miércoles, 4 de febrero de 2009

Baldomero Fernández | propuesta de Diana

.
Soneto de tus vísceras

Harto ya de alabar tu piel dorada,
tus externas y muchas perfecciones,
canto al jardín azul de tus pulmones
y a tu tráquea elegante y anillada.

Canto a tu masa intestinal rosada, 
al bazo, al páncreas, a los epiplones,
al doble filtro gris de tus riñones
y a tu matriz profunda y renovada.

Canto al tuétano dulce de tus huesos,
a la linfa que embebe tus tejidos,
al acre olor orgánico que exhalas.

Quiero gastar tus vísceras a besos,
vivir dentro de ti con mis sentidos...
Yo soy un sapo negro con dos alas.

......................Baldomero Fernández Moreno


...............Comentario

Este soneto me acompaña desde mi adolescencia. No sé muy bien por qué me gustó entonces, supongo que la rebeldía adolescente que me hacía reirme de lo cursi de la película "La última nieve de primavera" en lugar de llorar como era lo esperado, también me hizo disfrutar de este anti-soneto de amor, en el que no se alaba nada de lo esperable (no habla de los rubios cabellos, ni de los ojos color cielo, ni de las bondades del alma amada), sino de aquello que parece repulsivo, las vísceras. 
Esto me sigue pareciendo interesante y divertido ahora. También me gusta la idea de que el amor, la alabanza, estén dirigidos directamente al cuerpo que somos, me parece un amor más profundo y real: amar el olor del otro, las vísceras cuyas contracciones producen/acompañan nuestras humanas emociones. 
Y sin lugar a dudas terminan de cautivarme los últimos versos: Me encanta la idea de que amar al otro es verlo, sentiro, besarlo desde adentro (que vamos a hacer, es una mujer la que lo lee). Y el colmo del anti-soneto que consiste en que el autor se identifique con un horrible sapo negro con dos alas, un ser repulsivo.
Nota autobiográfica: cuando leí por primera vez este soneto veía "Quincy" (no sé si se acuerdan de esta serie, cuyo protagonista era un médico forense...). Ahora veo C.S.I. 



13 comentarios:

gotamarina dijo...

¡GENIAL! Así como con Dylan propuse algo parecido a lo que tenías en mente, ahora con este soneto pasó lo mismo al revés, andaba revoloteando adentro mío con ganas de ser propuesto en Pan de humo. Buenísimo, lo propusiste vos! Qué sensación tan rara, me encanta!
Me hago eco de todas tus palabras, me pasa exactamente lo mismo... por algo lo vivimos juntas, no? Gracias a Pan de humo nos reencontramos una y otra vez en lecturas compartidas sin habernos dado cuenta casi mientras lo vivíamos... me encanta.
Y del poema, de verdad,dijiste lo mismo que me inspira a mí, pero mucho más lindo. A mí también me gusta mucho el verso final, pero nunca me pareció repulsivo el sapo negro con dos alas, le tengo cariño, siempre me lo imaginé simpático y divertido, como de dibujo infantil, y con unas alas hermosas.

gotamarina dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
gotamarina dijo...

el segundo comentario era mío, se ve que apreté dos veces el botón de publicar, y se publicó lo mismo dos veces. Seré reiterativa pero no es para tanto, lo suprimí.

Me había despistado con que te tocaba publicar a vos, Diana, me sorprendió encontrarte, y encima encontrar este poema que me venía acompañando últimamente, me hizo feliz!

meteco diletante dijo...

Entre el poema de Pepo y éste, tengo la sensación de haber entrado en un laboratorio de escritura, primero un contra-métrica y ahora un anti-soneto. Debería incluir también en el laboratorio mi última propuesta surrealista. Esta variedad de escritura, la de taller y experimentación, el desasosiego que causa a veces, es de todas formas la mejor manera de situarnos en la actualidad literaria (una actualidad que empieza a ser ya tradición dado el siglo y pico que dura).

