miércoles, 26 de noviembre de 2008

Jorge Luis Borges -propuesta de Carmen

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LA ESPERA
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Antes que suene el presuroso timbre
y abran la puerta y entres, oh esperada
por la ansiedad, el universo tiene 
que haber ejecutado una infinita 
serie de actos concretos. Nadie puede 
computar ese vértigo, la cifra
de lo que multiplican los espejos,
de sombras que se alargan y regresan,
de pasos que divergen y convergen.
La arena no sabría numerarlos.
(En mi pecho, el reloj de sangre mide
el temeroso tiempo de la espera.)

Antes que llegues,
un monje tiene que soñar con un ancla,
un tigre tiene que morir en Sumatra,
nueve hombres tienen que morir en Borneo.
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Comentario
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Saludos de nuevo. He elegido este poema porque trata un tema que me tiene ahora mismo atrapada. Vivo en la espera, y aún así me resulta imposible comentarlo con palabras. Sólo puedo sentir cómo se ajusta a una distorsión de la realidad que se crea cuando esperas que algo llegue, o que algo se vaya, o que algo sea mejor, o peor.
Por eso mi comentario a este poema viene en forma de imagen, la imagen de uno los personajes de cerámica que pueblan el estudio y que forma parte de una serie que se llama así, la espera.
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9 comentarios:

Fernando Broncano dijo...

Cuando uno cuelga un poema en el blog hay un tiempo de espera en el que miras el blog a ver qué han dicho los otros: la elección de Carmen me ha recordado ese tiempo de espera.
Leo el poema con la obra de Carmen presente (en su página están colgadas más mujeres-florero de esa serie para una exposición próxima). Cada obra captura un aspecto de la espera: el poema de Borges, esa inestabilidad que crea la esperanza y la mera espera, donde los sucesos se multiplican y lo más trivial cobra un espesor que se alza como un muro entre el momento presente y el futuro esperado. La obra de Carmen recoge en su heterogeneidad de lo vivo y lo muerto, lo natural y lo artificial, ese elemento híbrido del tiempo de espera, donde, por una parte, el cuerpo se congela, pero también donde se agosta la vida, perdida en un momento que aún no existe y que quizá no llegue a existir.
Borges manifiesta también algo de esa heterogeneidad de la densidad del tiempo de espera: un monje que sueña con un ancla, un tigre que está ordenado a la muerte, nueve hombres a los que les cabe el mismo destino.
La espera es ese tiempo en el que estamos colgados de un abismo de no-ser y donde la esperanza y el resentimiento se mezclan en un caleidoscopio de sentimientos.
Borges se refugia en sus imágenes tan características tomasdas de las sagas, pero en todos sus poemas deja que uno o dos versos le descubran como el ser frágil y emocionado que era: el reloj de sangre mide el temeroso tiempo de la espera. Al leerlo siento los latidos en los que se mide el tiempo de la espera. Un tiempo en el que el corazón suena más fuerte.

Josep E. Corbí dijo...

1. Abundan en el poema referencias numéricas, cómputos, que templan la desazón de la espera. La templan y la ocultan, para quien espera y para quien escucha la forma de la espera. Parece que haya algo concreto, computable, que tenga que pasar para que surja, de pronto, lo que se espera. Y lo que se espera, sin embargo, queda indefinido, escapa a la idea misma de cómputo. Cuando el poeta dice 'nadie puede computar ese vértigo', parece que sea la vastedad del número la que lo impiden, pero uno sospecha que no, que no es eso, sino que es algo que tiene que ver la indefinición de las sombras y los pasos. Y, sin embargo, seguir pensando en números y en hazañas (pensemos en los tres últimos versos) parece que consuela.

2. Como Fernando pienso que gran parte del poema se inscribe en una retórica que Borges ha construido y que domina, por lo que, sin querer, me distancio al sentir que el narrador no se ha comprometido. Y, sin embargo, como a Fernando, me ha emocionado una imagen 'el reloj de sangre mide temeroso el tiempo de la espera'.

3. La foto de la figura de cerámica que puebla el estudio de Carmen me resulta, en cambio, muy sugerente. El contraste entre la textura de la cabeza y la del cuerpo, subraya la desnudez de este último. La ausencia de brazos, en un cuerpo por otro lado impecable, destaca el desvalimiento hasta el punto de tornar inestable una posición que, inicialmente, podría parecer segura, la de sentado. A lo que también contribuye que las piernas cuelguen. Y ese rostro más bien animal, pero con mirada humana, anuncia una espera que busca, consciente de su desvalimiento. No veo en esa figura ni cifras ni cómputo que atemperen la espera, sino conciencia desnuda de la propia incertidumbre.

gotamarina dijo...

