miércoles, 26 de agosto de 2009

Olga Orozco | propuesta de Bea


El jardín de las delicias

........¿Acaso es nada más que una zona de abismos y volcanes en
plena ebullición, predestinada a ciegas para las ceremonias de la
especie en esta inexplicable travesía hacia abajo? ¿O tal vez un
atajo, una emboscada oscura donde el demonio aspira la inocencia
y sella a sangre y fuego su condena en la estirpe del alma?¿ O tan
sólo quizás una región marcada como un cruce de encuentro
y desencuentro entre dos cuerpos sumisos como soles?
No. Ni vivero de la Perpetuación, ni fragua del pecado original,
ni trampa del instinto, por más que un solo viento exasperado
propague a la vez el humo, la combustión y la ceniza. Ni siquiera
un lugar, aunque se precipite el firmamento y haya un cielo que
huye, innumerable, como todo instantáneo paraíso.

........A solas, sólo un número insensato, un pliegue en las membranas
de la ausencia, un relámpago sepultado en un jardín.

........Pero basta el deseo, el sobresalto del amor, la sirena del
viaje, y entonces es más bien un nudo tenso en torno al haz de
todos los sentidos y sus múltiples ramas ramificadas hasta el
árbol de la primera tentación, hasta el jardín de las delicias y
sus secretas ciencias de extravío que se expanden de pronto
de la cabeza hasta los pies igual que una sonrisa, lo mismo
que una red de ansiosos filamentos arrancados al rayo, la
corriente erizada reptando en busca del exterminio 0 la salida,
escurriéndose adentro, arrastrada por esos sortilegios que son
como tentáculos de mar y arrebatan con vértigo indecible
hasta el fondo del tacto, hasta el centro sin fin que se desfonda
cayendo hacia lo alto, mientras pasa y traspasa esa orgánica
noche interrogante de crestas y de hocicos y bocinas, con
jadeo de bestia fugitiva, con su flanco azuzado por el látigo
del horizonte inalcanzable, con sus ojos abiertos al misterio
de la doble tiniebla, derribando con cada sacudida la nebulosa
maquinaria del planeta, poniendo en suspensión corolas como
labios, esferas como frutos palpitantes, burbujas donde late la
espuma de otro mundo, constelaciones extraídas vivas de su
prado natal, un éxodo de galaxias semejantes a plumas girando
locamente en el gran aluvión, en ese torbellino atronador que
ya se precipita por el embudo de la muerte con todo el universo
en expansión, con todo el universo en contracción para el parto
del cielo, y hace estallar de pronto la redoma y dispersa en la
sangre la creación.

................El sexo, sí,
................más bien una medida:
................la mitad del deseo, que es apenas la mitad del amor.´



Comentario

Me acordé de Olga Orozco el día que leía a Silvia Plath y los comentarios del blog. Su poesía es muy diferente, creo que Olga está llena de una furia que la hace mucho más vital que Plath, pero no por ello mejor poeta, aunque en ambas hay unas imágenes tan negras que no puedo dejar de conectarlas de una manera puramente intuitiva… Pensé que Olga Orozco no había salido en el blog, o yo no la recordaba, así que me apetecía conocer la opinión del grupo, ya que yo no la tengo muy clara, me da que hay muchas “trampas” en sus textos, tampoco la leí con mucho detalle, pero a veces me seduce mucho y otras me hace dejarla de lado porque me aburre. Podía haber elegido cualquiera de sus poemas, pero últimamente he pensado mucho en el Museo del Prado y en el Jardín de las Delicias… por cosas largas de explicar…. y buscando en Internet me he encontrado este poema. El azar me ha animado, es una de sus imágenes recurrentes. A ver si me ayudáis a situarme con esta poeta que me resulta tan ambivalente…

5 comentarios:

Fernando Broncano dijo...

