en los pocos ratos que tengo últimamente me dedico a leerlo. Me he encontrado con una voz de extraordinaria sensibilidad y tremenda sencillez, con otro “visionario de lo mínimo”, por mi afición a este concepto he escogido estos dos poemas de “instante”.

8 comentarios:

Nuño dijo...

Ahora, en este mismo "instante", estoy envidiando a Bea por tener de compañera a Carme Riera y poder recurrir a ella para acercarse al secreto poético de J.A.G. y a otros secretos del mundo poético catalán. Y ayer por la tarde me alegré, es curioso, de tener dispersa mi bliblioteca porque esto me ofreció la oportunidad de descubrir algo que me emocionó: acudí a una bliblioteca de la Junta de C.y L. y me impresionó ver que, en la sección de poesía, estaba casi toda la obra del poeta (el libro de la mítíca editorial El Bardo, el de Visor y todo el resto de Lumen: me conmueve la fidelidad de J.A.G. con esta editorial y se me hace entrañable la textura de su papel y el mimo de su impresión).

Pienso que en esa etiqueta que maneja Bea, "visionario de lo mínimo", se puede colocar esa otra de "poesía en el tiempo" y así entender es "instante" con que Bea hermana a los dos poemas. El primero de ellos no he podido localizarle, pero el segundo sí, lo he leído de nuevo en el libro "La noche le es propicia", un poemario de amor en el que J.A.G., velando su yo, recurre a la tercera persona, intentando distanciarse y referirse a sí como si fuera otro. Pero me sorprende que la puntuación de este segundo poema que nos ofrece Bea, sea distinta de la que aparece en el libro citado: en éste no hay comas, una de las características de la poesía de J.A.G. desde que publicó "Bajo tolerancia" en 1973. Esto me hace sospechar que el primer poema, "En este mismo instante" pertenezca a algún poemario anterior a 1973.

Esa "tremenda sencillez" que encuentra Bea en estos dos poemas me parece una "difícil sencillez" (en mi adolescencia tuve entre mis manos tres páginas autógrafas del cuaderno borrador de "Las anquietudes de Santi Andía" de Pío Baroja, novelista muy querido de J.A.G., con tantas correcciones que se hacía agotadora su lectura), porque requiere un trabajo previo de refinada artesanía para limpiar el lenguaje, pulir el estilo, alejar al poeta de su poema y ajustar cada elemento en función del todo.

"Poesía coloquial", "poesía conversacional" son entradas ya acuñadas para definir lo poesía de J.A.G., pero no dejan de ser simples etiquetas si nos olvidamos que al lado del habla coloquial al que recurre el poeta su descubren giros novedosos ("nadie está solo") o metáforas repentinas ("esa flor instantánea"). J.A.G., según Vázquez Montalbán, recitaba sus poemas, acompañado por la guitarra de Paco Ibáñez, siempre de perfil, como alejándose así de sus criaturas, mirando irónicamente caer los tópicos que había al fondo de las anécdotas que le servían de material poético. "Poeta urbano", "poeta industrial" según J.Hierro, denominaciones que hay que atender pero sin olvidar que esa poesía "en mangas de camisa" se construye toda a base de mucha ironía, mucha sátira, algo de parodia y, frecuentemente, un sentido elegíaco en el tratamiento de la anécdota.

Me alegra, en fin, esta vuelta a J.A.G. Salud para tod@s.

Nuño dijo...

Perdonadme este encendido añadido y tomadlo como un homenaje: ¿cuándo podremos saldar las cuentas y redimirnos de nuestras deudas con la "Escuela de Barcelona" en la que "brilló" su más prolijo poeta, J.A.G.?

meteco diletante dijo...

He decidido enviar a la porra por unas horas a todo el trajín habitual de los meses de mayo y junio, la histeria de los alumnos, las estúpidas perdidas de tiempo para ir a recoger impresos de tasas de exámenes, envíos por registro, acreditaciones de títulos en oficinas del INEM, el estudio, envío de mails mendigando alguna estancia para el año que viene…¡nunca podré ir a Assen en junio!

La semana pasada me quedé con las ganas de comentar el poema de Gonzalo, sobre todo porque hizo un comentario tremendamente lúcido y preciso de cada verso, pero aún más por el tono con el que lo hizo; logró trasmitirme una tranquilidad, o un cansancio tremendamente agradable mientras lo leía.

