I
Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se va la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
da dolor:
cómo, a nuestro parecer,
cualquiere tiempo passado
fue mejor.
II
Pues si vemos lo presente
cómo en un punto s’es ido
e acabado,
si juzgamos sabiamente
daremos lo non venido
por passado.
Non se engañe nadi, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio,
pues todo ha de passar
por tal manera.
Comentario.
He dudado mucho al proponer a Jorge Manrique, lo venía pensando de hace tiempo. A todos nos suenan esos versos desde la adolescencia, aunque en mi caso, a diferencia de la mayoría de mis compañeros de clase, nunca me los aprendí de memoria. Dudaba por poner algo que no iba a aportar nada nuevo, pero luego pensé que si a mí me aporta algo nuevo cada vez que lo leo a otros debería pasarle lo mismo. Muy pocas veces he visto un inicio, una apertura de cualquier empeño humano, como la de las Coplas a la muerte de su padre. Leo el primer verso y tengo que seguir, como arrastrado, hasta que me canso o me abrumo. Todos los años tengo una cita con ellas por cosas de la profesión, y no hay ninguno que no descubra algo nuevo en ellas. Este año me he detenido en ese alma “dormida”, en esa advertencia a las almas engolfadas en la vida. Pero también, cada año me seduce mucho más el personaje, la vida y muerte de Jorge Manrique y su siglo. Espero que la ausencia de novedad en esta propuesta no arruine el momento que dediquéis a esta lectura. Un saludo.
Hace 1 semana