martes, 7 de julio de 2009

Jorge Guillén: Plenitud de lo real


EL HONDO SUEÑO

Este soñar a solas... ¡Si tu vida
De pronto amaneciese ante mi espera!
¿Por dónde voy cayendo? Primavera,
Mientras, en torno mío dilapida

Su olor y se me escapa en la caída.
¡Tan solitariamente se acelera
- Y está la noche ahí, variando fuera-
La gravedad de un ansia desvalida!

Pero tanto sofoco en el vacío
Cesará. Gozaré de apariciones
Que atajarán el vergonzante empeño

De henchir tu ausencia con mi desvarío.
Realidad, realidad, no me abandones
Para soñar mejor el hondo sueño.

Jorge Guillén, Cántico


Recordé recientemente el placer que, hace años, me causaban los extraños versos que componen Cántico. Extraños porque, aunque en ocasiones abruptos, no me dejaban de cautivar con sus imágenes brillantes y claras. No sé si en algún momento llegué a entender el modo en que la poesía se manifestaba en ellos. Mi mente lo resumía en palabras que traducían mi estado en quietud y perfección. Es un cántico a la plenitud del ser, a la presencia del yo ante un mundo que amanece, antes las cosas que se perfilan y se determinan como "maravillas concretas" (un verso del poema inicial), a una armonía de seres que despiertan y cantan en júbilo. Tras la apariencia de un ser parmenídeo, un ser que jamás empieza ni termina, se imponen las cosas nombradas. Me ha sido difícil escoger uno de los cientos de poemas que se suceden en la obra. Habría quizá elegido el que abre el primer libro, con el título "Más allá" (excesivamente largo para transcribirlo). Finalmente opté por uno de los sonetos del tercer libro ("El pájaro en la mano"). ¿Qué palabras se me imponen en él? La plenitud del sueño, su hondura, se da en el amanecer de un otro, la única realidad.

5 comentarios:

Josep E. Corbí dijo...

Jesús, no sé muy bien qué decir, tan sólo que me emociona, tanto el poema como tu comentario, ese "amanecer de un otro, la única realidad". Sé que ese es mi sino y que otros viven como si el suyo fuese diferente, aunque siempre sospecho que es una huida de la conciencia de la vulnerabilidad que esa espera conlleva.

Del poema, me gusta todo y eso que siempre temo que se pierda en una metafísica manida, pero en cada verso aparece un quiebro de la sintaxis o del concepto (si es que hubiere una clara diferencia) que la renueva. Conectar la espera con la caída por un lugar que se ignora, reconocer el ansia desvalida de la noche, la tentación de llenar la ausencia con el desvarío, y la necesidad de regresar a los hechos (que incluyen la ausencia, la caída por no se sabe dónde y la primavera que dilapida que sin que yo la huela) para sentir plenamente, en vez de dejarse arrastra por el sucedáneo emocional del desvarío.

Muchas gracias, Jesús, por el poema y buen verano.

Fernando Broncano dijo...

Me uno con Pepo al entusiasmo por el poema. A pesar de que son tan diferentes, siempre he considerado a Guillén en la misma onda de Claudio Rodríguez por su concepción de la poesía como celebración de la vida y del ser.
Aquí el canto a la realidad para no dejarse abandonar por el sueño muestra muy claras las referencias barrocas al sueño como fuente de inestabilidad y escepticismo de los que la realidad es una cura.
Me guesta más la forma que el contenido del poema. La adjunción de las imágenes que lo que aquéllas expresan (algo que me ocurre con Guillén aunque no con Claudio Rodríguez, con quien me ocurre lo opuesto)

gotamarina dijo...

Me gusta mucho cómo suena este poema aunque el contenido se me escapa. Me gustan los tres comentarios que hay, y de los tres el de Pepo es el que más me ayuda a adentrarme en el poema, pero vuelvo al poema y me vuelvo a perder entre sus ideas: ¿se espera a un otro, y en la espera se llena su ausencia con desvarío? ¿O todo el poema es "metafísico", "perceptivo", se debate entre estados del alma y no en relación a un otro? No lo veo claro, y, confieso, mi cabeza está llena de otras cosas en este momento y me cuesta vaciarla para dejar lugar libre en ella como para investigar este poema. Pero vuelvo a la forma y me gusta, lo disfruto, me gusta cómo suena.

Diana Pérez dijo...

Es raro. Me gusta. Pero no sé bien por qué. En realidad, me molesta. No es obvio. Es difícil. Un ejercicio intelectual. Hay rima, como en todo soneto, pero si uno lo lee para escuchar el ritmo del soneto, se pierde el contenido. Y si lo lee dandole sentido se pierde el ritmo, desparace el soneto.
El contenido se me escapa. Tal vez me falta el contexto. Según dice Jesus es uno de muchos poemas, probablemente la idea dependa del conjunto. Este poema aislado me transmite la snesación de estar a medio camino entre el sueño y la vigilia, tal vez por eso la sintáxis se revela.
En cualquier caso, me parece un poema más que atrayente.
Saludos a todos, Diana.

Mª Jesúsearerine dijo...

“Realidad, realidad no me abandones”: intuyo ecos del Gólgota en esta frase que llega a lo más hondo de mi ser. Y no sé si es la forma, el fondo o mi lectura del poema o todo unido lo que me provoca una sensación ambivalente de bienestar y angustia.

Prescindo del tú y de las apariciones que atajarán el vergonzante empeño…y de pronto la primavera adquiere otro sentido y la noche y el desvarío y el hondo sueño: Eros y Tánatos nuevamente.

A Guillén se le acusó de cantar a una realidad que poco o nada tenía que ver con la realidad oscura y miserable que se estaba viviendo entonces. A veces lo más insignificante es motivo de cántico, de celebración, de declaración de amor a la vida como única religión, la que une el hombre con su origen.

Pero aunque intente buscar otros elementos, combinaciones de palabras y ritmos, el verso que he escrito al principio me sigue perturbando y me quedo en esta lectura inicial sin que pueda avanzar buscando otras posibles: no me abandones, vida, no me abandones.