Por hacer un comentario sobre la métrica, me gusta, qué le vamos a hacer, en eso soy algo convencional, que coincida la sintaxis con la versificación, que cada verso coincida con un sintagma o una oración breve, sin encabalgamientos, ni abruptos ni suaves, lo que hace que la rima suene; esto se cumple. Sólo hace uso de cesuras en el verso siete, pero de todas formas suenan bien al juntarse con el ocho. El uso de participios, en este caso –ada, empobrece un poco la rima visto desde el aspecto técnico. El ritmo, ya me hice a la idea de que es rara avis y aquí tampoco hay un patrón muy definido, pero de todas formas el ritmo sólo hace su efecto en composiciones largas y aquí nos dedicamos a los fragmentos.

Cuando me dirijo al contenido, aquí tengo que hacer un ejercicio de pensar que realmente Baldomero y Diana pueden sentir lo que dice el poema, de forma que no sea una gamberrada poética. El dato vital de que Diana ve CSI explica mucho, así que debería aportar algún dato vital mío para explicar mi primera sensación. Los cuerpos en general, el contacto con ellos, me dan pánico, incluso los bellos. Vivo en un chalet, que tiene la misma raíz que castillo, un castillito, y en ese sentido lo habito, como algo que me defiende y aísla, con su muro, con su espacio entre el muro y la casa. Los dos chalets que tengo a derecha e izquierda sólo están habitados en verano, en el que da a la parte trasera solo vive un tipo, al que apenas veo, y en la parte de delante tengo una plaza solitaria y vacía. Así que durante dos tercios del día, el cuerpo más próximo que tengo es el de mi vecino a unos 20 metros. Ayer fui al paro, y salí horrorizado para comprarme un periódico con el único fin de extenderlo entre mis brazos y crearme un espacio de aislamiento con él y con la pared a mi espalda mientras esperaba turno, el libro no era suficiente; no leí ni una línea, sólo me preocupaba de mirar de reojo a la gente para ir colocando el periódico así o asá. Si mi sobrina se me tira en brazos me da un yuyu que me sofoco. No puedo ir a gimnasios ni a balnearios por no compartir bañera, me dan horror los transportes públicos, me gusta viajar en moto con su traje aislante y el casco, que más que protegerme me aísla… en fin, cualquier cosa del estilo, infinitas. Por su puesto, como buen humano eso es una norma general, hay casos en los que el contacto con otro cuerpo me da satisfacción, como cuando abrazo a un amigo sinceramente y siento su amistad a través del abrazo, o una mano apretada (odio las manos que no aprietan al saludar, es como apretar una salchicha) en general cualquier cosa que viene de mis amigos no me crea problemas.

Si los exteriores de los cuerpos me crean problemas, no quiero ni hablar de los interiores. Tengo que vencer todas estas manías y pensar que alguien, como Baldomero, Diana y Marina en momentos de su existencia tienen o padecen ese deseo gore de acolcharse entre las entrañas de alguien, igual que creo que cuando un poeta canta a la muerte lo hace en serio, aunque sólo sean momentos (no creo que nadie desee la muerte constantemente, para eso está el suicidio, pero en determinado momentos podemos sentir que la muerte es bella, como en poema de CR o el de Novalis que puse hace tiempo). Los médicos siempre me han resultado sospechosos por su deseo de estar rodeados de vísceras y flujos. El poema me ha desencajado en su primera lectura, pero volviéndolo a leer una y otra vez para ver su métrica me he acostumbrado a él, y los dos últimos versos me han gustado. Sigue pareciéndome excesivo el de “al acre olor orgánico que exhalas”. Pero así debe de ser, hemos de ser consecuentes con la apuesta moderna por ampliar las categorías estéticas y cantar, menos a la violencia, a todo lo que el ser humano tiende, por extraño que parezca.

Saludos.

gotamarina dijo...

