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Mi elección esta vez, lleva por nombre a María Sanz. En el enlace podéis acceder a sus textos, y videoteca.
http://www.cervantesvirtual.com/portal/poesia/sanz/autor.shtml
El primero, “Memoria”, me ha traducido del mundo que predica, algo que todos alguna vez necesitamos: el olvido. Poema corto, sin pretensiones, sin gran mérito sintáctico-gramatical y sin embargo, desde mi punto de vista, impregnando en el cerebro eso que nosesabemuybien que tiene la poesía, que la hace atemporal.
El segundo, “Nadie te ha dado nada” ha pasado por mí como una lección de la propia vida. En un puñado de versos, he claudicado y traspasado el silencio.
No tengo nada más que decir, pues son estos versos los que hablan y callan a la vez. El todo y la nada.
Invitaros a que los disfrutéis, si queréis y la vida os pone en la tesitura de hacerlo.
MEMORIA
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Si quieres olvidar, si no te basta
con ahuyentar heridas y desprecios,
acuérdate del día en que un poema
te liberó del mundo y sus engaños.
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NADIE TE HA DADO NADA
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Nadie te ha dado nada, tú lo sabes.
Y lo entiendes mejor cada mañana
Cuando abres tu vacío a los primeros
Rayos del sol. Entonces agradeces
Tener por toda herencia tus sentidos
Para ese instante alado de gorriones
Que te hace despertar, para ese aroma
florido de la brisa más temprana.
Y lo entiendes mejor. Sabes que el tiempo
Acabará con toda pertenencia,
Con todo lo que aún no se posee,
Y hasta con esas luces que te inundan
De su clara verdad. Nadie te ha dado
Más que órdenes, leyes y consejos
A seguir, por las buenas o las malas;
Tristezas en la noche, frases hechas,
Remedios inservibles contra el frío
Y un poco de otras muchas vanidades.
Pero tú lo agradeces. Así nunca
Tendrás que devolver ciento por uno
De tales donaciones. Y lo entiendes
Mejor cuando te acuerdas de ese día
En que habrás de partir, dejando sólo
Unos versos escritos como ejemplo
De tu digna pobreza. Nadie cumple
Más deseos por ir con su abundancia
Sobre los hombros, por tener sus bienes
A salvo de un fracaso inoportuno.
Por eso, vive en paz con tu vacío,
Con la luz matinal, con este aroma
De soledad en flor, con el silencio
Que igual que tú, sin nadie, fructifica.
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11 comentarios:
Otra baldosa más para ir completando mi piso. Gracias Azahara por llamarme la atención sobre esta voz femenina y gracias también a "A media voz" que me ha ayudado a escucharla con más detalle. Pero tengo que reconocer que me ha costado entrar en esos dos poemas y,después de "manosearlos" hasta el cansancio, los he aparcado para que reposaran y me maduraran con la esperanza de que esta terapia formal me los devolviera con el "calor" que, desde la primera lectura, echaba en falta en ellos. Pero ni "la soledad", ni "el silencio", ni "la brisa" invernal, ni "el aroma" del cantueso y de los prados lujuriosos de la entresierra salmantina, ni "las luces" del atardecer otoñal, ni los fresnos "fieramente humanos", nada de toda esta belleza y deshabitada paz me han ayudado a dar con ese "calor" o ese "duende" que esperas acariciar en todo poema.
Así que vuelvo a retomar los poemas y vuelvo otra vez a sentirme extraño dentro de ellos. En el primero, "La memoria", la brevedad del poema en sí está exigiendo una descarga formal, un chasquido, que compense y juegue con aquélla; no basta con la contraposición de olvidar y acordarse. Y en el segundo -soslayo aquí el contenido de texto- me siento aún más extraño y casi desalojado por esas expresiones "...alado de gorriones...", "aroma de soledad en flor...". Y en los dos, me cansa esa caída en la metapoesía.
Estas extrañezas mías, manías mías sin duda, no fueron capaces, ni al principio ni después, de taparme los oídos para que no pudiera disfrutar de la música de esos endecasílabos extraordinarios de M.S. Salud parar tod@s.
