miércoles, 17 de febrero de 2010

Gabriel Ferrater / Propuesta de Vicente

Amistad del brazo

El metro iba muy lleno. Me agarraba
al lado de la puerta, de un barrote
niquelado. Tenía el brazo tenso
y toleraba aquella persistencia
de un peso tibio sobre el antebrazo.
Había poca gente cuando al fin me volví.
Era muy joven. Fea y pobre, descarnada
como una enjuta cabra mogrebina,
obstinada la frente, ojos cerrados,
abalanzada por toda carencia,
un brazo aún sin dueño, libre y promiscuo,
y no veía que alguien se movía
y se aislaba ante ella. Yo, también
muy joven, demasiado, aún no sabía
reconocerme, más que en la elección
en aceptar. Así, abandoné el brazo,
como si ya no fuera mío, hasta
la estación, cuando se rompió de pronto
la última cuerda del violoncello.

Gabriel Ferrater

Comentario

Este poema forma parte de la edición
bilingüe de Mujeres y días (Seix Barral, 1979)
que recoge una amplia muestra del poemario
Les dones i els dies (1960-1966)publicado en
catalán en 1968 (Seix Barral). Tres poetas actúan
como traductores del libro: Pere Gimferrer, José
Agustín Goytisolo y José Mª Valverde. El
poema Amistad del abrazo lo vuelca a la
versión castellana Pere Gimferrer. Divagar
sobre su versión, su perversión, su traducción
o su traición...creo que supondría aquí
no un gasto sino un dispendio. Sin embargo,
sus versos me acercan a esa experiencia
cotidiana que desabrocha la raíz misma de lo
cotidiano y la transforma en extraordinaria,
en memorable y memorizable. Algo así como
lo que sucedía en el poema A una paseante
de Charles Baudelaire en un bulevar parisino
pero trasladado al metro de Barcelona. Gabriel
Ferrater trabajará en otros poemas el carácter
atroz de la inexperiencia y la escasa sensibilidad
cuando se es "joven". Pero este poema es, así lo creo,
uno de los más potentes de esa gama cromática.

7 comentarios:

Josep E. Corbí dijo...

1. Debo reconocer que no acabo de entender la trama narrativa del poema. Lo he leído varias veces, en castellano y en catalán, pero, nada, se me escapa. Hay algo que impide ver qué hace la joven en el metro, de quién es el brazo sin dueño. Son dos los elementos que más me han llamado la atención:

1. 'Tenía el brazo tenso/y toleraba aquella persistencia/de un peso tibio sobre el antebrazo'. Una sensación meramente corporal, entre el placer y un ligero dolor. El brazo me sostiene con apenas esfuerzo, hay una tensión, en ella se ejercita mi cuerpo y yo la siento, si le presto atención; pero ¿es parte de mí? ¿O el brazo y su sensación son tan extraños a mí como la joven? Más que extraños, extrañados, pues, siento también, que esa sensación de algún modo -como la joven- me concierne,

2. 'todavía no había aprendido a reconocerME más en la aceptación más que en la elección' (aquí me alejo de la traducción que se propone por mor del concepto). La sensación acaba cobrando importancia; mi relación con ella no es asunto trivial, sino que afecta mi capacidad de reconocerme y al modo en que llevo a cabo esa crucial tarea. Un modo voluntarioso y esforzado: la elección; otro, que desde la mirada voluntariosa, parece una renuncia: la aceptación, tal vez del brazo tenso, de que su peso tibio, mi capacidad de percibirlo, soy yo; aunque, a menudo, ese brazo no tiene dueño. Solo tiene dueño cuando no lo elijo, sino que se adueña de mí.

3. El poeta acaba abandonando el brazo, su tensión se quiebra como la última cuerda del violoncello, ya no es suyo; el ejercicio ha durado lo que un viaje en metro.

4. Y la otra cuestión que me interesa es el tiempo. No de la narración, sino del que narra: quien ya no es joven o quien, entonces, era todavía muy joven. No quiero demorarme. Os dejo con dos citas breves de Jean Améry, que alude a Proust, y de un libro -como todos los suyos- penetrante y desgarrado: "hablaba de los años que pasan, de los recuerdos que se presentan de improviso anulando falsamente el tiempo, el peso de la muerte, perceptible en el puro hacerse tiempo del tiempo." "Reencontramos el tiempo en el envejecer, incluso si abandonamos la ilusión poética, como le ocurre a 'A' chez Guermanes, de haberlo recuperado" (*Revuelta y resignación. Acerca del envejecer*. Valencia, Pre-textos)

5. Os transcribo la versión original del poema:

AMISTAT DEL BRAÇ

El metro anava ple. Jo m'agafava
al barrot niquelat vora la porta.
Tenia el braç tibat, i tolerava
aquell pes tebi, persistent, a l'avantbraç.
Quedàvem poca gent quan vaig girar-me.
Era molt jove. Lletga i pobra, descarnada,
com una prima cabra mogrebina
que premia amb el front, tancant els ulls,
abalançada per tota carència,
un braç encara de ningú, lliure i promiscu,
i no veia que ja algú es reprenia
i s'isolava al seu davant. Jo, massa jove
també, no havia après a reconèixer-me
en l'acceptació més que en la tria.
Vaig abandonar el braç, que no fos meu,
i no els vaig mirar més, anguniat
fins a l'estació, i el súbit trenc
d'una corda del cello, la més baixa.

