miércoles, 16 de septiembre de 2009

Fernand Gregh | propuesta de Meteco


Los diez últimos versos de Une Fleur, de Fernand Gregh

A peine elle vivra quelques matins d’été ;
Et pourtant, loin de l’homme et de sa turbulence,
Mieux qu’en de longs jours agités,
Heureuse, dans sa calme et brève somnolence,

Elle suspende la vie à sa sérénité.
L’instant au-dessus d’elle a l’air d’être arrêté;
Parfois même, on croirait entendre palpiter
Son vol fixé qui se balance…

Et le temps vient de mourir au bord de son silence,

Et l’on sent vivre en elle un peu d’éternité.



Una flor

Apenas vivirá algunas mañanas de verano
Lejos del hombre y de su vida turbulenta,
Libre de interminables días agitados,
Feliz, en su calma y breve somnolencia,
La vida pende de su serenidad.
El instante que la sobrevuela parece detenido;
Incluso a veces, se creería oír palpitar
Su vuelo fijo que se balancea…
Y el tiempo viene a morir junto a su silencio,
Y se percibe en ella un poco de eternidad.


Comentario de Marcel Proust

Carta de 4 de Junio 1904

Mon Cher Fernand;

Te rappelles-tu ce qu’on nous disait de la Métaphysique d’Aristote? Avant lui l’erreur des matérialistes croyant par l’analyse trouver la réalité dans la matière, l’erreur des platoniciens la cherchant en dehors de la matière dans des abstractions; Aristote comprenant qu’elle ne peut être dans une abstraction, qu’elle n’est pas pourtant la matière elle-même mais ce qui, en chaque chose individuelle, est en quelque sorte derrière la matière, le sens de sa forme et la loi de son développement. Ainsi pourrait-on dire de ta poésie ni matérialistement descriptive, ni abstraitement raisonneuse, mais qui en tout dégage de la forme même, l’esprit individuel et transcendant qu’il y a en chaque chose, en chaque chose de la nature ou de l’homme, que ce soient […].

Toi-même as donné le plus parfait exemple de la métaphysique qu’est ta poésie dans la merveilleuse pièce appelée «Une Fleur» et dont les dix derniers vers, par le soudain approfondissement de la pensée et l’éternité atteinte dans cette petite fleur, sont parmi les choses les plus complètement belles que tu aies écrites.


Querido Fernand;

¿Te acuerdas de lo que se nos decía de la metafísica de Aristóteles? Antes de él, [se daba] el error de los materialistas creyendo encontrar la realidad en la materia, el error de los platónicos buscándola más allá de ella en las abstracciones; Aristóteles, comprendiendo que la realidad no puede estar en una abstracción, que no obstante no puede ser la materia misma, sino que en cada cosa individual, [la realidad] de algún modo se halla a la vuelta de la materia, en el sentido de su forma y la ley de su desarrollo. Lo mismo se podría decir de tu poesía ni materialistamente descriptiva, ni abstractamente racional, sino que en todo libera, desde la forma, el espíritu individual y trascendente que se halla en cada cosa, en cada cosa de la naturaleza o del hombre, la que sea.

Tu mismo has dado el más perfecto ejemplo de la metafísica que es tu poesía con la maravillosa pieza titulada “Une fleur”, donde los diez últimos versos, por el sorprendente análisis del pensamiento y la eternidad mostrado en esa pequeña flor, se hallan entre las cosas más completamente bellas que has escrito.

7 comentarios:

meteco diletante dijo...

No quería añadir ningún comentario a la propuesta, porque no quedaba bien estéticamente (demasiadas cosas), y porque con Proust siempre corro el riesgo de ponerme plasta. No he hecho ni una sola propuesta de poema ni comentario inicial en Pan de humo con el que me haya sentido satisfecho, a sí que esta vez he hecho un poco de trampa y he invitado a Proust, disculpad por ésto. Sólo quisiera decir, por salvar la apariencia cursi que tiene el poema, que creo que aquí está señalando algo importante y no es una adulación más de las que nos tiene acostumbrados. Él habló en algunas ocasiones de su novela como un instrumento para observar el cumplimiento de determinadas leyes, y creo que este poema funciona como, o es un instrumento de visión (perdón por mi nueva obsesión) también en ese sentido, pero más en pequeño.

