miércoles, 9 de septiembre de 2009

Chantal Maillard | propuesta de Pablo

.............14

Ellos miran un punto, un cerco o un alud,
algo que ha sucedido, un algo que se ensancha,
les llama, les succiona, se adentran en el cerco
y suceden en él al tiempo que les miro,
ellos suceden dentro del punto que se ensancha
me cerca, me succiona, y es otra la mirada
que nos observa a todos y escribe lo que usted
acaba de mirar.

...........[…]

..........21

No existe el infinito:
el infinito es la sorpresa de los límites.
Alguien constata su impotencia
y luego la prolonga más allá de la imagen, en la idea,
y nace el infinito.
El infinito es el dolor
de la razón que asalta nuestro cuerpo.
No existe el infinito, pero sí el instante:
Abierto, atemporal, intenso, dilatado, sólido;
en él un gesto se hace eterno.
Un gesto es un trayecto y una encrucijada,
un estuario, un delta de cuerpos que confluyen,
más que trayecto un punto, un estallido,
un gesto no es inicio ni término de nada,
no hay voluntad en el gesto, sino impacto;
un gesto no se hace: acontece.
Y cuando algo acontece no hay escapatoria:
toda mirada tiene lugar en el destello,
toda voz es un signo, toda palabra forma
parte del mismo texto.

Matar a Platón, Chantal Maillard

Comentario:

Hola a todos. Como no podía ser de otra manera, a medida que se acercaba el día de hacer la propuesta muchos textos diferentes se iban acumulando en mi cabeza y las dudas empezaban a florecer. Poco a poco la cosa se iba decantando hacia Chantal Maillard. El día uno, al incorporarme de nuevo a la marcha del instituto me hizo gracia la simetría perversa de estar leyendo el libro Matar a Platón mientras mis alumnos se examinaban de un texto de Platón que hablaba, precisamente, de la excelencia del conocimiento de las ideas, y mientras, seguramente, fantaseaban también con el deseo imposible de que alguien le hubiera matado antes de empezar a escribir. Habla el libro de Maillard de la imposibilidad de reducir un acontecimiento a una idea, de la forma en que los acontecimientos se entrelazan como parte de un mismo tejido que no se deja transformar en concepto. Como ella misma dice en otro momento del libro “Un poema puede sugerir el instante. Y en ese instante está el universo entero, en superficie, el universo en extensión, como una enorme trama”. El libro está motivado por el hecho de presenciar la autora un atropello que, a partir de ese momento, crece como acontecimiento en aquellos que lo presencian y va extendiéndose de forma inevitable por el entramado de las experiencias futuras. Me fascina la idea del gesto como encrucijada y de la fatalidad asociada a todo ello; del instante que intentamos domesticar y convertimos en infinito, en idea, por el dolor y la impotencia de los gestos que nos acontecen y de los que no podemos huir. En todo esto andaba cuando la noticia de la muerte repentina y fulminante de un amigo vino a golpearlo todo y a transformar lo que desde entonces viene pasando y a convertir lo que sólo era meditación en experiencia doliente. Irreductible a la idea por más que uno necesite del consuelo. Y a partir de ahí la experiencia del alud que se ensancha, que succiona, que crece y dentro del cual todo sucede. Disculpad el tono. Un abrazo a todos.

6 comentarios:

Nuño dijo...

Espero que sea este insomnio quien me confunde y me hace dudar si el amigo al que se refiere Pablo en su comentario, por cruel coincidencia, resulta ser un amigo de verdad o nos está recordando al "amigo poeta", personaje central del libro "Matar a Platón".¡Ojalá! sea esto último.

En este "instante" me permitiréis que me acerque al libro y me olvide de los dos poemas propuestos. Lo tengo entre mis manos y vuelvo a sentir ahora el mismo impacto que me causó cuando se publicó. Alguien lo recibió como "el pimer libro de poesía posmoderna" y, de alguna manera, se saludaba así más al producto (el libro) que a la poesía. Quiero decir que el motivo de mi impacto reside, ante todo, en la novedosa estructura del libro y en su composición visual: son dos libros en uno ("Matar a Platón" y "Escribir"); y, a su vez, el primero "Matar a Platón" se divide en dos historias: la principal, una muerte trágica por atropello de un peatón; y la secundaria, la del "amigo poeta" que está escribiendo, sobre la muerte de una mujer aplastada en una fachada, un libro titulado "Matar a Platón" y, ese "amigo poeta" resulta ser, precisamente, el peatón, aplastado también, de la historia principal. Esta estructura de encaje se remata con una composición visual acertada: tipos de letra distintos para cada historia, espacios diferentes así como el número de versos; y signos de puntuación muy especiales. En realidad esa estructura convierte a esas dos historias en dos libros dentro del de "Matar a Platón", dos libros paralelos, aconsejándose leer primero la historia secundaria (que ocupa el pie de página) para ir después a la historia historia principal.
Esa circularidad especular, el alarde de ese artificio cercano al de los viejos alarifes, conmovió momentáneamente "las aguas plácidas" de nuestra poesía y creo que bien merece, por lo menos, un reconocimiento.
Salud para tod@s.

Nuño dijo...