El primer poema que ha propuesto Bea me ha hecho pensar en cómo las acciones de otro obligan. Uno las hace para sí, como si no hubiera nadie, pero esa acción obliga, incluso a distancia, a alguien que la haya visto y alguien que no la haya visto, que la haya pensado. O al menos, si no obliga objetivamente, lo hace subjetivamente a determinadas personas más susceptibles a percibir esa obligación. Eso me explica ciertas cosas, sobre todo determinadas actitudes y determinados reproches, determinados ajustes. Pero precisamente porque esa acción parece obligar, con esa obligación uno se “relaciona”, puede ser que eso lo inserte en una trama de causas y efectos, pero sigue estando solo, yo diría que más solo que antes. Los dos maniatados del verso final se vengarán.

El segundo poema me recuerda ese instante, ese instante en el que todo desaparece. Nunca se insistirá bastante en lo efímero de ese instante, no por la duración del propio instante, que ya de por sí es poca, sino por la rapidez con la que llega, apenas después de la primera mirada. Ni tampoco se insistirá bastante en lo inútil que resulta la búsqueda de su repetición, Diría que sólo se puede hacer que intentar detenerlo, despistarlo para que no pase, hacerle dar vueltas para que no se vaya lejos, pero no hacerlo volver.

Bueno, ignoro cuando volveré a disfrutar un momento de tranquilidad como el de esta mañana, no me ha venido mal hacer un poco de ruido.

Un saludo a todos.

meteco diletante dijo...

Ah, se me olvidó, el comentario de Bea sobre los seminarios. Me acordé mucho de la anecdota de Wittgenstein cuando le advirtieron, temiendo que por su aspecto fuera alguien ajeno al congreso, de que estaba en un congreso de filosofí: Oiga, me temo que esto es un congreso de filosofía. -Sí, eso me temo- contesto Wittgenstein.

No sé si algún día desaparecerán, pero no conozco a nadie que no los deteste. Tan sólo disfruto en los congresos que fracasan, aquellos en los que por ser tan reducido el número de participantes termina la cosa en una charla entre recien conocidos. De las actividades académicas disfruto muchísimo con los seminarios, pero los congresos es algo que cada vez me cuesta más de entender, Bea los ha resumido muy bien.

Fernando Broncano dijo...

Recuerdo que cuando era joven, una mañana, tomando una caña en la vieja cafetería de Zorroaga, el caserón de vampiros donde entonces estaba la facultad de filosofía de San Sebastián, comenté algo de una artículo de uno de los Goytisolo, y Fernando Savater me dijo: " ya sabes, hay tres goytis... el..., el,.. y el goytisolo" (no reproduzco los otros goytis porque Savater tenía entonces una lengua más afilada y venenosa. He recordado esta anécdota al leer la propuesta de Bea. José Agustín, por razones comerciales fue mi primer goytisolo: sentí y canté tantas veces la canción de Paco Ibañez, con su texto "palabras a Julia", que junto a "palabras de amor" (en catalán) de Serrat son parte de la "banda musical de mi adolescencia" (para citar la bella expresión de este blog). No sabía que Julia era su hija, y lo leía como alguien otra. Da igual.
José Agustín pertenece a una generación en la que el lenguaje aún era virgen y no remitía demasiado rápido al metalenguaje, y para quien la vida y las expresiones cotidianas aún eran un lugar de poesía (no habían leído demasiado aún a Mallarmé etc...). Los dos poemas de Bea son bellos en su sencillez, hablan del otro como lugar de ser y estar:

Nadie está solo. Ahora,
en este mismo instante,
también a ti y a mí
nos tienen maniatados.

Vaya, después de tanta lluvia, José Agustín, eres un goyti pero no estás solo. Estoy contigo.

gotamarina dijo...

Confieso que de José Agustín Goytisolo sólo conozco los tres poemas musicalizados por Paco Ibáñez (Palabras para Julia, Érase una vez, y Me lo decía mi abuelito) pero los tres los escuché una y más veces en mi infancia, así que también son parte de mi banda musical personal; especialmente Palabras para Julia, que me conmovió siempre. Después, supe más de su hermano Juan, y nunca ahondé más. El comentario de Bea me da muchas ganas de leerlo, me gusta mucho cómo describe el encuentro promovido por Carme Riera, y la idea de que si un poeta convoca a gente buena, vale la pena leerlo (vendría a ser: "dime quién te lee y te diré quién eres").

De los poemas, con el primero me pasa que cuando un texto me plantea un problema moral, me cuesta hablar de sus virtudes literarias, lo moral o político se pone en primer plano y nubla todo (no digo que esté bien, pero me pasa). Lo que plantea Goytisolo me conmueve por motivos histórico-personales y me deja medio turulata como para ir más allá.