Algo que me pasa con Borges es que no puedo leer sus poemas (no me pasa igual con sus cuentos) sin tener presente todo lo que sé sobre su persona; es algo que me pasa mucho con dos poemas de él que me gustan mucho y alguna vez pensé proponer en Pan de humo, "El amenazado" y "Poema de los dones", y que me hace dudar de subirlos porque me imagino que quien no sabe ciertas cosas sobre la persona Borges los leería en forma muy diferente, y que ponerme a explicar todo lo extraliterario no tiene sentido, y así dudo. Supongo que esto pasa con cualquier poeta, como ya quedó demostrado acá, cuando publican un poema de alguien que yo no conozco obviamente lo leo distinto que si supiera de la vida del autor, o sea que no debería detenerme por eso, pero igual dudo.

En fin, a lo que voy es que cada poema de Borges a mí me lo trae en persona al mismo Borges, me lo imagino a él, concreto y real, viviendo lo que expresa. Tuve la suerte de verlo en persona en la Universidad de Buenos Aires, además de leerlo por mi cuenta todo lo que pude, y le tengo mucho cariño. No soy de ir a ver tumbas pero en Ginebra sí que fui a ver la suya.

Entrando a este poema en particular, además de que me pasa esto de "verlo" a Borges, me pasa que no me hace sentir tanto la espera sino esta cuestión borgiana de lo azaroso e inestable de la vida y por lo tanto los infinitos mundos posibles que podrían ser desencadenados por cualquier acto, por mínimo que sea; algo que era el tema principal en el poema propuesto por Diana en febrero. La espera está en el título, en "oh esperada por la ansiedad" (que podría ser una mujer, o cualquier "circunstancia" esperada por la ansiedad") y en la metáfora del reloj de arena, que me conmueve (pero como yo misma escribí un poema con esta misma imagen sin haberla leído nunca de Borges, algo que me conmueve especialmente es la coincidencia, es como ponerse a saltar de alegría porque nuestro amiguito tiene la misma figurita que tanto nos gusta). El resto del poema para mí habla de esto que digo, las infinitas posibilidades que pueden derivar en una cosa u otra, y hacer que la persona esperada llegue o no llegue, por supuesto, con las imágenes tan caras a Borges como los espejos y los senderos que se bifurcan. Uniendo las dos cosas me imagino a Borges en su casa, quieto, esperando a alguien, y mientras espera va matando el tiempo imaginando cada acto que debe realizar la persona esperada para llegar a su casa, y cómo cada acto podría trastocarse, alterarse su resultado, dislocarse, conduciendo a la persona esperada a otro destino, o bien cómo cada acto se ajusta a lo que Borges espera y llevan finalmente a la esperada hasta la puerta de su casa. Una forma de expresar la ansiedad, es cierto. Hasta que no suena el timbre y abren la puerta y entra, no hay forma de saber si la persona esperada llegará o no, por más que se sepa que está en camino.
Me gusta el juego de "La arena no sabría numerarlos/ (En mi pecho el reloj de sangre mide"..., me gusta que la arena, imagen misma de lo innumerable, no pueda medir su ansiedad, y que la arena esté justo antes del reloj de sangre.
El sentido de los últimos tres versos me queda oscuro, pero viniendo de Borges juraría que son citas literarias cuyos referentes no conozco; y si los conociera, expandirían el sentido de su espera hasta dimensiones heróicas, como dice Pepo.

Nuño dijo...