A mí lo que me pasa cuando leo el poema es que jamás me imagino vísceras, lo que me gusta y disfruto son las palabras. Si leo "el jardín azul de tus pulmones", no imagino pulmones, entre otras cosas porque nunca en mi vida he visto un cuerpo humano por dentro de verdad (yo también veía Quincey con Diana cuando éramos chicas pero no se veia nada impresionante, nos gustaba porque era implacablemente lógico en sus razonamientos, y la otra serie que nombra Diana nunca la vi). Si leo "al bazo, al páncras, a los epiplones", aunque no me parezca un verso logrado (es sólo una enumeración), lo disfruto porque me gustan cómo suenan "páncreas" y "epiplones", aunque si me encontrara con la palabra "epiplones" en otro contexto, apostaría a que es un filósofo griego y no una parte del cuerpo humano. Reconozco que si releo el poema tratando de imaginar lo que nombra, el resultado puede ser tan nauseabundo como lo percibió Meteco, pero por suerte hay algunos planos de la existencia para los cuales carezco totalmente de imaginación.

Fernando Broncano dijo...

Cada autor que descubro en este bolg es como un regalo de los que te quedan dentro. Gracias por Alejandra, y ahora por Baldomero (ya me fui corriendo a amediavoz).
Bello poema que captura la experiencia de amor para el que la piel no es suficiente, o ya no es lo único. Canto....a la linfa que embebe tus tejidos (maravilloso verso sonoro y redondo),...al acre olor orgánico que exhalas...(lo mismo). Entiendo bien lo que dice Diana: al final son los cuerpos los que se aman y el olor es (para mí que no veo mucho y oigo menos) es el vínculo más fuerte con el cuerpo otro. Y no menos lo de las vísceras: en algún mundo de ciencia ficción debería estar permitido compartir vísceras,..., sería un punto. Por ejemplo, respirar a la vez.
Y el final: yo soy un sapo negro con dos alas, ah!, magnífico! me apunto. Como a Marina, me parece un ser encantador, como un hipopótamo en tutú. Lo de Valery de que lo más profundo es la piel, vaya, yo me quedo con lo visceral del amor.
Meteco se está poniendo de un técnico insoportable (es broma). A mí me gustan más las rupturas de ritmo y los encabalgamientos, pero estos versos son, tienes razón, limpios y sonoros como el ruido de las vísceras.
Salud

meteco diletante dijo...

Sé que es broma de verdad Fernando. A veces dudo en poner los análisis métricos, pero como los hago para practicar (en la academia me toca explicarlo a mis alumnos de lengua y me viene bien imponerme ese ejercicio, mantengo frescas las nociones)los pongo ya que están hechos.

Por el comentario de Marina, simplemente decir que yo también lo entendí como hipérbole y exageración, por eso hablaba de un instante, sólo un momento, de éxtasis, en el que alguien puede querer, o no importarle, morir, o besar las entrañas de alguien, sólo un instante. No hay un hombre pegado a una nariz, pero hay una nariz grande. La hipérbole no es la realidad, pero la toca. Creo que todos cuando hemos estado enamorados hemos pasado por algún instante en el que hemos deseado fundirnos, visceralmente, en el otro, y eso es muy hermoso.

De todas formas, a todos nos gusta el sapo ¿eh?, porque es la primera figura que aparece con un contorno exterior después de la materia informe e interna de los versos anteriores, al llegar al sapo nos tranquilizamos, hasta le podríamos dar un beso sin esperar que salga una princesa.

saludos

Mª Jesúsearerine dijo...

Leí hace un tiempo que un estudiante japonés había matado a su novia por amor y se había comido cada uno de los trocitos de la joven, eso sí, lenta y delicadamente dado lo mucho que la quería, y lo mucho que deseaba fundirse con ella. El joven lo contaba con mucha pesadumbre, es cierto.

Tanta víscera me ha recordado este suceso que el poeta expresa al revés, puesto que quiere “vivir dentro de ti con mis sentidos”, y me ha dado por pensar que en el vocabulario erótico-festivo no parecen faltar expresiones alusivas a este hecho antropofágico y tampoco en el texto que nos ocupa:“quiero gastar tus vísceras a besos” muy relacionado con el “te comería a besos” más tradicional.

Comenzar el poema con un “Harto ya de…” presagiaba una ruptura interesante con el tópico, y, además de los logros estéticos que ya habéis señalado, una rebeldía guasona que me ha hecho sonreír. El contraste entre la belleza externa y los órganos internos, los pobres tan poco alabados, resulta sorprendente.

