miércoles, 21 de mayo de 2008

Tres sonetos -propuesta de Bea

Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;

arder como la vela y consumirse
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;

hablar entre las mudas soledades,
pedir pues resta sobre fe paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;

creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma, y en la vida infierno.

Lope de Vega


Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que me pone de noche en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas, y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío.

No me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi Otoño enajenado.

Federico García Lorca


Descaminado, enfermo, peregrino,
en tenebrosa noche, con pie incierto
la confusión pisando del desierto,
voces en vano dio, pasos sin tino.

Repetido latir, si no vecino,
distinto, oyó de can siempre despierto,
y en pastoral albergue mal cubierto,
piedad halló, si no halló camino.

Salió el Sol, y entre armiños escondida,
soñolienta beldad con dulce saña
salteó al no bien sano pasajero.

Pagará el hospedaje con la vida;
más le valiera errar en la montaña
que morir de la suerte que yo muero.

Góngora


No sé si es deformación profesional, pero adoro el soneto, escuchar su ritmo me hace recordar por qué decidí estudiar literatura, por qué la enseño y por qué la vivo. Estos son tres de mis sonetos favoritos, no son los más recordados de tres de los mejores poetas de todos los tiempos, pero sí son de los que yo más quiero, porque están relacionados con distintos momentos de mi vida y con gente amada, que de una otra manera se me apareció mientras los leía. Son sonetos que hablan ante todo de pasión, de fuerza, de una vida que se apura hasta la última gota, aunque sea compleja, tramposa y llena de faltas. En ella el amor todo lo redime, pero es también su principal peligro, aunque sólo aceptando el desafío se está realmente vivo. Además, últimamente en ese “irse y quedarse” de Lope, siento que existe casi un lema para mi, partida entre dos ciudades que representan amores distintos, pasiones distintas, pero indisociables, obligada a aceptar la necesidad de la paradoja.

6 comentarios:

Josep E. Corbí dijo...

LOPE DE VEGA: Me fascina este soneto. Uno de los aspectos que me atrae es que combina la ontología del yo fragmentado (ir, partirse, partir sin alma, ir con alma ajena, consumirse) con una actitud cognitiva inevitablemente confundida (haciendo torres sobre tierna arena, lo es temporal llamar eterno, creer sospechas y negar verdades). El yo del poema no solo está dividido entre actitudes incompatibles, sino que no está claro desde qué momento de la experiencia del amor nos habla. Parece que las sobrevuela todas y, al tiempo, que está atado a todas. En esta experiencia de fragmentación, desdoblamiento y confusión sentimos que nos va la vida o, aún más, que no hay vida fuera de ella. Y, sin embargo, ese sobrevolar del soneto responde a una mirada contenida, lúcida. La tensión entre todos estos elementos es la que nos acerca a una vida saboreada y enriquecida.

Josep E. Corbí dijo...

COMENTARIO DE DIANA:

Gracias Bea! Y feliz cumple!
Nunca comento nada (por falta de tiempo, aunque los leo a todos!) pero esta
vez me conmovieron tus sonetos. Y antes de que haya muchos comentarios y no
me anime a hablar ante ustedes, escribo.
Especialmente me gustó el primero que me recordó a una frase de un tango
viejo y hermoso, "Naranjo en flor" (si alguien quiere escucharlo entero,
creo que había una versión cantada por el "polaco" Goyeneche en Youtube). El
estribillo empieza así:

Primero hay que saber sufrir,

después amar, después partir

y al fin andar sin pensamiento...


Y, efectivamente, como dice Pepo, el soneto recoge de una manera muy
contundente y perfecta la experiencia del yo dividido, fragmentado,
enajenado (sea por el amor, como en el tango, sea por lo que sea) sensación
que al menos a mi me provoca muchísimo placer. (algo de esto habrá la
proxima semana).

Beatriz dijo...

Para mi de los tres es también mi favorito. Por eso lo puse el primero!!! Lope es el gran olvidado de los siglos de Oro, todos hablan de su teatro tan mediático, tan divertido o trágico, pero a mi juicio era el poeta más moderno y más cercano a nosotros de esos tiempos y casi nadie lo ve!!!

gotamarina dijo...

FELIZ CUMPLE BEA!!!! Que seas muy feliz y te hagan muchos regalos y te mimen mucho!

A mí también me gusta el ritmo de estos sonetos, y qué increíble que cumpliendo los tres las mismas reglas de construcción cada uno tenga un ritmo diferente, propio.