Si hay un escritor que conozca y exprese sutil y "encantadoramente" la "distorsión de la realidad" en acto de espera, no puede ser otro que Borges y Carmen ha sabido encontrarlo. Mi relación con G.L.B. (como lector, claro está, pero lector no "ingénuo", en contra de lo que él añoraba) la acaba de expresar Gotamarina en su magnífico comentario que suscribo totalmente, por lo que me permito obviar parte de lo que me suscita esta propuesta. Es cierto que yo no fui a visitar su tumba: me topé con ella sin quererlo, una tarde de lluvia apacible en mayo del 99 y, sin quererlo también, me conmovió el encuentro y, si yo fuera un acólito borgesiano, me atrevería a creer ahora que ese acto fue el "acto concreto", de entre una "infinita serie" de ellos, que de alguna manera, como señal premonitoria, me estaba anunciando una dilatada "espera" hasta topar con la propuesta de este blog: este encuentro alimentó de nuevo mi interés por el autor, pero siempre me mantuve como lector entregado sólo a su tesoro cuentístico y olvidándome por completo de su producción poética: esa "oh esperada", pero sin ansiedad,era, pues, toda la poesía de este "artífice" o, mejor aún, platero.
Dos textos conozco de J.L.B. con el mismo rótulo de "Espera": uno es un cuento en el que el protagonista aguarda ansiosamente su muerte; y el otro es este poema que nos viene de la mano de Carmen en el que la espera pensé que se personificaba con la muerte, pero lo que propone Gotamarina me hace dudar y, de acuerdo al "modo borgesiano" sería más apropiado dejarlo en el campo de la fantasía del"lector ingénuo" que tanto gustaba al autor.
He de reconocer que como prosista Borges me hechiza y me llenan de gozo sus fantasías seudocientíficas y que en sus cuentos he encontrado tanta poesía como en sus poemas.
Del poema "La espera", Fernando, Pepo y, sobre todo, Gotamarina, lo acaban de analizar tan bien que lo único que puedo añadir sería insistir en el eco de su musicalidad (sonido y ritmo) que Borges "diverge" en sus dos espacios estróficos: perfectos endecasílabos en el primero y en el segundo, quiebra el metro y lo agiliza mezclando en los tres últimos, a base de una cesura interna, una medida de cinco sílabas que completa con otra de siete. Recurso métrico éste que nos habla del platero Borges.
Salud para tod@s.

Beatriz dijo...

Hola!!! A ver si consigo participar hoy en el blog... Mis problemas informáticos en casa y en la uni se están volviendo crónicos y siempre que quiero escribir aquí acabo con la conexión cortada a medias... Creo que entre los cuatro habéis recogido todas las cosas que pienso. Coincido con Fernando y con Pepo en que lo más sugerente del poema es la tesión entre el Borges culturalista, de referencias creadas, que a mi a veces me "des-espera", y ese apunte de luz, que se cuela y que nos muestra al Borges humano, el mito y el hombre en pocas líneas, creo que Marina lo explica muy bien con su comentario del elemento "biográfico". Me gusta mucho la obra de Carmen, me reconozco más en ella que el poema de Borges. Entiendo que la espera es un tema complejo de la vida, siempre estamos esperando cosas, especialmente en determinadas épocas. Yo creo que se aprende a esperar... y la verdad es un tema que me toca mucho y sobre el que he pensado un montón. Borges lo clava, por decirlo coloquialmente, la pena es que no lo descarne más. O a la mejor ser tan numérico es estar descarnado al extremo...??? Lo pienso más.
Un besote a todos

Nuño dijo...

Con permiso de todos los tertulianos, añado una nota que se me quedó en el olvido ayer. Se refiere a esa realidad distorsionada de los personajes cerámicos de Carmen, uno de los cuales ilustran visualmente el poema de Borges: me inquieta ese búcaro inmaculado distorsionado por unas piernas colgantes que le han nacido. Quizás la soledad de su presencia, más que la misma distorsión, me cause esta sensación y me da por pensar que la compañía de sus compañeros alivie esta extraña impresión. Enhorabuena a Carmen y saludos de nuevo.

Josep E. Corbí dijo...

COMENTARIO DE CARMEN:

Hola a tod@s:
Estoy realmente impresionada y agradecida por todos los comentarios
porque, como dije, estaba ante un poema que me resultaba imposible
comentar. Al leer vuestras observaciones veo más claro donde residía
(al menos una parte de) mi temor, que, a la vez que temor, era el
germen de estas piezas en las que he trabajado últimamente.
Habéis observado que el poema de Borges se podría referir a dos formas
de esperar; podría ser la muerte lo que se espera, o una persona. La
última tendría que ver con algo concreto que inevitablemente habrá que
llegar y se desea que se resuelva cuanto antes: una llamada, una
visita… La espera entonces sería un estado de ánimo ansioso que
modificaría nuestra percepción del entorno y nos haría hipersensibles
al paso del tiempo. La otra espera sería diferente. Una forma de estar
en el mundo que se proyecta sobre los posibles hechos futuros y
condiciona la vida en el presente. Como dice Fernando, la espera
"agosta la vida, perdida en un momento que aún no existe y que quizá
no llegue a existir".
Las piezas de cerámica trataron de referirse a este último estado de
"incertidumbre" constante que marchita la vida o que funciona como una
evasión de la vida. La manera que había encontrado para referirme a
esto era integrar/contraponer la materia orgánica con los ornamentos
cerámicos de siempre, formas básicas que se repiten desde tiempos
inmemoriales, pero dotándolos de antropomorfismo. Formalmente componen
en conjunto una vanitas. Sin embargo, al tratar cada una de las piezas
individualmente, ellas mismas me empezaron a mostrar un aspecto
concreto, un matiz diferente, que indicaba lo que exactamente estaban
esperando: dar a luz, hacerse adulta, independizarse, amar…
(http://www.cmng.es/gallery2/main.php?g2_itemId=1055). Este regreso a
la vida se manifestará, espero, en el tiempo de la obra mientras esté
expuesta, en el tiempo que la realiza y da sentido a través de la
duración de sus flores. Me agrada pensar que algo tan poco heroico
como ese material efímero pueda traducir algunos estados de ánimo
(¡seguro que son incontables!) del estar esperando.
Gracias y saludos.

