miércoles, 1 de abril de 2009

Angel González | propuesta de Meteco

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MENDIGO

Es difícil andar
si se ignoran
las vueltas del camino,
si se duda
la firmeza del suelo que pisamos,
si se teme
que la vereda verdadera
haya quedado atrás,
a la derecha
de aquellos pinos…
(…o quién sabe
si perdiéndose en otra primavera
hace tiempo,
cuando una 
cálida brisa me empujó hacia el Sur,
y yo pensé:
«el viento quizá sepa»,
y uní a él mi destino,
y seguí andando,
y llegué hasta esta orilla
de mi vida
donde
—después de tanto esfuerzo—
me he sentado 
a recibir
lo que los transeúntes quieran darme.)

—Una sonrisa para este vagabundo,
caballero.

—Dejad en mis pupilas,
bondadosa señora,
algo de la belleza y de la luz
que hay en vuestra mirada también triste.

Lo que los transeúntes quieran darme.






.......Comentario
 
Debido a que no sé mucho del autor, tan solo el breve poemario que tengo entre manos desde hace una semana, no puedo decir mucho de él. El poema es sencillo en imágenes, otro para la saga de los caminos que tanto nos gustan. Sólo indicar que por lo que he leído en otros poemas, el "Sur", más que un lugar o una dirección concreta, es un espacio imaginario donde no hay conflicto, podría estar en cualquier parte. No sé quién dijo que sólo nos damos cuenta de la serie de consecuencias de una cadena hasta que la hemos elegido. Creo que en el poema queda bien expresada la sensación de inseguridad con la que andamos la mayor parte de los caminos, la sospecha de que la mejor elección siempre quedó atrás. Pese a poder formar parte de una condición trágica, se da cuenta de ese hecho sin mucho ruido, como por no molestar. Queda también sugerido que a lo mejor equivocándonos también se llega al Sur, o el propio camino es el Sur, cosa que permite seguir andando, con la duda, pero seguir andando.
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8 comentarios:

Nuño dijo...

Dentro de unas horas me escapo (así que apenas tendré tiempo esta semana para el blog) al lejano "Sur" y no es "una cálida brisa" la que me empuja, sino la que busco, la "brisa" de lo desconocido, quizás de lo soñado, de esas fronteras que nunca terminas de saltar porque, como el horizonte, nunca llegas a él, siempre está al frente, adelantándoseme siempre, jugando con el espejismo del final de meta. Pero no es este "Sur" turístico el que nos canta al oído "Angelín", ese "espíritu celeste" que, en la propuesta de enero de Mª Jesús, con mucha ironía nos susurraba de que "nada es lo mismo" y ahora en este poema que nos trae Meteco, con la trampa de un lenguaje tan sencillo, tan de estar en casa y en la calle al mismo tiempo, nos hace dudar si en su canto hay uno o dos personajes, mendigo y vagabundo, o los dos son uno.
De nuevo aquí se hace evidente el arriesgado procedimiento poético formal al que recurre A.G.: el poema es un todo pensado desde un presente impersonalizado ("Es difícil andar"...de aquellos pinos...") hasta un pasado personalizado (todos los versos del largo paréntesis). Este pasado personalizado funciona a modo de ejemplo explícito de aquel presente: la vida es un vagabundear de una orilla a la otra. El mendigo sólo está en el título del poema y en el último verso repetido ( "lo que... quieran darme") y el vagabundo cargado de melancolía, sentado, esperando una sonrisa y una luminosa mirada. Pero el verso final, "Lo que los transeúntes quieran darme", como remate de ese todo pensado del procedimiento poético de A.G., permite representar la vida como un continuo mendigar y un permanente vagabundear.
Salud para tod@s y felices vacaciones.

Fernando Broncano dijo...

Murió hace poco. Con Caballero Bonald representa un esfuerzo por hacer salir a la poesía del cultismo y llevarla al lenguaje cotidiano. Estaba lleno de ternura e ironía. Cito mucho dos "teologemas" de su libro "Prosemas o menos":
"Fotografía: la verdad revelada"
"Tomad y comed, que este es mi cuerpo. Tomad y bebed que esta es mi sangre. Y el mundo se llenó de hienas y vampiros".
Cuando quería su sarcasmo era notorio.
Esta poesía celebra el viaje al Sur, que comenzó con Gaugin y tiene ilustres cultivadores como Cesare Pavesse. El sur como heterotopía, como lugar de refugio de la memoria herida. El vagabundo como figura imaginaria: abandonarlo todo y vagabundear hacia el sur. Una tentación que este poema evoca con ternura.