Saludos.

Josep E. Corbí dijo...

Durante el tiempo que pasé en Suiza, no podía dejar de mirar el paisaje como si fuese una postal. Era hermoso y, sin embargo, mi cuerpo solo podía decir 'Es hermoso' y no era capaz de sentir nada que fuese más personal o, más exactamente, no era capaz de sentir matices que la mirada que parece anudada a la postal no hubiese anticipado. Y, de algún modo, sentía el goce de ver en mí reproducido lo que debía sentir y, por otro, reconocía que no hacía más que cumplir con un deber cuya satisfacción me abotargaba. Nunca conseguí traspasar esa barrera. Con este poema me ocurre algo parecido: una bella recreación de un estereotipo. Nada añade más que la capacidad de recrearlo, la satisfacción de sentirnos adocenados en un dulce balanceo. Y, sin embargo, no puedo dejar de buscar el disfrute al leerlo y de encontrarlo en algún verso: 'Et le temps vient de mourir au bord de son silence', para después reconocer que el verso nace muerto, aunque parezca celebrar la intensidad de la vida. Sobre el asunto pensó -y mucho- Proust, como Toni bien sabe.

meteco diletante dijo...

Parece que en Suiza también afinaste la puntería, porque lo que comentas da en el centro milimétrico del conjunto del poema propuesto y el comentario de Proust. Una de las cosas que el narrador de "À la recherche" logra a lo largo de la novela es, cómo decía a veces Company en el seminario, la de hacerse escritor. Y lo logra porque entre otras cosas es capaz de superar la desilusión y tristeza que le produce un día el hecho de saberse ante algo hermoso, unos rayos de sol que cortan en dos los árboles de una carretera, y no poder sentir nada. Sólo porque al final es capaz de acceder a una serie de experiencias que merecen la pena ser narradas desde una verdadera experiencia estética, puede haber alguien que se constituya en el narrador de À la recherche: “En el transcurso de mi vida, la realidad me decepcionó muchas veces porque, en el momento de percibirla, mi imaginación, que era mi único órgano para gozar de la belleza, no podía aplicarse a ella, en virtud de la ley inevitable que dispone que sólo se pueda imaginar lo que está ausente. Y he aquí que, de pronto, el efecto de esta dura ley quedaba neutralizado, suspendido, por un expediente maravilloso de la naturaleza…”

Aquí queda ligado lo que señalas en tu comentario, que es central en Proust, con todo este asunto de las leyes, el poema propuesto y la propia novela. El episodio de la realidad que más le decepcionó es cuando va en coche por una carretera arbolada y observa como los rayos de luz cortaban en dos las hileras de árboles, produciendo dos planos dinámicos en claroscuros, y no logra emocionarse; concluye que nunca sería escritor.

Sólo apuntar, que el párrafo que cito, de "El tiempo recobrado", termina sólo unas líneas más abajo con la promesa que me ata a esta obra: “y en virtud de este subterfugio (violar una ley), permitió a mi ser lograr, aislar, inmovilizar –el instante de un relámpago- lo que no apresa jamás: un poco de tiempo en estado puro.” Esta es la gran promesa de À la recherche, ver el tiempo sin sucesión, descontaminado del suceder de instantes. El poema y el comentario, los dos juntos, flotan sobre todas estas reflexiones, y el verso que señalas, es lo que realmente sujeta todo.

gotamarina dijo...