¿Es bello un riñón? Esta mañana en clase, y antes de comenzar con la sintaxis, he leído el poema a un grupo de 3º de secundaria y han terminado diciendo que lo útil no siempre es valorado ni bello y cuestionando la importancia de la belleza. Les ha sorprendido y les ha gustado mucho el texto. Ojalá en el futuro compartan este recuerdo como lo hacen Diana y gotamarina en este blog.

Yo también me quedo con el sapo negro con dos alas, muy al estilo de la bella y la bestia y de otras parejas con más enjundia literaria, porque esas alas, ¡ay esas alas!, lo cambian todo, toda la fealdad se diluye entre las connotaciones mágicas de esa palabra.
Un sapito alado.
Qué lindo.

gotamarina dijo...

Me alegra ver que el sapo negro con dos alas tiene más amigos: lo del hipopótamo con tutú, el sapito alado y el beso sin princesa me hace sentir que somos varios los que podemos tenerle cariño, ¡qué bueno!

Cantar a las vísceras de la persona que amamos y no a sus "externas perfecciones" es para mí como cantar a la vida en su sentido físico, biológico: esa persona que vemos de afuera y nos enamora no podría ser como la vemos sin esa multitud de órganos y sistemas y etc que la conforman, alabemos entonces a lo que le permite estar viva, aunque nunca podamos verlo ni acceder a ello!

Bonita reflexion la de los alumnos de María Jesús, que a menudo "lo util" no es ni bello ni valorado. Que Baldomero y María Jesús hayan podido hacer reflexionar a adolescentes sobre la relatividad de la belleza, en un mundo en que hay adolescentes que se embarcan en el camino de la anorexia por querer ser bellas, me parece un gran aporte al mundo que nos rodea. ¡Qué bueno!

Buenas noches, sapitos míos!

Josep E. Corbí dijo...

Cuando rozo con las yemas de mis dedos los pétalos de un clavel siento la piel de una mujer y su promesa. 'El ojo no solo ve, sino que mira', decía Wittgenstein: la piel no solo siente, sino que toca; por eso los pétalos de un clavel no son la piel de una mujer. ¿Qué ocurre con el hígado, las tripas o los riñones? Aparentemente, no son tocados ni tocan. Esa es nuestra cultura; en parte por eso el poema nos sorprende y, sobre todo, NOS ALEGRA y da lugar a comentarios festivos. Mas, ¿por qué nos alegra? Se me ocurre una respuesta obvia y descarada, la dejo de lado, no porque no contribuya a responder a la pregunta, sino porque se contribución confunde con su aparente claridad. La otra tiene que ver con la capacidad que los órganos internos tienen de sentir, pero también de hacernos sentir y de que nos sintamos en ellos; nos hablan, persistentes, aunque no queramos escucharlos. Pagamos ese olvido con la enfermedad y la tristeza; celebramos con alegría su fugaz reencuentro en un poema, aunque ya no reconozcamos su origen. Es una forma de escucha marginada, que pervive en algunas expresiones manidas del lenguaje, sobre todo, el lenguaje del amor (y también de las experiencias místicas), que socava nuestras barreras y zarandea nuestro cuerpo: el rubor significa porque es solo una pálida manifestación de la ebullición interna. Los últimos versos del poema nos acercan a esa actividad íntima de la amada, allí donde su pasión es vivida más intensamente, para sentirla de cerca, para que acabe la distancia. Y, al acabar el sueño, aparece el sapo, el envés del piel, nuestro destierro pasajero, pero volveremos al sueño, ¿qué otra cosa no es dado hacer?

Beatriz dijo...