Josep E. Corbí dijo...

He sentido el miedo a hablar y la tentación de callar. Temo que Nuño y Fernando se sientan ofendidos porque diga que el poema de Angel González no me conmueve. Sé que lo apreciáis como persona, que valoráis su contribución a la poesía española en los tiempos de la oscuridad, y ese hecho me hace sentir respeto por Angel González. Y la expresión de mi respeto consiste en leer este y otros poemas suyos, compararlos con los de otros poetas con un estilo semejante, y ver si de ese modo, me dice algo. Y es también expresión de mi respeto hacia el poeta no callar, aunque tenga miedo de que os molestéis por lo que pueda decir. Vi desde el primer momento la estructura que Nuño cuidadosamente describe,
pero la obviedad de sus pretensiones y la ausencia de sorpresa, de hacerme ver o sentir de un modo renovado, acompañaron desde el primer momento a esa percepción. Al leer este poema, se me vino a la cabeza 'El indicador' de Wilhelm Müller, que Jesús Vega nos propuso hace unas semanas, y veo en él lo que el poema de Angel González pretende conseguir; pero mientras que el primero me corta la respiración en varios momentos de su lectura, el de Angel González no consigo que añada nada a una imagen estereotipada del vagabundo y del mendigo. En fin, que, en mi opinión, no pasa nada; unos se encuentran con unos poemas y otros con otros. Aquí se trata tan solo de compartir con respeto (ya he dicho antes cómo entendía el respeto) nuestros encuentros y desencuentros. La fuente de mi miedo es que, a veces, he tenido la sensación de que había una asimetría profunda en este blog en el tratamiento de los encuentros y los desencuentros; mientras que los encuentros eran buenos y aplaudidos, los desencuentros (excepto en ocasiones puntuales, cuyo carácter excepcional lejos de disminuir la asimetría, la agravan, pues solo subrayaban el encuentro de los comentaristas en el desencuentro con un poema o un poeta; y ese es una de las formas de tristes de gregarismo) corrían el riesgo de ser ofensivos. En esas condiciones, ¿quién puede ser sincero? Y, si no somos sinceros, ¿cuál es el sentido de este blog?

Azahara Casanova. Proyecto cara de col dijo...

Bien, pues...
Yo he leído el poema, y como a Pepo, no me ha dicho demasiado, mi, desde un punto de vista estilístico.
Sin embargo, la metáfora del sur, me resulta recurrente, pues, cuando uno está perdido, busca el norte ¿no? pero, ¿el sur? el sur evoca, pérdida total y dirección contraria de donde se supone, nos tenemos que ubicar(de ahí la mendicidad, la resignación, el desarraigo del vagabundo...)
También me sugiere resignación "...me he sentado a recibir lo que los transeúntes quieran darme.)"
Desde luego, reitero que la poesía tiene su tiempo, hay que estar preparado para leerla. Y, no vamos a coincidir todos en la lectura de un poema, pues menudo aburrimiento si todos pensásemos igual.
Un saludo

Fernando Broncano dijo...