Abusando de vuestra paciencia me centro hoy en los dos poemas propuestos. Pero antes debo recordar un acontecimiento (lo importante es lo que acontece como defiende Deleuze en la cita de cabecera del libro): muere el "amigo poeta" que andaba escribiendo un libro sobre otra muerte (una mujer, quizás también poeta, quizás también la misma autora que pasó por varias muertes), un texto que mata confusamente a Platón porque la muerte es el acontecimiento por excelencia, la anti-idea,lo que nos asegura que hemos vivido y hemos estado. Después de la muerte para qué la perfección, para qué la Poesía, de qué sirve Platón.

En fín, están ahí los dos poemas
(14 y 21) muestras de una habilidad métrica encomiable y sujetos los dos a un tono desgarrado, de un expresionismo duro y nada condescendiente. No hay narrativa: hay una acumulación de acontecimientos que forma una red no sujeta a voluntad alguna sino a la accidentalidad de la vida misma. La autora covierte esa red, ese complejo empírico, en su texto y "toda palabra forma parte del mismo texto". ¿Podría hablarse, recurriendo a la preceptiva novelística, de una poesía con tesis?
Ch.M demuestra su capacidad en el manejo de recursos procedentes de distintos géneros, el peridístico por una parte(gradua sabiamente la noticia: "Ellos miran...", "les llama...", "se adentran", "al tiempo que les miro". En este poema 14 aparece por primera vez la autora en primera persona). Y por otra, la técnica teatral: lo que acontece se dice a través de los personajes como si salieran a escena. (Este libro podría ser un buen guión para su escenificación futura). Y qué decir de ese logro de involucrar al mismo lector en el acontecimiento dramático ("y es otra la mirada/que nos observa...y escribe lo que usted/acaba de mirar").
En cuanto al poema 21 (¿poema de tesis?) se construye sobre la contradicción, jugando con la nebulosa del negar para después afirmar: "No existe el infinito" pero "el infinito es la sorpresa", "el infinito es el dolor". El instante es, en fin, el infinito, lo atemporal, lo eterno.

Hay mucho desencanto y mucho duelo en esta poesía y no lo digo como crítica, sino como simple constatación porque el libro de Ch.M. me encanta, reconozco su calidad pero creo que me costará volver a leerlo otra vez.

Salud para tod@s.

gotamarina dijo...

No sé cómo hubiera leido los poemas sin el comentario de Pablo y la muerte repentina de su amigo (que entiendo real, no como Nuño). Esta referencia a un dolor real me sobrepasa, transforma la lectura de los poemas en algo poderoso y absorbente, y me calla, no puedo responder más que en lo personal: lo siento, Pablo, lo lamento mucho, y ojalá los que lo querían puedan sobreponerse adecuadamente.

Por otro lado, el primer comentario de Nuño me despertó muchísima curiosidad por el libro y la autora. No sabía nada sobre ella y busqué en la web y encontré varios poemas y una entrevista y me pareció todo muy interesante: todos los poemas que leí me gustaron mucho mucho, y la entrevista también.

Lamento no poder comentar más, me siento como lo que transmiten estos poemas: si en un gesto está todo el universo, y si cualquier punto nos succiona, entonces vivimos en una amalgama de pluralidades que se entrelazan y condicionan unas con otras, y yo no sé qué decir, sólo sentir.

Fernando Broncano dijo...

Qué desgraciadas coincidencias. Ayer me enteré de la muerte súbita de J. Antonio Ramírez, el historiador de la arquitectura y esteta, a quien había conocido recientemente, íbamos a emprender una aventura juntos (con otros también) y me había quedado prendado de su persona. Estaba, además leyendo Antígona y pensando en que es una obra sobre gritos más allá del lenguaje (en mi blog le he dedicado una entrada hoy); y leo el poema y los comentarios de Pablo, Nuño, Marina.
Mi primer libro de Maillard me lo regaló Nuño, gracias, vuelvo a él a menudo: y me fascina el doble texto, la meditación sobre lo representable.
Pero querría leer el poema este modo de lamento, como si el poema fuese falso y los infinitos más allá del lenguaje sí existiesen: son los gritos animales que proferimos ante la muerte. Como Antígona.

Mª Jesúsearerine dijo...

He estado lejos de casa estos días, lejos de los ruidos y buscando los sonidos y olores que me hicieran sentir otros momentos vividos. El presente queda aún envuelto en brumas. Quizá por esta razón dos versos se han clavado en mi retina:
"No existe el infinito, pero sí el instante:
Abierto, atemporal, intenso, dilatado, sólido"

Me cuesta escribir sobre lo que el segundo poema me sugiere, me abrazan las metáforas y el ritmo, y me arrastra la negación del infinito, sin mañana. Huir de los conceptos para adentrarse en el gesto sentido que nos provoca un segundo de vida, el sentimiento, la emoción sobre la razón, y el instante siempre transitorio.Y es el instante el que conforma nuestra mirada.

Lamento tu dolor, Pablo.
Un abrazo

Nuño dijo...

Me duele, Pablo, que el "¡ojalá! sea esto último" que deseé, confundido, en mi comentario, no haya sido así. Bien sé que las pérdidas además de duelo siempre terminan desorillando.