miércoles, 22 de julio de 2009

Irene Gruss | propuesta de Josep

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EL JARDIN

¿Estás cansada del viaje, Diana?
¿Dejaste las valijas y te asomaste a ver el sol
en tu jardín, fuiste allí
rápidamente, pausadamente?
¿Echaste una ojeada a las plantas
o mirás cada una, sabiéndola,
descubriéndola, cuidás
tu jardín, hablás, cantás con
la regadera en la mano?
¿Estás cansada de vuelta del viaje,
Diana? ¿Estás contenta?
¿Alguien te acarició, jugó otra vez
con tu melena de fénix,
te besó los párpados
como quien desea tocar
una mirada así de azul, de gris
según el tiempo? ¿Fuiste feliz,
Diana? ¿Intenso y duro, el viaje?
¿Acomodaste la cabeza en el asiento del avión?
¿descansaste?
¿Estas repleta de memoria, de sentidos
por el viaje, Diana?
¿Comerías conmigo para contarme?
¿Pasaste hambre en la estadía,
Diana, pasaste hambre?
¿Te embriagaste? ¿En algún momento
llegaste a marearte por el viaje?
¿En algún momento, sentiste
esa nada en la boca
del estómago, ahí donde dicen que
está el alma? ¿Llenaste
con qué esa nada, con la gente,
con las cosas, tuviste
necesidad? ¿Observaste
la vida tranquila? ¿Así, como te veo
ahora, calma
sabihonda? ¿Conociste
la muerte en el viaje,
Diana? ¿Te asustó, la asustaste?
¿Trajiste fotos, postales,
documentos?, ¿abrazaste a
muchos, te abrazaron?
¿Gozaste, tradujiste el amor
loca de deseo? ¿Hablaste demasiado, callaste
demasiado? ¿Por qué
estás diciéndome
que escribir es lo único
que tenemos? ¿Estás cansada, es por eso, porque
estás cansada del viaje? ¿Querés
dormir, recostarte en un hombro,
querés reír, llorar un
poco? ¿Acaso el viaje mismo
no te consuela,
Diana? ¿No es como el tacto
de otra mano, no lo es, verdad?
¿Comerías conmigo para
contarme?
¿Ya floreció la rosa
en tu jardín? ¿Es tan bella?
¿Los pétalos reventaron
plenos de vida, la vida es
púrpura después de un viaje,
Diana,
es así?

................De.La mitad de la verdad.


................Comentario

Leí este poema por primera vez un domingo por la mañana, recién llegado a Buenos Aires, en la librería El Ateneo. Me gustó, tenía el sabor de la brisa. Pensé en la amiga estaba a punto ver, pensé en su hermana susurrándole estas palabras. Pasaron los días. El domingo siguiente volví a encontrarme en el libro de Irene Gruss en el mismo lugar, a distinta hora, y se abrió por la página de este poema. Lo leí de nuevo, volví a sentir lo mismo y compré dos ejemplares. Uno para mí y otro para un amigo de mi tierra. Mi amigo todavía no ha recogido el libro, algún día lo hará. Y yo me fui de viaje por nueve largos meses. El poema también hablaba de mí. Quisé proponerlo en pandehumo a lo largo de ese tiempo, pero nunca tenía el libro a mano, se quedó en casa. Y ahora que he regresado y lo vuelvo a leer, siento que el ritmo de su brisa impregna el tiempo de salitre. Quiero que alguien me acompañe como la voz que escribe este poema, quiero que me haga preguntas concretas que den forma a mi vida, que me advierta de mis errores con una sugerencia, que me descanse y que me alivie, y que quiera comer conmigo para que le cuente. Aunque siempre me pregunto si esa voz, tan bien dispuesta y tan acogedora, no necesitará de otra que le haga las mismas preguntas y le recuerde los mismos hechos. Tal vez, esa voz pueda ser la mía, tras el viaje, o entre viaje y viaje, mientras quede hogar.
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8 comentarios:

Fernando Broncano dijo...