No conocía este poema y ha sido un bonito descubrimiento. Es cierto que en la tradición mística existen cosas como el "intercambio de corazones", donde Jesús arranca literalmente el corazón de la monja y le pone el suyo, con vísceras y todo. Pero yo me quedo aquí con la lectura de CSI, amar hasta lo último, lo más bajo, lo que sólo se ve o se toca cuando uno ha muerto, los forenses de las series americanas dicen que hablan con los muertos porque hay partes de nosotros que sólo son escuchadas en la muerte o en al enfermedad, pero que, sin embargo, nos hacen funcionar y ser lo que somos, y por qué no, amar el hígado de aquel a quién quiero y así invitarlo a funcionar siempre. Según como hasta podemos patentar una terapia alternativa. Creo que nuestro mediático vecino, presidente Francés hace una terapia de este tipo, no creáis.

Nuño dijo...

Volvía este fin de semana de Venecia donde hasta el pasajero olor a cloaca me parecía hermoso y en Madrid, mientras esperaba el enlace con mi ciudad, cosumí la tarde, una tarde muy corta, por cierto, hipnotizado por la pintura de F. Bacon. Cuando me pude asomar a esta ventana (gracias, Diana, por tu originalísima propuesta: otro nuevo autor para mi rincón poético) pensé que el azar a veces juega con dados lastrados: porque en los cuadros de F. Bacon encontraba las respuestas al poema de B.F.M. Respuesta a la temática: la visceralidad de Baldomero (esos epiplones, mesenterios o membranas protectoras de toda nuestra casquería, vertiente de descanso frente a la tradicional belleza epidérmica tratada en casi toda la producción del poeta) se aproxima a la violenta carnalidad y a la trágica y paradójica sensualidad de F.B. Y respuesta a la forma: un soneto tan magníficamente construido y tan respetuoso con los "protocolos" métricos que nada de anti-soneto encuentro en él; y en F.B. una pintura cuya materialidad se salpica de empastes retorcidos, de espacios, ropas, bocas, dientes tan distordionados que crea una topografía tan personal que obliga al espectador a pensar también en su propio espacio personal.
Salud para tod@s que la vida es corta.

Diana Pérez dijo...

Hola a todos!

La vida es corta, como dice Nuño, pero tan hermosa! Hoy llueve a baldazos en Buenos Aires, y sigo encontrando más y más comentarios a mi humilde contribución al blog. Muchas gracias a todos por sus comentarios! Cada uno de ellos me enseñó a ver este poema que tantas veces leí, desde muchas nuevas aristas diferentes. Son tan amables conmigo al compartir sus reflexiones! A pocos de ustedes conozco en persona, y probablemente nunca nos conozcamos directamente, y sin embargo los siento tan cerca a través de esta manera tan rara de conectarnos!

A Meteco: mi forma de vida e interacción con los demás es exactamente la opuesta a la tuya. (aunque no veo demasiado la conexión entre esto y que nos guste o no un poema... pero tal vez la haya.)

A Fernando: En lo que a mi respecta el olor y el tacto (y en tercer lugar el oido) están sin duda mucho más presentes un una relación amorosa que la vista. Por eso será, tal vez, que los poemas de amor que describen lo que vemos no me dicen mucho. No creo que tenga que ver con la cuestión de lo interno y lo externo. Simplemente con qué sentido encontramos más vinculado a ciertas experiencias.

A Pepo: medio misterioso tu comentario...

A Beatriz y Maria Jesus: nunca se me ocurrió pensar en este poema como algo ligado a una relación de amor enfermiza, de esas que llevan a cometer asesinatos o comerse a la amada! Siempre me pareció que describe una relación amorosa muy pasional, pero nada anormal...

A Marina y los amantes del sapo: Nunca me pareció simpático, ni me lo imagino lindo ni con alitas de hada.... Me lo imagino negro, chico, con cara de malo, lleno de granos, piel rugosa, húmeda, pegajosa, una porquería. ¿Será porque me gusta CSI pero nunca me enganché con "animal planet"??
Lo que me atrae del sapo es que me repugna.

Nuño: Gracias por tu conexión con la pintura. Lamento no estar en Madrid para ver esa exposición! Seguramente me gustaría.

A todos: Gracias por sus comentarios. Siempre pensé que tendría que ver con algún defecto mio que este soneto me pareciera tan bello, estimulante y sonoro, pero veo que somos varios los que disfrutamos de él.

Saludos, Diana