Gracias Bea por unir a Olga Orrozco y al Bosco. No hemos cultivado demasiado el surrealismo en este blog, y deberíamos explorarlo más. Tienes razón en que la fuerza de Olga O. es más cercana a la vida que la de Silvia Plath. Este poema me sugiere el torbellino, de la misma forma en que lo sugiere el Jardín de las Delicias. Lo volcánico del lenguaje corresponde a lo volcánico de la imagen.
Y las connotaciones eróticas. La coda : "sexo, deseo, amor" en creciente medida, acierta en una forma de leer tanto el poema como el cuadro, más allá de la moralina retórica epocal.
El poema pide una inmersión en el lenguaje como el mar pide una inmersión en el agua: no puede uno resistirse al ritmo del versículo, al ritmo de la imagen y a la variedad de las perspectivas, lo mismo que ocurre con el cuadro.
Voy de vez en cuando al Prado a ver este (también otros) cuadro. Cuando era adolescente alguien me regaló un libro de reproducciones buenas de cuadros del Prado y lo desencuaderné para llenar mi cuarto de imágenes del Jardín de las Delicias. Hoy lo veo mucho más discursivamente, como lo hace también el poema de Olga Orozco, como una llamada metarrepresentacional al sobresalto del amor, al nudo tenso en torno al haz de todos los sentidos: una lectura que sólo el lenguaje permite de la imagen.

Nuño dijo...

Sea bendito, Bea, este azar que ha hermanado, como dice Fernando, a El Bosco con O.O. y que, sin pretensión alguna, nos descubre uno de los antecedentes más elocuente del surrealismo de la segunda mitad del siglo pasado, mi siglo vivencial. El desgarro de esta prosa poética (¿...?) es la masa con que O.O. construye su "medio" tríptico (el tres es el número perfecto) del deseo carnal; en realidad, una intensa reflexión desde la vida misma sobre esa "mitad del deseo, que es apenas la mitad del amor". No hay en el texto ninguna alusión plástica a los interrogantes de los expertos porque detrás del misterio lo que "basta" es el deseo y "sus múltiples ramas ramificadas".
Frente al "valle de lágrimas" en el que me eduqué, este "Jardín de las delicias" de El Bosco y este "Jardín del deseo" de O.O. venturosamente me están deseducando.
Salud para tod@s.

Josep E. Corbí dijo...

1. Siempre me ha fascinado este cuadro de Pollock y los cuadros de Pollock en general, todos los que muestras estas texturas superpuestas donde me parece que las fuerzas atávicas se expresan y, sin extinguirse, se ordenan:

http://farm2.static.flickr.com/1220/564040776_2c3d967e38.jpg

2. Veo en el cuadro de El Bosco demasiada presencia del deseo conectado con la tentación, la confusión y el pecado. Algo de ella queda en el ritmo del texto de Olga Orozco: agolpado en su sintáxis y su semántica. Uno mundo en ebullución, un deseo de sumergirse en él y también el miedo a perderse.

3. En cambio, en Pollock encuentro una presencia de las fuerzas que, según la visión puritana, nos destruirán, que resulta creadora sin dejar de inquietarnos: los negros parecen tender una red de seguridad que ordena a los blancos y, al mismo, los deja respirar. Por eso me gusta, tal vez por qué tengo miedo de lo atávico o tal vez porque cierta concepción del atávico me parece hija de una mirada puritana y temerosa que nos acartona, aun cuando se para afirmar el polo al que se opone.

Beatriz dijo...

Estoy casi yéndome hacia Barcelona, sólo deciros que me han dado que pensar mucho los comentarios, a ver si mañana puedo comentarlos con calma... Gracias por las ideas!!!!

Mª Jesúsearerine dijo...

Lamenté mucho no comentar la propuesta de Carmen: a veces la vida se perfila en líneas muy gruesas y el dibujo que queda resulta pesado, oscuro y duro, todo lo contrario del embeleso y ternura hacia uno mismo que sugería el poema de DereK Walcott. Cuando no se tienen pinceles sino brochas, el silencio no es olvido y sí gratitud por la palabra que se nos ofrece.

El poema de Orozco me resulta excesivo, excesivas las metáforas y los adjetivos, una traca verbal cuyo ritmo intenta reproducir el vértigo intenso del deseo y el sexo, un juego rápido de palabras que proyecta luces y sombras, alegría y miedo sobre el misterio de la carne. Me abruma tanta pasión léxica y tanta evidencia.

El Jardín siempre me ha atraído, como atrae la violencia inexplicable ( si es que caben explicaciones para ella) que sitúa al ser humano fuera de los límites de la especie. Y quien la ejerce se regodea en ella, provoca el miedo que nos convierte en esclavos, que nos paraliza cuando observamos el castigo.

Vuelvo a respirar, retomo la luz del día.
Un abrazo.