No puedo abstraerme de leer este poema sino como una epístola a Diana, a nuestra Diana, así que todo el contenido, toda la forma se me llena de preguntas a ella. No sé si Pepo lo eligió por esa misma impresión.
Hagamos del nombre una variable que cada uno pueda instanciar en otro y el poema se vuelve un ejercicio de nostalgia, de poema de ternura.

Nuño dijo...

Demasiadas preguntas para después de un viaje. Así que me tomo la libertad de pensar que es la vida de Diana, la vida como un viaje de vuelta al refugio querido y siempre añorado (llamémoslo simplemente hogar), a ese lugar donde te olvidas de otros lugares, donde estás y sabes que alguna alegría te queda (siempre hay algún rincón de jardín para soportar la soledad del retiro o, si no, alguna mesa camilla o una vieja mecedora que no dejan de ser otra forma más de jardín para saber que todavía algo merece la pena), lejos de aquellos lugares donde la muerte termina borrándolos. Entonces sí, de vuelta de todo y segura en tu pequeño "paraíso" que no es otro que la serenidad y la satisfacción de tu conciencia, puedes ya responder "pausadamente" a todos los interrogantes que estimes oportunos. Responder y seguir volviendo.
Salud para tod@s.

gotamarina dijo...

Por una vez me reservo lo directamente personal para la intimidad.

Conozco a Irene Gruss de nombre pero nunca había leído nada suyo. Cuando Pepo me habló de este poema inmediatamente pensé que estaría dedicado a Diana Bellessi, otra poetisa argentina de la misma generación que Gruss, a quien también conozco de nombre y por traducciones pero nunca había leído sus poemas. Hubiera puesto las manos en el fuego por mi intuición de que la Diana del poema es ella... pero antes de decir nada busqué en internet alguna pista que corroborara mi intuición, y descubrí que Diana Bellessi publicó (entre muchos otros) un libro que se llama "El jardín", donde se lee el poema que trasncribo más abajo, que me hizo pensar que el de Irene Gruss es una respuesta al de Bellessi:

HE CONSTRUIDO UN JARDÍN...

He construido un jardín como quien hace
los gestos correctos en el lugar errado.
Errado, no de error, sino de lugar otro,
como hablar con el reflejo del espejo
y no con quien se mira en él.
He construido un jardín para dialogar
allí, codo a codo en la belleza, con la siempre
muda pero activa muerte trabajando el corazón.
Deja el equipaje repetía, ahora que tu cuerpo
atisba las dos orillas, no hay nada, más
que los gestos precisos
dejarse ir para cuidarlo
y ser, el jardín.
Atesora lo que pierdes, decía, esta muerte
hablando en perfecto y distanciado castellano.
Lo que pierdes, mientras tienes, es la sola compañía
que te allega, a la orilla lejana de la muerte.

Ahora la lengua puede desatarse para hablar.
Ella que nunca pudo el escalpelo del horror
provista de herramientas para hacer, maravilloso
de ominoso. Sólo digerible al ojo el terror
si la belleza lo sostiene. Mira el agujero
ciego: los gestos precisos y amorosos sin reflejo
en el espejo frente al cual, la operatoria carece
de sentido.

Tener un jardín, es dejarse tener por él y su
eterno movimiento de partida. Flores, semillas y
plantas mueren para siempre o se renuevan. Hay
poda y hay momentos, en el ocaso dulce de una
tarde de verano, para verlo excediéndose de sí,
mientras la sombra de su caída anuncia
en el macizo fulgor de marzo, o en el dormir
sin sueño del sujeto cuando muere, mientras
la especie que lo contiene no cesa de forjarse.
El jardín exige, a su jardinera verlo morir.
Demanda su mano que recorte y modifique
la tierra desnuda, dada vuelta en los canteros
bajo la noche helada. El jardín mata
y pide ser muerto para ser jardín. Pero hacer
gestos correctos en el lugar errado,
disuelve la ecuación, descubre páramo.
Amor reclamado en diferencia como
cielo azul oscuro contra la pena. Gota
regia de la tormenta en cuyo abrazo llegas
a la orilla más lejana. I wish you
were here amor, pero sos, jardinera y no
jardín. Desenterraste mi corazón de tu cantero.