Diana Pérez dijo...

Hay muchas esperas. Esperamos a alguien: a un amigo, a un ser amado, a un hijo. Esperamos ver la cara del hijo que está por nacer durante nueve meses! Esperamos el resultado de un análisis, de un examen. Esperamos una llamada. Esperamos la muerte. Esperamos no recibir cierta llamada. Esperamos el nuevo poema de Pan de Humo. Esperamos una buena repercusión de nuestras palabras en el oído del otro. Esperamos gustar. Esperamos un abrazo, un beso.
Cuando tenía 8 o 9 años leí por primera vez "El Principito". Me fascinaron dos pasajes. Primero el de la puesta de sol. Aun hoy, cada vez que puedo busco el sol a la hora en que se esconde y trato de regalarme un ratito para mirarlo. Y segundo, la historia del zorro. Creo que fue la primera vez que sentí que ciertas emociones humanas están mejor relatadas en la literatura que en ningún otro formato. Y justamente, por si alguien no recuerda, era un pasaje sobre la espera y la amistad.
A mi me encanta la poesía de Borges (más que sus cuentos, y ya sé que no muchos van a coincidir). No leo contando sílabas, ni leo pensando en la vida del autor (de Borges sé tan poco!). Sé que me pierdo miles de detalles por mi ignorancia literaria, y me alegra leer sus comentarios semana a semana para aprender estas cosas.
Coincido con Marina acerca de la fascinación (borgeana, y también humana) por los caminos posibles, con Pepo acerca del contraste entre lo que puede computarse (el tiempo de espera objetivo, el reloj de arena) y lo que no puede computarse: el tiempo subjetivo (el reloj de sangre), así como el resultado de la espera: el amigo, el encuentro, la caricia, la mala noticia, la muerte... Coincido también con Fernando y su imagen de la espera como un abismo del no-ser, cargado de emociones. La espera es conciencia de la posibilidad, de lo que no es y podría ser, de las alternativas. El no-ser está por todos lados en el poema, los espejos que se multiplican (generando imágenes que no son), las sombras (que tampoco son), los pasos que divergen y convergen (la contradicción), lo que no se puede contar.
Me parece sublime resumir las emociones que suscita la espera en los latidos acelerados del corazón. El juego entre la arena que no puede numerar (no sé muy bien qué, pido ayuda: dice "numerarLOS", a qué se refiere Borges? a los pasos? los actos concretos? los minutos de la espera?) y el reloj de sangre es genial. El corazón que bombea la sangre es un reloj pero no de arena! de los de tic-tac! Borges nos remite a los latidos, sin hablar del corazón. Y los latidos y su frecuencia varían con nuestros estados emocionales, y el latido "objetivo", "normal" de 80 pulsaciones por minuto se transfigura en un latido acelerado, el del tiempo subjetivo, el del tiempo interno de la espera.
Finalmente, me gusta también la idea, que nadie mencionó, de que para que lo esperado se concrete, tienen que haberse ejecutado una infinidad de actos concretos. La espera es abstracta, pero sólo se resuelve de una manera concreta y determinada. Mientras esperamos, mientras estamos en ese abismo, algo está ocurriendo, una infinidad de pequeñas cosas que se nos revelarán cuando acabe la espera.

Beatriz dijo...

Bueno, ya también creo que uno puede vivir "instalado en la espera", sin pensar que esta vaya a materializarse y ésta es la que a mi me interesa... Un jarrón es algo que dura, a mi me parece metáfora de este "estado espera". por eso me ha encantado