No sé muy bien qué responder a lo que pregunta Pepo. El valor del blog, para mí es ante todo el ofrecer un poema que alguien ha deescubierto por las razones que sean. Los comentarios tienen un valor relativo: los que expresan la recepción personal los tomo como eso, ocasión de un contacto personal entre quienes estamos en el blog. Que ya en sí es muy valioso pues no hay muchas ocasiones en la vida de una expresión sutil como la que ocurre ante un poema. Por lo demás, no tienen más interés que eso, que no es poco. El valor del poema en sí a veces es muy diferente al del valor de recepción que depende de muchos factores contextuales, entre los que no son poco importantes el momento de la lectura, la formación literaria, etc. A veces nos enseñamos a leer, subrayando ciertos aspectos del poema, del autor, etc. que a mí sí me interesan mucho. He descubierto a algun@s poetas que me han despertado un apetito voraz, así como aspectos desconocidos de algunos poetas. A estas alturas ya puedo más o menos predecir casi qué poemas/autores van a gustar o no a casi todos los que habitualmente escribimos, pero eso la verdad es poco importante. Yo he elegido algunos que sabía que no iban a gustar (no voy a explicar cuál es mi apreciación de los gustos de cada cual) pero que me hacía ilusión contar que para mí eran interesante. Me imagino que como a todos.
en particular, con Ángel González, lo leí mucho hace años, ahora menos, le aprecio mucho y sus poemas me gustan más o menos. Soy muy aficionado a los tratamientos del tema del "Sur" (entre otros, al tango así titulado, que considero una de las mejores versiones del tema) pero éste no está entre las mejores versiones. Otra cosa es que es un buen poema en lo que respecta a su estructura, elección cuidadosa de atmósfera, austeridad metafórica y verbal, tono... Ya sé que no gusta a muchos. Me asombra que lo haya elegido Meteco, y eso ya fue una sorpresa.
Por lo demás no hay que dar mucha ni poca importancia ni a las discrepancias ni a los desencuentros. A mí personalmente no me suele gustar decir que no me gusta no por falta de sinceridad, sino porque no me parece relevante. La mayoría de la literatura y filosofía que leo no me gusta y la sigo apreciando. Por ejmeplo Goethe, o los poemas que propuso Jesús Vega. Leo poesía como veo pintura, primero con los ojos, después con la cabeza y luego consulto al corazón, que suele ser demasiado caprichoso para mi gusto.

Mª Jesúsearerine dijo...

Dejé de buscar el Norte hace mucho tiempo y me instalé en territorio de nadie. Quizá por eso sienta envidia de A.G. cuando confiesa su abandono vital, sus decisiones de vida, al cálido azar, (“una cálida brisa me empujó hacia el Sur”).

Quise en un tiempo tener bajo control muchos aspectos de mi vida, caminaba entonces con dudas y firmezas casi a partes iguales, y entiendo ahora (bueno, desde hace poco, dichosa relatividad) que hay momentos en los que es bueno dejarse llevar por sentimientos de gratitud, sentirse empujado por una “cálida brisa” y no saber muy bien hacia qué lugar nos dirigimos (con suerte hacia ese Sur de Ángel) y no estar quietos o acomodados, ensimismados. Dejar vagabunda el alma.

No es que me conmueva el poema, es que me gusta lo que dice. Aquí el yo poético se hace fuerte y no resulta fácil, al menos emocionalmente, aislar al escritor para quedarse solo con el sentimiento que deben provocar sus palabras. No obstante, en los últimos versos, la empatía que se hace explícita en la forma de mirar a los transeúntes me atrapa. Me gusta su falta de exigencia o de soluciones, o de pretensiones…y que expresada de otro modo se resume en solo demandar un poco de luz, de belleza… y la sonrisa a los que como él compartimos la vida. Que no es poco.
Puede que sus hallazgos formales no sean gran cosa, pero el caso es que el poso que me dejan sus versos me envuelve en calidez y sinceridad.

Pepo, no conozco a nadie en este blog (solo a Pablo, que no aparece) y puede que nunca nos veamos físicamente; ya Marina expresó sus sentimientos ante este hecho en otro lugar y los comparto. Pero en los comentarios podemos “ver” de otra forma a la persona que escribe : algunos se ciñen a la parte más formal del poema, otros nos muestran retazos de su vida, otros combinan las dos cosas y nos sugieren preguntas, otros discrepan del autor (la discusión sobre J.Talens fue muy curiosa), otr@s piden textos “más alegres, por favor”, otros nos envían un puñal o una fuerte dosis de seconal…en fin, Pepo, no creo que haya tanta uniformidad en el blog ni que haya falta de libertad para decir lo que un@ piensa. Al menos yo, quizá por lo que he dicho antes, nunca me sentí coartada ni preocupada al expresar lo que siento. Y sí, lo confieso, lo que me atrae del blog son los comentarios, porque cada lectura es personal y algunas veces, transferible, y de ellas aprendo y me enriquezco (perdón por esto último, me suena a anuncio publicitario... pero no lo quito).

Un apretón fuerte para tod@s, como siempre.

meteco diletante dijo...