Fernando Broncano dijo...

Me gusta más en catalán. Gracias Pepo por completar la propuesta. Gracias también a Vicente por traer un texto de Ferrater.
El poema tiene mucho interés como reivindicación de los no lugares como lugares de experiencia. Quienes viajamos diariamente en el metro sabemos de lo poco acogedores que son sus espacios, aunque también de cómo son espacios de imaginación (en este caso erótica).
No acaba de gustarme la descripción de la mujer, me chirría y molesta el calificativo de "cabra mogrebina", indica una superioridad que no es coherente con el resto del poema. Por lo demás...

gotamarina dijo...

Bue...coincido bastante con los comentarios; con el de Fernando; con el de Pepo sobre que es difícil entender la anecdota del poema y que es interesante el juego entre el momento pasado de la experiencia narrada y el momento presente de la escritura del poema; con Vicente sobre la potencia de este poema, que no me hace pensar en que el poeta tenía escasa sensibilidad de joven sino más bien que no sabía qué hacer con lo que sentía, por eso lo atroz de la inexperiencia.

Gracias Pepo por agregar el original catalán, hay algunas pequeñas diferencias entre traducción y original que me hacen entender distinto el poema en cada lengua. Por mi parte, entiendo que el brazo es el del poeta y que el peso tibio y persistente es el de la frente de ella (o sea que ella es bastante más baja que él.. o él tiene el brazo en alto para sujetarse de algo que está por arriba de su cabeza).

Este poema me hizo acordar un cuento de Cortázar de un hombre que sigue a una mujer cuyas manos lo toqueteaban en un transporte público, pensando que ella le está proponiendo un encuentro sexual, aunque ella intenta explicarle que sus manos actúan solas... tiene un final fantástico (me refiero al género) muy cortazariano. También me hizo acordar una anecdota que me pasó amí en mi juventud, un ejemplo más de lo atroz de la inexperiencia, en un colectivo (autobus) de Buenos Aires, que me callo porque es mucho más desagradable que el poema.

En fin, me gusta el poema, me da ganas de leer más de este autor, como me dio ganas también la vez anterior que apareció en Pan de humo. Me gusta mucho el final, más en catalán que en castellano, como a Fernando.

Nuño dijo...

Bienvenido sea G.F. y el oportuno comentario de V.Ponce que nos advierte de entrada sobre la problemática traducción (más bien "traición" como señala acertadamente): "ple" a secas en el original y "muy lleno" en la traducción; "que premia amb el front" y "obstinada la frente"; "i no els vaig mirar més, anguniat" no aparece en la traducción, un verso significativo para entender la atmósfera afectiva del poema; y "la més baixa" por la "última cuerda" como traducción se puede aceptar por el tecnicismo que muestra el traductor que, en fin, no hay porqué exigírselo al lector. Prefiero, pues, el original porque enriquece aún más la naturaleza de esa "experiencia cotidiana".
La imagen común del metro es la de un espacio reducido,compartido, conquistado y tolerado. La promiscuidad, la mezcla, la confusión, la convivencia apretada son la manera de habitar ese espacio. Promiscuidad que, a veces, dispara intenciados sueños eróticos o miedos y angustias de una autodefensa casi imposible.

Ese brazo promiscuo, abandonado que soporta en el antebrazo el peso tibio de la frente de una marroquí muy joven se mantiene en la misma posición durante todo el trayecto, acongojando ("anguniat") al poeta como acongojaría, a un virtuoso del chelo, la rotura de la cuerda más baja.
Creo que esta terminación, para mí, es lo memorable y lo memorizable de que habla V.Ponce.
Salud para tod@s.

Mi tio Celerino dijo...

Hola a tod@s. Hace ya algunos meses que no cojo ni metros ni autobuses. Aquí donde nos hemos venido a vivir no hay y todo acaba estando a la distancia del paseo o la bicicleta. En medio de estas condiciones el poema de Ferrater me retrotrae con cierta violencia a la época en que todos los días se repetían escenas similares en mi camino a la facultad y, más tarde, al trabajo. Estoy de acuerdo con la descripción que hace Nuño de los vagones de metro como espacios promiscuos propicios tanto a las fantasías como a las angustias. Lo que más me llama la atención es la velocidad con la que nuestro brazo, desmoronada la fantasía, se convierte en un brazo ajeno y me llama la atención por lo que tiene de gesto repetido cada una de las veces que viajamos en el metro. No somos, al final, más que brazos, un vagón lleno de brazos, que nos sujetan y nos convierten en parte del mismo y que sostienen nuestro ensueño el tiempo que dura el trayecto. Por eso me resulta tan poderosa la sugerencia de la vida gris, sujeta (por un brazo o por lo que sea), como Ulises a su mástil, que sólo se llena de fantasías parciales que acaban por desmoronarse y nos llevan a la negación de nosotros mismos. Da la sensación de que cuando el individuo salga del metro a la superficie ni siquiera estará el sol, de que todo seguirá gris, ficticio, rutinario y mentido.
Un saludo

Mi tio Celerino dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
gotamarina dijo...

Hola Tio Celerino, me gustó mucho tu comentario, me dejó pensando en el poema y en todo lo que sugerís. ¡Gracias!