miércoles, 24 de febrero de 2010

Jorge Manrique / Propuesta de Toni

I

Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se va la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
da dolor:
cómo, a nuestro parecer,
cualquiere tiempo passado
fue mejor.

II

Pues si vemos lo presente
cómo en un punto s’es ido
e acabado,
si juzgamos sabiamente
daremos lo non venido
por passado.
Non se engañe nadi, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio,
pues todo ha de passar
por tal manera.

Comentario.

He dudado mucho al proponer a Jorge Manrique, lo venía pensando de hace tiempo. A todos nos suenan esos versos desde la adolescencia, aunque en mi caso, a diferencia de la mayoría de mis compañeros de clase, nunca me los aprendí de memoria. Dudaba por poner algo que no iba a aportar nada nuevo, pero luego pensé que si a mí me aporta algo nuevo cada vez que lo leo a otros debería pasarle lo mismo. Muy pocas veces he visto un inicio, una apertura de cualquier empeño humano, como la de las Coplas a la muerte de su padre. Leo el primer verso y tengo que seguir, como arrastrado, hasta que me canso o me abrumo. Todos los años tengo una cita con ellas por cosas de la profesión, y no hay ninguno que no descubra algo nuevo en ellas. Este año me he detenido en ese alma “dormida”, en esa advertencia a las almas engolfadas en la vida. Pero también, cada año me seduce mucho más el personaje, la vida y muerte de Jorge Manrique y su siglo. Espero que la ausencia de novedad en esta propuesta no arruine el momento que dediquéis a esta lectura. Un saludo.

7 comentarios:

Gigli dijo...

Saludos a todos.
Creo que lo que hace novedosas a las coplas de Jorge Manrique es ese hecho de que siempre asombran y siempre se puede encontrar algo nuevo en ellas, al igual que ocurre con otros clásicos de la literatura, por muy conocidas que sean, por lo menos a primera a vista.
El autor de las Coplas hace una reflexión sobre la vida y la muerte con un estilo certero, empleando imágenes sencillas, bellas y acertadas,todo de manera acompasada con un ritmo y una métrica de gran musicalidad que hace que se apeguen al oído. Desde luego que creo que en estas coplas el castellano discurre con belleza y naturalidad. Es todo este conjunto el que arrastra al leerlas, y el que creo que sigue y seguirá conmoviendo.
Saludos a todos, hasta la próxima.
Me ha gustado mucho esta propuesta Toni.

Fernando Broncano dijo...

vuelvo a las coplas con cierta asiduidad y siempre me emocionan, me llevan a lugares que poca otra poesía consigue. Quizá porque son la meditación sobre el trabajo del duelo más profunda que he leído.
La segunda estrofa no puedo sino leerla contra la lectura de Kafka/Arendt del presente como un punto imposible del que nos queremos salir, empujados a la vez por el pasado y el futuro.
Cuán distinta es la lectura que se hace aquí: pues si vemos el presente como un punto acabado...si..si...: nos propone unos condicionales que sólo puedo entender como condicionales contrafácticos. Pues yo al menos soy incapaz de cumplir la condición. Querría juzgar sabiamente y el tiempo me desborda: me engaño y lo sé y sé que mi saber me engaña....
Por eso estas coplas son como un santuario en el que me refugio de vez en cuando para dolerme del tiempo.
Seguid, porfa, con las coplas, no os detengáis.

Nuño dijo...

Perdido ayer tarde entre la ternura natural de Valldemossa caprichosamente me dio por juntar a R.Darío con su "juventud divino tesoro" con ese "cualquier tiempo passado/fue mejor" para maliciosamente pensar si la distancia entre el poeta que gozó en Valldemossa y el que murió en el Castillo de Garci Muñoz es tanta como la que parece verse en esos dos fragmentos. Encontré en este delicado rincón un lugar idóneo para la forma leve del pie quebrado de las coplas manriqueñas, pero no el aire propicio para gozar de ellas porque la "muerte" en Valldemossa no se llora, se goza. Ni Chopin es tan importante, la figura omnipresente es Santa catalina Tomás cuya vida y muerte se loa en cada dintel de las casas del pueblo. Esto pensaba al ir abandonando este rincón y recordando los coplas de mi manrique de la

Nuño dijo...

(Se me cortó el ciber de mi hotel. Completo ahora mi comentario)
----------------------------------

...y recordando las coplas de mi Manrique de mi adolescencia y de mi visita a los veinte años con un grupo de poetas amigos para recordar en los muros del castillo de Garci Muñoz la vida y la muerte de J.M. que poradójicamente su río se paró en esas paredes aciagas.