El segundo poema me gusta, me gusta mucho len encuentro de dos seres como una flor instantánea que cuando se consigue se deshace y hay que ir a encontrar otra; pero no me va tan bien que ponga al miedo en el centro del deseo y del amor, preferiría otro sentimiento, no el miedo. De todas formas, hermoso poema.

Mª Jesúsearerine dijo...

El primer poema es capaz de ir más allá del sentimiento de tristeza, y logra comunicar un sentimiento íntimo que nos habla de la esperanza en una solidaridad cósmica, de personas que se aúnan para condenar la falta de libertad o la villanía y la tortura.
Dicen que el poeta era un tanto triste y él lo refrenda: “ya ves soy lo que llaman//el clásico maníaco depresivo”. A mí me asombran estos “pesimistas” que no pierden las fuerzas para denunciar, para crear, para soñar, para proyectarse y proyectar, que creen en la fuerza de la naturaleza humana a “pesar de los pesares”, que vencen el miedo al fracaso y a la muerte. Esperanza activa e irónica, que edifica testarudamente nuevas alternativas.
“Sobre la temporada en Barcelona” es un poema que a mí me gusta bastante porque la mirada irónica que tiene J.A. de la sociedad me impulsa a reírme con ganas de las apariencias y de los rituales en los que todos, de alguna manera, participamos. Aunque él juegue con ventaja porque ha encontrado “su verdad”. Siempre la ironía y no el sarcasmo.
En el segundo poema creo ver también una muestra de ese pesimismo lleno de energía que impulsa a la acción:
“esa flor instantánea
que cuando se consigue
se deshace en un soplo
y hay que ir a encontrar otras
en el jardín umbrío”
Me sorprende, como a Marina, encontrar aquí la palabra miedo, aunque quizá este sentimiento (miedo a lo pasado, a lo que no quieres) pueda ser el combustible que te adentre en el jardín.
Me ha encantado la propuesta de Bea, y también el hecho de encontrarme con vosotros una vez más.
Me voy a votar. Besossssss.

Josep E. Corbí dijo...

He estado de viaje estos días y no me ha dado tiempo a comentar la propuesta de Bea. Cuatro versos me golpearon en la primera lectura y me persiguen desde entonces:

"Nadie está solo. Ahora,
en este mismo instante,
también a ti y a mí
nos tienen maniatados."

No pude dejar de pensar en Améry y en su perdida de la confianza en el mundo. En cómo él esperaba que nadie le golpease, hasta que el golpe del torturador sobre su carne (no sobre la carne de los otros) lo desmintió; y también esperaba que otros acudiesen en su auxilio, si no entonces, cuando conociesen de su sufrimiento, y no fue así, miraron para otro lado. La verdad era demasiado incómoda. Si la acción del torturador no está justificada (recordad la pregunta en el interrogatorio la leemos casi inevitablemente como el motivo, la justificación, para el golpe y la respuesta por parte de la víctima, como traición. De este modo, las terceras personas degradamos a la víctima y justificamos al verdugo), si es arbitraria, entonces en cualquier momento se puede volver contra nosotros y los demás no están allí para protegernos, sino como nosotros, para mirar para otro lado. Améry dice que perdió la confianza en que otros le ayudasen con el primer golpe. Creo que es una exageración que otras palabras suyas desmienten y también algunas mujeres torturadas durante la dictadura argentina con las que hablé y que luchaban por recuperar la memoria. No, la confianza en el mundo no se pierde mientras te torturan, sino cuando sales fuera y todos te miran con desconfianza. Eso me decían, pues los demás razonaban (tanto los exiliados como esbirros de la dictadura y los que miraron para otro lado mientras pudieron) 'Si ha salido, por algo será. Es una traidora'. Estaba sola en la celda de castigo, pero allí conservaba la esperanza; tras la salida, la esperanza se pierde, los demás miran para otro lado. Ante este experiencia, ¿qué contenido tienen los versos finales de Goytisolo? ¿A quién van dirigidos? ¿A la víctima o a los que miramos desde fuera? Para la víctima, no son más una mentira que subraya su aislamiento; para los que miramos desde fuera, una mentira que nos consuela y nos hace creer que no hemos traicionado a la víctima y que somos buenos. Y este es, naturalmente, uno de los modos más comunes y desesperantes (para la víctima) de mirar para otro lado.