Entiendo la distancia de Nuño, y sin embargo mi cercanía con el poema es parecida a la que ha sentido Azahara al elegirlo. Ese especular hablar a un tú del que te sientes lejos y a la vez cercano; esa cadencia de los endecasílabos en la que se desgrana una salmodia de quejas al destino; esa reconciliación con la vida que solamente da el "tener por toda herencia tus sentidos/para ese instante alado de gorriones"; el encabalgamiento de los versos que consigue una corriente como de pensamientos que se hilan; esa fuerza que solamente da el resentimiento (como Belén Gopegui, creo que es la única emoción que el artista debería moralmente atreverse a representar para no edulcorar una realidad oscura). No, realmente no es un poema que dé calor, no lo da nunca la piel expuesta al frío de la vida: es un poema de desnudamiento emocional. No es tampoco un poema que acuda al hermetismo como refugio: es en la transparencia de imágenes cercanas en la que encuentro una comunicación de un mensaje de tristeza que cualquier otra alternativa de juego con el lenguaje habría convertido en banal. María Sanz desvela aquí una forma poética que me resulta más humana que la de todos los valentes mistéricos juntos. En fin, lo bueno de este blog es la diferencia y no la repetición. Salud a todos.
Hola Azahara! Tanto tiempo! ¿Cómo está tu bebé?
Leí tu comentario al poema de Kavafis y tenía muchísimas ganas de poder comentarte algo simplemente para que veas que alguien lo había leído, porque a mí me pasó varias veces agregar comentarios a poemas de Pan de humo demasiado cerca de la fecha de una nueva propuesta y da la sensación de que nadie los lee; pero resultó que tu comentario me desorientó y no supe qué decir. Como diría Caetano, mejor que el silencio sólo Joao.
Sobre “Memoria” me sale decir que me hizo gracia que el remedio que propone para olvidar sea recordar. Me gusta eso de que un poema nos puede “liberar del mundo y sus engaños”, me parece una buena forma de describir eso mágico de la poesía, su poder terapéutico y de sanación.
Con el segundo, para empezar me resultó un alivio que en la versión de la Biblioteca Cervantes no estuvieran las mayúsculas al comienzo de cada verso, porque es algo que me aleja mucho de lo que leo, las mayúsculas en medio del sentido de una frase (supongo que el editor de Word o del blog las metió porque sí). Me gusta el uso del tú que en realidad es un yo, un recurso que la poetisa usa en otros poemas como se ve en la Biblioteca Cervantes (leí todos los que había porque no la conocía de nada a la autora) y que permite decir con más libertad cosas que tal vez desde un “yo” sonarían peor. Me gustan frases como “agradeces / tener por toda herencia tus sentidos / para ese instante alado de gorriones /
que te hace despertar” y “este aroma / de soledad en flor”, y “el silencio / que igual que tú, sin nadie, fructifica” (se ve que tengo los gustos opuestos a vos, Nuño, porque según entendí todo lo que a mí me gusta, a vos no). Me gusta lo que Fernando describe como “esa cadencia de los endecasílabos en la que se desgrana una salmodia (…) el encabalgamiento de los versos que consigue una corriente como de pensamientos que se hilan”, aunque me queda una sensación extraña con los cortes de un verso a otro, como si no pudiera ver por qué se pasó de un verso a otro más que por cuestiones de métrica, sin que la métrica aporte algo más al poema (uy, me parece que no me expreso bien).
Junto con todo esto me pasa que hay algo que no veo claro en el poema: por estas imágenes, la cadencia de salmodia, la postura de la poetisa, qué sé yo qué, me da la impresión de que el poema “debería” estar hablando de bienes espirituales (y aquí debe de estar mi mayor error, en este “debería”), y sin embargo, cuanto más lo leo me deja la sensación de que está hablando de bienes materiales, y eso me aleja de lo que dice. Siento un resentimiento oculto en el poema, una actitud de querer convencerse de que uno está más allá de lo que lamenta, que alcanza su objetivo a medias; y me distancia. Probablemente el error es mío y le estoy pidiendo al poema algo que nunca se propuso ofrecer.
Ya antes expresé mis diferencias y no quiero molestar con mis comentarios, pero no coincido con Fernando en que el resentimiento es “la única emoción que el artista debería moralmente atreverse a representar para no edulcorar una realidad oscura”: si la realidad es oscura, tratemos de iluminarnos, a nosotros mismos y de paso a los que tengamos cerca, si podemos, pero no insistamos en la oscuridad. El resentimiento no me gusta, ni en literatura ni en la vida, ni le encuentro fuerza moral alguna. Todo esto me toca fibras demasiado personales, y supongo que no es éste el espacio para adentrarnos en ellas, pero sí me pasa que no puedo dejar pasar este comentario como si nada, necesito decir que no coincido.
Por último, Azahara, me gusta tu invitación “Invitaros a que los disfrutéis, si queréis y la vida os pone en la tesitura de hacerlo”; cuántas veces cuando un poema no nos dice nada nos queda la duda de si es cosa del poema o somos nosotros que no tenemos la capacidad de ver sus virtudes; más todavía cuando nos encontramos con otro que sí las ve.