Salud por otra vez.

gotamarina dijo...

conozco las coplas desde mi lejana infancia a través de la versión cantada de Paco Ibañez, y desde que leí la propuesta el miércoles las tengo otra vez en mi cabeza, resonando todo el tiempo. Pocas veces las leí completas, y creo que nunca en el castellano de la época, como las subió Toni. Son parte de mi, patrimonio tan antiguo que no tiene inicio, por más que me remonte para atrás, siempre estuvieron conmigo, y siempre ejerciendo su influjo. No veo por qué haya que buscar novedad en Pan de humo. Buenas noches!

meteco diletante dijo...

Nuño, mira que he pasado veces por Garcimuñoz, cuando todos los viajes eran de trabajo y nunca había tiempo para nada, y ahora que nunca paso por allí me entran ganas locas de ir a su castillo y ver dónde murió, recrear la escaramuza. Pensaba que había pasado la etapa fetichista, pero bueno, Jorge Manrique bien vale una excepción.

Fernando, la segunda estrofa me tiene perplejo desde hace años y aún no he conseguido pensar algo que me tranquilice, siempre queda un resquicio. Es uno de esos objetos que dan que pensar por que nunca se los tiene del todo.

Marina, sí, no creo que sea necesaria la novedad, pensaba con ello en un topicazo, más que algo no novedoso. No creo que haya nadie que sepa castellano que no haya oído esas estrofas iniciales, y varias generaciones se las aprendieron de memoria, incluyendo la tercera estrofa, sus famosos ríos que van a morir al mar. Me daba un poco de pudor poner algo tan manido, pero bueno, ahora me alegro, de haberlas puesto.

Un saludo a todos.

Josep E. Corbí dijo...

Me ocurre como a vosotros, que, cada vez que leo las coplas o un fragmento de las mismas, me emociono; algo esquivo en mí se pone en movimiento y no me deja donde estaba, o sí lo hace, pues el movimiento del que habla es esquivo a la conciencia y casi imposible de habitar, a no ser por un momento; pero eso no es habitar, sino transitar o asomarse. Ya quisiera uno dejarse transformar por esos momentos y que lo que quedase tras la transformación todavía se asemejase a la experiencia de un lugar habitable. Es el miedo a que esto último no acontezca lo que hace la conciencia de esa movilidad se nos escurra, para poder seguir crea que habitamos un espacio que, tras esos versos, sabemos imaginario, pero nuestro cuerpo no puede dejar de ignorarlo.

Os dejo con una reflexión sobre el tiempo de la autobiografía de Edward W. Said, *Fuera de lugar*:
"Mi reloj de pulsera me proporcionaba un emblema general que abarcaba todo esto, una especie de disciplina impersonal que de alguna manera mantenía el sistema en orden. el ocio estaba fuera de mis posibilidades. Recuerdo con claridad asombrosa el mandamiento por el que mi padre me prohibía ir en pijama o bata más allá de la primera hora de la mañana. Las zapatillas eran particularmente objeto de su desprecio. Todavía hoy no puedo estar holgazaneando por casa en bata: la sensación combinada de culpa por estar perdiendo el tiempo, de pereza y falta de decoro simplemente me abruma. Como vía para huir de la disciplina, la enfermedad (a veces fingida y a veces exagerada) ayudaba a que la vida fuera de la escuela fuera aceptable. Me convertí en el hazmerreír de la familia por sentirme satisfecho de un vendaje innecesario en el dedo, la rodilla o el brazo, o incluso llegar a pedirlos. Y ahora, por alguna ironía diabólica me encuentro víctima de una leucemia traicionera e intransigente, que intento alejar de mi mente como un avestruz, intentando con éxito razonable vivir en mi propio sistema de tiempo y trabajo, reviviendo aquella sensación de tardanza y de limitación temporal y de no estar consiguiendo lo bastante que aprendí hace cincuenta años y que interioricé de forma tan notable. Pero por otro extraño giro de las cosas, me pregunto secretamente si el sistema de obligaciones y límites temporales puede salvarme ahora, aunque por supuesto sé que mi enfermedad me acecha invisible, de forma más secreta e insidiosa que las agujas de mi primer reloj de pulsera, que por entonces llevé sin darme cuenta de que representaba mi mortalidad y la dividía en intervalos perfectos e inmutables de tiempo irrealizado para siempre."