Diana Bellessi

Me gustaría tener tiempo para leer los dos poemas con calma y agregar algo más, pero se está acabando el fin de semana y ya no sé si podré agregar algo más en los próximos días. Saludos!

Mª Jesúsearerine dijo...

Me gusta mucho el comentario de Pepo y el de Nuño, cambia el punto de vista y el final resulta siempre interesante. El poema me agrada más por las emociones que me provoca en estos momentos de mi vida que por su originalidad o belleza en el uso de la lengua. ¿Escribir es lo único que tenemos? Aquí se me escapa el concepto de escritura, acaso sea utilizado como el deseo de trascender, de permanecer...o quizá signifique un acto de memoria.
Creo que si nos hacemos esas preguntas sin la ayuda de esa voz ( sin duda nos las hacemos) hallar en las respuestas "la serenidad y satisfacción de tu conciencia",como dice Nuño, nos ayudará a seguir el viaje. La voz y las respuestas, las dos juntas, aligeran el camino o, al menos, pequeños tramos.
Con afecto de casi 40º a la sombra.

meteco diletante dijo...

La lectura del poema, su ritmo y su intensidad, me ha sofocado en cada una de las lecturas.

Pero al poco de terminar, todo el montón de preguntas sin responder que flotan y ahogan en la cabeza de uno, se desvanecen, como si en realidad sólo hubieran sido un pretexto para crear una forma, todavía no sé muy bien de qué, quizás una forma de querer, de preocuparse por el otro, una forma de mil detalles que sólo alguien que ama (en sentido amplio) puede señalar con sus preguntas a un ser querido. O quizás la forma sea de la relación de esas dos personas, de lo que las une y comparten, anclando la relación en esos detalles. No lo tengo claro, aunque el poema tampoco tiene pretensión de aclarar nada.

Bueno, para quienes cojáis ahora las vacaciones, os deseo un feliz descanso.

saludos

Diana Pérez dijo...

Siento que debo decir algo. Gracias Pepo, por el poema, gracias Fernando, por verme en el poema. Gracias Nuño por tu referencia al hogar.
No sé muy bien qué decir. Viajo seguido (trato de que no sea tanto, pero me he descubierto estando más de un mes afuera de mi casa, en el transcurso de un año, en sucesivos viajes cortos, y la verdad es mucho tiempo lejos de la familia, mucho ir y venir. El año pasado volví de un viaje y me iba dos semanas más tarde otra vez y mi hijo menor me dice al enterarse: "No me repongo todavía de tu viaje y ya te vas de nuevo....")
Y cada vuelta es una lista interminable de preguntas y de experiencias compartidas (y eso que suelo viajar sin cámara!). Y es agradable compartir las experiencias con los que se quedaron, pero más lindo es escuchar las preguntas, saber que a los demás les importa qué te pasó, qué conociste, que comiste de nuevo, qué viste.
De cualquier manera, recogo la idea de Pepo y Nuño, lo lindo no son las preguntas en sí mismas, sino la sensación de haber vuelto al hogar, sensación que puede depender simplemente de una mirada, o de un estar al lado del otro.
Sin duda, no hay nada más lindo que la sensación de estar de vuelta en casa.

gotamarina dijo...

qué lindo, Diana! qué comentario hermoso! Gracias!

gotamarina dijo...

cuando leí el comentario de Pepo me salió pensar que ya me gustaría una "voz" que me acompañe así, ahora que me siento atravesando el desierto a pie, intentando llevar conmigo el oasis. Y ahora leyendo el comentario de Diana (cuando hace apenas 10 minutos hablábamos ella y yo de mi próximo viaje a Arg en diciembre) me salió pensar ¿dónde está mi hogar? Geográficamente no lo sé, la única opción que tengo es construirlo en mi interior. Un hogar portátil, que me acompaña y acoge, como aprendo a acompañarme yo misma y ser feliz.