Hola Marina, es un poco fuerte lo que he afirmado del resentimiento: Belén Gopegui, y en eso coincido, cree que en la novela a veces los buenos sentimientos son sólo "mala fe", el sentirse resentido con el mundo puede ser patológico o puede ser sólo una forma de distancia sana entre lo que es y lo que debería ser o lo que tendría que haber sido. Más allá no querría afirmar nada (la celebración de lo real puede ser otra forma de lucidez, estoy de acuerdo). Y sí, tienes razón en que los encabalgamientos a veces ocurren porque se ha propuesto escribir en endecasílabos. A mí me gustan porque centran la atención sin romper el ritmo (el ritmo y la cadencia se han perdido un poco, pero a mí me siguen pareciendo una marca del uso poético del lenguaje)
Saludos en este domingo generoso de noviembre. La verdad es que me estoy encariñando mucho con todos vosotr@s, tan dispares y tan intensos, y me alegra enormemente vuestra conversación. A veces, lo confieso, me noto un poco perdida en el blog, no nos conocemos en lo material, apenas nada, y desnudamos nuestras almas en cada comentario. Porque hay poemas que son tan simbólicos, tan crípticos, que al desmenuzarlos, al buscarles el “sentido”, al interpretar la emoción, desaparece el poeta para aparecer a media voz lo que cada uno de nosotros somos. Algo así pudo pasar con César Simón. Y todo lo que vimos en sus versos será, sin duda, cierto.
Con el poema que nos ofreces, Azahara , me ocurre como a Nuño, no hay punzada y sí desconcierto. La primera vez que lo leí noté que algo no iba bien, que después de las palabras aparentemente serenas, de aceptación, ascéticas, de renuncia a los bienes terrenales, a las vanidades del mundo, después de proclamar la dignidad de la pobreza y la afirmación de los sentidos como única herencia…después de ese “vive en paz con tu vacío”, no sé, volvía a quedarme un regusto amargo.
Quizá yo no me sienta bien con el primer verso-“Nadie te ha dado nada, tú lo sabes”- también me sucede lo mismo con “nadie te ha dado más que órdenes, leyes y consejos a seguir, por las buenas o las malas”. Y con “Nunca tendrás que devolver ciento por uno de tales donaciones”. Quizá sea eso, que no me dice nada, que no sé qué esperaba de los otros, de nosotros, ni lo que la poetisa ha dado a los demás, a nosotros, ni por qué no se puede dar el ciento por uno. Que no sé cómo se puede florecer en soledad, ni fructificar con el silencio. Porque toda flor y fruto necesita de cuidados y porque solos no somos nada. Porque necesitamos de otras voces, y porque hay que arriesgar para vivir, y no veo en el poema riesgo alguno. Y por eso me desconcierta (o me molesta) el primer verso.
Cierto es que los bienes materiales sirven para poco si los emparejamos con el vacío existencial, y que la feria de vanidades, en la que algunos se mueven, tampoco les protege del frío…pero creo que la luz matinal, esa que la autora cita al final, esa luz solo llega cuando abres tu soledad a los otros, y entonces sí, solo entonces los otros nos dan mucho.
¡¡¡Me estoy enganchando al blog!!!!
Y yo que nunca quise engancharme a nada…
Suerte para tod@s, y gracias por vuestras palabras, sugerentes y cálidas.
Hola Fernando, gracias por tu aclaración, me quedo más tranquila ahora, me había resultado muy fuerte pensar que pensabas que expresar otra cosa que no fuera resentimiento era edulcorar la realidad. Gracias por tus palabras.
Hola María Jesús, no te sientas perdida, yo tampoco conozco en persona o fuera del blog a casi nadie, pero saber que todos los que participamos somos amigos o conocidos de algún amigo o conocido me permite relacionarme como si nos conocieramos todos más allá de lo electrónico. Como se dice por ahí: los amigos de mis amigos son mis amigos.
Me gustó tu comentario y me da ganas de comentar a su vez que para mí sí que la soledad y el silencio pueden ser instancias fructíferas, tal vez porque no me los imagino como aislamiento, sino recogimiento en uno mismo pero en contacto todavía con el mundo y los demás. Por otro lado, si reconoces con tanta claridad que necesitamos a los otros, no temas "engancharte", ni al blog ni a nada, no te parece?