La lectura del poemario de Ángel González la hice por una casualidad, por un error de compra, quería otro libro. La semana que llegó a casa el libro estaba a vueltas con algo de cronobiología, con la noción de encarrilar, y tuvo el efecto de una señal esperada. Por resumir, la base de la cronobiología consiste en que nuestro el ciclo de nuestro reloj endógeno es ligeramente superior a 24 h. y debe de corregirse, sincronizarse con un factor influyente externo (zeitgeber) que predomine, como el ciclo día noche. Sin quererlo o queriendo vertí todo eso en el poema, y pensé el “camino” (el vital), de la misma forma que dos relojes, como dos caminos que han de encarrilarse (la noción original es entrainment), en lugar de la imagen de alguien por separado como consistiendo en algo distinto de un camino y luego un camino por el que va, como otra cosa. En el poema, la primera parte es la de alguien, no que va mal por un camino, se podría decir que anda por fuera del camino, que no va por camino alguno a la vista, que “lleva” otro camino pero de repente se ve envuelto en otro que el que llevaba.

Sin embargo en la segunda parte todo cambia. El camino del primero se une al de la brisa, a otro camino, dos caminos que se encarrilan, cede a un impulso externo, a la brisa, y deja que su camino se confunda con el de ella. El camino entonces se hace Sur, se puede poner a mendigar donde quiera, da igual, el conflicto desapareció, y tampoco es importante mendigar. Por el camino se transita, te dejas llevar, puedes cansarte si lo sigues mucho tiempo, pero ir por un camino es coincidir el camino de uno con otro, y eso me tuvo entusiasmado, hasta el punto de proponerlo. Lamento que haya sido todo tan subjetivo y el poema de por sí no haya dado para mucho para algunos. De todas formas esto no es una defensa del poema, sino, en lo que pueda, de mi propuesta; el poema es el que es y tiene que dar lo que tiene que dar por sí mismo.



Saludos.

gotamarina dijo...

A mí el comienzo del poema me chirría un poco, la forma impersonal en este caso no me seduce y me aleja, pero a partir del paréntesis me atrae mucho más la cosa, me resulta más interesante, más dislocado; y el remate final me gusta mucho, no sabría cómo explicar por qué, pero me gusta mucho. Yo tampoco sé mucho sobre el autor, esta entrada me hizo releer la de María Jesús y también buena parte de los poemas de A.G. de A media voz. Con lo poco que leí me queda la misma sensación que con este poema: algunas cosas me gustan mucho, otras ni fu ni fa.

Me gustaron los comentarios de Meteco y María Jesús sobre los caminos y el dejarse llevar, los ritmos internos, etc. Me gusta lo de “el Sur” como un espacio utópico libre de conflicto (teniendo en cuenta los comentarios, entiendo que el peor conflicto es el interior, con uno mismo, más que los de las contingencias exteriores); el comentario de Azahara sobre que si al perdernos buscamos el norte, será que al buscar el sur queremos desorientarnos y esa desorientación puede ser una iluminación espiritual. Lo que me desorienta es el comentario de Fernando de que el tango “Sur” trata el tema de “el Sur” en este sentido (puede que haya entendido mal esto, o bien al tango); lo escuché tantas veces desde tan pequeña, es tan folklórico y ensalzado en mis pagos, que no puedo desprenderme de la interpretación localista: el Sur ahí es un Barrio del Sur de Bs As (en todo caso el cuento de Borges sí que va mucho más por ese lado). Además, como sudaca que soy (¿Diana y yo somos las únicas del hemisferio sur en este blog, o hay alguien más?) les cuento que por lo menos en Argentina la dicotomía Norte-Sur inevitablemente toma un cariz mucho más político que metafísico, y también me cuesta desprenderme de eso.

La imagen del mendigo afectivo o espiritual me da que pensar. Si un mendigo que pide dinero es alguien que no puede trabajar y sólo sobrevive gracias a la caridad de los demás, ¿el mendigo del poema es alguien que no puede generar por sí mismo afecto ni iluminación, pero lo necesita para vivir y lo acepta de quien quiera dárselo? Esta imagen no me gusta, pero no siento que esté en el poema, al contrario, con el poema me queda la sensación de alguien que recorrió muchos caminos, dejó de transitarlos y se sentó a la vera de alguno de ellos, y desde ahí se dedica a hacer ver a los que siguen trajinando que lo que buscan, o al menos lo importante de la vida, ya está adentro de cada uno.

Muy linda la foto.

Saludos.