Bueno, será que soy más cursi y estereotipada de lo que pensaba de mí misma, pero a mí el poema me gusta mucho, y lo disfruto mucho. Me gusta cómo suena (más en francés que en castellano, pero gracias, Toni, por la traducción) me gusta mucho, voy paladeando las palabras al leerlo; y también me gusta lo que dice, el juego entre lo muy efímero y la eternidad, que vendría a ser poder percibir en cada instante de tiempo que vivimos su dimensión grandiosa ensanchandose hacia todos lados, como si cada instante de tiempo fuera un bigbang en expansión... para hacernos sentir esto el poeta "detiene" el aire y el tiempo y la flor, todo está suspendido para que pueda durar, pero ¿ésta es la paradoja de la percepción humana del tiempo, no? somos duración, somos algo que empieza y se termina, somos algo que muta sin parar... "un poco de tiempo en estado puro", me encanta la propuesta, pero ¿cómo expresarlo? es como querer contar un sueño, tenemos que hablar una hora para narrar algo que en el sueño dura segundos.
Bueno, me dejaron pensando, me da la sensación de que pensar mucho en el tiempo es como caer en un agujero negro mental.
Y debo de ser muy poco refinada, porque cada mañana cuando camino para mi trabajo me emociono por vivir en un lugar tan lindo, aunque parezca una postal.
Saludos

Nuño dijo...

La semana pasada intentamos matar a Platón y, en ésta, con la propuesta de Meteco (gracias, no conocía a F.G.), la consigna sería salvar al filósofo Aristóteles. No me atrevo a intervenir en esta acción: soy demasiado lego en estas lides, por lo tantos a mis zapatos.
Hace unos días escuchaba varias versiones de la canción "Una pequeña flor" y revisaba de nuevo el libro de la editorial Eumo
(1981), "Una rosa és una rosa. Seixanta-nou roses" y, con este ánimo pensé que a pesar del esteriotipo que condena siempre a la flor que se elige, hay algo más allá del mismo que permite gozar de una elección.
Si "una rosa és una rosa", una flor es una flor y algo más. No sé si el poema de F.G. es metafísica. Supongo que M.P. sabe lo que dice y lo acepto, pero esos versos del poema son algo más: una casualidad, una mirada, un pensamiento y un estado de emoción. Todo ello permite entender, en su calor, ese "apenas vivirá", ese "feliz, en su calma y breve somnolencia", ese "morir junto a su silencio" y, en fin, ese "se siente vivir en ella un poco de eternidad". Todo ello es una flor y algo más.
Salud para tod@s.

Fernando Broncano dijo...

Si Marcel hubiera referido el poema a Kant más que a Aristóteles, habría tenido que aceptar algo de lo que implica el juicio de Pepo: llega a bonito pero queda lejos de sublime. Quizá es el tema, quizá la mirada, pero lo que le ocurre es que el poeta no parece haberse jugado nada en la escritura, como si no arriesgase más que su habilidad lingüística. A Marcel Proust le ponía todo lo que fuera la tensión entre el instante y la eternidad, es cierto. Y es cierto también que las flores (al menos para mí) son un universo desbordante, pero algo le falta a la mirada. Jesús (Nuño) podría explicaros por qué: sus muchos poemas sobre flores tienen esa fuerza. Dicho lo cual, el poema me gusta. ¿Cómo no?

Mª Jesúsearerine dijo...

Tampoco yo conozco al poeta y, atendiendo a la entrada, parece que la propuesta es un fragmento de un poema mayor. Si no es así, poco importa porque continuaría pareciéndome un texto fragmentario: la voz del poeta debería estar en algún lugar que justificara la reflexión final; el texto me resulta un tanto frío por el uso de la tercera persona, distante.

Otro tema es la contemplación de la belleza que lo inspira y sus opuestos (la vida turbulenta del hombre, sus interminables días agitados) expresados con languidez, con rutina. Puede que sea esa lánguida rutina la que adocene, que de tan continua y perfecta, tan de postal, no emocione. Pero si la rutina se rompe y uno sale del caos, hasta el aroma de un café recién hecho se convierte en una experiencia mágica que ninguna invención puede suplir. Lo que a mí me maravilla es poder percibir la belleza que me rodea de manera rutinaria, como Marina, cada día, cuando voy hacia el trabajo. Que el caos no me atrape hasta el punto de no dejarme sorprender por la ligereza de una flor.
Por fin ha llegado el aire fresco y la lluvia a estas tierras.

Con mucho afecto, como siempre.