No creo que haya sido intención de la autora establecer un "debe", no puedo imaginarmelo como una propuesta vital. O igual sí, que hay gente para todo, pero más bien pienso que se trata de algo que todos pensamos en algún momento que debería ser así. ¿Quién no ha querido prolongar una experiencia estética -en sentido clásico de aisthesis- frente a su propio vacío? A quién no le gusta pensarse como habiéndote dado todo desde la nada, desde tu obrar. Sin embargo, pasado un momento no puedes seguir pensando en eso como un "debe", entre otras cosas empieza el cuerpo y su tonel de las Danaides.
Cuando llegas al final todo se reconcilia...debería ser así, pero si vuelvea a empezarlo me pasa como Mª Jesús, en el primer verso hay algo que no cuadra. No puedo pensarme ex nihilo. A golpes de voluntad, si un día estás de suerte logras girar un poco la dirección de la vida, pero poco más, me pasa como a Descartes.
Luego sigue una contraposición del día y la noche, muy al gusto del blog ultimamente, de la claridad de la mañana al final de las luces de la verdad, promesa de una noche eterna. Esta parte me gusta.
Sin embargo la parte media me vuelve a pasar como al principio, no se corresponde con mi experiencia; son partes encadenadas, la misma sensación del principio vuelve...no es así...no es así. Y por último volvemos a esa luz matinal, esos rayos iniciales en el que me puedo volver a reconciliar con el poema.
Lo entiendo como la clase de cosas que afirmas categóricamente pero sabiendo que con eso no puedes sacar una vida adelante, al menos en este mundo. Si fuera así me recordaría a los viejos cínicos y a los estoicos clásicos, a Rogaciano -el primer ocupa documentado-, un conjunto de máximas que o piensas que son puntuales, o sino sospechas, como Fernando o Marina, del resentimiento.
saludos.
Saludos Marina, la verdad es que me siento bien aquí, nunca pensé que un blog fuera un lugar tan estimulante en el que las voces de mis amigos (gracias por este nombre, Marina) me empujan a buscarlos, a tratar de conocerlos mejor. A veces, un ratito de silencio y soledad son tan agradables como esa manta que nos protege del frío. Yo me refería a otra soledad, a esa que es como un parapeto desde el que observas al otro, que te empuja al aislamiento, y que, en algunos casos, puede ser debida a un cierto grado de soberbia o también al miedo. Mis palabras siguen el camino de Meteco: “No puedo pensarme ex nihilo. A golpes de voluntad”. Nunca quise (qué boba), y ahora quiero “engancharme” a casi todo. Buen martes para todos.
Queridos: llevo una mala racha de ordenadores que me hace escribiros ilegalmente en la biblioteca, pero no quería dejar de leer el poema de esta semana y todos los comentarios, pues desconozco a este autora, aunque sea ya tan al final y con tan poquito tiempo para escribir. Digamos que coincido con las voces que se sienten un poco descolocadas. Por ser rápida y clara os diré que el primer poema no me gusta, coincido con que la parte "metapoética", chirría, casi os diría que me parece adolescente; pero el segundo sí, y, bastante, es raro es su forma, pero por eso precisamente me recuerda a esos momentos en que en la mente de uno se abre como una ranurita que le recuerda de manera brutal y sin contemplaciones que está más solo que la una. Por mucho que crea lo contrario, luego la ventanita se cierra y nos olvidamos, pero esa sospecha dolorosa, me parece que aquí se transmite con fuerza. Me voy que me miran mal las bibliotecarias...
Esta semana he vivido un regreso transitorio a casa y no me quedaba tiempo para otra cosa más que para dejarme llevar. El viaje de vuelta se ha alargado por la huelga de unos pilotos bien pagados, pero no me quejo. Esta mañana, los cielos del Canal de la Mancha han sido una experiencia inolvidable. Así que solo ahora puedo comentar el poema que propone Aza y la verdad es que coincido con casi todos en que hay algo de tramposo en el segundo de los poemas. El ritmo y las imágenes parecen desmentir el contenido. Mientras las palabras nos hablan de desnudez, el ritmo parece encadenarnos a un principio. Empieza el poema como un discurso en el que uno por fin ha aceptado y acaba revelando que solo habla de lo que uno querría aceptar y no solo no ha aceptado, sino que se engaña a sí mismo respecto a este último hecho. Y ¿por qué se engaña? En el poema, no hay sombra de sospecha sobre uno mismo y eso también huele a podrido. Parece, más bien, una salmodia ordenada, uniforme, redactada para soportar la vida en la apariencia de la lucidez -que tanto decimos amar los filósofos- en vez de mirar lo que a uno le acontece, lo que teme y lo que ama, lo que le desnuda y lo que le protege, lo que le asfixia y lo que le alivia, en cada acción o en cada aparición del frío.
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