Yo creo que el de Lope gusta más no sólo por lo que dice, el contenido y las imágenes, sino también por su ritmo, y ese ritmo está basado en el uso de los infinitivos y gerundios. No hay ningun verbo del poema que esté conjugado, salvo ese "es lo que llaman" que no se aplica a la voz del poema. El resultado es que todo esa pasión ardiente que provoca caída pero no arrepentimiento no está aplicada a nadie en particular, es de todos, es sustantiva como los infinitivos, es algo que existe, una realidad del mundo, en fin, me estoy dejando llevar no sé bien a dónde. Quiero decir que además de expresar bien las penas del amor, las expresa desligadas del ser que las siente, las vuelve universales, algo que ES, más real aún porque no es de nadie y es de todos, en fin, otra vez me enredo. Bah, me gustó mucho, al final todo termina en eso.

Los otros dos también, pero algo hay que (hasta ahora) todos nos encandilamos con Lope. Será lo que decís, Bea, que es tan moderno y cercano a nosotros.

Que termines bien tu día!! Feliz literatura!

Fernando Broncano dijo...

Felicidades!
Me uno al blog después de unas no queridas vacaciones para disfrutar de estos tres regalos.
Grandísimo Lope!: "caer de un cielo, y ser demonio en pena/y de serlo jamás arrepentirse". Es nuestra condición de rebeldes. Y eso que Lope no leyó el Paraíso Perdido.
Pero hoy estoy con Góngora. Esa historia de terror, de la mujer fatal que asalta al viajero enfermo al fin de la noche es una bella metáfora de la muerte. Fijáos en la desolada perfección de la primera estrofa:
"Descaminado, enfermo, peregrino,/
en tenebrosa noche, con pie incierto/la confusión pisando del desierto,/voces en vano dio, pasos sin tino" De nuevo nuestra condición, ahora no de rebeldes sino de desamparados peregrinos por un desierto que no entendemos.
Encuentro en el barroco mediterráneo, cada vez más, una profundidad, una capacidad de resignificación de lo cotidiano que otras formas de modernidad no alcanzan o se han perdido. En alguna de estas semanas devolveré a Bea su regalo con algun/os soneto/s de Quevedo. Esa gran metáfora del barroco que es "vivir es aprender a morir" (aunque fuera de Montaigne la frase), y que ellos resignifican en que sólo quienes ven la vida de ida y vuelta aprenden a vivir lo esencial

Nuño dijo...

Buenas tardes. Antes que nada, una doble felicitación. Para Bea, una, por dos motivos: por su cumpleaños,aunque sea ya con mucho retraso y por el regalo "envenenado" de estos bellísimos sonetos. Y la otra, para Carmen (la conocemos aquí de soslayo a través de Fernando) por el éxito de su tesis. Recurro para tranquilidad de Bea a su propia propuesta y a algo que no aparece en las estadísticas bibliotecarias: la labor secreta de la lectura de "cámara". En ésta, las viejas ediciones mantienen la memoria fresca de los que han sido y lo son. No me extraña que fascine a Pepo y a todos nosotros y así espero seguirá siendo. Cuando volvía este mediodía a casa, sobre el pretil de piedra del Tormes, una muchacha apoyaba un libro (¿quién sería su autor?) y leía unos poemas.
Tres sonetos, nos trae Bea, con distinto registro: un Lope sutil y empecinado explorador del alma propia y la ajena; un Góngora elegíaco; y un Lorca amatorio. (Corrijo el texto de Lorca: el útimo verso del primer terceto termina en coma, no con punto, por lo tanto el primer verso del siguiente terceto empieza con minúscula; y otoño debe ir con minúscula). Suscribo la valoración que hace Fernando del barroco pero, sujetándome al carácter particular de la propuesta de Bea obligándonos a atender la métrica, me quedo con el soneto de Lorca (por cierto, un Lorca que bebió mucho de Góngora y de todo el barroco) porque, aunque las tres muestras posean, como es lógico, la misma medida y el mismo acento, sin embargo la rima presenta una combinatoria distinta con lo cual se modifica el ritmo de la melodía. Melodía que, en el caso de Lorca, se intensifica por medio de dos recursos: uno, transgredir (una forma, pues, de renovar y rejuvenecer) la norma tradicional de la rima de los dos cuartetos (Lorca rima primero con tercero y segundo con cuarto); y otro, uilizar la libertad combinatoria que se permite en los dos tercetos, manejando (¿influencia del flamenco?) solamente dos rimas ("...ío" y "...ado") que se repiten tres veces, con lo que significa, pues, un aumento del eco de esa melodía. Hay algo más que debo recordar: las cesuras internas abundan en el soneto de Lope y en el de Góngora, entrecortando, por lo tanto, el ritmo de la melodía, circunstancia que no se sufre en el de Lorca. (Léanse en voz alta los sonetos). Salud para todos.